viernes, 24 de abril de 2015

Entrevista a Yelle: Viva le pop!

La vocalista francesa habló con Generación B antes de su show en Buenos Aires.



Es imposible poner Complètement fou de Yelle sin tener la incontrolable urgencia de bailar y masticar un chicle de uva. Hagan la prueba. Denle play al video que hay al final de esta nota y traten de no quedar pegados a ese Bubblicious musical que proponen Julie Budet (alias “Yelle”) y Jean-François Perrier (a.k.a “GrandMarnier”), un globo de sugar-rush para protegerse de cualquier amargura cotidiana.

Llamaron la atención en Francia allá por 2006, cuando subieron a su MySpace (¿se acuerdan de MySpace?) “Short Dick Cuizi”,  una canción que respondía a las letras machistas de los hiphoperos TTC  (en especial, dirigida a su MC: Cuizinier). Al poco tiempo, salió su primer álbum, Pop-Up, y rápidamente quedaron vinculados a la pasajera movida Tecktonik, ese electro-dance con espasmos por sobredosis de neón y flúo.

Se fueron de gira con Mika y, más tarde, Katy Perry flasheó con el remix que le hicieron de su “Hot n Cold” y los puso como soportes de su tour por todo el Reino Unido. Así, conocieron a Dr. Luke, famoso hitmaker para One Direction, Britney Spears, Kesha, Avril Lavigne y Miley Cirus, quien se ofreció a producir Complètement fou, su tercer y último álbum, que presentarán en vivo en Niceto Club el próximo sábado 25, en su tercera visita a Buenos Aires.  “Me encanta tocar allá, y recuerdo un show con un montón de gente saltando sin para: era como una ola gigante de cuerpos humanos. ¡Increíble! Y tengo fans relocos en Argentina que tienen hasta nuestro logo tatuado. ¡Los amo!”, cuenta Budet a Generación B.

Tienen una gran respuesta del público en muchos países, pero ¿cómo los reciben en Francia? Habrás escuchado eso de que “nadie es profeta en su tierra”…
Estamos muy contentos y sorprendidos con la recepción que tuvo en nuestro país el último disco. Nos pasan por la radio, y recién estuvimos de gira con shows agotados y gente que salía feliz, que es lo más importante. Es verdad el dicho que mencionás, pero a nosotros también nos gusta el que dice “todo llega con paciencia y determinación”, ja, ja.

También se suele decir que el tercer disco es el más difícil de hacer. ¿Fue así con Complètement fou?
Para nosotros, fue el momento de probar nuevas experiencias en la forma en que componemos y trabajamos con otra gente. No fue complicado, pero sí diferente y estimulante.

¿Cómo llegaron a trabajar con Dr. Luke, y qué aportó al sonido de la banda?
En verdad, no sabíamos quién era. Nos enteramos de que le gustaba lo que hacíamos y que quería hacer música con nosotros. Empezamos a chatear con él y trabajamos en canciones vía Skype. Fue algo nuevo y refrescante, por no decir inesperado. Creo que sumó todo su conocimiento sobre el pop, la manera de trabajar las melodías y elevarlas. Y también nos ayudó a tener más confianza en nuestras decisiones musicales.

Si tuvieras la posibilidad de trabajar con el músico de tus sueños, ¿a quién elegís?
¡Soy muy fana de Blur desde que era adolescente, así que sería un honor trabajar con ellos!

Muchos todavía recuerdan el fenómeno del french touch en la música, con la aparición de Air, Daft Punk, Mirwais. ¿Cómo es la escena musical francesa hoy y qué artistas deberíamos estar escuchando ya mismo?
Lo más interesante es que la lengua francesa está de vuelta en la música nacional. Estamos orgullosos de haber sido uno de los que iniciaron este renacimiento. A mucha gente le gusta Stromae, que, si bien es belga, canta en francés, o Christine and the Queens. También es muy interesante el dúo Paradis, en una onda más chill club. Cada uno, en su propio género, da un buen ejemplo de cómo el francés se usa hoy en la música moderna.

¿Te siguen insistiendo con cantar en inglés? ¿Harías un disco en ese idioma?
Sí, pero ya no tanto. A la gente le gusta el hecho de que cantemos en francés, y lo entiende; somos diferentes en ese sentido. Hacer todo un disco en inglés no está en los planes, pero estoy abierta a hacer letras con mi acento bien francés, ja, ja. El idioma no es un obstáculo cuando giramos por países, pero sí quizás a la hora de penetrar en radios internacionales. El público es mucho más abierto que lo que los medios creen.

¿Qué vas a estar haciendo cuando tengas 64 años? ¿Te ves arriba de un choclo gigante de plástico como en el clip de “Complètement fou”?
¡Claro que sí! ¡Voy a intentar disfrutar de la vida hasta que se termine!


miércoles, 22 de abril de 2015

Todo lo que hay que saber de Avengers: Era de Ultrón

Se estrena una nueva aventura del supercombo de Marvel y te contamos qué podés esperar; tranqui: no hay spoilers




El cómic es solo una inspiración. El film apenas toma al villano y otros elementos básicos de la saga gráfica de diez tomos que le da título, y se aleja del libro para crear una historia que prepara el conflicto y el “humor social” para lo que se desencadenará en Captain America: Civil War, cuyo estreno está pautado para abril de 2016. Así que, por si todavía hay algún despistado o esperanzando, aclaramos que no van a ver a muchos de los protagonistas de la novela gráfica original.

Nace el amor. Lo que en la primera película era solo una insinuación, un feeling, en esta se confirma y concreta. Surge el romance más letal entre los Avengers, pero no será todo color rosa.

Thor suda la gota gorda. Seguramente, si estás leyendo esto ya viste el clip con la escena en que unos relajados Vengadores after-party juegan a ver quién puedelevantar el martillo del Dios del Trueno. El Capitán América consigue moverlo un milímetro, y al rey de Asgard se le borra la sonrisa. Pero en el film habrá alguien digno de empuñar a Mjolnir.

A Hulk se le suelta la cadena. ¿Matthysse vs. Provodnikov? Naahh. La mejor pelea que vas a ver este año es el descomunal combate entre una bestia verde enloquecida por la manipulación mental y un Iron-Man anabolizado por su nueva armadura “hulkbuster”. Piña va, piña viene, los espectadores se entretienen.

Hawkeye es un capo. Relegado a un papel secundario en el primer film, el vengador encarnado por Jeremy Renner se luce en esta oportunidad como el tipo más equilibrado del equipo. Conoceremos mucho más de su personalidad y su intimidad. Animate, Marvel, que tenés un personaje tapado para un potencial film más serio y dramático que tus coloridos superhéroes. ¿Qué esperás?

Ultrón es “Red” Reddington. La malévola inteligencia artificial que amenazará al mundo en esta aventura tiene la voz de James Spader, estrella de la exitosa serie The Blacklist. El actor parece nacido para encarnar villanos tan perversos como encantadores, ya sea en la forma de un criminal al servicio del FBI o de un robot psicópata. Pero, lamentablemente, el tono cínico de sus personajes se confunde y, por momentos, queda la sensación de estar ante la versión Terminator de Raymond Reddington. Esperábamos más.

Los nuevos tienen aguante. Los Vengadores estarán más expuestos y vulnerables que nunca ante los poderes de los mellizos Aaron “Quicksilver” Taylor-Johnson y Elizabeth “Scarlet Witch” Olsen. El muchacho hace quedar a Flash como el Correcaminos, y la niña va a jugar con las cabezas de nuestros héroes como títeres. Pero la gran incógnita es Vision (muy bien en la piel de Paul Bettany), flamante aliado de inigualable fuerza y noble ¿espíritu? que merecía un papel mayor. ¿Lo tendrá en Avengers: Infinity War? Tendremos que esperar hasta 2018.

Te vas a reír (y mucho). Conociendo la experiencia del director Joss Whedon como autor de cómics (escribió, por ejemplo, Astonishing X-Men) y de TV (¿acaso debemos mencionar Buffy, la cazavampiros?), no debe sorprendernos su habilidad para transportar el humor de esos lenguajes a la pantalla grande. Ya lo habíamos comprobado y disfrutado en la primera película, pero en esta afina el lápiz con una agudeza y efectividad soberbia para insertar gags y remates que hasta le sacarían una carcajada a J.A.R.V.I.S. ¿Para cuándo Avengers: the sit-com?

No te van a alcanzar los ojos. El despliegue visual es desorbitante y hace quedar a la primera entrega como un film de bajo presupuesto. “La primera regla de hacer una secuela es tomar los mejores momentos y hacer otra cosa, ir a otro lugar”, dijo Whedon y llevó su film a las nubes, porque si creías haber visto destrucción en la anterior, ahora nos va a tirar literalmente una ciudad en la cabeza. Entusiasma y entretiene, pero la sobrecarga de personajes y el abuso de la pirotecnia digital resultan abrumadores y confusos. Uno se queda con el deseo de que la saga profundice en lugar de solo expandirse, pero bueno: de eso se trata una “franquicia”, ¿no?

No hay escena poscréditos. Era una sana costumbre de Marvel regalarnos un extra tras el final de los títulos (el chiste de Spider-Man, que apareció online hace unos días, es un muy logrado fake), pero esta vez solo habrá plus en los mid-credits. Consejo: Por el amor de Stan Lee, si todavía no lo hiciste, corré a ver Guardianes de la Galaxia.

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Por Maximiliano Poter

martes, 21 de abril de 2015

Entrevista a Front 242: los últimos (tecno)punks

Los pioneros del EBM vuelven al país después de 15 años y charlaron con Generación B.



Hacia mediados de los 80, cuatro belgas de impronta parapolicial tomaban por asalto los escenarios independientes de Europa. Con lentes negros, borceguíes y overoles militares, parapetados tras sus teclados entre redes de camuflaje, ametrallaban pies y cabezas con bases y secuencias taladrantes. Se autoproducían, diseñaban las portadas de sus discos y le ponían agresividad, vanguardia y sentimiento «no future» a la música tecno emergente, apelando al uso irónico del sampler («¡No hay sexo hasta el matrimonio!»”, se escucha en «Welcome to Paradise») y la acidez social («busco a ese hombre para venderlo a otro hombre a diez veces su precio», cantan en «Headhunter», sobre la caza de recursos humanos en las corporaciones). Crearon su propio estilo, llamado Electro Body Music (EBM), y le dieron un golpe de Estado a la electrónica. Pero, en esencia, Front 242 eran los últimos punks.  

«Lo que es seguro es que somos muy autónomos y estamos lejos de las tentaciones comerciales. Nos podemos relacionar con el punk de algunas maneras, pero necesitamos disciplinarnos desde el comienzo porque la tecnología era muy restrictiva. Tuvimos que trabajar muchísimo para conseguir esas canciones tan complejas. El punk es mucho más “vago”, pero para mí es el último movimiento musical y artístico real, dadaísta y explosivo. Lo amo», cuenta al respecto el tecladista Patrick Codenys, en diálogo exclusivo con Generación B.

Llegarían los 90, con sus primeros discos para un sello multinacional (Tyranny For You y el doblete Up Evil y Off). Después, un cambio de estilo, más asociado al dance, los trajo por primera vez a Buenos Aires en el año 2000, dentro de la gira de su disco de remixes Re-Boot, con un show en Museum que todavía emociona a los technoheads locales. «Recuerdo que conocí a  un montón de personas que se convirtieron directamente en amigos. Jugamos al fútbol contra un equipo armado por el promotor del concierto y visitamos la ciudad. El recital se hizo en un lugar que tenía un hermoso diseño art nouveau, ¡y el público estaba en llamas!», recuerda.

Desde entonces, los terroristas del dance floor no editan nueva música y están embarcados en giras en las que revisitan y remezclan su catálogo en vivo, nuevamente bajo la estética que los caracterizó décadas atrás. ¿Nostalgia? ¿Retromanía? ¿Falta de innovación? De todo eso hablamos con Codenys antes de la presentación de Front 242 el próximo miércoles 22, en el Teatro Vorterix, cuando estas leyendas del electro entreguen su regreso al futuro.

Discos como Tyranny For You y Up Evil tienen más de veinte años y todavía suenan futuristas y peligrosos. ¿Escuchaste algo equivalente en la electrónica de los últimos años?
Una de las principales fortalezas de Front 242 es que hacemos un tipo de música muy específico y no he escuchado esa clase de sonido en otro lado. El EBM hoy está integrado en el paisaje musical, especialmente en Alemania, y se convirtió en una fórmula, un género con menos creatividad. No se reinventa. Pero hay mucho interés por el sonido old school de los 80, esa vibra de electrónica analógica, y a Front 242 todavía se lo valora.

Fueron una de las tantas bandas independientes que, durante los 90, sufrió haber firmado con una multinacional. ¿Cómo fue esa experiencia y cuál es tu opinión de la industria discográfica actual?
Los 80 fueron tiempos en los que la industria musical anglosajona no sabía qué hacer con todas las bandas que estaban experimentando con la electrónica en Europa. El sello Mute tenía una visión, pero las otras grandes disqueras no sabían cómo manejar todos esos nidos creativos. Durante los 90, con The Prodigy, The Chemical Brothers y Underworld, por ejemplo, entendieron cómo hacer plata con la música tecno alternativa. Sony incluyó a Front 242 en ese movimiento, pero fue un error para nosotros: no pertenecíamos a ese mundo. Hoy todo se ha vuelto caótico para la industria con el tema del streaming, la música libre, los múltiples formatos. Por el contrario, los artistas todavía pueden llegar a su audiencia, pero el tema es que hay demasiadas bandas, ja, ja.

En los últimos años, volvieron al sonido y a la imagen más característica de Front 242, la de los 80, y a repasar sus hits. ¿No es contradictorio este presente «retro» para una banda siempre asociada con la innovación?
Hubo innovación en algunos de nuestros discos. Pero, en 2015, la palabra «álbum» ya no significa mucho, al menos conceptualmente. El campo de experimentación cambió para nosotros. Dejamos el trabajo de estudio para desarrollar la experiencia en vivo, frente a nuestro público, con las canciones originales como pretexto para renovar secuencias, sampleos, composiciones y el diseño de sonido. Quizás no es del todo innovador, pero es muy intenso. Vi a Kraftwerk en vivo este año y, para mí, es el mismo caso.

Pero, con más de dos décadas de estar en un proceso reinterpretar y remezclar su catálogo, ¿no corren el riesgo de quedar atrapados en el revisionismo y  convertirse en un acto de «nostalgia»?
Puede ser. Pero vos tenés que explicarme por qué el 90 por ciento de las revistas hacen coberturas de dos y tres páginas sobre remasters, reediciones, libros e historias de Bob Dylan, The Doors, Rolling Stones, Bob Marley y Carlos Santana, je, je. Y los jóvenes siguen esa tendencia. ¿La nostalgia no está en los medios? Hay menos crédito en ese sentido para la música electrónica que en otros géneros. Front 242 tiene su sonido y forma y se convirtió en un valor más allá de la innovación perpetua. En cuanto a los integrantes de la banda, todos estamos involucrados en otras propuestas multidisciplinarias y, probablemente, más avanzadas. Pero no es un secreto que uno es más «prisionero» de su banda que de los proyectos paralelos.

Mirar al pasado, ser autorreferencial, usar instrumentos, técnicas y ropas de otras décadas parece ser un signo de los tiempos en la escena musical. Pero Front 242 supo ser vanguardia. ¿Por dónde pasa la innovación hoy?
Podríamos decir que la innovación no está en ningún lado para los viejos, y en todos lados para los jóvenes. Hemos hecho tanto en la música popular que, cuando escucho alguna banda de rock nueva, enseguida reconozco algo del pasado. Incluso en el dubstep, que es una extensión del drum and bass. El público joven lo descubre y disfruta porque es nuevo para ellos, y está bien que así sea. Creo que Front 242 sigue siendo vanguardia con un sonido específico, pero también con integridad en nuestra carrera.

¿Cuándo tendremos, finalmente, un álbum de Front 242 con nuevas canciones?
La banda sigue unida y todos estamos activos musicalmente, pero un disco no está en nuestra agenda.


miércoles, 15 de abril de 2015

El documental de Attaque 77 llega al BAFICI

El director, Nicky Pintos, habla de Más de un millón, la película que recorre la historia de la célebre banda punk.



«No entiendo cómo mierda hicimos. Es un verdadero milagro», dice Mariano Martínez en el tráiler del documental que muestra, justamente, cómo mierda hizo Attaque 77 para emerger del sótano punk y transformarse en íconos de nuestra música.

Más de un millón, que esta semana se estrena en el festival BAFICI, recorre las casi tres décadas de la banda, desde sus comienzos como Cabeza de Navaja hasta la actualidad, con imágenes y testimonios únicos e íntimos de sus integrantes actuales y pasados (incluidos los hermanos Ciro y Federico Pertusi), más personalidades como Juanchi Baleirón, Mario Pergolini y Andrea Álvarez.

«La premisa fue no caer en el lugar común de recopilar archivos, pegarlos y llamarlo “documental”. Ellos están todos vivos, activos, y las personas que tuvieron y tienen que ver con Attaque siguen ahí —explica Nicky Pintos, director del film—. La relación es buena con todos, y me pareció que dar una reflexión al pasado vista desde el presente era algo que podía ser mucho más interesante. En especial para los fans, que ya vieron todos los recitales, escucharon todas las canciones y ahora pueden tener acceso a información más personal».

¿Cómo surgió la idea de hacer el documental?
Soy amigo de Mariano desde que éramos chicos, y somos del mismo barrio. Coincidimos una vez que yo estaba haciendo un clip para El Otro Yo; a él le entusiasmó la forma en la que trabajamos con mi equipo y me dijo que, cuando fuera posible, hiciéramos algo. De ahí, surgió empezar a buscar material, como las primeras salidas de la banda y, cuando nos dimos cuenta, teníamos un montón de información increíble de mucha gente cercana a la banda: de los primeros Attaque hasta los últimos. Creo que la idea cerraba perfecto para poder darles, más que nada, a los fans un historial hablado desde el presente de toda la vida del grupo.

Esa es una de las particularidades del documental, dar una mirada actual…
Exacto. Tuvimos un contacto muy cercano tanto con Mariano como con Ciro, que nos brindaron una gran cantidad de entretelones, comentarios y anécdotas que hacen mucho más rica a esta película que si estuvieses viendo archivos que ya viste en la televisión o en YouTube.

Y en ese repaso de casi 30 años de historia, ¿qué cosas encontraste que quizás no sabías, que te sorprendieron o emocionaron?
Tal vez lo que me sorprendió fue tener lugar para poder ver un día en la vida de cada integrante, en sus casas, con sus familias, en su cotidianidad. Esto también sorprenderá al público.  La intención del trabajo fue que aquella información que yo conocía le resultara nueva a ciertas personas, como por ejemplo la gran incógnita: por qué Ciro se fue. Ese es el gran dilema y, en esta película, está perfectamente explicado por todos los miembros.

¿Fue difícil abordar el tema de la separación, considerando todo lo que significó y se dijo en su momento?
El film llevó algo más de dos años de realización, y no sabíamos qué dirección iba a tomar, porque, al invitar a exmiembros y personas que ya no están en contacto con ellos, pensamos que iba a ser complicado. 
Pero, como bien se sabe, en el homenaje que se le hizo a Vitico en Tigre, Ciro subió al escenario para tocar con Attaque. Y a fin del año pasado, Mariano fue invitado especial de Jauría. Creo que la película refleja el entendimiento, la compresión y la maduración no solo artística sino personal de todos. Me parece que la cuestión se resuelve de una manera mucho más sencilla, y que las personas, al crecer, entienden que todos hemos cometido errores, que todos cambiamos las opinión. Y creo que el mensaje total de la película tiene que ver con esto: el carácter humano, el amor por lo que hacen y el que se tienen entre ellos, además de desvanecer las cosas que se han dicho sobre la separación. En este caso, está más claro, y lo van a ver en las declaraciones de Federico Pertusi, que fue el primer cantante de Attaque. Es tranquilizante saber que son los mismos protagonistas, con sus voces, los que dan su punto de vista y que esas opiniones no chocan a lo largo del film.

Hay música nueva de Mariano, exclusiva para el documental…
Sí, él se encargó de la dirección musical e hizo un trabajo fantástico. Aprovechamos un viaje a Uruguay, durante el cual salieron muchas de las reflexiones que se ven en el tráiler, y eso lo inspiró para componer. Y si bien hay temas de Attaque, por supuesto, tratamos de que no sea el audio de un concierto o un sinfín de canciones que los fans ya recontraconocen. Mariano vino con la propuesta de ambientar la película con música propia y el resultado, para mí como director, es ampliamente satisfactorio.
 
Dejando de lado la cercanía y amistad que tenés con la banda, ¿qué lugar creés que ocupa Attaque en la historia de la música nacional?
No existe una banda igual a Attaque 77 en el rock argentino. Son muy pocos los grupos punk que han trascendido y perdurado, por lo tanto eso le da una calidad que lo convierte en único en el país. Es la única banda punk que se mantiene vigente y se renueva cada año.


martes, 14 de abril de 2015

Entrevista a Franky Perez, nueva y única voz de Apocalyptica

Los cello rockers estrenan vocalista, quien charló con Generación B y nos convenció de comprar una moto.



Un largo y ascendente camino ha transitado Apocalyptica en estas dos décadas de vida. De aquella banda de jóvenes intérpretes clásicos que llamaron la atención con sus versiones en chelo de temas de Metallica, a estas estrellas del metal nórdico que venden millones de discos y hasta le ponen power a la versión finesa del popular reality The Voice.

Pero este es un año particular para los cello rockers. Su nuevo álbum Shadowmaker, que esta semana se edita en nuestro país, es el primero en su carrera que incluye un vocalista exclusivo. La banda tuvo célebres cantantes invitados en algunos temas, como Gavin Rossdale (de Bush), Till Lindemann (de Rammstein), Corey Taylor (de Slipknot) y hasta la legendaria Nina Hagen. Pero, para este proyecto, querían un frontman hecho y derecho, y la elección cayó en Franky Perez, un motoquero de Las Vegas que supo poner su versátil y experimentada voz al servicio de Slash, Scars on Broadway, Kings of Chaos y que colaboró con integrantes de Velvet Revolver, Weezer, Queens of the Stone Age, Anvil, The Cult y Sex Pistols.

“Los muchachos deseaban un álbum de banda y una gira. Para eso, necesitaban encontrar el tipo que, no solo fuera un cantante variado, sino que también encajara en la dinámica de un grupo con veinte años de historia”, cuenta Perez a Generación B sobre cómo llegó a convertirse en la nueva y exclusiva voz de Apocalyptica. “Con eso en mente, el management salió a consultar a algunas personas clave de la industria y, de alguna forma, apareció mi nombre. Después de un par de demos que fueron y vinieron, todo se redujo a otro tipo y yo. Y aquí estoy. Sé que no fue una decisión fácil para ellos seguir este camino y estoy honrado de haber sido escogido. Hicimos clic a nivel humano, los cinco nos convertimos rápidamente amigos y me hicieron sentir como en casa desde el vamos”.

¿Cómo fue exactamente tu participación en Shadowmaker? ¿Te involucraste en la composición o solo estás dándole voz a canciones escritas por la banda?
El álbum ya estaba escrito, con la excepción de unas pocas canciones. Hubo un genuino y mutuo respeto desde el comienzo, y ellos fueron muy generosos y abiertos a mis sugerencias. No escribí canciones por mi cuenta, pero sí contribuí con un par en la secuencia final.

¿Hay posibilidad de quedarte como un miembro estable? ¿Es tu deseo?
Estoy enfocado en el presente. Amo a estos tipos no solo como músicos, sino como hermanos, y al menos sé que cada uno será parte de la vida del otro por muchos años.

El productor Nick Raskulinecz hizo discos fundamentales y muy exitosos para Foo Fighters, Mastodon y Deftones. ¿Puede Shadowmaker ser un quiebre en la carrera de Apocalyptica?
La banda ya era muy exitosa mucho antes de que él y yo nos involucráramos, pero creo que Nick va a ser recordado como un componente clave en la evolución del grupo.

Hace poco colaboraste con The Crystal Method. ¿Cómo surgió eso y qué tal fue esa experiencia con la electrónica?
La misma persona que me presentó a Apocalyptica me hizo conocer a Scott (Kirkland) y Ken (Jordan). ¡Me parece que tengo que pagarle una comisión porque fueron dos de dos, ja, ja! Hacer electrónica fue increíble, y quiero experimentar con más en el futuro.

¿Tu trabajo en Apocalyptica pondrá una pausa en tus proyectos musicales paralelos? ¿Qué pasará con Scars on Broadway y con tu veta solista?
Ahora estoy ciento por ciento con la energía enfocada en Apocalyptica. Creo en ellos y en este disco con todo mi corazón, por lo que se merecen mi completa atención.

Sabemos que sos un loco de las motos. Danos tres consejos para nuestros lectores que andan con ganas de comprar su primera máquina.
¿Qué te parecen cinco tips? Primero: Aprendé lo básico y conocé tu moto de adentro hacia afuera. Segundo: Usá ropa apropiada, tené casco, guantes, pantalones, una buena chaqueta y botas de cuero. Tercero: Comprá la moto correcta, ni muy chica ni muy grande, ni muy rápida ni, obvio, muy lenta. Recordá que necesitás potencia para poder escapar de los problemas, ja, ja. Cuatro: Tenés que ser un conductor defensivo, saber qué van a hacer los demás vehículos antes de que lo hagan. Y quinto: COMPRATE UNA. No hay nada más cool que una moto.


Para el final, lo más importante: ¿Cuándo vienen a tocar a la Argentina?
(En español) Si Dios quiere, pronto.




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jueves, 9 de abril de 2015

A 45 años de la disolución de los Beatles

La vuelta al día en que Paul McCartney ¿dijo? adiós.




«P: ¿Tu separación de los Beatles es temporal o permanente? ¿Se debe a diferencias personales o musicales?
R: A diferencias personales, de negocios, musicales, pero, sobre todo, a que la paso mejor con mi familia. ¿Si es temporal o permanente? Realmente, no lo sé».

Paul nunca dijo lo que dijo. O no lo hizo porque, todavía, había muchas cosas en juego. Así que no fue él, ni la muerte de Brian Epstein, ni la llegada de Allen Klein, ni Yoko, ni las drogas, ni el hastío en el estudio, ni las rojas finanzas de Apple, porque, en realidad, nada ni nadie separó a los Beatles. Más bien, todo hizo que se desintegraran.

Hacia 1969, los fab four estaban virtualmente separados. Hacía tiempo que entre ellos primaban el recelo y el descontento. Ya el «álbum blanco» era «canciones individuales, sin ninguna música Beatle en él: es John y la banda, Paul y la banda, y así», como el mismo Lennon lo describió tiempo después. John se despidió en septiembre de aquel año y, mucho antes, había iniciado la Plastic Ono Band. Ringo Starr y George Harrison se habían ido y vuelto varias veces. Pero el grupo seguía junto en los papeles para no arruinar ni los negocios ni la pendiente salida del álbum (y documental) Let It Be, conocido en ese momento bajo el título provisorio de Get Back.

Para entonces, Apple Corps, el multimedio fundado en 1968 por los cuatro músicos, estaba al borde de la quiebra por su pésima administración y las absurdas aventuras comerciales, como la Apple Boutique (que perdió 200.000 libras en sus seis meses de vida) o una división de electrónica a cargo de Alexis Mardas, un «inventor» charlatán conocido como «Magic Alex» que engatusó a la banda en 300.000 billetes con ideas desquiciadas como un «sol artificial» o un «papel tapiz parlante».

La elección del polémico Allen Klein como nuevo manager también había marcado una grieta en el grupo. McCartney quería que John y Lee Eastman, hermano y padre de su mujer Linda, tomaran el lugar que dejó Epstein. Pero el resto se decidió por Klein, tipo de prácticas controvertidas y actitud mafiosa que, años antes, había manejado la carrera de los Rolling Stones. «Fue la primera vez en la historia de los Beatles que surgía una diferencia posiblemente irreconciliable», según una cita del bajista en el libro You Never Give Me Your Money, de Peter Doggett.

Las relaciones se resintieron aún más luego de que Lennon descubriera que McCartney había comprado por su cuenta acciones de Northern Songs, la editora de las canciones del grupo, violando el acuerdo verbal de poseer ambos el mismo share. En marzo de 1969, Dick James, principal accionista de la compañía, vendió su parte a Associated Television (ATV) sin consulta ni aviso a la banda, lo que desató una pequeña guerra por conservar el control de los derechos de los temas.

Fue en este contexto en el que un Paul harto y deprimido, con problemas de alcoholismo, comenzó a pensar en una vida post Beatle. En absoluta soledad, grabó las canciones que integrarían su primer trabajo. Pero, alertados de que este disco podía entorpecer la repercusión de Let It Be, John y George le encomendaron a Ringo llevarle al bajista un mensaje: retrasar el lanzamiento de ese debut «por el bien de la banda». McCartney echó al baterista de su casa, entre gritos y amenazas, y no cambió su decisión.

El 9 de abril de 1970 llegaron a la prensa copias de adelanto de su disco, simplemente titulado McCartney, junto a una hoy célebre «autoentrevista», en la que respondía (telegráficamente, de forma elíptica, pero con la verdad colándose entre las palabras) preguntas sobre su nuevo trabajo y el futuro del grupo. Sería, quizás, el F.A.Q. más famoso de la historia del rock.

«P: ¿Estás planeando un nuevo álbum o single con los Beatles?
R: No».

«P: ¿Este disco es un descanso de los Beatles o el inicio de una carrera solista?
R: El tiempo lo dirá. Un disco solista significa que es el comienzo de una carrera por mi cuenta, y no hacerlo con los Beatles significa que es un descanso. Entonces, es ambas cosas».

«P: ¿Ves un momento en el que Lennon-McCartney vuelva a ser un dupla compositora?
R: No».

En ninguna de las 37 respuestas que contenía aquel cuestionario McCartney afirmó abandonar la banda. No hizo falta. A la mañana siguiente, la prensa lo dijo por él. «Paul deja The Beatles», tituló el Daily Mirror, en tipografía catástrofe mayúscula. La portada fue lápida de toda una generación.

Fans desconsoladas, público y periodistas de diversas partes del mundo se congregaron frente a las
oficinas de Apple, en Saville Road, para corroborar la noticia. Un reportero de CBS llegó a decir a cámara: “El hecho es tan relevante que los historiadores pueden llegar a considerarlo como un hito en el declive del Imperio Británico”.

Todo el asunto enfureció a Lennon. «Saqué cuatro discos en el último año y no dije una puta palabra sobre renunciar — le dijo a Jann Wenner en el número 58 de Rolling Stone — . Cuando leímos toda esta mierda en el diario, con Yoko nos reímos, porque el chiste es este: primera imagen, cuatro tipos sobre el escenario iluminados. Segunda, tres tipos saliendo del escenario despreocupadamente. Tercera, un solo tipo parado ahí, gritando: “me voy”. Ya estábamos todos afuera».

El mismo 10 de abril, desde Apple se emitió un comunicado para tratar de apaciguar el estallido mediático: «La primavera está aquí, mañana el Leeds juega contra el Chelsea y Ringo, John, George y Paul están vivos y llenos de esperanza. El mundo sigue girando, al igual que nosotros y vos. Cuando pare de girar, ese será el momento de preocuparse, no antes. Hasta entonces, los Beatles están sanos y el ritmo seguirá y seguirá». Fue el último press release de la banda como tal.

«La reacción a las palabras de Paul fue mundial. Saqué un comunicado de esos que en realidad no dicen nada — recordó Derek Taylor, responsable de prensa de Apple por entonces, años más tarde en Anthology — . Realmente creía, como millones de personas, que la amistad que los Beatles tenían entre sí era un salvavidas para todos nosotros. Creía que, si esta gente era feliz y podía llevarse bien, no importaba qué sucediese, la vida valía la pena ser vivida. Pero creo que esperamos demasiado de ellos».

Días más tarde, un McCartney herido y preocupado por cómo los medios y el público estaban poniéndolo como el culpable de la ruptura, se reunió con Ray Connolly, periodista del Evening Standard, para una entrevista en la que reveló las tensiones internas de la banda, su malestar con Phil Spector por la mezcla de sus canciones en Let It Be, y los efectos de su anuncio. «Fue todo un malentendido. Cuando vi los titulares, pensé: “Dios, ¿qué hice?” y se me dio vuelta el estómago. Nunca pretendí hacer un comunicado que dijera “Paul McCartney deja los Beatles” — le contó durante su almuerzo en un restaurante del Soho londinense, acompañado por Linda — . Yo no abandoné The Beatles. Los Beatles dejaron a The Beatles, pero nadie quería ser el que dijera que la fiesta había terminado».

Tal como fue anunciado, McCartney salió a la venta el 17 de abril, compuesto por 13 temas, varios de ellos instrumentales, de arreglos sencillos y con la tónica de grabaciones caseras e improvisadas. Recibió críticas pobres, pero llegó al número uno en los Estados Unidos y al puesto dos en el Reino Unido. Y de ninguna manera opacó el éxito de Let It Be, editado apenas tres semanas más tarde. Después, llegarían las peleas con sus excompañeros, las demandas, los dardos envenenados en las canciones.

«P: ¿Cuáles son tus planes ahora? ¿Vacaciones? ¿Un musical? ¿Una película? ¿Retirarte?
R: Mi único plan es crecer».

Paul lanzó otros 34 discos. Ringo ya va por el 19. George tuvo una docena y John llegó a 11. Jamás volvieron a estar juntos. Hubo amagues, alguno tocó como invitado en el álbum de otro, pero nada más. La casualidad los reunió otro 17 de abril, pero de 1971, cuando cada uno tuvo un single en el ranking británico: «Another Day», de McCartney; «Power to the People», de Lennon; «It Don’t Come Easy», de Starr y «My Sweet Lord», de Harrison. Hicieron más de 70 álbumes por su cuenta, ninguno tan brillante ni trascendente como los que crearon en conjunto.

¿Cómo sería si nunca se hubiesen separado, si Paul no decía lo que no dijo, si triunfaba la literalidad y, efectivamente, el «ritmo seguía y seguía»? En 2009, un tal James Richards dijo haber visitado un mundo paralelo donde los Beatles seguían juntos y se trajo un cassette (todavía no habían inventado el CD en este bizarro world) de ellos para comprobarlo. Lo cierto es que este supuesto álbum de los fab four alternativos, titulado Everyday Chemistry, no es más que un mash-up de diversas canciones de nuestros ex Beatles.

Es que ni aun los más locos pueden escapar a esta realidad; la de un mundo que, desde hace 45 años, dejó de girar.

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