martes, 31 de marzo de 2015

Angus Young cumple 60 años

Historias, secretos y curiosidades del peor alumno del rock y su legendaria banda, AC/DC.





Un buen escocés
La banda es oriunda de Australia, pero Angus nació en Glasgow, Escocia, y a los ocho años se mudó son su familia a la tierra de los canguros. Hoy es uno de los guitarristas más reconocidos del mundo, pero su primer instrumento fue el banjo. Recién obtuvo su primera viola eléctrica a los 16 años, cuando fue a una tienda de música cerca de su casa en Sídney y compró una Gibson SG de segunda mano, marca y modelo que lo acompañó durante toda su carrera.

Uniformado
Dos elementos claves en la historia de la banda se debieron a la hermana mayor de Angus, Margaret. Fue ella quien sugirió que usara el uniforme escolar sobre el escenario, luego de que el músico se probará varios trajes, entre ellos el de Spider-Man y el del Zorro. Alguna vez, la revista Guitar le preguntó a Angus si seguiría usando su uniforme cuando tenga 64 años, y respondió: “¿Vieron lo que usan los artistas jóvenes hoy? ¡Lucen como si les hubieran robado las polleras a sus madres! Si eso es moda, entonces podemos decir que yo mantuve un look distintivamente clásico”.
Margaret es también es la responsable del nombre del grupo, luego de ver las siglas “AC/DC” al costado de su máquina de coser (aunque el libro Shock to the System, de Mark Putterford, asegura que el electrodoméstico inspirador fue una aspiradora). El título se convertiría en uno de los logos más emblemáticos del rock en manos del diseñador Gerard Huerta, quien jamás vio un dólar del multimillonario merchandising que devino de su pluma. Las siglas fueron objeto de disputa en internet ya que, hasta hace pocos años, el dominio “acdc.com” estuvo asociado a un sitio porno.

Jazzero
Para sorpresa de muchos críticos, que le achacan el sonido primitivo y “cuadrado” de su banda, Young es fanático de Louis Armstrong. En una entrevista publicada en la revista Guitar, de 1992, recordó que lo vio en vivo cuando era pequeño. “Fue algo que siempre se quedó conmigo. Es increíble escuchar sus viejos discos y sentir su musicalidad y emoción. Tenía un aura”, declaró.

Arma mortal
La música de AC/DC fue usada por el ejército estadounidense para lograr que el dictador Manuel Noriega abandonara su escondite en la Nunciatura Apostólica del Vaticano en Panamá, durante la invasión de Estados Unidos a ese país a finales de 1989. Soldados y helicópteros rodearon su refugio y, durante varios días, pasaron por altavoces las canciones “Highway to Hell” y “Hell Bells” a un volumen ensordecedor que obligó al líder de facto a rendirse.
Otro caso letal: En julio de 2012, una instalación nuclear en Irán quedó paralizada luego de que su sistema informático fuese atacado por un virus que reproducía la canción “Thunderstruck” en todas las computadoras del lugar.

Callejeros
En marzo de 2000, el pueblo de Leganés, España, nombró una de sus calles con el nombre de “AC/DC”. Angus y su hermano Malcom estuvieron en la ceremonia de inauguración. La placa original fue robada en cuestión de horas y las reposiciones sufrieron tantos hurtos durante los años siguientes que el Ayuntamiento decidió comenzar a vender réplicas. Cuatro años más tarde, la ciudad de Melbourne, Australia, rebautizó una de sus calles como “ACDC Lane”, sin la barra diagonal entre las letras, ya que una normativa vigente entonces impedía colocar signos en los nombres. Eso no impidió que un artista callejero montara un trueno de chapa que atravesaba el cartel, que rápidamente se transformó en atracción turística (y botín de fanáticos).

Magnate
Desde 2007, Angus vive en una enorme mansión en Aalten, Holanda, pueblito natal de su esposa de apenas 13.000 residentes, los cuales no estuvieron para nada contentos con la fastuosa construcción de tres pisos y ajena a la humilde arquitectura local. Según un listado elaborado aquel año por la revista económica Quote, el violero tendría una fortuna estimada en 125 millones de dólares.

El secreto de su sonido
Durante muchos años, músicos y estudiantes se preguntaron con qué pedales, efectos o técnicas Angus logró ese clásico tono de guitarra que patentó desde el álbum Back in Black. La respuesta llegó tres décadas más tarde gracias a un fan acérrimo de AC/DC llamado Fil “SoloDallas” Olivieri  quien, a partir de una vieja entrevista, descubrió que el violero únicamente usaba un equipo wireless Schaffer-Vega Diversity System (SVDS) de mediados de los 70, algo muy raro ya que no se estila emplear equipos inalámbricos para grabar en estudio.
Para demostrarlo, “SolloDallas” se contactó con Ken Schaffer, el creador de ese sistema, para que le prestara las últimas unidades que guardaba como recuerdo, ya que habían dejado de fabricarse en 1981. Las conectó a su equipo y ahí salió el sonido que todos los guitarristas del mundo intentaban imitar. Tiempo después, este fanático contrató a dos especialistas para que analizaran e hicieran retroingeniería sobre esos SVDS, y así pudieron volver a producir el equipo (ahora llamado (The Schaffer Replica) que fue utilizado por Angus en la grabación de Rock or Bust (2014). Sin dudas, una historia de amor obsesivo por la música.

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viernes, 20 de marzo de 2015

Cuatro razones para ir a ver Directo al corazón

Se estrena el film con Al Pacino sobre una leyenda del rock que cambia su vida a partir de una carta de John Lennon.




Porque es una tierna película fallida. ¿Y qué demonios es una “película fallida”? Aquella que tiene una gran idea que no consigue concretar de igual manera en pantalla. Y el concepto de Directo al corazón es tan hermoso como la vida misma. Está inspirada en la historia real de Steve Tilston que, en 1971, era un novel músico británico de folk que dio una entrevista a la revista ZigZag, en la que mencionaba su preocupación por caer en las trampas de la fama. John Lennon leyó el artículo y le escribió una carta, en la cual lo aconsejó y hasta dejó su teléfono personal, para quedar en contacto. Tilston nunca llegó a recibirla y desconoció su existencia hasta el año 2005, cuando un coleccionista que la había comprado se la mostró.
¿Qué sería de Steve Tilston hoy de haber recibido aquellas palabras del ex Beatle a tiempo? Ese es el gran “what if” que Dan Fogelman (guionista de Cars y Enredados, en su debut como director) lleva al cine, pero desde la fantasía: la historia de Danny Collins, un veterano rockstar, exitoso y multimillonario (la personificación de todo aquello a lo que Tilston temía de joven) que recibe la misiva de su ídolo 40 años después y decide replantear su vida. Así se desarrolla un relato de decadencia, despertar y redención que podrán calificar (con razón) de sentimentaloide, edulcorado y simplista, pero que llega al corazón a fuerza de ternura y un elenco impecable.

Porque tiene el Al Pacino más disfrutable de los últimos 20 años. Y acá podría empezar la discusión sobre cuándo vimos el último buen papel del ex Tony Montana. Algunos gritarán “Hoo-Haa!” y elegirán Perfume de mujer (1992); otros dirán que su eterna mirada somnolienta brilló como el detective Will Dormer en Noches blancas (2002). Don Michael Corleone ya supo meterse en la piel de los excesos y la decrepitud del rock para Phil Spector (2013), pero no llegó a mimetizarse como ahora. Fogelman ideó a Danny Collins con Pacino en mente, y se nota: su andar encorvado y borrachín, su voz añeja y sus ojos etílicos van la perfección para construir una decadente leyenda, cruza entre Barry Manilow y Cacho Castaña, de cadenitas y chalinas brillantes, novia “barely legal” y peinado antigravedad, que usufructúa desde hace cuatro décadas, gira tras gira, los mismos éxitos “oldies” (ya va por su “Greatest Hits” volumen tres), y ahoga cualquier mañana en whisky y cocaína. Salú, Al (digo, Danny).

Porque hay una gran banda detrás. Si ver a Pacino haciendo (bien) de sí mismo  (¡y cantando!) no es motivo suficiente, bueno: también hay un acompañamiento que brilla por lo justo. La siempre inapelable Annette Bening, como gerenta de un hotel que será la voz de la razón de Danny (y su “Real Love”); unos toques de Christopher Plummer, como manager y amigo fiel en quien sostenerse; Bobby Cannavale es el hijo “Working Class Hero” que deberá recuperar; y Jennifer Garner y Giselle Eisenberg (atenti a futuro con este monstruito de la pantalla) como la nuera y nieta que le demostrarán que lo único que necesita es amor.

Porque tiene música de Ryan Adams. Directo al corazón tiene el mérito de haber conseguido los derechos para que suenen varias canciones de Lennon, pero el atractivo oculto lo da la música original compuesta por el músico de Jacksonville, que hace sonar a Al Pacino como el eslabón perdido entre Bob Dylan y Leonard Cohen. Si te quedaba alguna duda, eso sí que no es para perdérselo.

jueves, 19 de marzo de 2015

Steve Tilston: habla el verdadero “Danny Collins”

Entrevista con el músico que recibió una carta de John Lennon casi 40 años después, historia en la que se basa el film Directo al corazón, que hoy se estrena en nuestro país.



¿Qué hubiera pasado si John, Paul y George no echaban a Pete Best? ¿Y si Mick Jagger y Keith Richards se desencontraban en la estación de Kent, aquel octubre de 1961? ¿Qué tal si Ozzy Osbourne simplemente decía “no” a su primer Jack Daniels? ¿Si Stevie Ray Vaughan esperaba y se subía al cuarto helicóptero, o si Pappo se quedaba cinco minutos más en aquel bar, antes de salir a la maldita Ruta 5? En la larga lista de los “what if” de la historia del rock que podemos imaginar, hay un lugarcito especial para Steve Tilston.

En 1971, Tilston era un joven músico de Liverpool de 21 años que, en una entrevista a la (ya difunta) revista ZigZag, opinó que la fama y la fortuna podrían tener un efecto nocivo para su música. John Lennon, que por entonces tenía 30, leyó ese artículo y le escribió una carta en la que rebatía sus dichos. “Ser rico no cambia tu experiencia de la manera en que pensás —le aconsejaba, de puño y letra—. La única diferencia, básicamente, es que no tenés que preocuparte por la plata (comida, techo, etc.) Pero todo lo demás, las emociones, las relaciones, son iguales que las de cualquiera. Lo sé. Fui rico y pobre, y también lo fue Yoko. Entonces, ¿qué pensás sobre eso?”. Y debajo de su firma, le dejaba su teléfono personal, por si quería continuar el diálogo.

Tilston jamás pudo responderle, porque nunca recibió ese mensaje y desconoció su existencia durante 34 años, hasta que en 2005 un coleccionista estadounidense que compró la carta lo contactó para confirmar si él era el destinatario que mencionaba, para poder autenticarla. Hoy, casi cuatro décadas más tarde, no debe preocuparse por las penas del dinero y la gloria. Sigue haciendo música como un “desconocido” aunque respetado miembro de la escena folk británica, con más de 20 discos y hasta una novela editada. Pero ¿cómo sería su vida de haber recibido aquellas palabras a tiempo?

Su historia, y esa punzante duda existencial, fue reimaginada en Directo al corazón, film que se estrena hoy en nuestro país, para la creación de Danny Collins, un decadente rockstar (encarnado por Al Pacino) perdido por la celebridad, los excesos y sus millones que replantea su vida al recibir, 40 años después, la misiva de de su ídolo Beatle. “Me alivia decir que no tengo nada en común con el personaje. Nuestros caminos musicales no podrían ser más diferentes y, que yo sepa, no tengo hijos todavía sin conocer —cuenta Tilston a Generación B, sobre su alter ego cinematográfico—. Creo que terminó siendo un personaje bastante compasivo una vez que empieza a perder el bagaje de los excesos”.

¿Cómo surgió hacer una película inspirada en tu historia?
Me estaban entrevistando de un diario británico sobre mi música y la publicación de mi primera novela, All For Poor Jack, y me preguntaron si había algo más que quisiera agregar, como para “sazonar” la charla. Mencioné la carta y así surgió todo. Fue algo que se volvió “viral”. Dan Fogelman leyó el artículo y se comunicó conmigo con una idea que tenía para su debut como director, inspirada en el incidente de la carta. Esa es la única conexión real con mi vida y, como el hecho es algo que me pasó a mí, es mi propiedad intelectual. Pero lo demás, es ficción pura.

¿Viste el film? ¿Qué te pareció?
Lo vi hace un año y disfruté mucho. Me gustó la manera en que Dan fue capaz de evitar todos esos clisés de Hollywood que uno podría esperar de este tipo de película. Y, por supuesto, Pacino siempre se deja ver. De hecho, todo el elenco es muy sólido.

¿Cómo reaccionaste cuando te enteraste, tanto tiempo después, de que Lennon te había escrito?
Por lo que recuerdo, fue un torbellino de emociones mezcladas; el enojo y la frustración estuvieron muy presentes. Si la hubieras recibido a tiempo, ¿de qué manera tu vida podría haber sido diferente? Lennon terminó su carta con la frase “¿Y vos qué pensás de eso?” y puso el teléfono de su casa. Lo habría llamado, no cabe la menor duda. Pero la vida de todos está plagadas de esos “qué habría pasado si…”, y son puras conjeturas. Lo irritante es que nunca tuve la oportunidad de enterarme, así que definitivamente es un caso de “el camino no transitado”, y no por decisión mía.

Tenés 40 años de historia en la escena del folk británico, pero sos desconocido para el público masivo. ¿Qué expectativas tenés con respecto a lo que la película pueda generar a tu alrededor?
Con razón o no, guardo cierta satisfacción al saber que me las ingenié para ser un músico profesional por más de cuatro décadas y, en su mayor parte, lo hice en mis propios términos. La mayoría de los artistas en el ámbito folk (y también aplica para el jazz y clásico) son desconocidos para el público general y eso es algo que uno tiene que aceptar como artista. Tener una carrera en la música no debería automáticamente conducir a un deseo rapaz de fama y celebridad. No estoy siendo elitista para nada. Es que la mayoría de la música mainstream no me interesa. Y, con respecto a lo que puede llegar a provocar la película, sería lindo vender algunos discos más y llenar algunos asientos más.

Seguro que vas a recibir más atención, pero ¿no temés que el film te convierta en “el tipo de la anécdota con Lennon” en lugar de que la gente se interese en vos por tu música?
Nadie sabe adónde va a llevar esto. Todo el episodio es, por lo menos, extraño. La carta no es ni remotamente la cosa más importante en mi vida. Mi música está ahí y, mejor aún, todavía sigo haciéndola, así que dejemos que hable por sí misma y que la gente la descubra. “Lo que será será”.

Steve Tilston – “The Road When I Was Young”


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martes, 17 de marzo de 2015

La larga historia del plagio en la música

Qué pasó antes (y qué podría pasar después) del escándalo por "Blurred Lines".

«Los buenos artistas crean, los grandes roban». De acuerdo con la famosa frase de Pablo Picasso, para la Justicia de Estados Unidos, Robin Thicke Pharrell Williams son genios con una pena de 7,3 millones de dólares. Un jurado de Los Ángeles determinó la semana pasada que su hit «Blurred Lines», de 2013, es una copia de la canción de Marvin Gaye «Got To Give It Up», de 1977, después de un año de lucha en la Corte, en el último y más mediático episodio de la larga historia del plagiarismo en la industria musical.

Los tribunales norteamericanos cuentan más de 170 años de conflictos por infracciones al derecho de autor en el ámbito de la música. Según la Music Copyright Infringement Resource, el primer caso encontrado data de 1844: «Millett vs. Snowden», por la republicación sin permiso en una revista de la partitura completa de la canción «The Cot Beneath the Hill». ¿El fallo? William Snowden tuvo que pagar entonces 625 dólares.
Ya entrado el siglo XX, y luego de la revolución del rock, los casos se multiplicaron, e implicaron a muchos artistas famosos como The Beach Boys, The Beatles y Led Zeppelin, quienes tuvieron que afrontar decenas de demandas.

La famosa «Surfin’ U.S.A.», el hit de los chicos de la playa de 1963, estuvo acreditada en un principio a Brian Wilson, quien escribió la letra, pero sobre la música del tema de 1958 «Sweet Little Sixteen», de Chuck Berry. Luego de años de presiones, todos los derechos pasaron a Berry. Y en el álbum 20/20, de 1969, figura «Never Learn Not to Love» con la autoría de Dennis Wilson, si bien se trata de un «homenaje» a  «Cease to Exist» de Charles Manson, que nunca inició acción legal pese a no recibir crédito alguno.

En 1967, los Beatles incluyeron un arreglo de Glenn Miller de «In the Mood» en una parte de «All You Need is Love», por lo cual el sello EMI debió pagar royalties eternos. Dos años después, John Lennon también le pidió prestado a Chuck Berry unas líneas de «You Can’t Catch Me» (1959) para su «Come Together» (1969), acción que lo metió en un conflicto con el propietario de los derechos, Morris Levy, y su sello Big Seven Music. En compensación, el músico accedió a grabar tres covers del catálogo de la compañía para su álbum solista"Walls and Bridges", acuerdo que no cumplió (lo hizo recién en 1975, para "Rock and Roll") y debió pagar casi 6.800 dólares.

Y luego de seis años en los tribunales, George Harrison perdió una demanda por el obsceno robo  a «He's So Fine», de The Chiffons (1963), en su primer número uno, «My Sweet Lord» (1970).





Led Zeppelin tiene un verdadero prontuario. «Dazed and Confuzed» está inspirada en el tema homónimo deJake Holmes, si bien recién obtuvo el crédito en 2012. «The Lemon Song» tomó de «Killing Floor», de Howlin Wolf; mientras que «Bring It On Home» y «Whole Lotta Love» tienen partes de canciones compuestas por Willie Dixon. Todos fueron reclamos que se arreglaron extrajudicialmente.

La banda también pagó regalías a Ritchie Valens, por tomar de su «Ooh! My Head» (que, a su vez, era un birlo a «Ooh! My Soul» de Little Richards) para escribir «Boogie with Stu» (1975), y a Anne Bredon, verdadera autora de «Babe I'm Gonna Leave You». Pero todavía tiene que afrontar su caso más espectacular. En mayo de 2014, los herederos del guitarrista del grupo Spirit, Randy California, presentaron una demanda porque la introducción de «Starway to Heaven» (1972) suena calcada del instrumental «Taurus» (1968). El dato que ahuyenta la simple coincidencia: a fines de los 60, Led Zeppelin fue soporte de Spirit. Bloomberg y Forbes hacen un interesante análisis de este caso que podría involucrar más de 500 millones de dólares en royalties



Entre otros pleitos resonantes de los años 70 y 80, Johnny Cash tuvo que abonar 75.000 dólares en 1971 porque su éxito «Folsom Prison Blues» (1955) es un plagio de «Crescent City Blues» (1953), de Gordon Jerkins

Rod Stewart perdió una demanda por haber robado la melodía de su éxito «Da Ya Think I'm Sexy?» (1978) a la canción del brasilero Jorge Ben Jor «Taj Mahal» (1972).  Y, en 1983, Bee Gees afrontó una acusación del compositor Ronald Selle, quien aseguró que «How Deep Is Your Love» (1977) es copia de un demo que compuso en 1975 titulado «Let It End». El jurado le dio la derecha, pero el juez revirtió el veredicto a favor de los hermanos Gibb.

Dos grandes clásicos ochentosos estuvieron en disputa cuando Huey Lewis acusó a Ray Parker Jr. por tomar la melodía de «I Want a New Drug» para el famoso tema del film «Ghostbusters», un litigio que duró una década y se resolvió fuera del estrado. 

Copiar y pegar(la)

El desarrollo del sampler permitió un mundo de posibilidades a los artistas para tomar «muestras» de otros temas y reutilizarlos en nuevas composiciones (ver Las canciones más sampleadas de la historia), en especial en el género del hip hop. Pero también trajo nuevas querellas por el uso no autorizado de extractos sonoros. Por ejemplo, el hit tecno de 1987 «Pump of the Volume», de MARRS, tuvo que afrontar varias demandas por el empleo de unos ¡30! sampleos (entre ellas, la del nefasto trío de productores Stock, Aitken & Waterman).

Otros famosos conflictos en el uso «indebido» del sampling en aquella época fueron el de MC Hammer y su«U Can't Touch This» (1990), que robó el riff de «Super Freak» (1981) de Rick James; y el de Vanilla Ice vs.Queen y David Bowie, por el empleo de la línea de bajo de «Under Pressure» (1981) para construir el éxito de 1990 «Ice Ice Baby». 

Quizás el caso más controvertido en este sentido fue el de «Bitter Sweet Symphony». El éxito de The Vervede 1997 usa, con licencia, una porción de un cover del tema de los Rolling Stones «The Last Time», a cargo de la Andrew Oldham Orchestra, de 1965. Aun sin ser un sampleo de la canción original, el quinteto británico fue demandado por Allen Klein, quien posee los derechos de todo el material de los Stones anterior a 1970. Como resultado, el 100% de las regalías fueron para Klein, mientras que Mick Jagger y Keith Richards quedaron como compositores, a pesar de la autoría del vocalista Richard Ashcroft, quien después del veredicto dijo, con ironía: «Es la mejor canción que Jagger y Richards escribieron en 20 años». 



Otros éxitos de los 90 tuvieron que vérselas con abogados. Radiohead debió compartir la autoría de «Creep» (1992) por ser un espejo de «The Air That I Breathe», de The Hollies. Noel Gallagher tuvo que hacer lo mismo porque su «Whatever» (1994) se parece demasiado a «How Sweet To Be An Idiot», de Neil Innes. Además,Oasis tuvo que pagar medio millón de dólares tras probarse que «Shakermaker» toma parte de la melodía de«I'd Like to Teach the World to Sing (In Perfect Harmony)», de The New Seekers (1971). Mientras que «Step Out» (1996), el lado B del exitoso single «Don't Look Back in Anger», también lleva el crédito de Stevie Wonder por su semejanza con «Uptight (Everything's Alright)», de 1966.

El polémico hit «Justify my Love», de Madonna, recibió dos demandas. Primero, por haber dejado de lado a la poeta mexicana Ingrid Chávez como autora de la letra y, luego, por haber utilizado sin autorización la base del tema «Security of the First World», de Public Enemy (que, nobleza obliga, a su vez era un hurto al drum loop de «Funky Drummer», de James Brown).

Una de las demandas más curiosas durante los años 90 fue la acusación de «autoplagio» a John Fogertyque le hizo la discográfica Fantasy (propietaria de los derechos de Creedence Clearwater Revival) cuando el músico se lanzó como solista a través de Warner Bros. Para el sello, el vocalista copió su propia canción«Run Through the Jungle» (1970) para «The Old Man Down the Road» (1984). El mismísimo Fogerty estuvo en el estrado tocando su guitarra para demostrar que las composiciones eran diferentes. Por el bien de la cordura, el jurado decidió en su favor.

En los últimos años, uno de los litigios más destacados fue el de Coldplay y el parecido de «Viva la Vida» (2008) no con uno, sino con tres temas: «Foreigner Suit», de Cat Stevens«Song I Didn’t Write», de Creaky Boards; y «If I Could Fly», de Joe Satriani, quien decidió demandar a Chris Martin y compañía, si bien el caso fue desestimado un año más tarde.

En agosto del año pasado, un juez de Estados Unidos encontró que el single «Loca», de Shakira, (2010) es un plagio de la canción «Loca con su Tiguere», del dominicano Ramón Arias Vásquez.

Pero el gran «dedos de oro7 de la última década es, sin dudas, Will.I.Am, que estuvo involucrado en al menos una decena de asaltos a mano armada, ya sea como solista, productor o al frente de The Black Eyed Peas. Aquí hay un repaso de su historial delictivo, entre los que se encuentran grandes atracos como este:

Quizás, «Blurred Lines» ponga otro clavo más en el féretro de la originalidad, pero algunos señalan que el fallo en su contra deja un peligroso precedente. El argumento está en que el éxito de Thicke no samplea ni copia la melodía o la letra de la canción de Gaye, sino que imita algunos de sus elementos: la voz en falsetto, el estilo del bajo y la percusión, los sonidos de «fiesta» como background. Todos son componentes que la hacen sonar parecida a «Got To Give It Up», pero que no están expresados en la partitura, que es lo que está protegido por el derecho de autor. Es así que la decisión del jurado abre la puerta a que el estilo, la «vibra» u «onda» de un tema, y no estrictamente su composición, sea sujeto de copyright

«Cuando decimos que una canción “suena como” cierta era es porque los artistas de esa época estaban haciendo muchas cosas iguales (o, sí, copiándose mutuamente). Si el copyright se extendiera y fuera más allá de cosas como la melodía para cubrir las otras partes que conforman el “feeling” de una canción, no hay forma de que una era, una ciudad o un movimiento puedan tener cierto sonido. Sin eso, nos vamos a perder el próximo disco, el próximo Motown, el próximo conjunto de canciones de protesta», dice Parker Higgins, activista y director de Electronic Frontier Foundation, en su recomendable artículo de Ratter.

Más allá del revés millonario, los autores de «Blurred Lines» dicen dormir tranquilos sabiendo que no copiaron nada. Quizás Pharrell Williams esté aún más aliviado, al enterarse de que la familia de Gaye no va demandarlo otra vez, ahora por el notable parecido de su megahit «Happy» con «'Ain't That Peculiar». Podrá seguir feliz, escuchando cómo los límites de la inspiración en la música son cada vez más borrosos.


martes, 10 de marzo de 2015

Entrevista a Kitty, Daisy & Lewis: clásicos y modernos

Habla el trío vintage del momento.



Uno podría jurar que los hermanos Kitty, Daisy y Lewis Durham son de otra época, que formaron parte de aquella primera generación del R&B, que animaban fiestas a puro swing en los años 30 o que fueron de los primeros en quebrar caderas con el rockabilly de los 50. Pero no: este trío de Londres nació en plena retromanía actual y su sonido, que abreva en viejos estilos, instrumentos y técnicas de grabación, es historia bien presente.

Hijos del ingeniero de sonido Graeme Durham y la baterista de The Raincoats, Ingrid Weiss, crecieron rodeados de instrumentos. Entre los tres, tocan piano, guitarra, armónica, contrabajo, ukelele, batería, trombón, acordeón, xilófono y banjo, todo de manera autodidacta. ¿Y dónde están los sintetizadores y las laptops, tan omnipresentes hoy? “No los necesitamos”, responde Kitty, desde un hotel en Zúrich, durante un alto de su gira europea para hablar con Generación B. “No tenemos nada en contra de la tecnología digital, pero no requerimos de una computadora para hacer nuestra música”.

Autodidactas y cultores del sonido artesanal, Kitty, Daisy y Lewis editaron su primer single (un cover de “Honolulu Rock-A Roll-A”) en 2005, cuando apenas promediaban los 15 años. Le siguió en 2008 un disco debut homónimo, que rápidamente los ubicó como favoritos en la escena oldie en Inglaterra y les hizo ganar un creciente público con fans muy famosos, entre ellos Amy Winehouse, Chris Martin, Dustin Hoffman y David Lynch.

Ahora, acaban de lanzar su tercer trabajo, The Third, que contó con la producción del ex The Clash Mick Jones y fue grabado en un viejo restaurante indio que los Durham compraron y transformaron en un estudio analógico.  

¿Cómo surgió la idea de montar un estudio en un curry house y cómo fue la experiencia de grabar el álbum allí?
Bueno, el restaurante estaba en el área donde vivíamos y nos encantaba ese viejo edificio. Mis padres solían ir a comer ahí. Había estado vacío por alrededor de 15 años. El lugar fue a remate, lo compramos y armamos el estudio ahí. Nos llevó más de medio año, porque habían dejado todo: platos, heladeras, todas las instalaciones. Había zorros y palomas viviendo ahí. ¡Una habitación estaba toda cubierta de caca de pájaros! Fue bastante trabajo, pero finalmente tuvimos el estudio. Y fue genial.

Mick Jones, además de su productor, es un gran fan. ¿Cómo se dio el contacto y cómo fue trabajar con él?
Fue bárbaro. Ya lo conocíamos de vista de Londres. Hace unos años tocamos en lugares donde él estaba y nos hicimos amigos. Un día le preguntamos si tenía ganas de venir a hacer algo con nosotros, quizás producir un par de tracks, y terminó haciendo todo el disco; le encantó nuestra música. Venía con su guitarra  y tocábamos un poco para divertirnos antes de grabar. Básicamente, él quiso captar lo que hacíamos en los ensayos para ponerlo en el álbum. Eso ya lo estábamos desarrollando antes de que él se sumara, pero su presencia y entusiasmo contribuyó muchísimo.

Son cada vez más los artistas muy jóvenes que están influenciados por géneros y estilos antiguos y usan instrumentos y técnicas de grabación analógicas. ¿Por qué crees que pasa?
Nosotros usamos instrumentos reales para grabar por el tipo de música que hacemos, además de que mi papá ya tenía muchos equipos viejos. Para cierto tipo de música, necesitás una computadora para lograr lo que querés. Pero para captar el sonido real de los instrumentos, necesitás equipos analógicos.

Todas las décadas tuvieron artistas y movimientos musicales que recuperaban viejos géneros con un toque contemporáneo, pero hoy lo retro parece ser todo un signo de los tiempos…
En verdad, creo que la música en todas las eras se alimenta del pasado. El rock y el pop modernos se nutrieron del blues. El hip hop de ahora se basó en el de los 90. Todo toma cosas anteriores para evolucionar a algo nuevo, y me parece que siempre va a hacer así.

Fueron soporte de Jools Holland, Mika, Stereophonics, Mark Ronson, Coldplay. ¿Con quiénes la pasaron mejor y por qué?
Coldplay se destaca en especial, porque fue la primera gira propiamente dicha en la que estuvimos. Volamos a Los Ángeles, fueron seis semanas por Estados Unidos y fue absolutamente maravilloso. Un gran tour, con grandes estadios. Estuvo muy bueno. Y era muy agradable pasar el rato con los Coldplay: aman la música y nos trataron muy bien.

¿Hay alguna chance tenerlos pronto por la Argentina?
¡Ojalá! Sudamérica, y Argentina en particular, es uno de los lugares que no conozco y siempre quise visitar. Cruzo los dedos: quizás podamos ir para allá en algún momento. Realmente, me muero de ganas.


Kitty, Daisy & Lewis – “Baby Bye Bye”



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Las canciones más sampleadas de la historia

Conocé los diez temas más “robados” de la música.





Con su popularidad, hacia mediados de los años 80, el sampler se convirtió en un arma revolucionaria de inspiración y polémicas. La posibilidad de tomar muestras de sonido (desde capturar el canto de un pájaro hasta “robar” viejas voces o ritmos grabados) y deformarlas, cambiar su tempo y tono para darle un nuevo uso y contexto, ha ofrecido una  herramienta creativa inigualable. Hoy, prácticamente no hay artista que no haya, aunque sea, curioseado las ventajas que ofrece el sampler al momento de componer. Y varios han sufrido nefastas consecuencias legales por adoptarlo como su instrumento natural.

El sitio colaborativo WhoSampled.com es una base de datos (en constante actualización) con todos los covers, remixes y sampleos editados hasta el momento. Ya registra unas 300.000 canciones de más de 80.000 artistas, y se pueden escuchar más de 140.000 samplings, comparando los sonidos originales con los diversos usos que otros músicos les han dado. De allí se desprende el siguiente top 10 con las canciones más sampleadas de todos los tiempos.



Fab 5 Freddy – “Change the Beat” (1982)

El single de uno de los pioneros del hip hop tiene el récord de ser el más sampleado de la historia: lo usaron 1.541 veces, entre ellos Justin Bieber, Herbie Hancock, Eminem, Linkin Park y Nine Inch Nails. El simple tuvo dos versiones, una de ellas con voz de la rapera francesa Beside. Allí se puede escuchar la frase “Ah, this stuff is really fresh”, una de las citas más scratcheadas del hip hop.


The Winstons – “Amen, Brother” (1969)

Fue la cara B del single “Color Him Father”, pero se hizo más famosa por tener uno de los solos de batería más robados. El ritmo de estas glorias del funk y el soul de Washington se puede escuchar en “Poison”, de The Prodigy; “Slip Inside This House”, de Primal Scream; “Little Wonder”, de David Bowie y otras 1.486 canciones.


Lyn Collins – “Think (About It)” (1972)

Detrás de una gran mujer siempre hay un gran hombre, y ese fue James Brown: coautor, productor y editor de este funk que fue utilizado unas 1.089 veces por artistas como Janet Jackson, Kanye West, Snoop Dog, Squarepusher y Lauryn Hill, entre muchos otros.


James Brown –Funky Drummer” (1970)

El padrino del soul tiene el mérito de ser el artista al que más le han robado: WhoSampled.com lista que lo han sampleado en más de 4.700 oportunidades. Y “Funky Drummer” probablemente sea uno de los breaks con mayor influencia en el hip hop y la electrónica. El patrón del baterista Clyde Stubblefield se puede escuchar en 975 canciones, entre ellas “Fools Gold”, de The Stone Roses; “Waiting for that Day”, de George Michael; “Fight the Power”, de Public Enemy y “I’m Not the Man I Used to Be”, de Fine Young Cannibals.


Doug E. Fresh and Slick Rick  - “La Di Da Di” (1985)

El rap de MC Ricky D sobre el beatboxing de Doug E. Fresh ya registró 666 usos. Robbie Williams los cita en “Rock DJ” y Will Smith los sampleó para “Pump Me Up”, además de Mariah Carey (“It’s Like That”), Beyoncé (“Party”) y 50 Cent (“I’m On It”).


James Brown – “Funky President (People It's Bad)” (1974)

El groove que el músico le dedicó al presidente Gerald Ford ha “inspirado” otras 580 canciones, entre ellas “Call Me Back”, de Usher; “Runaway”, de Kanye West y “Faces”, de Run-DMC.


The Honey Drippers – “Impeach the President” (1973)

Era una banda de estudiantes secundarios que acompañó a Roy Charles Hammond, quien grabó la canción abogando por la destitución de Richard Nixon, por entonces en pleno escándalo Watergate. El hit se convirtió en material para otras 566 canciones, entre ellas “That’s the Way Love Goes”, de Janet Jackson; “Slow Motion”, de Panda Bear; “Jazzie’s Groove”, de Soul II Soul y “Stuck”, de Limp Bizkit, entre otras.


Public Enemy- “Bring the Noise” (1987)

Este listado no podría ser correcto ni estar completo sin la presencia del enemigo público número uno de los Estados Unidos en los años 80. El éxito de los raperos fue utilizado en 558 ocasiones por artistas como De La Soul, Everclear, Eminem, Beastie Boys y Prince. Pero tiene la particularidad de que, a su vez, contiene sampleos de otras nueve canciones (entre ellas, de James Brown, Commodores y Funkadelic). El hit fue incluido en la película Less Than Zero (de la novela de Bret Easton Ellis) y, años más tarde, los metaleros Anthrax hicieron una versión que fue aún más exitosa que la original.


Run-DMC – “Here We Go (Live at the Funhouse)” (1984)

La canción con el “Oh Yeah” más escuchado por la humanidad se incluye como bonus del disco debut de los raperos de Nueva York. Se puede escuchar en “Pump Up the Volume”, de M.A.R.S.S; “Lil' Hipster Girl”, de LMFAO; “Throw Your Set in the Air”, de Cypress Hill;” The Way U Make Me Feel”, de Black Eyed Peas; y “Raw”, de Technotronic, además de otros 526 temas.


Melvin Bliss – “Synthetic Substitution” (1973)

Cuando Melvin McClelland la editó, la puso como cara B de un single que pasó sin pena ni gloria. Pero en 1986, Ultramagnetics MC la “descubrió” y convirtió su ritmo en un drum loop inmortal, empleado por Moby, Mariah Carey, Adam Levine, Justin Bieber, 50 Cent y más músicos que lo hicieron suyo en 520 ocasiones.


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