viernes, 20 de marzo de 2015

Cuatro razones para ir a ver Directo al corazón

Se estrena el film con Al Pacino sobre una leyenda del rock que cambia su vida a partir de una carta de John Lennon.




Porque es una tierna película fallida. ¿Y qué demonios es una “película fallida”? Aquella que tiene una gran idea que no consigue concretar de igual manera en pantalla. Y el concepto de Directo al corazón es tan hermoso como la vida misma. Está inspirada en la historia real de Steve Tilston que, en 1971, era un novel músico británico de folk que dio una entrevista a la revista ZigZag, en la que mencionaba su preocupación por caer en las trampas de la fama. John Lennon leyó el artículo y le escribió una carta, en la cual lo aconsejó y hasta dejó su teléfono personal, para quedar en contacto. Tilston nunca llegó a recibirla y desconoció su existencia hasta el año 2005, cuando un coleccionista que la había comprado se la mostró.
¿Qué sería de Steve Tilston hoy de haber recibido aquellas palabras del ex Beatle a tiempo? Ese es el gran “what if” que Dan Fogelman (guionista de Cars y Enredados, en su debut como director) lleva al cine, pero desde la fantasía: la historia de Danny Collins, un veterano rockstar, exitoso y multimillonario (la personificación de todo aquello a lo que Tilston temía de joven) que recibe la misiva de su ídolo 40 años después y decide replantear su vida. Así se desarrolla un relato de decadencia, despertar y redención que podrán calificar (con razón) de sentimentaloide, edulcorado y simplista, pero que llega al corazón a fuerza de ternura y un elenco impecable.

Porque tiene el Al Pacino más disfrutable de los últimos 20 años. Y acá podría empezar la discusión sobre cuándo vimos el último buen papel del ex Tony Montana. Algunos gritarán “Hoo-Haa!” y elegirán Perfume de mujer (1992); otros dirán que su eterna mirada somnolienta brilló como el detective Will Dormer en Noches blancas (2002). Don Michael Corleone ya supo meterse en la piel de los excesos y la decrepitud del rock para Phil Spector (2013), pero no llegó a mimetizarse como ahora. Fogelman ideó a Danny Collins con Pacino en mente, y se nota: su andar encorvado y borrachín, su voz añeja y sus ojos etílicos van la perfección para construir una decadente leyenda, cruza entre Barry Manilow y Cacho Castaña, de cadenitas y chalinas brillantes, novia “barely legal” y peinado antigravedad, que usufructúa desde hace cuatro décadas, gira tras gira, los mismos éxitos “oldies” (ya va por su “Greatest Hits” volumen tres), y ahoga cualquier mañana en whisky y cocaína. Salú, Al (digo, Danny).

Porque hay una gran banda detrás. Si ver a Pacino haciendo (bien) de sí mismo  (¡y cantando!) no es motivo suficiente, bueno: también hay un acompañamiento que brilla por lo justo. La siempre inapelable Annette Bening, como gerenta de un hotel que será la voz de la razón de Danny (y su “Real Love”); unos toques de Christopher Plummer, como manager y amigo fiel en quien sostenerse; Bobby Cannavale es el hijo “Working Class Hero” que deberá recuperar; y Jennifer Garner y Giselle Eisenberg (atenti a futuro con este monstruito de la pantalla) como la nuera y nieta que le demostrarán que lo único que necesita es amor.

Porque tiene música de Ryan Adams. Directo al corazón tiene el mérito de haber conseguido los derechos para que suenen varias canciones de Lennon, pero el atractivo oculto lo da la música original compuesta por el músico de Jacksonville, que hace sonar a Al Pacino como el eslabón perdido entre Bob Dylan y Leonard Cohen. Si te quedaba alguna duda, eso sí que no es para perdérselo.

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