miércoles, 30 de noviembre de 2011

Gillian Gilbert, de New Order: "No extraño a Peter Hook"

La banda de Manchester vuelve a los escenarios y a nuestro país con la tecladista original tras diez años de ausencia, pero sin su emblemático bajista, con quien mantienen una dura pelea mediática. "No hay posibilidad de reconciliación, pero nunca se sabe", dice.


Cuando Gillian Gilbert tomó la decisión de abandonar New Order en 2001, tras la grabación del álbum Get Ready, para dedicarse al cuidado de la hija que comparte con el baterista Stephen Morris (afectada por mielitis transversa), la banda lucía rejuvenecida musicalmente. "Estamos preparándonos para la nueva fase en nuestra vida musical, física y mentalmente", decía, por entonces, el bajista Peter Hook, luego de que los íconos de Manchester volvieran al ruedo tras ocho años de silencio.

Hoy, una década después, la tecladista volvió a un grupo divorciado que, desde hace tiempo, alimenta las páginas más amarillas de los medios de rock con una disputa pública por sus bienes históricos. ¿Cómo se llegó a esto?

En noviembre de 2006, luego de que el cuarteto (sin Gilbert y con el guitarrista Phill Cunningham como reemplazo) tocara por primera en Argentina presentando su álbum Waiting For The Sirens' Call, Hook deslizó a la prensa la posibilidad de que ese había sido el último show de la banda, algo que dio por hecho de manera unilateral meses más tarde. Desde entonces, tomó otras decisiones vinculadas al pasado sensible (y el futuro comercial) de sus ex compañeros, aparentemente, sin consultarlos.

Adquirió los derechos de la marca The Haçienda (el emblemático club de Manchester, cuna de toda una escena musical, y salvado varias veces de la quiebra por el bolsillo de New Order); compró las oficinas de Factory Records (el ex sello del grupo) y las transformó en un boliche y, más recientemente, formó The Light, con los que anda reversionando canciones de Joy Division, incluso "apropiándose" de un tema inédito y sin terminar de Ian Curtis, "Pictures in My Mind".

Los otros miembros no confirmaron ni negaron la disolución, siempre se mostraron críticos hacia el comportamiento de "Hooky", y cuando el vocalista Bernard Sumner, Morris y Cunningham continuaron haciendo música bajo el nombre de Bad Lieutenant, pocos tuvieron verdadera fe de volver a ver a los creadores de "Blue Monday" juntos.

Sin embargo, en septiembre de este año, el "resto" de New Order anunció su regreso, sin Hook y con la vuelta de Gilbert, para dar una gira en la que recorren gran parte de su discografía y la de Joy Division, y que los traerá al Estadio Obras el 1 de diciembre. La decisión despertó la lengua sin filtro del bajista, quien dijo estar determinado a "cagar a New Order de toda forma posible", acusó a Sumner de ser "un idiota" y trató a sus ex compañeros de "pelotudos". "Todos saben que New Order sin Peter Hook es como Queen sin Freddie Mercury o U2 sin The Edge", disparó.

Sumner, por su parte, señaló: "Se dijeron y se hicieron demasiadas cosas. Vivimos toda nuestra vida como un grupo con principios e ideales y lo que Peter hace va en contra de todo lo que defendimos".

Entre todo este conventillo, Gilbert suena alegre e inocente del otro lado del teléfono. Desde la felicidad de abandonar su forzado retiro de las tablas, sus risueñas respuestas quitan dramatismo a todo conflicto con su ex amigo. Y sus diez años de ausencia son la excusa perfecta para contestar cualquier interrogante sobre las peleas entre sus colegas con un diplomático y conveniente "no sé".

¿Fue duro estar afuera, ver que tu marido se iba de gira y tus compañeros de tanto tiempo hacían un disco sin vos?

Sí, fue desgarrador, realmente. Me sentí muy triste. Pero fue una decisión que tuve que tomar y fue la correcta. Es algo que cualquier madre o padre haría.

Considerando que es el único disco de New Order en el que no participas, me gustaría saber tu opinión sobre Waiting for the sirens' call. 

En realidad nunca escuché todo el disco. ¡Pero creo que el público dijo que es muy bueno, ja, ja, ja! En algún momento intenté volver a escuchar todos nuestros álbumes, pero una vez que los grabás, listo: te los olvidás y dejás todo el trauma que implica su realización.

¿Cómo fue volver al escenario y no ver a Peter Hook entre ustedes por primera vez en 30 años?
Hace mucho que no estaba con él, porque no estuve en la banda. Pero fue muy raro al principio, cuando ensayábamos las canciones. Odiaría pensar que él no está feliz.

¿Lo extrañás?

No, la verdad que no, ja, ja, ja. Igual, estoy segura de que él tampoco me extraña a mí, ja, ja, ja.

¿Qué fue lo que produjo la separación?

¡Es que no podían estar juntos sin mí, ja, ja, ja! Como yo no estaba, de verdad no sé qué pasó. Pero debe haber sido bastante triste. Empezaron a ver problemas durante las sesiones de Sirens. Después, decidieron separarse y nunca dijeron ni una palabra. Ellos mencionan el quiebre como un hecho sin decir nada más, así que no sé.

¿Cómo tomaron la decisión de Hook de montar un club en las oficinas de Factory?

Es un poco raro, sí. Hacer eso, después de tantos años juntos. No sé qué pensar.

¿Leíste su libro sobre The Haçienda?

No, no lo leí.

Se ha escrito y dicho mucho sobre ese lugar. ¿Qué es lo más loco que recordás de allí? 

Uy. muchas cosas. Lo más raro fueron las discusiones sobre si tenía que haber pastel de pollo o churrasco en el menú. Era muy raro estar en un lugar así hablando sobre la comida.

Hook tuvo palabras muy duras hacia ustedes, pero en una reciente entrevista dijo no sentirse orgulloso con la forma en que se separó y que deseaba hacer las paces. ¿Hay posibilidad de una reconciliación?

En mi opinión, no. Pero nunca se sabe. No sabés qué te espera a la vuelta de la esquina. Los años pasan y te olvidás de las cosas que dijiste. Pero no veo que eso vaya a pasar pronto. Nada de esto fue planeado: él simplemente se fue a hacer lo que quería sin preguntarle a nadie.

¿Hay chance de un nuevo disco de estudio de New Order? 

No lo sé. No hay nada planeado hasta el momento y, realmente, no podemos hablar del futuro porque no sabemos qué va a pasar. Solo queremos ver cómo se dan las cosas hasta Navidad. No me quiero comprometer a hacer un álbum o un montón de shows porque mi familia está primero y lo único que deseo es que estemos felices y sanos.

¿Y de que ese disco sea con Hook?

Mmmm. No podría decirlo, la verdad, ja, ja. Puede pasar cualquier cosa, aunque no en el futuro cercano.

Pero si dependiera de vos, ¿volverías a trabajar con él?

No lo sé. A decir verdad, no en este momento. Pero, ¿quién sabe? El tiempo dirá.

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jueves, 24 de noviembre de 2011

Cine: Críticas de Happy Feet 2, Las Acacias y el reestreno de El Padrino


Comentario de los estrenos cinematográficos de la semana en "Dando la vuelta", por FM ESPN 107.9, con Germán Paoloski, Mechi Margalot y Mariano Zabaleta.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El debate sobre Cuevana en "No somos nadie", por FM Rock & Pop

La ya tradicional columna tecnológica de los miércoles en "No somos nadie", por Rock & Pop (FM 95.9). En esta oportunidad, debato junto a Juan Pablo Varsky, Santiago Calori, José Del Río y Ana Gerschenson sobre el servicio de películas online Cuevana.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Groove Armada: Back to basics

Después de la exitosa incursión en el formato "banda" con el disco Black Light y su nominación al Grammy, Andy Cato y Tom Findlay se presentarán en Creamfields con un regreso al sonido warehouse; aunque el dúo ya planea, en secreto, su versión acústica para 2012.


Difícil jugar a las escondidas con Groove Armada. Con sus casi 2,05 metros y pelo rubio, para Andy Cato siempre es complicado ocultarse en las alturas del dance. Y si anda acompañado de su petacón cómplice Tim Findlay, chau: juntos saltan a la vista como la versión tecno de Penn and Teller. Así todo, se las ingeniaron para escabullirse entre el público del Planeta Terra, en San Pablo, Brasil, y distenderse mirando otras bandas antes de encargarse de cerrar el festival con un notable espectáculo multimedia. Groove Armada representa uno de los referentes de la electrónica bailable que, a 15 años de su formación, parece estar en su mejor momento. ¿Cuántos artistas de una escena tan volátil pueden decir lo mismo? Luego de esa sofisticada y canchera mezcla de house, big beat, rock y trip hop que los puso a sonar en películas (Tomb Rider, Collateral), videojuegos (Rayman 3, FIFA 11) y variedad de publicidades (Mercedes Benz, Renault, Bacardi, Lipton Tea), el dúo de Cambridge editó Black Light (2010), un gran álbum en formato banda y con mucho de synthpop ochentoso que les valió su tercera nominación al premio Grammy en la categoría "Dance".
Para que no hubiera mucha nostalgia pistera, a los pocos meses lanzaron White Light, disco con reversiones de temas del anterior, y ahora Red Light, una serie de EPs que los reencuentra con el sonido warehouse y que mañana presentarán en la edición local de Creamfields. Pero antes de eso, relajados y de buen humor, se prestan a una charla en la que revelan todo (inclusive, un secreto).

Black Light sale del Groove Armada más clásico y parece el disco de una banda oscura y new wave de los 80. ¿Cuál fue la inspiración?
Cato: Surgió a partir del tipo de presentaciones que veníamos haciendo en ese momento. Esa combinación de electrónica y músicos en vivo era única, y le estaba yendo muy bien en todos los festivales alrededor del mundo. Lo que hicimos fue llevar esa banda al estudio y grabar ese sonido. Creo que es nuestro mejor álbum y dio nuestra mejor gira, que terminamos en Brixton, Londres, en un show maravilloso. Ahora estamos haciendo Red Light, que es un regreso al estilo DJ y al sonido warehouse que hace Groove Armada.

Cómo consiguieron la participación de Bryan Ferry?
Cato: Lo conocimos a través de un fotógrafo amigo en una cena. Creo que nunca había hecho una colaboración antes de la que hizo con nosotros, así que hubo que persuadirlo y tuvimos un largo "cortejo", ja, ja. Es una leyenda, fue bárbaro haber trabajado con alguien a quien admiramos. Seguimos siendo amigos y nos mantenemos en contacto.

¿Es tan dandy como parece?
Findlay: ¡Sí! Pero también es muy profesional, casi obsesivo. Nos costó mucho convencerlo de que la letra que había hecho estaba bárbara. Y se rodea de gente que sabe hacer las cosas. Cuando está en el estudio, trabaja con el mejor guitarrista, el mejor pianista. Es una leyenda.

¿Qué me cuentan sobre la nueva nominación al Grammy?
Findlay: Ya es la tercera que tenemos. Fuimos a la entrega, pero no es nuestro ambiente. Eso de tomar café con Lady Gaga... no sé. Es lindo, pero la idea misma de un premio a la música es una boludez, porque lo que a uno le resulta genial a otro le puede parecer una porquería.

¿Haber dejado Sony Music y firmado con un sello independiente tuvo algo que ver con el sonido del disco?
Findlay: A un sello grande lo único que le interesa son las canciones que llegan a la radio. Pero nunca te estimulan a escribir nada nuevo, a que explores distintas partes de vos mismo. Lo único que quieren saber es cuándo pueden poner un tema en el aire de Radio 1. Eso no es necesariamente malo, nos llevó a cosas como "I See You Baby", pero la onda que tiene Black Light, que, concuerdo con Andy, es lo mejor que hicimos, la logramos gracias a tener más libertad.

¿Qué piensan cuándo escuchan "I See You Baby" y lo comparan con el sonido actual?
Cato: Hoy estuvimos escuchando algunas cancimáquinones viejas, que ya no nos acordamos cómo hicimos, para un nuevo proyecto que vamos a hacer el año que viene, en paralelo aRed Light. Es medio top secret lo que te voy a contar, je, pero bueno, acá va: hay una parte del catálogo de Groove Armada, canciones como "Paris", "Remember", "Think Twice", que es muy linda pero que no podíamos hacer en vivo porque no son temas adecuados para un escenario dance. Así que el año que viene vamos a realizar una serie exclusiva de conciertos, por ahora solo en Inglaterra, con una pequeña banda, tocando sin as, tecnología o computadoras: todo acústico.

¿Creen que la música dance está en un buen momento?
Findlay: Sí, pero algunas escenas se pusieron muy pop, se están quedando sin imaginación. Ya vimos este ciclo: todo se hizo cada vez más grande, gente como Sasha y Paul Oakenfold tocaban para más de 15.000 personas y nadie realmente veía al DJ. Una mierda. Pero ahora, en Londres, hay un regreso a los sótanos: ahí está empezando un nuevo ciclo.

¿Y eso está trayendo nuevas cosas?
Findlay: Sí, mucha música. En general, el dance está en una muy buena situación. Es gracioso porque cuando nosotros empezamos, hace diez o quince años, hicimos uno de los primeros discos de dance y ahora hay un montón de malditos talentosos dando vueltas, ja, ja, ja.

¿Les gusta tocar en escenarios como Creamfields?
Findlay: La "Cream" creció en un gran momento del clubbing en el Reino Unido. Conocemos a la gente que maneja el boliche original de Liverpool donde se gestó todo esto. Es lógico que, cuando armás una franquicia, tenés que hacer algo distinto, pero todavía refleja mucho la música dance. Creamfields es un escenario decente que respeto mucho.

¿Qué podemos esperar para el show del sábado en Buenos Aires?
Findlay: Hoy no hay música house en los escenarios principales de los festivales, y la idea central de Red Light es volver al sonido warehouse. Armamos una cabina de DJ que nos permite controlar todas las luces y los efectos visuales, que se hacen en tiempo real.
Cato: Buenos Aires tiene una de nuestras escenas favoritas en el mundo. Vamos a estar parando cuatro días allá en una casa que tiene adentro una disco. ¿Hay algo mejor que eso?

viernes, 11 de noviembre de 2011

Daniel Kessler de Interpol: "Buenos Aires es el mejor lugar para cerrar la gira"

Antes del show en el Movistar Free Music, el guitarrista de la banda de Nueva York habla de separaciones, giras que hacen mella y, por supuesto, buenas pilchas.


Luego de mucho tiempo dulce, en el que vistieron a Nueva York de etiqueta negra post punk y se consolidaron como uno de los principales referentes del rock de esa ciudad, llegaron años complejos para Interpol. En 2010, el ahora trío sufrió la partida del bajista (y pieza clave en la composición) Carlos Dengler, justo al finalizar la grabación de su autotitulado cuarto (y más intricado) disco. Y cuando pensaban que habían encontrado un reemplazo en David Pajo, el ex Tortoise y Zwan tiró la toalla en febrero de 2011, cansado de los hoteles y con nostalgia por su familia, dejando su lugar en plena gira a Brad Truax. No es para menos: "Hace dos años que estamos en tour, con más de 200 conciertos", aclara el guitarrista Daniel Kessler desde una habitación en Santiago de Chile, la última escala antes de tocar mañana en Buenos Aires, como parte del Movistar Free Music, en el que será el último show de los 730 días más largos del grupo.

Titular un álbum como la banda a veces resulta una declaración, como decir que esa obra es la que mejor describe su sonido. ¿Creen que Interpol es su disco definitivo?
En realidad, no nos pusimos a buscar un nombre para el disco. Pensamos que estaba bueno dejar que la música hablara por sí misma. Pero, en cierto sentido, creo que es un álbum muy pleno, con una esencia que representaba muy bien al grupo en ese momento.

Leí que la partida de Dengler no les resultó sorpresiva, como que fue algo que venían hablando. ¿Cómo quedó la relación?
No es que no nos sorprendiera su ida, sino que sabíamos que él quería hacer otras cosas, no solo salir de gira y estar en una banda. Hace dos años que estamos de tour y hay cuestiones que no podés vivir si te la pasás viajando de esta manera. Para mí, fue una decisión de vida. Lo quiero mucho a Carlos y le deseo lo mejor en todo lo que decida emprender.

¿Están escribiendo nuevas canciones?
No solemos componer durante los tours. Siempre esperamos a volver al estudio. Hoy sentimos que tenemos química, nos divertimos y hacemos buenos shows: así es nuestro momento actual.

Acaban de compartir escenario en Brasil con The Strokes. ¿Tienen relación ellos, considerando que emergieron juntos desde la misma ciudad?
¿Me creés si te digo que ese fue el primer concierto en el cual tocamos juntos? ¡A algunos de ellos los conocí ese mismo día! Fue muy loco, después de todos estos años y con el hecho de que ambos salimos de Nueva York. Es una gran banda, somos sus admiradores. Dieron un recital magnífico y el público estuvo fantástico. Definitivamente, fue un placer.

Ya pasó una década de aquella explosión de bandas de Nueva York. ¿Cómo es la escena de la ciudad hoy?
Siempre hubo un gran sonido en Nueva York, es la esencia de la ciudad. Lo que pasó hace diez años es que la gente empezó a prestar más atención, porque en los 90 estaban mirando hacia otro lado. Siento que hay muy buenas cosas, pero en este momento no soy una palabra experta porque casi nunca estoy allá y no puedo decir "mirá esta banda o esta otra". Sí puedo recomendar School of Seven Bells, con quienes estuvimos de gira y son geniales.

En Brasil fueron parte de un festival, pero en la Argentina harán su propio show. ¿Qué tipo de recitales prefieren?
Me gustan ambos tipos. En los festivales no tenés prueba de sonido, no sabés cómo va a ser el clima, no todo el mundo viene a verte a vos, algunos te conocen, otros no, y a mí me gusta eso de subirme al escenario y no tener idea de con qué me voy a encontrar. Es algo impredecible, divertido y lo disfruto porque sale de la repetición de hacer tus propios shows todo el tiempo. Por otra parte, en tus presentaciones sabés que la gente está ahí para verte a vos y los fans son increíbles, especialmente cuando llegás a Sudamérica. Es algo muy especial que esperás con ansias.

Interpol se caracteriza por su elegante imagen. ¿Se visten bien para las cámaras o en la vida cotidiana también andan empilchados?
En este momento estoy en mi habitación y tengo puesto un traje, je. Igual, es algo muy de cada uno: yo ando de traje todos los días, porque me siento cómodo así. Pero Paul [Banks] y Sam [Fogarino] se ponen uno cuando quieren.

Miren que en Buenos Aires hay muy buenas tiendas de ropa masculina, por si quieren salir de shopping...
Ja. Es bueno saberlo, pero ¡ya tengo un stock completo de trajes! La última vez que estuvimos en Buenos Aires estuvo increíble y ahora va a ser mejor. Creo que no hay mejor lugar para cerrar la gira.

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martes, 8 de noviembre de 2011

Planeta Terra: Jogos bonitos

The Strokes, Beady Eye, Interpol, Goldfrapp y Groove Armada, entre otras bandas, tocaron en San Pablo, Brasil, en un festival que el año que viene podría llegar a la Argentina y otras ciudades de Latinoamérica.
Foto de Marcos Issa - Argosfoto

Un día después de sus presentaciones en Buenos Aires, The Strokes, Beady Eye, Goldfrapp, Broken Social Scene, Toro y Moi y White Lies viajaron a San Pablo para sumarse a Interpol, Groove Armada, Bombay Bicycle Club, Gang Gang Dance y un puñado de bandas locales en el Planeta Terra, festival que desde hace cinco años viene posicionándose como una de las principales atracciones musicales de la capital económica de Brasil. En total, fueron 15 shows repartidos en dos escenarios, unas 12 horas de espectáculos en un predio de 82.000 m2, a 700.000 watts de luz y 600.000 de potencia de sonido. Un evento tamaño brasilero, y duplicado por la escala paulista.
La principal característica del Planeta Terra es que se desarrolla en un parque de diversiones que incluye desde una tradicional calesita hasta la montaña rusa Boomerang, que te pone cabeza abajo a 90 Km por hora, o el Skycoaster, un arnés que te hace volar en círculos a 60 metros de altura simulando una caída en parapente. Así, la oferta lúdica que, de por sí, la música propone para los oídos se extiende a todo el cuerpo: desafiar vértigo, gravedad y ritmo cardíaco a bordo del Turbo Drop, un ascensor que se desploma desde más de 50 metros, o que un pulpo mecánico te centrifugue el miedo, mientras Liam Gallagher te anima con un "come on" puede resultar una experiencia sensorial doblemente entretenida.
Campo y VIP para todos
La política brasilera es conciliadora, por eso en Planeta Terra no hay división del campo en sectores VIP y populares. Los invitados y celebrities hicieron su acto de presencia en un espacio que ya es very important en dimensiones: una construcción desmontable de dos pisos y más de 50 metros de largo superior a cualquier palco de estadio de fútbol argentino, con comida, bebida y varios lujos internos (entre ellos, la exposición de un auto en la segunda planta).
Al frente del escenario, como corresponde, los fans, la gente que le pone el pecho a la vallas y hace que actos "pequeños", como White Lies y Broken Social Scene se hagan gigantes y compren a todo el público (incluido el del VIP).
La organización fue correcta también en esos detalles importantes: buenos accesos, clara señalización, baños químicos en cantidad, seguridad presente (pero invisible) y una distribución de escenarios lo necesariamente cercanos para trasladarse entre ellos de forma rápida y lo suficientemente separados para que no haya superposición acústica (con un sonido parejo para todas las bandas). Los que no pudieron pagar las entradas (que llegaban hasta los 300 reales, unos 730 pesos), podían seguir el evento en directo y en HD desde www.planetaterra.com.br.
Las revelaciones
Fueron los últimos en sumarse al line up y resultaron ser una de las sorpresas: el quinteto neoyorkino Gang Gang Dance tiñó el indie stage con su avant-garde mezcla de electrónica, bases tribales y sampleos de world music, aunados por la exótica cantante y percusionista Lizzi Bougatsos, artista que parece devanearse en un conflicto étnico entre Yoko Ono y Kate Bush.
Otro "descubrimiento" fue Bombay Bicycle Club. La NME puede haber exagerado (cuándo no) al calificarlos como "la banda más caliente en surgir del norte de Londres en el último tiempo", pero sin dudas hay que seguir a este cuarteto y su energético mix de new wave, revires shoegaze y ternura folk.
Interpol y The Strokes: frío y calor
Los dos climas de Nueva York es un solo escenario. Para quienes no conocen la parquedad "etiqueta negra" de los liderados por Paul Banks, su show pudo haber resultado monótono y duro como un bloque de hielo (intensificado por un juego de luces donde predominó un gélido azul), pero la mayoría del ardiente público paulista lo recibió como un refrescante zambullón a la parte más oscura de la gran manzana y celebró, en especial, canciones de sus primeros discos, como "Obstacle 1", "Slow Hand", "C'Mere" y "Hands Away".
El calor y el sudor lo puso The Strokes que demostró por qué sigue siendo el caldo donde hierve lo mejor de la música norteamericana. La banda pidió apagar el gigantesco frente de LED del main stage para que la atención de la audiencia se concentrara solo en lo que sucedía sobre el escenario. Y desde allí, los encabezados por un Julian Casablancas de gorrita renovaron su romance con Brasil, un vínculo que nace desde las raíces del baterista Fabrizio Moretti, oriundo de Río de Janeiro. Cualquier rivalidad citadina que haya pasado por la cabeza de alguno quedó de lado desde el primer acorde de "New York City Cops" y murió en el demoledor final con "Take It Or Leave It". El mejor resumen de la presentación la dijo el mismo Casablancas en un portugués de comprensión universal: "Fantástico".
Lo que vendrá
Según directivos de Terra, 2012 sería el año en que su evento se extendería hacia otras ciudades de Latinoamérica, entre ellas Buenos Aires. En el caso de nuestro país, el cómo, dónde y cuándo cobran especial relevancia. Con su perfil orientado al target de clase media y alta "indie-mainstream", la posible edición local de Planeta Terra tendrá como desafío diferenciarse y saber hacerse de un lugar que el Personal Fest, para bien o mal, parece tener consolidado en público y concentrado en agenda de artistas.
Por otra parte, la Capital no ofrece un parque de diversiones habilitado o acorde a los estándares del festival original, si es que quiere mantener su espíritu. Veremos qué depara el futuro y, ojalá, tengamos una versión nacional pero fiel a la tradición brasilera: orden, progreso y jogo(s) bonito(s).