sábado, 24 de septiembre de 2016

Disclosure en el Luna Park: Dos para triunfar

Los hermanos británicos convirtieron el Luna Park en un boliche.



Gran parte del éxito de Disclosure es su habilidad para sintonizar dance y pop con la ayuda de las nuevas estrellas de la industria, como Sam Smith, The Weeknd, Lorde, y Gregory Porter. Una duda era conocer cómo se sostiene el dúo británico sin la presencia en escena de estos astros, solo con sus pistas vocales de fondo. Y ayer los hermanos Lawrence confirmaron que, a fin de cuentas, como en la mayoría de las buenas cosas de la vida, solo se necesitan dos para pasarla bien.

Los muchachos convirtieron el Luna Park en un boliche de Costanera con una cuidada puesta en escena, beats sensuales y hits irresistibles, como “Nocturnal”, “Omen”, “Holding On” y “Magnets”, de su último y gran álbum Caracal, más “White Noise” “You & Me”, “When a Fire Starts to Burn” y “F for You”, de su celebrado debut Settle, como momentos destacados.


También hubo lugar para sorpresas, como el nuevo y venenoso tema “BOSS”, la aparición en vivo de Brendan Reilly para cantar “Moving Mountains” y el cierre con el que ya es un clásico de la banda, “Latch”, con la voz de Sam Smith emergiendo por segunda vez en la noche. Porque, claro: por dos, es doblemente divertido.


viernes, 23 de septiembre de 2016

Entrevista a Daniel Melingo: Yira, yira

El “Linyera” habla de Anda, su nuevo álbum, el tango, Europa, Gilda, el rock nacional y adelanta una sorpresa de Los Abuelos de la Nada.




En el bar de una esquina de su querida Villa Ortúzar, Daniel Melingo se prepara para morfarse “la pelusa del durazno”. Así es como le dice a este lapsus que lo encuentra entre el lanzamiento de un nuevo disco y el comienzo de una gira, y que nosotros, los que estamos del otro lado del grabador, llamamos entrevistas o, simplemente, “promoción”.

“Me mentalizo de que esta es la etapa de comunicar lo que se hizo, que es la que menos me gusta —cuenta, entre incómodo y agitado por la innumerable cantidad de cafés que lleva en su estómago—. Pero habiendo plasmado el disco es un alivio, porque hablar de antemano es imposible, ya que nunca tengo claro dónde voy. Esa es la premisa que me pongo para grabar cada álbum: sorprenderme e ir sacando la meta en el camino”.

Desde hace, fácil, década y media que Melingo viene sorprendiendo (y sorprendiéndose) con la ruta del tango que ha encarado, que lo llevó a buscar orígenes y trazar nuevos destinos para un género que considera “nómade”, trazando puentes sonoros más lejanos que los que unen al Río de la Plata, y que lo puso arriba de grandes escenarios de Europa. “El mes que viene me voy a tocar a lugares fascinantes, como el Bouffes Du Nord. Es un teatro circular del 1700, emblemático, que dirige Peter Brook. Hace diez años que, con mi manager, estamos intentando tocar ahí y ahora, finalmente, se nos da con Anda”, cuenta, cual purrete entusiasmado.

Anda es una nueva aventura del “Linyera”, este personaje suerte de Tom Waits delincuente y chaplinesco que comenzó a desarrollar en el brillante disco homónimo de 2014, y que ahora se sumerge en una surrealista travesía tras los pasos del tango.

“Este fue un disco de diseño: fue más de un año de prueba y error, de tomarme diez meses en elegir el repertorio, hasta que quedaron diez canciones de un total de 25 —revela—. Después, empecé a trabajar en la similitud de la orquestación de las canciones, en crear un vínculo sonoro y tímbrico entre temas dispares, que funcionara para la dramaturgia, que te cuente una historia. Tiene como un guión que sirve para darle un sentido a la secuencia de canciones del Linyera”.

¿Y en qué anda ahora el personaje?

Relatamos sus andanzas; es una como una travesía imaginaria que le ocurre cuando comienza el disco, luego de una escena simbólica en la que una gitana le lee la mano y, cuando le dice lo que le va a pasar, se desvanece y entra en una ensoñación que dura todo el álbum. Y su obsesión en este sueño es el origen del tango, la relación entre todos los lugares de donde viene el género teniendo en cuenta lo nómade del tango, el ida y vuelta que tuvo históricamente en diferentes épocas. Voy creando vínculos imaginarios que los mezclo con fuentes documentales reales, a partir de canciones de Osvaldo Pugliese, Edmundo Rivero, Erik Satie y mías, entre otros. 

Hablando de las idas y vueltas del tango, “En un bosque de la china” fue un tema que pasó de estar prohibido por sus connotaciones picarescas a ser considerado una canción infantil que cantaba hasta el Topo Gigio. ¿Por qué lo elegiste, y más como primer corte?

Por muchos motivos. En la tarea de escoger las canciones, trabajé la dramaturgia, la razón de su porqué y su secuencia. Y algo importante en esa selección es que tengan un sentido intrínseco, casi familiar. “En un bosque de la china” es una canción que tiene un vínculo con mi infancia; no sé si mi abuela me la cantaba para dormir.
El gran contraste de esta canción infantil es la imagen dura que tiene el video que hizo Luis Ortega: el hallazgo es la oposición de este foxtrot que cantaba el Topo Gigio, con esa sordidez que solo Luis sabe entregar.


El clip abunda de marginalidad y surrealismo, dos elementos que nutren mucho tu universo artístico. ¿Qué encontrás en esas estéticas?

Son un punto de partida muy importante para mí. Mis personajes más sustanciales son los perdedores: es ahí donde hago pie. El universo onírico, el surrealismo, la marginalidad: ahí tenemos mucho caldo de cultivo para desarrollar.

¿Y vas a seguir desarrollando al Linyera en el futuro?

Yo creo que da para una saga. No sé cómo se va a transformar, porque sostener esta orquesta de ocho, nueve miembros es complicado. Este disco lo grabé así no por mantener el personaje del Linyera, sino también para sostener y profundizar esta sonoridad. Los dos últimos discos son parientes, en todo sentido.

Te estás por ir de gira a Europa. ¿Qué pasa allá con tu música que no pasa acá?

Pasan cosas en ambos lados. La música en Europa está establecida culturalmente de otra manera. Allá hay un consumo de la música enorme, es prácticamente como una religión. Ir a un concierto es como ir a misa. El poder que tiene la música allá es muy diferente conceptualmente, más allá del poder adquisitivo de la gente. No es que allá se vuelvan más locos, o acá haya más fans: el sentimiento es el mismo, pero hay una diferencia en el valor social. Aunque, cuando toco tanto allá como acá, se despiertan las mismas cosas. Hay un asombro, una comunicación, una hipnosis, que se produce de la misma manera.

Se acaba de estrenar Gilda. ¿Cómo fue que llegaste a participar del film?

Fue una alegría para mí, porque a lo largo de los últimos años fui cayendo en el cine de manera accidental. Mi hermano es actor, labura de eso, pero a mí jamás se me ocurriría. Sin embargo, varios directores me vieron en su imaginación, me fueron escribiendo papeles y así fui entrando…

Y Lorena Muñoz te vio como el padre de Gilda…

Para mí fue increíble, porque no se sabía nada del papá. Lo construimos con Lorena, ella lo empezó a escribir, como un personaje inspirado en mí, que muere cuando Gilda tiene 16 años y le marca la pauta en la música popular. La madre quería que fuese concertista de piano, y ella mantuvo oculto su romance con lo popular hasta que triunfó. El padre es el que la involucra en lo popular.

Tenés una escena muy fuerte en la película, cuando esa Gilda adolescente sacude el cuerpo muerto de su padre y ese cuerpo sos vos...

¡Fue muy fuerte eso! Fue todo un día de rodaje en el Hospital Israelita, y yo me había alegrado porque, al fin, tenía una escena sin diálogos. ¡Pero fue lo más difícil que me tocó hacer en mi corta carrera como actor! Fueron 14 tomas con la cámara, acercándose cada vez más y más, y yo sin poder pestañear ni respirar. ¡Prefiero aprenderme los textos!

Este 2016 se están cumpliendo los 50 años del rock nacional, y vos sos una parte importante de esa historia. ¿Te merece alguna reflexión en particular estas cinco décadas?

Para mí, lo importante de este año fue el homenaje que le hicimos a Miguel Abuelo en la Usina del Arte. Y el próximo 22 de octubre, que es mi cumpleaños 59, nos vamos a juntar Los Abuelos en el set de Andrés Calamaro en el Personal Fest a hacer unos temas. Vamos a tocar “No te enamores nunca…”.
No sé… Mi sensación con el rock nacional es esa: reunirme, como hice el otro día, con Vicentico y armar un villancico para Navidad. O ir a verlo a Charly a Coronel Díaz y encontrarlo tocando el piano. Para mí es eso: buscar lo que está vivo en mí y en mis amigos, y ahí encuentro el rock nacional.

Claro, para vos el rock nacional es una junta de amigos…

Y sí: Es algo visceral, con el cuerpo puesto ahí. El resto es teoría.

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jueves, 15 de septiembre de 2016

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Gilda: Santa película

Tierna, dura y emotiva, con ambición comercial sin perder sello autoral, el film sobre la trágica ídola de la bailanta se constituye como la gran biopic musical del cine argentino.



La cultura musical argentina rebosa, lamentablemente, de íconos fatales. Desde Carlos Gardel hasta Rodrigo, pasando por Federico Moura, Luca Prodan y Norberto “Pappo” Napolitano, sus historias entregan valioso material para obras que nunca llegaron a concretarse (al menos, dignamente) en la pantalla grande local. Así, a diferencia de lo que ocurre en Hollywood y otros mercados, la biopic musical es una deuda pendiente del cine nacional, un género que, acaso, solo fue explorado (y explotado) con éxito por Tango Feroz, con su muy libre y polémica adaptación de la vida de José Alberto “Tanguito” Iglesias.

Gilda: no me arrepiento de este amor, el film que hoy se estrena en más de 240 salas de nuestro país, salda una buena parte de ese pasivo, con una realización impecable y una descollante interpretación de Natalia Oreiro en el rol de la más recordada heroína de la bailanta.

La película de la directora Lorena Muñoz se centra en los últimos años de la vida del personaje, cuando Miriam Alejandra Bianchi deja de ser una melancólica maestra jardinera de Villa Devoto y se juega por un deseo, convirtiéndose en Gilda, un fenómeno de la música tropical, primero, y una santa pagana, después.

Este es un relato de superación, de lucha contra las adversidades (económicas, culturales, sociales), de “seguir los sueños” cueste lo que cueste y, en ese sentido, la producción no oculta su ambición de blockbuster y apela a todos los recursos de una típica biopic hollywoodense en esa tónica, incluido un timing de marketing perfecto: estrenarse justo cuando se cumplen veinte años de la muerte de la artista. Pero eso no significa que Muñoz, en su primer trabajo de ficción tras una vasta experiencia en el ámbito documental, haya resignado la visión personal y las asperezas de la realidad.

Gilda… guarda un cuidado equilibrio entre lo comercial y lo autoral. Divierte, emociona e inspira desde su mensaje feminista, ya que, en esencia, esta es la historia de una madre de casi 30 años que despierta y se anima a romper con los sojuzgamientos machistas para encontrar su verdadero ser. Al mismo tiempo, no ahorra en durezas. Sin demonizar, muestra las miserias mafiosas del circuito de la bailanta y aborda, con cariño y respeto, el drama de la intimidad de Gilda: el dolor por la muerte de su padre (encarnado por Daniel Melingo); la convivencia con un marido celoso y enfermo; el romance con su pareja artística, “Toti” Giménez; y el terrible final en aquella maldita Ruta 12 (reflejado con una elegancia y un lirismo sobrecogedor).

Y en esa construcción, el trabajo de Natalia Oreiro es soberbio. Como un presagio, con sus canciones Gilda siempre estuvo signando su carrera, desde aquel personaje de “La Cholito” en Muñeca Brava hasta “La Monito” de Sos Mi Vida, y ponerse en la piel de la cantante parecía un destino escrito hasta por la naturaleza: el parecido físico entre ambas en escena es asombroso. Sin dudas, este es el papel de su vida para la actriz, que hace una verdadera composición en tres dimensiones, de esas que logran traspasar la pantalla y tocar el corazón del espectador.

El gran mérito del film es ayudar a entender, más allá de los trazos gruesos que tiene, por qué Gilda es un ícono cultural que atravesó géneros y clases sociales. ¿Acaso no la cantamos en la cancha? ¿No fue musa rockera de Attaque 77, Leo García, Pablo Krantz y Los Enanitos Verdes? ¿No la bailó Mauricio Macri, pasito a pasito, hasta llegar a la Casa Rosada? ¿Y cuántos oligarcas se sintieron un poco más populares al compás de su groncho sonido?

Las respuestas están a la vista en este amoroso retrato de una artista que es, como alguna cantó otro ídolo trágico de nuestra música, “parte de todos”.

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viernes, 9 de septiembre de 2016

Utopians: Se viene el estallido

Cómo es Todos nuestros átomos, el nuevo disco de una banda por explotar.



Hace diez años que Utopians es un tic tac in crescendo. Cada disco sube la adrenalina, aumenta el peligro y dispara las tensiones. Y ahora Todos nuestros átomos, su quinto trabajo, los pone a segundos de reventar, finalmente, a la popularidad como una de las grandes bandas argentinas surgidas en esta última década.

Su álbum previo, Vándalo, de 2014, los llevó a grabar al famoso estudio Sonic Ranch de Texas, Estados Unidos, y el espíritu garage se cargó de nafta rutera y ganó kilometraje entre el ripio y la nostalgia desértica. Sin embargo, la vuelta a Buenos Aires les sienta mejor. La portada del álbum, con sus reminiscencias del film Metrópolis, ya los ubica en el imaginario de una ciudad nocturna, y ahí el sonido del cuarteto se enciende. “Tren de la Alegría”, con su paisajismo de “roturas” urbanas, no solo es el arrollador primer corte del disco, es el “you are here” (o, perdón, el “Ud. está aquí”, ahora que Barbi Recanati canta en español) del nuevo mapa que transita la banda.

Y en esta geografía de cemento y asfalto, Utopians no solo conservó su roña, polvo y chivo natural, sino que ganó elegancia, matices y sensualidad. Está el punk animal (“Alimaña”, “Todo lo que tengo”) y los agites rockeros (“Los ríos”, “Uhh”) de siempre, pero también aparecen la melancolía blues y una brillante oscuridad new wave que desnuda la mano del productor Jimmy Rip, tipo que reunió en las pistas del grupo todos los sonidos de su currículum con Television, Mick Jagger, Jerry Lee Lewis y Debbie Harry.  

Barbi sigue siendo la piba aguerrida con momentos de ternura y fragilidad, pero ahora su voz ganó texturas, quiebres sexis y épicos. Canciones como “Reflejo”, con motor Motown y carrocería The Cars; “Las arañas”, un tributo a David Bowie entre finas cuerdas; y “Lo tuyo”, acaso el gran tema de la placa y de donde se desprende la frase que la titula, son los mejores ejemplos de la aceleración atómica de estos artistas que siguen expandiéndose, encendidos, y ya deberían ser un boom.

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jueves, 8 de septiembre de 2016

Cine: Críticas de "No respires" y "El ciudadano ilustre"

Comentarios en Con todo el país del film de terror del director uruguayo Fede Álvarez y la película argentina protagonizada por Oscar Martínez.



miércoles, 7 de septiembre de 2016

Entrevista a Halestorm: Atormentándonos

Antes de su show en Buenos Aires, Lzzy Hale nos cuenta lo que significa ser una power woman en la escena del hard rock mundial.



Elizabeth “Lzzy” Hale es una de las pocas (aunque cada vez más) artistas femeninas reconocibles en el hard rock y el metal, y la viene peleando desde hace casi dos décadas cuando, siendo una quinceañera, comenzó a transitar el lado pesado de la música junto a su hermano, Arejay.
“A las mujeres de mi generación, y en especial la de mis viejos, no se las alentaba a vincularse con el rock and roll: ¡esa es justamente una de las cosas en las que no querés que tu pequeña hija se meta! Por todo el tema del sexo, las drogas, pero también porque no hay ninguna garantía de que ahí puedas hacer una carrera”, revela la cantante a Generación B.

A principios de 2000, formaron el cuartero Halestorm y, en 2005, ficharon para una multinacional que vio el potencial en la voz y presencia de Lzzy para sacudir la escena. La apuesta pagó en 2012, cuando su segundo álbum, The Strange Case Of..., se convirtió en un éxito que les dio un Grammy por el single “Love Bites (So Do I)” y hasta los hizo sonar en la serie Glee.
El grupo llegará por segunda vez a Buenos Aires para presentar su último trabajo, Into the Wild Life (2016), en el marco del Maximus Festival, que se realizará el próximo 10 de septiembre en Ciudad del Rock. Y Hale promete un show que será “un caos controlado”.

Varios artistas nos dijeron que trabajar con tu hermano puede ser una bendición y un dolor en el culo al mismo tiempo. ¿Cómo es en tu caso?
Es definitivamente un poco de ambas cosas, ja, ja. Amo a mi hermano, me viene acompañando en esto desde ya hace 19 años. No estaría acá sin él. Pero, al mismo tiempo, tenemos una amistosa competencia de hermanos sobre el escenario, en términos de “quién lo hace mejor”.

¿Por qué hay tan pocas mujeres en el hard rock y el metal?
En los últimos años, veo cada vez más mujeres en bandas y más, también, que van a conciertos de rock. La cosa está evolucionando. Cada generación se siente más y más cómoda haciendo lo que usualmente hacen los hombres. Cuando era chica, tuve la suerte de tener padres que me apoyaron mucho, aún cuando estaban, según me confesaron hace poco, aterrorizados de que yo me metiera en el negocio de la música. Todas las señales de alarmas estaban encendidas para mis pobres viejos. Pero eso no pasa con los padres de esta generación, que ya tienen mi edad y recuerdan lo que significa que te sermoneen con “esto no es una buena idea”. Entonces, más padres hoy responden “sí” cuando la nena les dice que quiere tomar clases de guitarra o formar una banda.
 
¿Hubo gente que te miró con prejuicio o dudó de tu credibilidad solo por tu condición de mujer?
Sí, siempre hubo algo de eso. Ya no me pasa porque llevo años trabajando. Pero, particularmente al principio, la gente se sorprendía porque me veía manejar mi equipo y luego salía al escenario… Era ahí que entendían que iba a estar bien. Todavía está el estigma de ser una mujer en el rock, pero con otras como yo lo estamos rompiendo. En lo personal, nunca le presté mucha atención a toda esa negatividad, porque solo me importa la opinión que tengo de mí. Así que si siento que estoy haciendo un buen trabajo, todo lo que digan los demás no me importa.

Hablemos del último álbum. Hay un cambio de sonido, con elementos de country y del pop-rock de los 80. ¿Cuál fue la inspiración?
Somos el tipo de banda que suele tomar influencias raras al voleo. Por eso, cuando estamos por grabar un disco, siempre vamos agarrando lo que nos entusiasma. Porque pensamos que, si nos gusta, siempre existe la posibilidad de que a la gente también le guste. Tratamos de no analizar demasiado. Y no hubo realmente una decisión consciente alrededor de todos esos nuevos sonidos e influencias. Solo se trató de pasarla bien en el estudio y, en última instancia, si algo sonaba bien, es porque era lo correcto. Entonces, ¡a grabarlo! Ja, ja, ja.

Compartiste escenarios y festivales con decenas de artistas. ¿Quién son los más locos con los que saliste de gira y por qué?
Uuuhh… Hace unos meses, compartimos un tour con Lita Ford y una banda llamada Dorothy y fue la primera vez que tuvimos un line up de todas mujeres. Y te digo: estuve en la ruta con hombres toda mi vida, y nos ponemos muy zarpados. Pero no hay nada más demencial que estar rodeado de una banda de mujeres del rock, ja, ja, ja. El humor es diferente, todo es una locura. La pasé tan genial que lo vamos repetir en los próximos meses. Así que debe ser locura de la buena.

Vas a tocar en Buenos Aires con Rammstein, Marilyn Manson, Disturbed, Bullet for My Valentine, Shinedown… ¿Qué me podés contar de ellos?
¡Uh, me gustan todos! Obviamente, Manson es una leyenda. Cuando vi a Rammstein por primera vez en vivo, no te lo puedo explicar, pero fue la pirotecnia más impresionante que alguna vez vi.  Y, claro, a Shinedown los conocemos desde hace once años. Va a ser genial, son todas personas que realmente admiro.  Y estar en 2016 en este lugar de la escena del rock es realmente aleccionador.

Formaste esta banda cuando tenías apenas 15 años. ¿Qué te imaginabas en ese momento?
Hay una diferencia entre creer que podés lograr algo, en ver qué hay más allá y… Todo lo que quería hacer era encontrar la manera de hacer música por el resto de mi vida, tocar todo lo que pueda. Y nunca me imaginé que íbamos a llegar tan lejos, que mi hermano y yo no nos hayamos matado todavía, ja, ja. Me siento muy agradecida y muy afortunada de ser uno de los pocos artistas que han podido sacar cuatro discos. Conozco muchas personas muy talentosas que nunca pudieron editar ni el primero. Creo que ha sido una combinación de suerte y trabajo duro, pero sea cual fuera la razón por la que estamos acá, estamos muy agradecidos.

¿Qué podemos esperar del show en Buenos Aires?
Uh, lo que probablemente vayas a ver es una suerte de caos controlado, ja, ja. Una de las cosas que desarrollamos en los últimos años es escuchar nuestro entorno y escucharnos entre nosotros y, si bien ningún show es igual, porque depende de la energía de la audiencia o cosas que surgen de la nada, a veces a alguno le da un capricho y empieza a tocar algo, y toda la banda lo sigue. Así que hay mucha confianza. Pero, honestamente, si nunca vieron a mi hermano en la batería, les espera una grata sorpresa, porque este tipo es literalmente un solo de batería con patas. Es un gusto verlo. 

¿Tenés algún recuerdo o anécdota de la última visita a la Argentina?
Sí, claro, lo que más recuerdo es la gente. Sé que esto se lo dicen todo el tiempo, pero se ve la pasión que sienten por el rock. Hace unos años, la primera vez que fuimos, nadie sabía quién carajo éramos, y todos venían al hotel, nos seguían por el aeropuerto… Y durante el recital, el público fue realmente parte de él: lanzaban globos al aire, tenían carteles, todo el mundo cantaba. Nunca había vivido algo así antes. Es un momento que, sinceramente, voy a recordar siempre. Así que gracias a todos, de verdad, por acoger a mi banda en su corazón.



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jueves, 1 de septiembre de 2016

Cine: Críticas de "Café Society" y "Nerve"

En "Con todo el país", por Nacional AM 870, hablamos del nuevo film de Woody Allen y la producción protagonizada por Emma Roberts y Dave Franco.