Antes de su show en
Buenos Aires, Lzzy Hale nos cuenta lo que significa ser una power woman en la
escena del hard rock mundial.
Elizabeth “Lzzy” Hale
es una de las pocas (aunque cada vez más) artistas femeninas reconocibles en el
hard rock y el metal, y la viene peleando desde hace casi dos décadas cuando, siendo
una quinceañera, comenzó a transitar el lado pesado de la música junto a su
hermano, Arejay.
“A las mujeres de mi generación, y en especial la de mis
viejos, no se las alentaba a vincularse con el rock and roll: ¡esa es
justamente una de las cosas en las que no querés que tu pequeña hija se meta!
Por todo el tema del sexo, las drogas, pero también porque no hay ninguna
garantía de que ahí puedas hacer una carrera”, revela la cantante a Generación B.
A principios de 2000, formaron el cuartero Halestorm y, en 2005, ficharon para una
multinacional que vio el potencial en la voz y presencia de Lzzy para sacudir
la escena. La apuesta pagó en 2012, cuando su segundo álbum, The Strange Case Of..., se convirtió en
un éxito que les dio un Grammy por el single “Love Bites (So Do I)” y hasta los
hizo sonar en la serie Glee.
El grupo llegará por segunda vez a Buenos Aires para
presentar su último trabajo, Into the
Wild Life (2016), en el marco del Maximus Festival, que se realizará el
próximo 10 de septiembre en Ciudad del Rock. Y Hale promete un show que será
“un caos controlado”.
Varios artistas nos
dijeron que trabajar con tu hermano puede ser una bendición y un dolor en el
culo al mismo tiempo. ¿Cómo es en tu caso?
Es definitivamente un poco de ambas cosas, ja, ja. Amo a mi
hermano, me viene acompañando en esto desde ya hace 19 años. No estaría acá sin
él. Pero, al mismo tiempo, tenemos una amistosa competencia de hermanos sobre
el escenario, en términos de “quién lo hace mejor”.
¿Por qué hay tan
pocas mujeres en el hard rock y el metal?
En los últimos años, veo cada vez más mujeres en bandas y
más, también, que van a conciertos de rock. La cosa está evolucionando. Cada
generación se siente más y más cómoda haciendo lo que usualmente hacen los
hombres. Cuando era chica, tuve la suerte de tener padres que me apoyaron
mucho, aún cuando estaban, según me confesaron hace poco, aterrorizados de que
yo me metiera en el negocio de la música. Todas las señales de alarmas estaban
encendidas para mis pobres viejos. Pero eso no pasa con los padres de esta
generación, que ya tienen mi edad y recuerdan lo que significa que te sermoneen
con “esto no es una buena idea”. Entonces, más padres hoy responden “sí” cuando
la nena les dice que quiere tomar clases de guitarra o formar una banda.
¿Hubo gente que te
miró con prejuicio o dudó de tu credibilidad solo por tu condición de mujer?
Sí, siempre hubo algo de eso. Ya no me pasa porque llevo
años trabajando. Pero, particularmente al principio, la gente se sorprendía
porque me veía manejar mi equipo y luego salía al escenario… Era ahí que
entendían que iba a estar bien. Todavía está el estigma de ser una mujer en el rock,
pero con otras como yo lo estamos rompiendo. En lo personal, nunca le presté
mucha atención a toda esa negatividad, porque solo me importa la opinión que
tengo de mí. Así que si siento que estoy haciendo un buen trabajo, todo lo que
digan los demás no me importa.
Hablemos del último
álbum. Hay un cambio de sonido, con elementos de country y del pop-rock de los
80. ¿Cuál fue la inspiración?
Somos el tipo de banda que suele tomar influencias raras al
voleo. Por eso, cuando estamos por grabar un disco, siempre vamos agarrando lo
que nos entusiasma. Porque pensamos que, si nos gusta, siempre existe la
posibilidad de que a la gente también le guste. Tratamos de no analizar
demasiado. Y no hubo realmente una decisión consciente alrededor de todos esos
nuevos sonidos e influencias. Solo se trató de pasarla bien en el estudio y, en
última instancia, si algo sonaba bien, es porque era lo correcto. Entonces, ¡a
grabarlo! Ja, ja, ja.
Compartiste
escenarios y festivales con decenas de artistas. ¿Quién son los más locos con
los que saliste de gira y por qué?
Uuuhh… Hace unos meses, compartimos un tour con Lita Ford y una banda llamada Dorothy y fue la primera vez que
tuvimos un line up de todas mujeres. Y te digo: estuve en la ruta con hombres
toda mi vida, y nos ponemos muy zarpados. Pero no hay nada más demencial que
estar rodeado de una banda de mujeres del rock, ja, ja, ja. El humor es
diferente, todo es una locura. La pasé tan genial que lo vamos repetir en los
próximos meses. Así que debe ser locura de la buena.
Vas a tocar en Buenos
Aires con Rammstein, Marilyn Manson, Disturbed, Bullet for My Valentine,
Shinedown… ¿Qué me podés contar de ellos?
¡Uh, me gustan todos! Obviamente, Manson es una leyenda. Cuando
vi a Rammstein por primera vez en vivo, no te lo puedo explicar, pero fue la pirotecnia
más impresionante que alguna vez vi. Y,
claro, a Shinedown los conocemos desde hace once años. Va a ser genial, son
todas personas que realmente admiro. Y
estar en 2016 en este lugar de la escena del rock es realmente aleccionador.
Formaste esta banda
cuando tenías apenas 15 años. ¿Qué te imaginabas en ese momento?
Hay una diferencia entre creer que podés lograr algo, en ver
qué hay más allá y… Todo lo que quería
hacer era encontrar la manera de hacer música por el resto de mi vida, tocar todo
lo que pueda. Y nunca me imaginé que íbamos a llegar tan lejos, que mi hermano
y yo no nos hayamos matado todavía, ja, ja. Me siento muy agradecida y muy
afortunada de ser uno de los pocos artistas que han podido sacar cuatro discos.
Conozco muchas personas muy talentosas que nunca pudieron editar ni el primero.
Creo que ha sido una combinación de suerte y trabajo duro, pero sea cual fuera
la razón por la que estamos acá, estamos muy agradecidos.
¿Qué podemos esperar
del show en Buenos Aires?
Uh, lo que probablemente vayas a ver es una suerte de caos
controlado, ja, ja. Una de las cosas que desarrollamos en los últimos años es
escuchar nuestro entorno y escucharnos entre nosotros y, si bien ningún show es
igual, porque depende de la energía de la audiencia o cosas que surgen de la
nada, a veces a alguno le da un capricho y empieza a tocar algo, y toda la
banda lo sigue. Así que hay mucha confianza. Pero, honestamente, si nunca
vieron a mi hermano en la batería, les espera una grata sorpresa, porque este
tipo es literalmente un solo de batería con patas. Es un gusto verlo.
¿Tenés algún recuerdo
o anécdota de la última visita a la Argentina?
Sí, claro, lo que más recuerdo es la gente. Sé que esto se
lo dicen todo el tiempo, pero se ve la pasión que sienten por el rock. Hace
unos años, la primera vez que fuimos, nadie sabía quién carajo éramos, y todos
venían al hotel, nos seguían por el aeropuerto… Y durante el recital, el
público fue realmente parte de él: lanzaban globos al aire, tenían carteles,
todo el mundo cantaba. Nunca había vivido algo así antes. Es un momento que,
sinceramente, voy a recordar siempre. Así que gracias a todos, de verdad, por
acoger a mi banda en su corazón.
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