jueves, 27 de diciembre de 2012

CoolRock: comentario de "Machine Head", de Deep Purple, en su 40 aniversario

En el CoolRock de ESPN, recordamos el sexto trabajo de Deep Purple, uno de los discos fundacionales del heavy, y su reedición conmemorativa de sus cuatro décadas.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Marley: el hombre tras la leyenda

Exhaustivo y sentimental, se estrena el documental definitivo del ícono del reggae.


Alrededor de siete años atrás, Kevin Macdonald estaba en Kampala, Uganda, dirigiendo el que sería su film más conocido para el público en general, El último rey de Escocia (aquel en el que Forest Whitaker brilló en la piel del temible Idi Amin). Allí, se sorprendió al ver que los sectores más humildes escuchaban la música de Bob Marley y celebraban su imagen en remeras y murales. “Lo trataban como una figura espiritual o filosófica —declaró a la prensa—.  Nadie en la música popular ha tenido esa posición, no tiene paralelo, y eso me hizo querer hacer un film sobre él”.
De los márgenes de Zion a la Babilonia de Jamaica, el director escocés emprendió el desafío de contar la historia de, quizás, la figura más magnificada de la cultura pop del siglo XX (¿acaso hay otro músico –y otra música, aparte del reggae– que reúna un entramado global tan profundo de elementos artísticos, religiosos, morales, sociales y políticos?). Y resuelve el reto eludiendo repeticiones y clichés, haciendo foco desde el lado más íntimo y humano.
Así, Marley, que se estrena este jueves en nuestro país, se convierte en una obra tan definitiva como personal y superadora de cualquier otro documental acerca de la estrella del reggae, en especial sobre uno de los últimos y más conocidos: Rebel Music – The Story of Bob Marley(Jeremy Marre, 2001), con el que comparte algunas intenciones y material gráfico histórico.
En gran medida, esto se debe al beneplácito y la disposición de la familia y los allegados del músico a abrir corazón, memoria y boca para hacer de esta cinta casi la única biografía autorizada (Ziggy Marley, hijo de Bob, y Chris Blackwell, fundador de Island Record, están entre los productores ejecutivos), lo que dio acceso a archivos personales con fotos, audios y videos inéditos hasta el momento.
Pero el gran acierto está en la experiencia y ductilidad de Macdonald. Documentalista de sangre con corazón de cineasta, logra apegarse a la cronología clásica, ser exhaustivo y preciso, pero escapando de la chata narración periodística en off y dejando el relato (y la construcción del mito) en la voz de los testimonios de familiares, colegas, vecinos y músicos (Jimmy Cliff, Lee “Scratch” Perry, Bunny Wailer, entre otros), lo que le da alma y sentimiento a una obra que acaricia al fan y comprende a la platea más amplia.
Macdonald obtuvo desde los recuerdos de la maestra de gramática de Marley en Nine Mile hasta los de la enfermera que lo atendió en sus últimos días en Bavaria, donde la leyenda luchó contra el cáncer bajo el tratamiento del polémico Dr. Josef Issels.
Encontró, incluso, a un compañero con el que vivió en Delaware, Estados Unidos, donde el músico pasó un corto tiempo en los años 60 trabajando para una automotriz. Y hasta logró que Alan “Skill” Cole, símbolo del fútbol jamaiquino y amigo cercano de Marley (con el que compartió varios picaditos en las puertas del 56 Hope Road), rompiese décadas de silencio.
Marley descubre, también, el anecdotario menos simpático y más espinoso del ídolo. Ofrece una vista (respetuosa) del hombre que tuvo 11 hijos en siete relaciones diferentes (entre ellas, con la hija del dictador de Gabón y con una Miss Universo) mientras estaba casado con Rita, más que una esposa, figura maternal, “ángel de la guarda” y hasta encargada de sacar a las amantes del músico del camarín. Por su parte, Ziggy y Cedella lo recuerdan como un padre distante, duro y competitivo, con el que les hubiera gustado pasar más tiempo.
Además, ahonda en el conflicto del artista por su condición de mestizo y rechazado por su padre, el “coronel” Norval Marley, a quien conoció solo por una (y única) fotografía. Uno de los momentos más trascendentes del documental es cuando los medio hermanos del músico escuchan “Corner Stone” (de Soul Rebels, 1970) y su letra se resignifica en las lágrimas de sus familiares “blancos”: El Marley paria es ahora la piedra angular del apellido.
Macdonald no deja episodio biográfico por contar y poner en contexto social y político: la conversión de Marley al rastafarismo; las giras y el éxito del reggae en Europa y Estados Unidos; el intento de asesinato que sufrió días antes de Smile Jamaica (el recital gratuito para apaciguar la escalada de violencia en su país); su exilio en Inglaterra; los significativos conciertos en África; su lucha contra el cáncer en Alemania; el triste final y su legado e influencia universal. Bob Marley en toda su dimensión: músico, rebelde, esposo, padre, amante, rastafari, futbolista, megaestrella, pacificador, ícono cultural pero, sobre todo, ser humano.

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viernes, 21 de diciembre de 2012

Cultura pop: 7 cosas que quizás no sabías sobre la Navidad

¿Santa Claus es el tipo más rico del mundo? ¿Lo inventó Coca-Cola? ¿Cómo hace para entregar todos los regalos? ¿De dónde viene el villancico "Jingle Bells"? Estas y otras dudas, curiosidades, leyendas y bizarreadas varias, en la columna de cultura pop del "Coffee Break" de hoy. Con Iván de Pineda, Paula Varela y Rama por FM 89.90

martes, 18 de diciembre de 2012

Cine: Los mejores estrenos de 2012

Lo peor que comentamos la semana pasada también tiene su lado bueno: el top 5 con lo MEJOR que pasó por la cartelera local este año.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Cultura pop: Malas referencias a la Argentina en películas y series. ¿Por qué en Hollywood todos los chorros se vienen para acá?

De refugio de nazis a tierra de segundas oportunidades. ¿Por qué nuestro país es la fantasía escapista de los malos en la TV y el cine? El tema de la columna de cultura pop de hoy en "Coffee Break", con Iván de Pineda, Paula Varela y Rama, por FM 89.90

Cine: crítica de "El Hobbit"

En FM ESPN 107.9, comentamos la nueva película de Peter Jackson.

martes, 11 de diciembre de 2012

Cine: Los peores estrenos de 2012

Sufrimos todo un año para hacerlo y acá está: el top 5 de lo PEOR que pasó por la cartelera local este año.

sábado, 8 de diciembre de 2012

viernes, 7 de diciembre de 2012

Entrevista con Paradise Lost: ídolos trágicos

Los íconos del metal oscuro llegan a Buenos Aires el 9 de diciembre. Su guitarrista, Greg Mackintosh, habla de música, religión y placeres culposos.

De aquella tríada que revolvió las catacumbas del metal británico para definir el sonido doom de los 90, conformada junto a My Dying Bride y Anathema, Paradise Lost es la que experimentó los más bruscos cambios de identidad. Con el vocalista Nick Holmes y el guitarrista Greg Mackintosh siempre tras el timón, el quinteto de Halifax pasó de cultivar la música de la perdición en Lost Paradise (1990) a ganar popularidad bajo la sombra del goth metal con Icon (1993) y Draconian Times (1995) para, luego, virar hacia el tecno y el rock industrial en One Second (1997) y Host (1997).
Pero desde el ¿refundacional? Paradise Lost, de 2005, parecen haber recuperado su forma y se los escucha bien equilibrados en un sonido pesado, oscuro y melodioso. En Tragic Idol, su nuevo álbum (editado en nuestro país por Icarus), se sacuden algunas ornamentaciones que quedaban y aparecen, con 25 años a cuestas, aun más ásperos y musculosos sin perder elegancia. Será el trabajo que los traerá una vez más a nuestro país para tocar el 9 de diciembre en el Teatro Flores. "Hace tiempo que no vamos a Buenos Aires. Espero que les guste el último disco porque ansiamos darles un buen show", comenta Mackintosh, abriendo una charla de música infernal y anécdotas explosivas.
¿Encontraron finalmente el sonido que les sienta mejor para desarrollarse? 
Uno prueba muchas cosas y nos quedamos con el estilo que se puede escuchar en discos comoIcon, porque creo que tiene la columna de nuestro sonido, que es la melodía mezclada con la irritabilidad.
¿Significa esto que ahora los deseos de experimentar se expresarán en proyectos fuera de la banda, como Vallenfyre? 
No sé... Vallenfyre fue algo que evolucionó casi por accidente. Nunca fue mi intención tener un grupo paralelo; fue simplemente una cosa entre amigos y luego se dio que una disquera quiso hacer el álbum.
Ahora, a la distancia, ¿cómo ves el período "electrónico" de la banda? 
Para mí, las buenas canciones son buenas canciones, ¿viste? Y creo que en Host hay buenos temas aunque, claro, no es un álbum de metal, para nada.
Todavía hay gente que se sorprende cuando se entera de que Paradise Lost es una banda inglesa. ¿Qué está pasando con el metal británico hoy? 
La escena en Inglaterra es mucho más pequeña de lo que solía ser. Antes, salían un montón de grandes bandas y como que estábamos liderando el camino, en cierto sentido, dándole forma al metal. Pero ahora todo se movió para el norte de Europa y los grupos modernos suenan más como los estadounidenses. Es raro.
¿Cuál es la temática o inspiración de Tragic Idol? 
Tiene que ver con que la gente venera cualquier cosa, desde la religión hasta la celebridad y el comercialismo. Adoran algo que ni siquiera está ahí y no me refiero solo a las creencias de cada uno. El álbum también trata el tema de que las personas parecen hoy muy desapegadas.
¿Cambió en algo tu postura crítica hacia la religión tras el fallecimiento de tu padre? 
Siempre fui ateo y la muerte de mi papá me hizo más comprometido con eso. Mi viejo estaba enfermo y vi cómo personas religiosas trataban de alimentarse de esa situación, como intentar conseguir más adeptos y reclutar miembros entre los débiles. Muy feo.
Hablemos de la gira. ¿La están viviendo de una manera especial considerando que están casi en el cuarto de siglo? 
Ja, ja. Es increíble, pero cuando estás girando por el mundo con un disco nuevo ni te das cuenta de que el tiempo pasa. La verdad que nos sentimos muy bien, estamos frescos y parece que fue ayer que empezamos a tocar.
En todo este tiempo deben haber pasado cosas muy raras en la ruta... ¡Uf, un montón! Supongo que lo más loco fue aquella vez que estábamos en Alemania, en el 98. En la mitad de la noche, el chofer del micro grita "¡tenemos que salir del micro ya!". Lo único que veíamos eran llamas. Saltamos del bus y, al toque, explota. Nos quedamos varados y sin nada. Todavía no sabemos qué carajo pasó.
Eso en Argentina no pasa... 
¡Espero que no, ja, ja! Recuerdo que la primera vez que fuimos a Buenos Aires tocamos en el Monsters of Rock [de 1995, en el estadio de Ferro], con Ozzy, Megadeth y Alice Cooper. Estábamos parando en un hotel y con algunos de los chicos de la banda nos fuimos a caminar por el centro. ¡Y por la calle nos cruzamos con Geeze Butler, de Black Sabbath! Fue muy loco estar allá, toparme con otro inglés y justo con ese.
La última: sabemos que sos un tipo de gustos musicales variados. ¿Cuál es tu placer culposo? 
¡Tengo unos cuantos momentos vergonzantes, ja, ja! A ver. hay una chica que solía estar en las Sugababes que se llama Siobhan Donaghy.. Y realmente me gusta su disco Ghosts. Es pop, ¡pero está bueno!

miércoles, 5 de diciembre de 2012

CoolRock: comentario de "Celebration Day", de Led Zeppelin

Pastillita sobre el CD doble y DVD que registra el histórico concierto de reunión de la banda británica en Londres, en diciembre de 2007.

martes, 4 de diciembre de 2012

Entrevista con Lisa Gerrard, de Dead Can Dance: "El amor al trabajo nos volvió a unir"

El legendario dúo llega a Buenos Aires con un nuevo disco y gira que los reúnen tras 16 años. Antes, la vocalista habla de la vida, Dios, la muerte y la resurrección.

El mundo no es suficiente para Dead Can Dance. La etiqueta "world music", entre las muchas que suele recibir su arte, no los comprende. Porque el dúo podrá tener su patria en Australia y su música recorrerá geografías, pero carece de fronteras y, sobre todo, de tiempo. Sus discos pueden resultar viajes chamánicos a Oriente Medio, donde en pleno desierto un mantra celestial nos invita a entrar a una catedral gótica para encontrarnos a un dios griego capaz de recitarnos un poema de Baudelaire. Y todo bajo la guía de una oscura festividad en danza.
Con una etnia sonora que atraviesa la atmósfera post-punk, los ritmos mediterráneos, turcos y africanos, la precisión marcial, el celta, el preciosismo clásico, la glosolalia, los mitos helénicos y la melancolía renacentista y medieval, Lisa Gerrard y Brendan Perry crearon su propio subgénero en el seno de un sello que supo ser un género en sí mismo durante los 80 y parte de los 90: el mítico 4AD, cuna de Cocteau Twins, This Mortal Coil, el primer Clan Of Xymox, Pixies y The Breeders, entre otras bandas "de culto".
Parieron siete álbumes en 17 años de trabajo, con varios de convivencia romántica en el medio, hasta que se separaron en 1998 tras la gira de Spiritchaser (1996), que los trajo a Buenos Aires para dar un concierto en el recordado Prix D'Ami.
Desde entonces, Perry alternó obras solistas muy personales, que combinaban folk, rock y ambient, con intereses como la astronomía, la arquería y el estudio de la percusión afrocubana. Mientras, Gerrard desarrolló una amplia carrera que brilló, en especial, con la composición de soundtracks, poniendo su inconfundible canto a filmes como El informante, Muhammad Ali y Gladiador (que le valió un premio Globo de Oro y una nominación al Oscar).
Pero el círculo de la vida, al que tantas veces se refirieron como banda, se volvió a cerrar y los reunió. Primero en 2005, para una gira que parecía de "despedida", y otra vez este año, pero ya con un nuevo disco. Anastasis ("resurrección", en griego) es su primera obra en más de una década y media y una de las más sólidas de su trayectoria. Y podremos escucharla en vivo en nuestro país, cuando se presenten este jueves 6 en el Teatro Vorterix. "Creo que el tiempo cura todo -revela Gerrard- Extrañábamos lo que habíamos escrito y el concepto de averiguar qué más podíamos crear juntos. Hay algo único en lo que hacemos y supongo que es el amor al trabajo lo que nos volvió a unir".
¿Es complejo colaborar con alguien tras 16 años? A veces, con la edad, se adoptan manías, costumbres y vicios que son difíciles de abandonar o negociar... 
Es la inexperiencia la que genera ese comportamiento. En realidad, pasa lo contrario. Porque, a medida que trabajás y crecés, aprendés a ser más humilde. Con el tiempo, ese tipo de cosas se vuelven mínimas, especialmente si tenés hijos, porque eso te exige ejercer un gran autocontrol. Hay un elemento de obediencia en juego. Cuando hacés cine, por ejemplo, tenés que ser tranquilo y obediente, saber escuchar con tus oídos y con tu alma lo que el director está buscando.
Parece natural ubicar o trasladar tu música a películas pero ¿trabajar para filmes fue tan fácil como parece? 
Es muy diferente a hacer canciones y álbumes, porque tratás de revelar una historia y de crear una atmósfera y un estado de ánimo que se ajuste a lo que el director quiere. Estás creando es un ambiente, por así decirlo, ya sea de drama, de acción o de entusiasmo.
¿Qué cosas te sorprendieron de la industria cinematográfica? 
El respeto que hay por los otros y por su trabajo. Cuando trabajé con Michael Mann [director de El informante, Muhammad Ali], me sorprendió lo mucho que todos querían ayudar, estaban del mismo lado y había buena voluntad. En la escena musical de Londres en la que crecí había mucha competencia, celos y mala disposición. No había un foco de energía real alrededor de la música: era muy oscuro. Conozco muchos artistas fantásticos que no siguieron adelante, que abandonaron por eso. Los Angeles es un lugar bárbaro para trabajar porque la gente realmente hizo un sacrificio para estar ahí. Esa es la clase de energía que ayuda al arte: el verte motivado por otros. Y tenés que hacer ciertos sacrificios para estar más conectado con lo que querés ser como artista.
Pese a ser una banda que recibió etiquetas como "world music" o "ambient", Dead Can Dance goza de respeto, influencia y seguidores entre la comunidad rock. ¿Por qué crees que pasa eso? 
Creo que tiene que ver con que Brendan y yo escribimos música desde los 17. Fueron muchos años de diversidad, exploración y, a veces, lo que creamos influyó a otra gente. Pero nosotros estamos, a la vez, influenciados no tanto por la corriente musical contemporánea, sino más por las geografías, en el sentido de que deseamos experimentar con ritmos, escalas y una sensibilidad que no es parte de la cultura única. Brendan hace algo de rock cuando no trabaja conmigo. Pero no es algo que yo disfrute, me aburro muy rápido. Yo quiero que la música me entusiasme y siento que tiene que tener algo de melismático e hipnótico, en lugar de estar siempre en un 4/4, que se torna mediocre y aburrido.
¿A qué refiere la "resurrección" del título Anastasis? 
Es la resurrección del espíritu humano. Nosotros tenemos una línea de inspiración: traer a la vida cosas que están durmiendo o que están muertas. Hay ciclos en la vida, hay resurrección; la gente que siente que está muerta en vida puede volver a vivir. Todo depende de sus ropajes, su ocupación, sus intereses. Todos tienen la capacidad para cambiar.
Es una metáfora de la condición humana y de cómo podemos aprender de las experiencias. La música despierta una sensibilidad en la gente que la inspira a escuchar, a mirar, a darse cuenta de que la vida es más que trabajar y hacer dinero. Que hay otras cosas, momentos que valen la pena celebrar o pasar en silencio, como lo hacía la gente antes. En España, hasta hace poco, un sábado a la noche veías gente que bailaba en la plaza hasta las dos de la mañana, y eso ya no existe. Es muy triste. Una de las cosas que estamos intentando hacer con esta gira es que la gente vuelva a la música, porque el componente orgánico, lo que une a las personas en una comunidad, está desapareciendo.
Al escucharte parecería lógico pensar que sos una persona religiosa... 
No soy religiosa, pero amo a Dios. Estoy llena del Espíritu Santo. Soy carismática; rezo en lengua. Amo a Jesucristo, pero la religión me da mucho miedo. Me aterra porque está basada en un sistema de creencias institucionalizado que no anima a la gente a tener una relación independiente con la creación y con el Creador, sino que la sujeta a reglas y más reglas. Para mí, eso no es espiritualidad. La espiritualidad es ejercer bondad, humildad. cosas que no se dan en lo más mínimo dentro de la religión, sino todo lo contrario: ira, agresión, juzgamientos... Así que me mantengo completamente lejos de la religión, pero amo a Dios y rezo todos los días.
¿Recordás algo de aquella visita a Buenos Aires en 1998? 
¡Sí, claro! Me acuerdo de que habíamos estado en otras ciudades de Sudamérica, como San Pablo y Río. Pero cuando llegamos a Buenos Aires fue como si hubiéramos retrocedido en el tiempo, en el sentido de que todo era tan elegante y lindo. Tenía algo diferente a otros lugares, como el encanto de la vieja Europa. Y la gente me pareció muy interesante, dulce y muy chic.
Las influencias y sonidos de Sudamérica no están muy presentes en música del grupo. ¿Están aprovechando esta gira para conocer más de nuestra cultura y, quizás, volcarla en algún próximo trabajo? 
Hay algo realmente asombroso cuando estás efectivamente en un lugar. Cuando Brendan y yo vivíamos en Londres, tendíamos puentes hacia diferentes áreas a través de lo abstracto, pero estar físicamente en un lugar y crear algo allí es algo que tendríamos que hacer. Y si fuéramos a hacer algo vinculado con Sudamérica, sería interesante estar presentes en la región.
¿Eso quiere decir que habrá más música de Dead Can Dance pronto o tendremos que esperar otros 16 años? 
Definitivamente, el próximo disco va a ser dentro de 17 años, ¡ja, ja! ¡No tengo ni idea! Veamos qué pasa. En realidad, depende de la naturaleza; no es algo que puedas planear. No lo hicimos antes y cuando pasó, pasó y fue un éxito.