martes, 30 de noviembre de 2010

Manifiesto por una Red Neutral

Los ciudadanos y las empresas usuarias de Internet adheridas a este texto manifestamos:

1. Que Internet es una Red Neutral por diseño, desde su creación hasta su actual implementación, en la que la información fluye de manera libre, sin discriminación alguna en función de origen, destino, protocolo o contenido.

2. Que las empresas, emprendedores y usuarios de Internet han podido crear servicios y productos en esa Red Neutral sin necesidad de autorizaciones ni acuerdos previos, dando lugar a una barrera de entrada prácticamente inexistente que ha permitido la explosión creativa, de innovación y de servicios que define el estado de la red actual.

3. Que todos los usuarios, emprendedores y empresas de Internet han podido definir y ofrecer sus servicios en condiciones de igualdad llevando el concepto de la libre competencia hasta extremos nunca antes conocidos.

4. Que Internet es el vehículo de libre expresión, libre información y desarrollo social más importante con el que cuentan ciudadanos y empresas. Su naturaleza no debe ser puesta en riesgo bajo ningún concepto.

5. Que para posibilitar esa Red Neutral las operadoras deben transportar paquetes de datos de manera neutral sin erigirse en “aduaneros” del tráfico y sin favorecer o perjudicar a unos contenidos por encima de otros.

6. Que la gestión del tráfico en situaciones puntuales y excepcionales de saturación de las redes debe acometerse de forma transparente, de acuerdo a criterios homogéneos de interés público y no discriminatorios ni comerciales.

7. Que dicha restricción excepcional del tráfico por parte de las operadoras no puede convertirse en una alternativa sostenida a la inversión en redes

8. Que dicha Red Neutral se ve amenazada por operadoras interesadas en llegar a acuerdos comerciales por los que se privilegie o degrade el contenido según su relación comercial con la operadora.

9. Que algunos operadores del mercado quieren “redefinir” la Red Neutral para manejarla de acuerdo con sus intereses, y esa pretensión debe ser evitada; la definición de las reglas fundamentales del funcionamiento de Internet debe basarse en el interés de quienes la usan, no de quienes la proveen

10. Que la respuesta ante esta amenaza para la red no puede ser la inacción: no hacer nada equivale a permitir que intereses privados puedan de facto llevar a cabo prácticas que afectan a las libertades fundamentales de los ciudadanos y la capacidad de las empresas para competir en igualdad de condiciones.

11. Que es preciso y urgente instar al Gobierno a proteger de manera clara e inequívoca la Red Neutral, con el fin de proteger el valor de Internet de cara al desarrollo de una economía más productiva, moderna, eficiente y libre de injerencias e intromisiones indebidas. Para ello es preciso que cualquier moción que se apruebe vincule de manera indisoluble la definición de Red Neutral en el contenido de la futura ley que se promueve, y no condicione su aplicación a cuestiones que poco tienen que ver con ésta.

La Red Neutral es un concepto claro y definido en el ámbito académico, donde no suscita debate: los ciudadanos y las empresas tienen derecho a que el tráfico de datos recibido o generado no sea manipulado, tergiversado, impedido, desviado, priorizado o retrasado en función del tipo de contenido, del protocolo o aplicación utilizado, del origen o destino de la comunicación ni de cualquier otra consideración ajena a la de su propia voluntad. Ese tráfico se tratará como una comunicación privada y exclusivamente bajo mandato judicial podrá ser espiado, trazado, archivado o analizado en su contenido, como correspondencia privada que es en realidad.

Europa, y España en particular, se encuentran en medio de una crisis económica tan importante que obligará al cambio radical de su modelo productivo, y a un mejor aprovechamiento de la creatividad de sus ciudadanos. La Red Neutral es crucial a la hora de preservar un ecosistema que favorezca la competencia e innovación para la creación de los innumerables productos y servicios que quedan por inventar y descubrir. La capacidad de trabajar en red, de manera colaborativa, y en mercados conectados, afectará a todos los sectores y todas las empresas de nuestro país, lo que convierte a Internet en un factor clave actual y futuro en nuestro desarrollo económico y social, determinando en gran medida el nivel de competitividad del país. De ahí nuestra profunda preocupación por la preservación de la Red Neutral. Por eso instamos con urgencia al Gobierno español a ser proactivo en el contexto europeo y a legislar de manera clara e inequívoca en ese sentido.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Moshi Moshi y James Yuill: ser indie hoy

Stephen Bass, cofundador del sello Moshi Moshi, y James Yuill, uno de sus más destacados nuevos artistas, pasaron por Buenos Aires para tocar y hablar sobre la industria de la música independiente; vanguardia, internet y el amor por editar discos para salvar el romance.

Además de ser artistas ya consagrados por público y crítica, Bloc Party, Florence and The Machine, Kate Nash, Lykke Ly y Hot Chip tienen un denominador en común: todos nacieron o fueron editados en algún momento por Moshi Moshi, un sello independiente del Reino Unido que continúa la vieja tradición de Factory, Creation o Warp: ser la curaduría de lo mejor del presente musical "alternativo".
Con doce años de historia, Moshi Moshi sigue pariendo vanguardia como Casiokids, Hot Club De Paris, The Drums, Au Revoir Simone, Slow Club y Niki & The Dove, entre otros. Stephen Bass, su cofundador, y James Yuill, uno de sus más destacados descubrimientos (que el sábado presentó toda su ternura folktrónica en el Hot Festival), pasaron por Buenos Aires para dar un workshop en el marco de Incubator, el programa de intercambio cultural del British Council. Aprovechamos la oportunidad para charlar con ambos sobre el presente de la industria de la música independiente.



¿Qué significa ser indie hoy?
Yuill (Y): Desde el punto de vista del artista, tiene que ver con el control. Desarrollar tu carrera como algo que te permita hacer la mayor cantidad de plata posible en el menor tiempo.
Bass (B): No solo se trata de "música indie", de guitarras, o que la gente asocia con un espíritu más libre. Moshi Moshi es una discográfica independiente. Ese es un significado: no somos un sello grande.
¿Hay lugar en la industria musical hoy para hacer lo mismo que hiciste hace 12 años: largar tu trabajo formal y formar tu propio sello?
B: Sí.
Vaaamos...
B: (Risas) En realidad, renuncié al trabajo hace dos años. Tuve que seguir laburando porque tener un sello independiente es difícil. La gente baja música de internet, es complicado vender discos. Sin embargo, la red hace que llegar a la gente sea más fácil. Entonces, por un lado te quita, pero por el otro te ayuda. En cinco años, te digo en qué lado se equilibró. Pero, definitivamente, hay espacio. Cada vez hay más sellos individuales y no creo que la gente lo haga para ganarse la vida.
Y: Hay muchas bandas que están creando sus propios sellos, también. Sellos de un solo acto.
B: Y las compañías de management más grandes, con un pensamiento directo, no firman con sellos importantes y venden ellas mismas, especialmente si una banda está establecida y tiene una base de fans y una carrera, lo que le permite empezar a lanzar sus propios discos y retomar el control. Así que no solo hay muchos sellos indie dando vueltas, sino que los sellos indie también están cambiando.
Solés decir que editás lo que te gusta, pero teniendo un sello chico y con bajos recursos, ¿cómo encontrás el equilibrio entre lo que te agrada y lo que realmente tiene posibilidades de trascender comercialmente?
B: Bueno, esperás que, en ocasiones, esos dos elementos estén combinados. Tenés que tener cuidado con lo que hacés y trabajar con niveles. Si firmás con una banda que sabés que no va a vender mucho, entonces no le des un adelanto muy grande. Y tenés que ser rápido, ese es el yeite. Hay que tratar de conseguir al artista antes de que alguien más se dé cuenta de que es bueno, lo atrape y no lo deje escapar. Eso es algo que no hice tan bien en el pasado, pero la idea es conseguir la gente y crecer con ellos.
¿Cómo suelen trabajar con los artistas? ¿Qué tipo de acuerdos comerciales establecen con ellos?
B: Con muchos trabajamos con un 50/50. No operamos como las grandes ni, lamentablemente, tenemos álbumes que venden millones. Pero, por otro lado, James no tiene que vender miles de discos para ser exitoso. Operamos en un nivel en el que esperamos que las bandas tengan éxito, que hagan una carrera. Y buscamos un equilibrio: saber cuándo gastar plata y cuándo no.
Internet y la tecnología hicieron posible que cualquiera pueda crear, difundir y vender su propia música. ¿Cuál es la tarea, incluso el sentido, de un sello en esta era digital de "autoproducción"?
B: El trabajo es hacer lo que las bandas y los managers no están haciendo. Los grupos tienen que escribir y tocar música brillante, dar buenas entrevistas, verse bien, tener buenas fotos. Nosotros tenemos que hacer todo lo posible para llevar la música a los medios, venderla y pagar por cosas que los artistas no deberían pagar. En muchos sentidos, los sellos seguimos haciendo lo mismo que antes, pero con la ayuda de internet. Cuando empezamos, no podíamos lograr que una banda se conociera del otro lado del mundo. Pero ahora sí. Que James esté tocando en Argentina no habría pasado hace doce años, a su nivel de carrera. Tenías que ser del tamaño de Depeche Mode para poder venir acá. Tratamos de pensar todas las maneras posibles de hacer que la música llegue a la gente para que James pueda dedicarse a ser poético, a cantar como Freddie Mercury. Nosotros hacemos el trabajo de oficina.
James, vos empezaste autoeditando tus trabajos, vendiendo en iTunes. ¿Qué recomendaciones tenés a partir de esa experiencia?
Y: Cuando arranqué hacía demos y se los mandaba a la gente. Pero lo principal es salir a tocar y hacer que tu nombre sea conocido. Tener un buen show en vivo es lo que hace que una banda sea interesante y es muy, muy importante hoy, especialmente cuando ganás plata por tocar y no tanto por vender discos.
Se dice que ya nadie compra discos porque la música se baja y comparte en Internet, o porque tiendas online como iTunes prefieren vender canciones en lugar de álbumes. ¿Está en peligro el concepto de disco como "obra artística"?
B: Eso hace que sea más difícil que Moshi Moshi exista, sobreviva y, en última instancia, también está dañando a los artistas, porque puede ser que la única manera de que ganes plata como músico sea tocar en vivo. Es una lástima que la gente solo compre canciones y no discos, porque un álbum es una forma de arte, es algo brillante. Creo que el mundo sería un lugar más pobre si los artistas dejaran de hacer discos. Pensá en todos esos compilados que armaste para pasarle a un amigo o para impresionar a una chica, y cuántos de esos tenían tracks sacados de álbumes. Si se dejaran de hacer discos, el romance sufriría tanto como la industria musical. A nosotros nos gusta editar discos y yo estoy bastante obsesionado con que los artistas creen una buena obra. Un buen sello tiene que trabajar con los artistas, darles una segunda opinión sobre cómo conciben un álbum.
El download gratis está bárbaro para los shows en vivo. Una banda puede ir a tocar a un lugar en el que nunca vendió discos y la gente puede cantar. Pero si, en el largo plazo, esto significa que quizás no van a poder hacer un álbum, va a provocarles un daño.
Y: Yo dediqué mucho tiempo para pensar el orden correcto del disco. Es algo que trabajo mucho y desde temprano. No me gusta la idea de que alguien elija solo un par de canciones; cada track del álbum tiene que escucharse.
¿Iniciativas como el Moshi Moshi Singles Club, que edita placas de 7", apuntan a incentivar la "cultura del disco", de tener música como un objeto de colección?
B: Creo que sí. Siempre que sigamos lanzando cosas buenas, la gente va a querer comprarlas. Lo de Singles Club nos permite ser más rápidos, seguir divirtiéndonos y no preocuparnos demasiado sobre las finanzas o la decisión comercial. Se trata de encontrar una banda con un par de canciones que nos gustan y decir "vamos a ver qué pasa".
¿Escuchaste alguna banda argentina?
B: No, me gustaría encontrar alguna. Hubo un período en Inglaterra en el que todos los grupos nuevos estaban influenciados por los Beatles, y a mí me aburría. Una de las cosas que más me entusiasman de estar acá es escuchar algo diferente.

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lunes, 22 de noviembre de 2010

Entrevista a Marcus Meyn de Camouflage

La banda synth-pop alemana vuelve a presentarse en Argentina con dos shows en Buenos Aires y uno en Rosario; su vocalista promete clásicos, un adelanto del nuevo disco y hasta revela la "musa inspiradora" del eterno "Love is a Shield".


Si hiciste click en el link de esta nota hay muchas chances de que tengas entre 32 y 42 años (maso), tu corazón aún palpite romanticismo darkie y tu CD de Methods of Silence esté tan limado como el Violator, de Depeche Mode. Si es así, no hace falta que te explique quiénes son los Camouflage, porque seguro musicalizan las reuniones con tus amigos cada fin de semana (son los que suenan cuando todos gritan "¡Uuyy, qué temazo este!"), o alegran tus mañanas en la oficina cuando Aspen pasa "The Great Commandment". Podés saltear los siguientes párrafos y pasar directo a las preguntas y respuestas.

Si no entendiste nada de lo que dije arriba, es porque tenés mucha menos edad y caíste en este artículo por algún maquiavélico ardid de La Nación o por curiosidad de saber quiénes son estos tipos.

En cualquier caso, vale la aclaración: Camouflage es eso que (todavía) escucha tu tío modernoso, ¿OK? Es un trío alemán con más de 20 años de trayectoria, siete discos de estudio y varias grandes canciones que le han dado un lugar privilegiado dentro del movimiento tecno pop junto a bandas como Pet Shop Boys y los mencionados DM. Y aunque muchos no lo reconozcan, gran parte de la electrónica europea no sería lo mismo sin Camouflage.

¿Algo más? Sí: vuelven por segunda vez a nuestro país para presentarse en Buenos Aires el 24 y 26 de noviembre (Niceto Club), y el 25 en Rosario (Complejo Metropolitano) con shows que, según el vocalista Marcus Meyn, incluirán pasado, presente y futuro.

Estuvieron en Argentina hace tres años. ¿Qué recordás de aquella visita?
La pasamos muy, pero muy bien. Fue un viaje bárbaro, Buenos Aires es una ciudad fantástica y el público en la Argentina es genial. Todo lo que podemos recordar son cosas buenas.

No lanzaron nuevo material de estudio desde entonces. ¿Qué tendrá de diferente este recital al anterior?
La mayoría de las canciones serán distintas. Haremos otros temas, reversiones y quizás toquemos uno nuevo.

¿Uno nuevo? ¿Están trabajando en un disco en este momento?
Sí, creo que lo vamos a terminar a mediados del año que viene, para lanzarse a fines de 2011. Ya reservamos la gira para la promoción del álbum, en noviembre y diciembre.

¿Ya tiene nombre?
No, todavía.

Los dos últimos trabajos, Sensor y Relocated, remiten al Camouflage más clásico, el de los primeros dos álbumes. ¿Tuvo algo que ver el regreso de Oliver Kreyssig a la banda con esto?
Estamos muy, muy contentos de que haya vuelto, pero el sonido es algo que trabajamos junto al productor, no tiene que ver con el regreso de Oliver. Hay un nuevo sentimiento entre nosotros desde que volvió, pero el sonido de un disco es una decisión que tomamos durante la grabación.

Al menos en Argentina y Latinoamérica, cuando se dice Camouflage inevitablemente se piensa en los años 80. ¿Les molesta ser una banda asociada a una década?
No, la verdad que no. Durante los ochenta pasaron muchas cosas geniales. De toda la música, la más popular es la de esa década. Soy un hijo de los ochenta. Pero si simplemente me reducen a eso, entonces no me gusta porque yo sigo haciendo música. Claro, la hacemos en la tradición de ese estilo, pero no es todo para nosotros.

Horas antes de entrevistarte estaba escuchando la recopilación de rarezas y lados B Archive #01 y, en el booklet, está la foto de la revista Billboard con la canción "The Great Commandment" en el puesto número uno del Dance Chart. ¿Qué recordás de ese momento?
Fue muy raro, porque la discográfica estadounidense encomendó 17 remixes de la canción sin decirnos nada. Y cuando llegamos al país todos nos felicitaban por el número uno, pero nosotros nunca habíamos escuchado la versión. La verdad, era muy diferente de la original. Por otra parte, estuvo bárbaro porque, aparentemente, fuimos los primeros en la historia de Billboard en lograr dos veces la primera posición con el mismo tema.
"Love is a Shield" es otro clásico de todos los tiempos. ¿Hay alguna anécdota o curiosidad relacionada con esta canción después de tantos años de tocarla?
Cuando la escribimos estábamos en Nueva York. Yo miraba la televisión y estaban pasando una película en la que Ernest Borgnine le decía a otro tipo "¿Sabés?, el amor es un escudo". Yo pensé "¡esa oración está buenísima!", la anoté y la usé como el motivo principal de la canción. Esa es la pequeña historia detrás de la frase. Pero, básicamente, cuando empezamos a hacer música, queríamos llegar al punto en el que, con el tiempo, nos dijeran que tenemos una canción para cierta parte o situación de su vida y que, cuando la escuchan, vuelven todos esos recuerdos. Creo que con temas como "Love is a Shield", "The Great Commandment" y otros llegamos a ese punto, lo que nos pone muy contentos.

¡Saber que la musa inspiradora de "Love is a Shield" fue Ernest Borgnine me tiró el romanticismo al tacho!
Ja, ja, ja.

La banda tiene más de 20 años de historia y la escena electrónica ha vivido muchos cambios desde entonces. ¿Cuál es tu visión sobre la actualidad de este estilo?
Me gusta el presente, se está yendo en una nueva dirección y reinterpretando las raíces de las cuales venimos para hacer algunas muy buenas canciones con un entorno electrónico. Para mí, siempre es interesante escuchar bandas nuevas. Ahora estamos en un punto de desafío porque ya se hicieron muchas cosas y todos esperan algo realmente nuevo.

Happiness, el reciente y exitoso debut de los británicos Hurts, parece por momentos un álbum de Camouflage...
Sí, mucha gente nos dijo eso. Es gracioso, porque creo que ni siquiera nos conocen.

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martes, 16 de noviembre de 2010

¿La muerte del download?

Mientras todavía se debate la desaparición del CD, en el mercado de la música digital el streaming de canciones aparece como un modelo que podría complementar y hasta reemplazar el negocio de las descargas. Servicios como Spotify y Grooveshark ganan usuarios ofreciendo escuchas gratis bajo un esquema soportado por publicidad, pero la rentabilidad no llega. La situación en Argentina.

El año pasado, las ventas mundiales de música sonaron agridulces como un tango. Por un lado, la facturación de las compañías discográficas cayó un 7,2%, a u$s 17.000 millones, y los dos mercados más grandes del mundo, Estados Unidos y Japón, representaron el 80% del declive. Además, las ventas de copias físicas bajaron un 12,7%, según el último informe de la International Federation of the Phonographic Industry (IFPI).

Sin embargo, la venta de música digital creció un 9,2% y alcanzó los u$s 4.300 millones, diez veces más que en 2004. Los canales digitales representan hoy el 25,3% de los ingresos de discográficas y en Estados Unidos constituyen el 43% del mercado total de música grabada. Según el análisis de la IFPI, más de 30 países registraron tasas de crecimiento de dos dígitos en este segmento y en 17 mercados, incluyendo el argentino, ese negocio creció más del 40%.
Sí: internet provocó que se venda menos, pero sobre todo forzó a que se tenga que vender de una forma diferente. Hoy se observa una diversificación del modelo de negocio de la industria musical, que ha pasado de un esquema rígido que se sustentaba en el despacho de CD, a uno flexible donde los sellos comercializan a sus artistas por medio de tiendas online (con iTunes a la cabeza, con el 70% del mercado digital mundial), acuerdos de partnership con operadores de telefonía fija y móvil (Telefónica y Telecom), con fabricantes de celulares (como los modelos de Nokia que vienen con canciones precargadas) y hasta iniciativas que buscan monetizar los videoclips en la web (con el ejemplo de VEVO, el servicio surgido en Estados Unidos de la alianza entre YouTube, Universal y Sony Music).

Pero uno de los esquemas que más está creciendo es el que está basado en la distribución de música vía streaming, que brinda acceso online a infinidad de canciones sin necesidad de descargarlas, ya sea en forma gratuita, bajo el soporte de publicidad, o bien mediante suscripción, que elimina los avisos y ofrece algunos extras a los “abonados”.

Uno de los íconos de este negocio es Spotify, un servicio de origen sueco con disponibilidad en Noruega, Finlandia, España, Francia, Holanda y el Reino Unido, que ofrece un catálogo de más de diez millones de canciones gracias a un acuerdo de licencias con las cuatro discográficas más grandes (Sony, Universal, EMI y Warner), que también son accionistas de más del 15% de la compañía.

Según su fundador, Daniel Ek, en declaraciones del diario El País de España, “el futuro de la música está en el acceso más que en la propiedad” y “a la gente le da igual tener o descargarse canciones. Lo que quiere es acceder a ellas”. La industria parece estar en sintonía con esa idea y así han aparecido varios emprendimientos de este tipo como Grooveshark, We7 y Deezer, con algunos resultados interesantes. Solo en Gran Bretaña, los servicios de streaming musical tuvieron ingresos por más de u$s 12 millones en 2009 (un 247% más que 2008), y los sitios de suscripción aumentaron un 37,2%, y llegaron a los u$s 18 millones. Pero, ¿son rentables?

La gran popularidad que Spotify consiguió en sus dos años de vida se cimentó en la gratuidad del servicio, basado en publicidades que rotan cada tres o cuatro temas. De sus diez millones de usuarios, solo 650.000 pagan entre 4,99 y 9,99 euros por mes para escuchar música sin avisos y con mejor calidad de audio, entre otros beneficios. We7 es otro ejemplo de un esquema que muestra sus grietas: el sitio inglés tuvo ingresos por 412.000 euros en 2009, pero costos por 1,72 millones. Las visitas únicas mensuales crecieron un 1.350% en el año, pero eso no alcanzó para corregir un rojo de 4,18 millones de euros.

Así, el streaming basado en publicidad oficia más como una estrategia para recolectar suscriptores a un esquema pay per listen que otorgue el verdadero sustento financiero. Spotify requiere que al menos el 10% de sus usuarios sean pagos para no dar pérdida. Es por esto que la empresa está intentando hacer pie en Estados Unidos para expandir su base, pero se encuentra con la reticencia de varios players vinculados a la música digital que dudan sobre la viabilidad comercial del sistema ad-supported, entre ellos Apple, que no quiere que un servicio de escuchas gratis le ahuyente compradores de downloads o clientes de un futuro (y cada vez más rumoreado) iTunes streaming.

Sonido local

En nuestro país, un modelo similar al de Spotify es el de Sonora, el canal de streaming musical creado por el ISP Speedy y el portal Terra (ambos de Telefónica) en alianza con las sedes locales de los cuatro major labels. Ofrece acceso a más de un millón de canciones bajo dos esquemas: “Free” (permite a cualquier persona la escucha sin cargo de hasta 20 horas por mes no acumulativas, con spots que se intercalan cada cuatro temas y sin posibilidad de downloads) y “Plus” (exclusivo para clientes de Speedy, con acceso en forma ilimitada y hasta diez descargas mensuales por $16,90, que se incluyen en la factura del proveedor).

“Es un aprendizaje, porque no había experiencia de un servicio de este tipo en la Argentina”, explica Alejandra Prado Torres, responsable de producto de Telefónica, quien agrega que hoy tienen “más de 300.000 visitas únicas por mes y más de 80.000 usuarios, la mitad pagos”.

Sonora es el único servicio de streaming y uno de los pocos sitios que comercializan música digital en el país, junto a Personal Música (de Telecom) y BajáMúsica, entre los más conocidos. Según datos de CAPIF, la cámara que agrupa a las discográficas en Argentina, solo el 13% de la distribución de música digital se hace por canales de internet. El 66% está en manos de la telefonía celular.

“El digital es un negocio de canciones, muy diferente a vender álbumes, y en Argentina el 99% pasa por los celulares”, afirmó Diego Villanueva, director de Marketing de Warner Music Argentina, para quien “las telefónicas son nuestros Musimundos” en lo que a la distribución local de música digital se refiere.

En nuestro país, en 2009 las ventas digitales representaron el 7% del market share total, cuando el promedio en la región es del 15, de acuerdo a CAPIF. ¿Son estos números el resultado de que el negocio local esté tan atado a las operadoras de telefonía? Y si es así: ¿por qué no se han desarrollado otras vías digitales de consumo, como sitios web especializados?

“Nosotros vemos personas que tienen la voluntad de comprar online y no saben dónde hacerlo. ¿Creés que el que paga $5 más IVA por un mastertone de 30 segundos para el celular no va a querer descargar un tema completo por $3? En el país no hay una tienda online atractiva y si hubiera un modelo como iTunes, donde la gente puede encontrar todo lo que busca con una forma sencilla de pagar, yo creo que funcionaría”, opina Villanueva, pero señala: “Aunque hay otro problema: acá el método de pago es un dolor de cabeza, y nadie quiere poner la tarjeta para comprar canciones, un poco porque está instalada la idea de que la música es gratis, y no es así”.

Publicado hoy en el suplemento IT Business del diario El Cronista.


viernes, 5 de noviembre de 2010

Recoil: una hora extraordinaria

El ex Depeche Mode se presentó ayer en Niceto y sumergió a 750 personas en una función de película.


Foto: Tomás Correa Arce

Alan Wilder lo dijo en una entrevista a Rolling Stone días atrás: "No se parece en nada a Depeche Mode, de verdad" (ver más abajo). Los que todavía no le creían ayer no lo escucharon: lo vivieron. A las 21:30 el telón de Niceto Club se corrió no para dar otro concierto, sino para rodar un recital. "Recoil: A Strange Hour", se leyó en la pantalla, y un solitario Paul Kendall tras su laptop comenzaba a hacerle la película a 750 espectadores parados en las butacas de sus oídos.

Wilder apareció y se vino el estallido. Aviones y bombas comenzaron a caer al ritmo del electro-blues de "Pray", lo que inició el recorrido multimedia a lo largo de ese imaginario de ambient, trip-hop, avant-garde e industrial que es Recoil. Pegado, "Want" encantó con la sensual perversión de las imágenes del ilustrador H. R. Giger solo para hacernos acabar en el cabaret de la lujuriosa "Drifting". La excentricidad al palo, pero ¿qué carajo está pasando?

¿Estamos visualizando un soundtrack o escuchando un film? ¿Son estos los ecos perdidos en los ojos de David Lynch? ¿O acaso somos víctimas de una placentera sesión de brainwashing? Sonido y visión fusionados en una proyección de la imaginación, Recoil es un experimento vivo de inner cinema: el ver representado como última manifestación del escuchar. Abrí los oídos y mirá.

Un micro Vélez apareció cuando Wilder tomó posesión de Depeche Mode. La belicista "The Killing Ground" entró en combate con un mix de "Never Let Me Down" y la audiencia celebró la guerra con la coreografía marca registrada de la canción: brazos arriba agitados de un lado a otro y Niceto transformado en un estadio de maíz al viento. La escalada armamentista explotó cuando apareció en escena un corrosivo "Zephyr Mix" de "In Your Room". ¿El resultado? Sudor y cenizas entre la gente y un Alan Wilder que emerge triunfante como la figura que puede hacer y deshacer a su ex banda.

"Stalker" y "Faith Healer", con las imágenes del vocalista Douglas McCarthy cual maníaco predicador de fondo, empezaban a señalar que el fin estaba cerca. Con "Shunt" llegaron los créditos, pero esta celebración negra aún tenía una escena sorpresa. "Supongo que quieren escuchar algo más de Depeche Mode", dijo Wilder para el bis y, tras la estruendosa hambruna del público, extendió la función con un cierre memorable apropiándose de dos clásicos de sus otrora compañeros. Una ¿trip-hip-hopera? versión de "Walking in my Shoes" mezclada con "Jezebel" y "Personal Jesus" intervenida y reconfigurada con "Edge to Life": un mash up realmente violador.

Fue todo. Oscura, sensual, confusa, la hora (y cuarto) extraña fue, sobre todo, extraordinaria en todos los sentidos.

The end.

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