viernes, 8 de febrero de 2013

Hasta siempre, 30 Rock

Este domingo se estrena en nuestro país la temporada final de la brillante sitcom, que concluyó la semana pasada en Estados Unidos. Léxico y bestiario propios, ironías pop y metahumor a diez gags por minuto: cómo Tina Fey revolucionó la comedia en la última década.

"Espero que 30 Rock tenga una larga vida mediante la redifusión. Ansío una nueva generación de nerds que la descubra y la disfrute. Ojalá sobreviva de esa manera", les dijo Tina Fey a los periodistas en los Screen Actors Guild Awards 2013, tras obtener su quinta estatuilla a mejor actriz en serie de comedia. Un reconocimiento más para un programa que, a lo largo de sus siete temporadas, cosechó (entre diversas premiaciones) 145 nominaciones y 39 galardones.
Quizás este sea el último, porque ya está. Se terminó. El show que desde el backstage de un programa de TV se burlaba descarnadamente de toda la industria televisiva (y de la vida en Nueva York y de la política estadounidense y de la cultura norteamericana y de.) tuvo su capítulo final el pasado jueves, 31 de enero. Y esa sitcom que empezó como un tímido "Behind Saturday Night Live" se despidió como el programa que revolucionó la comedia en la pantalla chica durante la última década.
30 Rock es, a este comienzo de milenio, lo que Seinfeld significó en los 90: un campo de distorsión de la comedia tradicional por el talento, el magnetismo y la locura de sus creadores para inventar un universo de leyes propias para el humor. Claro que no son comparables (en especial, en "popularidad"), pero son varios los paralelismos que se pueden trazar entre las obras de Fey y Jerry Seinfeld: dos sitcom ambientadas en la Gran Manzana; con un agudísimo poder de observación y timing; lideradas por humoristas indivisibles de sus personajes (Fey como su álter ego Liz Lemon, Seinfeld como sí mismo); neuróticos; entregados a su profesión; nerds; cargados de manías y con una dinámica no sexual de pareja (la relación Fey/Lemon con Alec Baldwin/Jack Donaghy, similar a la de Seinfeld con Elaine/Julia Louis-Dreyfus).
Pero, sobre todo, las dos series supieron dar vida a un extraño y personal mundo y consiguieron que el espectador lo entendiera y lo adoptara como propio. Al igual queSeinfeld, 30 Rock tiene su bestiario: una colección de personajes desquiciados e inolvidables, desde los protagonistas secundarios, Tracy Jordan y Jenna Maroney (dos caras del narcisismo actoral), hasta Greenzo (la mascota ecológica de NBC), el Generalissimo o el Dr. Spaceman(se pronuncia "SPA-chemen", recuerden).
También supo acuñar un vocabulario de catch phrases y expresiones como "Ya burnt!" "Whuck", "Myirt!", "Thoughtsicles", "Menendez", "Dealbreaker" o "Blerg". Son tantas que hasta dan para un diccionario propio.
Y todo está en hipervínculo con un multilayer de referencias culturales, que construyen un imaginario de ironías pop donde los "Chessy Blasters" y los chizitos mexicanos "Sabor de Soledad" (capaces de provocar falsos positivos en tests de embarazo), conviven con el videojuego porno Goregasm: The Legend of Dongslayer; la novela Los amantes clandestinos;el reality MILF Island; la serie Bitch Hunter y toda la filmografía de Tracy Jordan (Black Cop - White Cop, Fat Bitch, Who Dat Ninja y otros títulos que resuenan en la memoria del Eddie Murphy más bizarro).
Todo se retroalimenta en 30 Rock. Es una red neuronal de metahumor y sus gags hacen sinapsis con toda la cultura multimedia contemporánea en cantidad y velocidad nerviosa. "Los remates pasan tan rápido que hasta la gente más inteligente necesita rebobinar -cuenta el periodista de RS USA, Brian Hiatt-. Un laborioso bloguero calculó que un episodio de 2010 promediaba 9,57 chistes por minuto".
Es una forma de entretener que ya no veremos más así, en su forma original, pero que podemos reconocer en las sonrisas de Community, New Girl, The New Normal, Parks and Recreation, Go On, Better Off Ted y otras series que llevan (y llevarán) sus genes.
Canal Sony estrenará en nuestro país la temporada final en el desafortunado horario del domingo a las 15. Parece una penitencia por ser tan weird, pero no importa. Para los que no hacemos siesta, será la oportunidad de comenzar a extrañarla, de empezar a criar esa generación de nerds que, gracias al cable, la mantenga viva por siempre.

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