Se estrenó Su realidad, un viaje alucinante por el mundo y la cabeza del linyera
del tango.
Parte
documental de una gira mágica y misteriosa, parte mockumental rockero, parte road
movie química, parte film silente
de los años 20. Tan inclasificable como el arte de su protagonista es Su realidad, la película que sigue el tour de Daniel Melingo por Europa de una
forma tan histriónica como onírica y que ya puede verse en el MALBA y en el
cine Gaumont.
Dirigida por
Mariano Galperín (Chicos ricos, Dulce de leche), el relato trascurre
entre las presentaciones del músico en París, Londres, Bruselas y otras
ciudades del viejo continente, como telón de fondo de un backstage surrealista en el que el protagonista
viaja entre recuerdos, estados alucinógenos y encuentros con amistades.
“Hace mucho
que hacemos cosas con Daniel, desde las tapas de los discos de Los Twist, y
siempre tuvimos la idea de crear algo más grande juntos. Como está yendo todos
los años a tocar por Europa, empecé a escribir un guión que usara la gira como
piso de situaciones ficcionadas”, cuenta Galperín, quien también interpreta a
un pesado manager de Melingo. “Cuando
estaba pensando la película, estaba muy entusiasmado con todo el mundo surrealista
de los años 20 de Francia, con Breton, Buñuel, Man Ray, y eso se siente en el
resultado final. Y la hicimos ultraguerrilla: arriba de aviones, trenes y en
lugares donde no se puede filmar ni de casualidad”.
Con
toques de comedia picaresca lisérgica, la gira es el marco para que Melingo dé
rienda suelta a un Tom Waits chaplinesco, estrella de curiosas, tiernas y
desopilantes situaciones: desde un peligroso encuentro callejero con un linyera
fumón hasta momentos de realismo mágico argentino en pleno primer mundo, como
cuando entona a bordo de un tren germano “Canción para mi muerte” al son de la
marcha peronista. “Le
tuvimos que pedir autorización a Charly García. Se pusieron duros para darnos
el permiso, pero logramos que Charly viera la escena y nos dijo que era un
honor para él estar en la película”, revela Galperín.
El trip también incluye reuniones con
amistades famosas, como zapadas con Andrés Calamaro y Jaime Torres, y una
graciosa charla con el actor Iván Gonzalez, preocupado porque su mujer tiene
que filmar una escena de sexo con un nigeriano de dos metros. “¿Sabés la pija
que debe tener?”, consulta consternado a un Melingo que oficia de confidente
callejero en París. “Me interesaba mucho que el mundo de los afectos reales estuviera
muy presente en la película, para que después el cariño de la ficción tuviera
una base cierta”, explica el director.
Con el
cuerpo yirando en el viejo mundo, pero el corazón siempre en Buenos Aires, en
una escena Melingo se baja en la estación “Argentine” del subte de París y
emerge en plena calle Corrientes, para ir a comprar al kiosco dos triple
Fantoche y dos Cachafaz. ¿Acaso hubo esponsoreo? “Sí: nos dieron dos conitos de
dulce de leche”, responde Galperín. Chan-chan.
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