martes, 22 de marzo de 2011

Morcheeba en Buenos Aires: el sabor del encuentro

La banda inglesa, con el regreso de la vocalista Skye Edwards después de siete años de ausencia, se presentó anoche en el Luna Park y embriagó al público.



Foto de Agustín Dusserre

Espero se entienda, no quiero hacer apología del alcoholismo. Es importante recordar que un par de copas de más pueden terminar en una desgracia. Pero también es justo decir que los que anoche fuimos al recital de Morcheeba salimos del Luna Park con una inofensiva borrachera alegre. Esa que te relaja y te hace querer hacer las paces con el mundo. La misma curda que se agarraron los hermanos Godfrey cuando, a fines de 2009, se juntaron a cenar con Skye Edwards para convencer a la emblemática cantante de regresar a la banda luego de haber sido "invitada" a dejarla tras la edición de Charango, hace ya más de siete años. Y sabemos que si algo cura las heridas es el alcohol, por eso, unos cuantos wiskachos y listo: Morcheeba olvidó rencores, ahogó las penas de un par de buenos discos sin identidad (The Antidote y Dive Deep), y recuperó memoria y voz de un trago (bueno, de varios).
Y así es como empezó la noche de anoche, en la que el trío llegó a Buenos Aires para presentar Blood Like Lemonade, su último y gran trabajo, donde vuelven a iluminar el trip-hop con las sensuales luces del blues y soul.
Vestida de rojo y abrigada por una ovación, Edwards salió al escenario de un Luna Park transformado en un enorme chill out room para arrancar con "The Sea". La parsimonia lounge del público del campo no iba a durar mucho. "¡Están sentados! ¿No se quieren parar un rato?", pidió la vocalista y arriba todo el mundo para moverse con "Friction" y "Otherwise". "Es la primera vez que estoy en Argentina y estoy muy contenta", dijo momentos antes de "Never An Easy Way", y su sonrisa se transformó en un flash que no se apagaría en toda la noche. Después vendría un mix temporal: "Even Though" (primer corte del nuevo disco) y el ya clásico "Part Of The Process", todos con una ejecución y sonido impecables.
Edwards realmente parecía alegre por la visita, pero también por el chupi. "¿Qué tenés en ese vaso?", le preguntó al guitarrista Ross Godfrey, uno de los cerebros de la banda y motor del quinteto que la acompaña en vivo. "¡TEQUILA!", gritó él. "Uy, el mío ya está vacío. ¿Alguien tiene whisky?", dijo entre risas y descorcharon la sangría de "Blood Like Lemonade".
El rush etílico se subió al escenario y a la cabeza. "Está empezando a hacer calor acá: ¿tienen ganas de relajarse un poco?", preguntó la vocalista y "Slow Down" trajo calma al boliche, con bola de espejos incluida. Enseguida llegó el mejor momento musical del show: "Crimson", un tema que demuestra por qué Blood Like Lemonade es la continuación natural y justa de Big Calm (1998), con una performance vocal descollante y un encendido solo de Godfrey en trance con David Gilmour. ¿Morcheeba es cosa del pasado? ¡Ni en pedo!
"Trigger Hippie", "Beat Of The Drum", "Blindfold" y una "Over and Over" con toques de bossa continuaron la fiesta. Luego, "Be Yourself" (con un fraseo de "Music", de Madonna, jugueteando colado) y el himno publicitario "Rome Wasn't Built in a Day" señalaron el final del encuentro.
Salú, Morcheeba. Ojalá vuelvan pronto con más noches como la de anoche, de elegancia, relax, amigos, mujeres hermosas y música embriagante. Brindo por eso (con moderación).
Publicado hoy en Rolling Stone >>

viernes, 18 de marzo de 2011

Cine: estrenos destacados de la semana

Sanctum 3D

¿Escucharon el dicho que dice “donde hay agua hay vida”? Bueno, en el cine es “donde hay agua está James Cameron”. El famoso director de Terminator y Avatar tiene cierta obsesión con el entretenimiento sumergible. ¿Ejemplos? Piraña 2, El Abismo, Titanic y varios documentales sobre los misterios de las profundidades, como Expedición Bismarck, Fantasmas del abismo y Aliens of the Deep. Incluso fue productor de la versión de Steven Soderbergh de Solaris (basada en la novela de Stanislaw Lem sobre un planeta compuesto enteramente por un mar inteligente). Teniendo en cuenta tanta fijación, no quiero imaginar lo que debe ser la piscina de su casa.

Ahora el autor vuelve a la producción de una aventura acuática en este caso dirigida por el novel Alister Grierson, y que es la historia “basada en un hecho real” de una expedición de buzos que se encuentran con unas cuevas submarinas inexploradas de Papúa Nueva Guinea. Una feroz tormenta inunda el lugar y atrapa a sus miembros, que deben encontrar una salida de forma urgente para no morir ahogados.

Es un film con gran trabajo de efectos especiales 3D y decorados. Todas las secuencias submarinas se rodaron en un enorme tanque de agua de los estudios Village Roadshow en Australia, que tiene capacidad para más de 7 millones de litros de agua y donde se construyó un gran escenario acuático, incluso una cascada de 14 metros. Técnica y visualmente, la cinta logra transmitir la sensación de encierro, asfixia y desesperación por escapar de las profundidades. Ojalá el guión fuese tan creíble como el decorado.La conflictiva relación entre un padre y su hijo, el motor dramático del relato, hace agua por todos lados: pobres interpretaciones (en especial la del joven Rhys Wakefield) y una “profundidad” de diálogos que pueden provocar embolia en el espectador. Pero bueno: era de esperar que la falta de oxígeno afectara tanto ideas como comportamiento.

Después de ver Sanctum, uno emerge del cine agradeciendo que a Cameron, tan afín al sentimentalismo marino, nunca se le haya ocurrido producir Buscando a Nemo.


Un despertar glorioso

Hagamos un test: películas sobre chica dulce y muy capaz que se sobrepone a exigente situación laboral. Las reglas de Buddy (1994), Secretaria ejecutiva (1988), El diario de Bridget Jones (2001) y El diablo viste a la moda (2006) son algunos títulos que me vienen rápido a la cabeza.

El film del sudafricano Roger Michell (autor de la siempre disfrutable Un lugar llamado Notting Hill) se basa en esta fórmula haaaaarrrrto probada para construir un relato sobre una productora de TV (Rachel McAdams) que es contratada por una cadena para tratar de salvar un show matinal de noticias y variedades de muy bajo rating, y tiene la idea de sumar a un periodista “de raza”, hosco y malhumorado (Harrison Ford) para hacer dupla conductora con una caprichosa y desvergonzada Diane Keaton.

Con muchos lugares comunes y alguna que otra escena simpática, el film supone una mirada tierna y humorística sobre el trastornado backstage de un programa de televisión a partir del choque de egos y personalidades. En la pantalla, termina siendo una versión de la serie 30 Rock for dummies.



Solo tres días

La nueva obra de Paul Haggis (quien ganó el premio Oscar a mejor película y mejor guión adaptado por Vidas cruzadas) es la historia de un devoto esposo (el siempre impávido Russell Crowe) que planea durante años el escape de prisión de su mujer, condenada por un asesinato que, aparentemente, no cometió. Es un thriller algo largo pero entretenido, con un poco de acción y algún que otro “giro sorpresa” que sabe mantener el ritmo y la atención del espectador, quien también podrá discutir sobre el dilema moral que plantea la trama. Pero, por sobre todo, Solo tres días es un film educativo para cualquiera que esté dispuesto a delinquir por amor. Por ejemplo:

- Nada de andar escondiendo una lima dentro de una torta cada vez que vaya de visita carcelaria. Es hora de modernizarse. En Solo tres días, Ud. puede aprender a hacer llaves universales que le permiten acceder a distintos sitios de una prisión.

- Si es Ud. es un buen estadounidense promedio cuyas circunstancias y sentimientos lo fuerzan al delito, por favor venda antes su automóvil Toyota Prius. Los criminales con conciencia no dejarán huellas de carbón, pero son más fáciles de atrapar.

- ¿Requiere documentos? En Estados Unidos, siempre hay un falsificador cerca de su domicilio. Solo recorra algunos bares y tugurios que, seguro, encontrará ese pasaporte trucho que tanto Ud. como su familia necesitan.

- Si va a huir del país, lleve un par de ancianos en su auto para despistar a los policías de frontera. Cualquier agente de la ley sabe que los malhechores no escapan con pasajeros jubilados. No olvide: matafuego a mano, balizas en el baúl y una abuela en el asiento trasero son reglamentarios para cualquier fugitivo.

- ¿Hay algún arte delictivo que no domina, por ejemplo violentar la cerradura de un coche? No se preocupe: YouTube puede ser la red social de entrenamiento criminal más grande y efectiva del mundo (bueno, era de esperarse con tanto ladri suelto en Internet, ¿no?).

Por supuesto, no todo es tan inverosímil en esta cinta. Hay que darle el crédito a Solo tres días de ser el primer film en mostrar a un estadounidense buscando dónde queda un país sudamericano en un mapa. ¿Querían cinéma vérité? Ahí tienen.

viernes, 4 de marzo de 2011

¿Por qué la música hoy suena mal?

Cada vez más discos se escuchan con un audio comprimido y saturado. En Estados Unidos, una organización propone el 25 de marzo como día para tomar conciencia sobre la "guerra del volumen" que afecta a la industria discográfica. ¿Qué relación hay entre la calidad del sonido actual y los intereses del negocio online?

Hace años que somos víctimas de una guerra que no vemos, pero que si prestamos atención podemos escuchar cada vez que damos play al iPod o al equipo de audio. Desde principios de la década de 1990, se viene desarrollando en la industria discográfica la llamada "loudness war" (guerra del volumen), una tendencia que consiste en aumentar el volumen con el que se realizan las grabaciones. Así, cada disco que se lanza al mercado suena más potente y estridente que el anterior, en el marco de una carrera armamentista sonora. Pero, ¿más fuerte significa más calidad de sonido y mejor experiencia auditiva?
La mala fidelidad del audio de gran parte de las producciones actuales puede tener su parte responsable en los métodos "caseros" de grabación digital, con herramientas y equipos que no son profesionales por más que entreguen un producto aceptable. Pero las razones esenciales parecen atadas a lo cambios en los hábitos de consumo musical: hoy, las mezclas y masterizaciones de los discos se hacen pensando en que las canciones ya no se disfrutan en equipos de alta fidelidad, sino en autos, reproductores de MP3, celulares y computadoras, y en ámbitos de ruido externos, como la calle o el transporte público. El objetivo en el estudio, entonces, pasó de querer hacerse sentir, a tener que hacerse escuchar.
Aumentar la presión del volumen significa reducir el rango dinámico de las grabaciones (la diferencia o distancia entre las frecuencias altas y bajas de un sonido), lo cual elimina todos los matices del audio, aquello que deja distinguir entre lo "suave" y lo "brusco". "Está comprobado que la música más fuerte no implica más ventas y que la hipercompresión conduce a la fatiga auditiva, que aleja al oyente de disfrutar la música", explica Eduardo Bergallo, ingeniero de grabación, mezcla y mastering con más de 1.200 discos en su currículum.
La "guerra del volumen" a la vista




Si bien la "loudness war" lleva décadas en la industria, su relevancia se dio con la salida del álbum Death Magnetic, de Metallica. Tras comparar los audios tanto del CD como de las canciones incluidas en la versión del juego Guitar Hero, un grupo de fans descubrió que algunos picos de saturación del disco no estaban disponibles en el videojuego, ya que tenían una mezcla con mucha menos compresión. La banda se llamó a silencio y, si bien sus seguidores juntaron más de 20.000 firmas para solicitar que el álbum fuese remezclado, el pedido no prosperó. En la vereda opuesta, Guns N' Roses publicó su esperado disco Chinese Democracy con una mezcla que privilegia el rango dinámico. Su aparición sirvió para dar a conocer mundialmente a Turn Me Up, una organización norteamericana que propone el 25 de marzo como el "Día del rango dinámico" para terminar con esta competencia para sordos.
Sebastián Rubin, líder de Rubin y los Subtitulados e integrante de Alvy, Nacho y Rubin, masterizó su último álbum bajo los criterios de Turn Me Up. "Sabíamos que no queríamos excitar tanto el volumen del disco. No fue sino hasta el mastering donde, con Eduardo, charlamos respecto de la compresión y volúmenes finales. Él me decía que era mejor sonar un poco más bajo y que fuera la gente quien subiera el volumen, así el resultado sería mucho más satisfactorio en todo sentido", explica. Si bien, a diferencia de Bergallo, Rubín sostiene que pueden hacerse discos con buen nivel de audio en estudios hogareños, ambos están de acuerdo en otro factor. "La baja de calidad tiene origen técnico (sistemas de grabación baratos, grabaciones y mezclas realizadas por inexpertos) y artístico (los músicos no se dedican tanto a su instrumento y a su proyecto como 20 o 30 años atrás). Por eso, las bandas que más tocan, suenan mejor", afirma el técnico.

Sonido comercial

No sólo hay factores tecnológicos y de educación musical para explicar la saturación del sonido actual: quizás a estos haya que anteponerles las razones comerciales.
En América del Norte y Europa, donde se produce la mayor parte de la música popular, el canal por excelencia de distribución de canciones es el digital. La gente compra la música vía web o desde su celular en tiendas y servicios como Amazon, Spotify, Ovi Music y, en especial, iTunes, que concentra el 70% de las ventas de música digital en Estados Unidos y es el retail número uno de ese mercado, superando incluso a cadenas físicas como Walmart. Según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, por sus siglas en inglés), el valor del segmento digital aumentó 1.000% en los últimos seis años. Hoy hay más de 400 servicios de música en ceros y unos en el mundo y el 29% de los ingresos de los sellos discográficos proviene del canal virtual.
Pero así como el CD fue el soporte comercial para la música "física" de antaño, el presente negocio digital parece estandarizado en la distribución de archivos MP3 (un método de compresión de audio con "pérdida" del sonido original) a una tasa de bits promedio de 192Kbps, lo cual crea archivos de una calidad auditiva similar a la del disco compacto (aunque lejos de ser óptima).
Aumentar la fidelidad del audio de las canciones implica usar formatos sin compresión como, por ejemplo, el WAV o FLAC, que crean mejores archivos pero también de mayor tamaño, lo cual altera toda una ecuación comercial: a más "peso", más almacenamiento, más redes, más ancho de banda y más tiempo requeriría vender música. En pocas palabras: cambiar la calidad del audio es cambiar un negocio; por lo tanto, ¿no hay una relación entre el costo, lo técnico y lo comercial para que la música hoy suene como suena?
"Para las discográficas, la economía está delante de la pasión por hacer música. Hace mucho que se transformaron en empresas muy grandes que van a lo seguro", dispara Bergallo, que agrega: "No se sale del MP3 porque los estándares son difíciles de cambiar. Ese formato se instaló cuando el download era lento y la capacidad limitada, pero hoy podés bajar a mucha velocidad. En cinco años, no vamos a estar hablando del MP3 como lo conocemos ahora. Hay mucha música que no soporta ser escuchada así, pero como eso no pasa con la mayoría del pop y el rock entonces parece que no vale la pena cambiar".
Varios medios especializados revelaron hace días que Apple, eMusic y Amazon, entre otras tiendas online, estarían en conversaciones con los sellos para aumentar la calidad del sonido de los archivos que venden. La idea sería que estos retailers puedan comercializar canciones en 24 bits, que es la frecuencia de muestreo con que se graba la música originalmente, y que luego se degrada a 16 bits para copiarlas en un CD o venderlas en la web.
Por supuesto, el cambio tiene sus consecuencias. Por un lado, gran parte de las computadoras y players que hay en el mercado mundial hoy no es capaz reproducir audio en 24 bits, con lo cual hace falta una renovación tecnológica. Por el otro, el formato crea archivos de mayor tamaño, lo que complica la transferencia online, especialmente para aquellos servicios basados en streaming. Además: ¿quién se va a hacer cargo de los costos? ¿Los usuarios estarían dispuestos a pagar más por archivos high-fidelity? "No creo que la calidad del audio sea el principal desafío de la música hoy. Lo que más buscan los melómanos es acceder más fácilmente a la música", dijo a CNN Shawn Lyden, jefe operativo de Sony Network, empresa que acaba de lanzar en Estados Unidos el servicio pago de streaming Music Unlimited.
¿Es esto realmente así? ¿Un pibe que oye su iPod en el subte prefiere la comodidad sobre la calidad? ¿O acaso este no es otro síntoma de una cultura que nos ha adoctrinando el oído a la forma de un negocio? Quizás también haya que subir el volumen de estos cuestionamientos para empezar a escuchar música mejor.
Leer en Rolling Stone >>