martes, 30 de agosto de 2016

“Katatonia no es happy music”

Hablamos con Niklas Sandin, bajista de los metaleros suecos, antes de su show en Buenos Aires este 2 de septiembre.



Katatonia pertenece a esa generación de bandas del metal que, junto a Paradise Lost, Anathema, Opeth y My Dying Bride, entre otras, fueron dejando atrás los guturales sonidos del doom para abrazar melodías y complejidades progresivas sin perder un ápice de penumbra. La miseria, la melancolía y la pena siguen ahí, pero el ánimo fue cobrando una luz (negra) de esperanza.

«Katatonia busca elevar el lado oscuro de la vida y quizás conducir esas cosas que no son tan placenteras. Levantarte de esos momentos y períodos de tristeza que tiene todo el mundo —explica Niklas Sandin, bajista de la banda sueca a Generación B—. Algunos grupos escriben sobre salir de joda y tomar cerveza, otros sobre conocer el amor de tu vida y caminar sobre las nubes. Pero es muy probable que tengas que pasar por duros períodos para llegar al amor de tu vida, cuando todo se ve pálido y desalentador. Esto no es “happy music”, ja, ja».

Así, la discografía del cambiante quinteto siempre liderado por Jonas Renkse y Anders Nyström,  
se fue iluminando de matices que incluyen hasta un disco como Dethroned and Uncrowned (2013), que remezcla y desnuda las canciones de Dead End Kings (2012), hasta llegar a The Fall of Hearts, su último trabajo, lanzado hace apenas tres meses, que vendrán a presentar a Buenos Aires el próximo 2 de septiembre en Uniclub.

“Estamos personalizando el show para la audiencia de Latinoamérica, pero no queremos revelar nada. Claro que, después del primer recital, puede que quede revelado en YouTube, ja, ja. Va a ser una sorpresa: si no, es como contarte toda la película sin que la hayas visto”, prometió el músico.  

Hablemos primero de Dethroned and Uncrowned. ¿Cómo fue el proceso de volver a abordar y repensar las canciones de Dead End Kings?

La idea fue ir hacia el fondo de esas canciones, porque tenían mucha información y había todo un paisaje allí atrás. Y creíamos que los temas se podían sostener sin todos los elementos pesados que tenían encima. La idea fue reducirlas al máximo, mostrar sus fondos, volver a arreglar las guitarras y presentarlas como eran, en otro nivel.

Fue un lanzamiento financiado por los fans. ¿Cómo fue la experiencia de experimentar con el crowdfunding?

Fue muy bueno y funcionó mejor de lo que creíamos. Hubo una gran demanda, porque a la gente le gustó la idea desde el principio. Entre todos nos pusimos a pensar cómo hacerlo interesante. Y se nos ocurrió lo de ofrecer algo de memorabilia, cosas que fueran copadas y que resultaran atractivas. Así no solo estás brindando nuevas impresiones de la música, sino algo más.

¿Que The Fall of Hearts sea el décimo disco de Katatonia y que la banda esté cumpliendo 25 años de historia tiene algún significado especial para vos?

Bueno, yo hace solo cinco años que estoy en la banda, así que no puedo decir mucho, ja, ja, ja. Creo que hubiera sido muy raro que yo estuviera desde los comienzos. Ha sido un viaje muy interesante. Si escuchás el primer disco, creo que nadie hubiera imaginado que tendríamos el sonido de hoy 25 años después. Hubo un crecimiento y una maduración, un desarrollo natural en la música. 
   
¿Qué pasó en la vida de la banda en estos cuatro años que hubo entre el último trabajo y el anterior? Por lo pronto, hay dos integrantes  nuevos…

Sí, tenemos a Daniel Moilanen, que llegó hace un año y medio, y a Roger Öjersson, que también toca en Tiamat y debe ser bastante conocido en Sudamérica. Y estamos muy bien. Está claro que perder miembros forma parte de la progresión natural de las cosas, porque la vida cambia y así también las prioridades de cada uno.

¿Cómo es trabajar con Jonas y Anders? Quien quizás no conoce la banda a fondo puede interpretar que se tratan de dos tipos muy posesivos y controladores, que no dan espacio para la colaboración del resto.  ¿Es así?

Eso es realmente interesante porque hay mucha gente que piensa así, pero realmente tenemos ese nivel de libertad de aportar en el proceso de composición. Por supuesto que hay una base, un núcleo de las canciones que ya está hecho por Jonas y Anders. Pero, cuando se trata de completar los temas, ellos nos alientan a llevar nuestras ideas y sugerencias, porque confían en nosotros. Y muchas veces las descartan y otras veces piensan que son geniales. Hay un diálogo abierto al momento de grabar; si a alguien se le ocurrió algo que funciona mejor, se hace. No hay un molde que tengas que respetar. No son los compositores fascistas que algunas personas se imaginan, para nada.

¿Qué bandas estás escuchando actualmente? Y no nos vengas con las cosas cool: queremos conocer tus placeres culposos.

¿Mis placeres culposos? Ja, ja. Mmmh, no sé si existen… Estuve escuchando el último disco de John Bonamassa, Blues of Desperation, que está muy bueno. Y también bastante de Diana Krall, pero tampoco califica como placer culposo. También espero ansioso el nuevo disco de Opeth… Me parece que voy a tener que buscar cosas más berretas para escuchar, ja, ja.

Nos imaginábamos algo de ABBA o Ace of Base…

¡ABBA es genial! Y tengo varios vinilos de ellos en casa. Si alguna vez venís a Estocolmo te llevo al museo de ABBA en donde ¡podés cantar junto con sus hologramas!



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martes, 23 de agosto de 2016

50 años de rock nacional: habla la nueva guardia (parte 5)

Este mes, Valle de Muñecas, Guauchos, Ministerio de Energía y Bandalos Chinos cuentan qué piensan sobre el presente y el futuro de nuestra música.



Seguimos convocando a los más destacados artistas emergentes del rock nacional en el año en que celebra sus cinco décadas. Queremos saber qué opinan, qué sienten y qué ideas tienen de sí mismos y de la escena actual aquellos que componen el futuro inmediato nuestra música.

Pasaron cuatro entregas de este especial que se repite cada mes, donde ya reunimos a Marilina Bertoldi, Roma, Sambara, Bestia Bebé, Surfistas del Sistema, Indios, Rayos Láser, Foxley, Reyes del Falsete, Utopians, Ibiza Pareo, Maleza, Científicos del Palo, Barco y Tamesis.
En esta oportunidad, convocamos a Juan Ramírez (Guauchos), Manza (Valle de Muñecas), Jean-Jacques Peyronel (Ministerio de Energía) y Tomás Verduga (Bandalos Chinos).

Transcurridos 50 años de rock nacional, ¿qué opinión tienen sobre el estado actual de la escena local?

Ramírez: A cinco décadas del nacimiento del rock nacional podemos recién empezar a entender que de nacional no tiene nada. Pues la gran deuda cultural del rock argento es aún creer que el rock porteño es nacional, y no conocer las expresiones que viven en el interior de la Argentina y que están cargadas de estéticas sonoras regionales. Después de haber recorrido casi todo el país con nuestra banda y de haber ganado un Premio Gardel al mejor álbum de folclore con un disco de rock, nos damos cuenta de que la oportunidad está en hackear el pensamiento “porteñocentrista”.  Al rock argentino y a los actores que lo conforman (músicos, managers, periodistas) todavía nos faltan ejercicios profundos de autoconocimiento.

Manza: Hay muchas variables. Por un lado está la parte artística, y en ese aspecto me gustan muchos discos grabados en los últimos años. Los que se registraron en estudios más pequeños, o a veces en condiciones técnicas más precarias, van encontrando la manera de compensar con búsqueda estética esas “deficiencias” técnicas. Y como yo creo que la búsqueda estética (en lo respecta a la producción) es algo que siempre le ha faltado al rock argentino, me gusta esa situación.

El rock independiente, el que se mueve por fuera de las grandes compañías y por lo tanto no tiene tanto acceso a los medios masivos de comunicación, sigue siendo incapaz de generar un circuito de medios alternativos que tenga un alcance importante. No me refiero a las bandas, sino a todo lo demás: radios, fanzines, blogs, sellos. Hay un montón de esas cosas sucediendo, muchas buenísimas, pero nunca llegan a formar un público que haga que todo sea autosustentable. Toda la gente que se dedica a eso lo hace por pasión y necesita un trabajo aparte. Igual que la mayoría de las bandas. 
Los lugares para tocar siguen teniendo los mismos problemas (de infraestructura técnica y de habilitación, entre otras cosas) que tuvieron desde que yo tengo memoria, y ya cansa esa situación. El Estado (el de la ciudad o el de la nación, ahora o antes) no hace nada por mejorarla. Está bien si el Estado abre un espacio, pero no se trata solo de eso. Es muchísimo más importante facilitar las condiciones para que alguien pueda abrir un espacio para que se desarrolle la actividad, que se pueda tocar al volumen necesario sin tener conflictos con los vecinos, que no haya un sistema corrupto de inspecciones, etcétera. Pero claro, eso no tiene rédito político.


Peyronel: Por un lado, la Argentina sigue teniendo una producción musical apabullante. No creo que pase en ningún otro lado del mundo. Después, siempre hay dificultades de producción, sobre todo económicas. A los grupos les cuesta mucho poder grabar bien y con comodidad debido a los gastos que eso representa. También es difícil tener acceso a instrumentos, hardware y software necesarios para producir acorde a las necesidades creativas de cada uno. Creo que lo mejor a destacar es que siempre hay renovación de conceptos. El día en que no haya eso, estaremos en receso. La idea es que estos nuevos conceptos artísticos emerjan y no sean tapados, o que la gente se interese en buscarlos. No hay que casarse con nada y no hay que temerle a la locura aplicable.

Verduga: Estamos en un buen momento de la escena. Están apareciendo artistas muy buenos, con muchas ganas. En los últimos años, hubo una transformación en la manera de pensar de la gente y creo que, más allá de lo nacional, hay un movimiento global, claramente ayudado por la tecnología. Particularmente en el país, nosotros pertenecemos a la generación post catástrofe de Cromañón. Esa tragedia fue importante, porque era un lugar representativo de muchos locales que trabajaban de una manera para permitir que las bandas toquen, sobre todo en Buenos Aires. Y el desastre que pasó fue un momento de crisis. Me abstengo de opiniones de índole política y social porque no sé si es el lugar para hacerlo. Solo digo que, a nivel de gestión cultural, fue una ruptura: yo no viví esa época tocando, pero me doy cuenta de cómo afectó a los gestores de música, y al público de bandas. Ahora todos nos cuidamos más entre todos.
Pero, a la vez, la oferta de “venues” que estén buenos, que se labure bien, que estén preparados para sostener tales eventos, es muy acotada. Por suerte, eso generó una contracultura, en la que muchas bandas nos unimos para hacer festivales, fiestas y fechas autogestionadas, directo del artista hasta el receptor y con la posibilidad de controlar el bienestar de todo.

Es el momento de la autogestión. Son pocas las ayudas que reciben las bandas, ya no existe el sueño del “contrato discográfico”. Casi todas las bandas se producen independientemente, y aunque hay algunos productores que le dan bola a las bandas under, todos tenemos que trabajar y movernos mucho y bien para lograr cosas. Pero eso te da fuerzas. También hay algunos medios que se copan, como es el caso de la Radio BitBox (que pasa a casi todas las bandas que estamos ahí dando vueltas) o Vorterix, que hizo las sesiones en su estudio y eso es un gran apoyo a nivel difusión.
Se le está empezando a dar bola a nuestra generación en festivales como el Lollapalooza o el Music Wins, donde las bandas que somos un poco más alternativas tenemos oportunidad de mostrarnos frente a un público más grande. Pero el mainstream sigue estando lejos, así que hay que aprovechar los nichos y sentirse contentos de que mucha gente esté saliendo a buscar música nueva. Que no sea lo mismo que venimos escuchando en los medios principales desde hace décadas.

¿Se sienten parte de una generación de artistas, de un conjunto de músicos representativo de un momento del país?

Ramírez: Sí, sin duda creo que somos parte de un recambio generacional. No sé si por lo ideológico y artístico, sino por el hecho de compartir la ruta. Creo que los Guauchos tenemos la extrañísima posibilidad de ser una banda emergente dentro de un grupo de artistas que no emerge mucho. Hay realmente ejemplos grosos que no forman parte de ese grupo selecto. También creo que no hay muchas bandas argentinas que estén en una verdadera búsqueda de romper con los estereotipos y todavía hay miedo a despegar del cliché y las formas del rock anglo. Sin embargo, considero que hay esperanza y nos sentimos pares de artistas como Sig Ragga, Huevo, Sur Oculto, Los Arcanos del Desierto, Benito Malacalza, Nde Ramírez y Germán Kalber. Hace un tiempo fuimos parte de un hermoso proyecto llamado ReFa (Rock Federal Emergente Argentino) en donde fue esperanzador compartir experiencias con algunas de estas bandazas.


Manza: Para mí, es una pregunta difícil de contestar. Somos representativos de nuestras intenciones artísticas, no somos la cabeza de ningún movimiento ni llevamos ninguna bandera. Somos ajenos a los momentos políticos y económicos del país, porque nuestra subsistencia no depende exclusivamente de la banda. Nos sentimos un poco pioneros en incorporar ciertas influencias en nuestra manera de hacer música, pero no somos los únicos. Siempre hemos sido un poco parias respecto de las diferentes escenas, y eso es porque nuestra música excede las etiquetas. Casi no hay bandas de nuestra generación con las que nos identifiquemos artísticamente. Norma, Rosario Blefari, Mi pequeña muerte y Fantasmagoria son gente de la cual nos sentimos pares.

Peyronel: Nos sentimos muy conformes con el lugar que ocupamos en la escena. Creemos que nuestra música es bienvenida y suma un nuevo color a lo que hay. Todo está atado al momento en que se genera. En ese sentido, tenemos muchas bandas pares y amigas, pero que no necesariamente compartimos los mismos registros, recursos o estética. Las bandas que más nos interesan de la escena local son Travesti, Victoria Mil y OK Pirámides. Aunque de esas, solo la última está tocando hoy.


Verduga: Hay una bocha de bandas con las que desde hace años nos conocemos. Sin duda, hay un grupo, porque hay mucho respeto y cariño hacia lo que hace el otro. Te das cuenta porque hay un montón de colaboraciones. Por ejemplo, Juan Ingaramo vino a cantar un tema con nosotros. También hicimos uno con Silvestre y La Naranja (con quién compartimos dos integrantes, los hermanos Colombo). Vas a ver una fecha o tocás y está lleno de músicos de otras bandas, porque nos bancamos entre todos. Nosotros nos vemos mucho con Silvestre, Ingaramo, Despertar Antoles, Jean Jaurez, El Zar, Aloe, Nidos, Surfistas del Sistema, Francisca y Los Exploradores, Telescopios y De La Rivera. Con ellos se armaron muchas fechas y se organizaron festivales muy grosos, como el Aruma y el Cria, que la rompieron. Y también con otras con las que no nos cruzamos tanto, pero admiramos mucho, como Un Planeta y Militantes del Clímax. Hay bandas muy buenas, es un momento prolífero.
¿Qué artistas creen que pueden tener un lugar destacado en la escena nacional en los próximos años y por qué?

Ramírez: Haciendo un ejercicio de fe y no de realismo, me gustaría que sobresalgan Toch (Córdoba), Cristhian Ozorio (Corrientes), Experimento Negro (Santa Fe), Pol Nada (Entre Ríos), Las Liebres (Corrientes) y Silencio Blues Trío.

Manza: Puedo nombrar grupos que me gustan, pero no puedo imaginar qué lugar van a tener en el futuro. Hay gente con mucho talento, pero el talento no es lo único que importa. Hay que encontrar los compañeros de banda adecuados y tener ganas de perseverar, entre otras cosas. El medio es hostil o al menos no suele dar estímulos. Mucha gente se hincha las pelotas y queda en el camino, o se lima. O se resienten las relaciones internas porque cada uno tiene distintas expectativas. O pasan los años y las vidas personales de los integrantes adquieren más peso respecto de las aspiraciones colectivas. A los 20, no te importa nada y vas para adelante. A los 40, seguir haciendo discos y giras es un mérito importante. Aparte, en el rock no se trata sólo de tener talento, si no preferiría escuchar a Wagner o Beethoven antes que Sonic Youth o Sex Pistols.

Hay un montón de bandas que me gustan, y a todas les deseo que el futuro los trate bien. El Mató a un policía motorizado, Atrás Hay Truenos, Norma, Fantasmagoria, Pels, Temporada de Tormentas, Viva Elástico, Rosario Blefari, Mi Pequeña Muerte, La Perla Irregular, Compañero Asma, Nave Hogar, Valentín y los Volcanes, Hojas Secas, Bestia Bebé, y la lista sigue y se amplía todos los días. Seguro me olvido de muchos.

Peyronel: Como siempre ocurre, acá los grupos destacados del futuro serán los que prevalezcan más tiempo o los que tengan muchos amigos o pertenezcan a un barrio que los identifique como su banda y así se transformen en fieles. Queremos creer que, en el futuro, se logre un esparcimiento en el público rock. Que se fragmente y vaya a ver los grupos que de verdad les interesen por su calidad musical y no por un sentimiento de pertenencia. Sería muy lindo que los buenos grupos emergentes se mantengan y sigan evolucionando en su música y sus canciones sean cada vez mejores, y no que se resignen a seguir un modelo que les funcione o les quede cómodo. Siempre hay que evolucionar en la música y seguir creciendo.

Verduga: Si bien veo muchas bandas que me parecen buenísimas, creo que todavía falta que aparezca alguien… no sé: trascendente. Justamente, pasaron cincuenta años desde esa generación dorada de artistas como Charly, Spinetta, Cerati y los Redondos. Ellos hicieron una transformación en la música. Ansío que aparezca alguien de ese nivel; un pibe que entienda la canción y la transforme y deje una marca en la sociedad y el momento que estamos viviendo. Creo que nuestra generación está ayudando a que eso pase. Me parece que las bandas que van a tener mucha proyección en los próximos años son El Plan de la Mariposa, Lo’ Pibitos y Sig Ragga. Tienen el nivel musical que se requiere y el poder de hablarle a la gente a través de la poesía, de contar un poco cómo vive y piensa nuestra generación, así que estoy muy atento a los pasos que dan. Y todo nuestro grupo va a seguir trabajando para ganarse un lugar en la gente y creciendo en la música.



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domingo, 14 de agosto de 2016

Entrevista a Jimmy Rip, de Television

Antes de su show, el guitarrista habla del futuro de la banda, Spinetta y el amor por la Argentina, su lugar en el mundo.



Desde hace más de cinco años las calles de Buenos Aires y su “no sé qué” sedujeron a Jimmy Rip para radicarse acá, muy al sur de su Nueva York natal. El músico, que trabajó con leyendas como Mick Jagger y Jerry Lee Lewis, llegó por primera vez al país a finales de los años 90, de la mano Juanse, quien lo convocó para trabajar en su debut solista, Expreso Bongo.

Varios años después, regresó para ya quedarse como un vecino más y ser parte de la escena local. Aquí colaboró con Ciro, Guasones y La 25 y formó su banda, Jimmy Ripp and The Trip, que acaba de editar el álbum Blues Life y se estará presentando en The Roxy el próximo 22 de septiembre.

Pero antes, este sábado 13 de agosto, subirá al escenario del Teatro Vorterix como parte de Television, mítica banda a la que se sumó en 2007 en reemplazo del guitarrista Richard Loyd. “Esta vez haremos más canciones, desde Marquee Moon hasta la actualidad. Y siempre tocamos nuevos temas en cada show. Así que creo que todos van a estar felices”, adelanta Rip a Generación B. Mientras, seguimos esperando un nuevo álbum que el vocalista Tom Verlaine parece que nunca quiere terminar.

Bueno, empecemos por lo que todos queremos saber: ¿Se viene o no se viene el nuevo disco de Television? ¿Todavía siguen las cintas con el nuevo material esperando que Tom vaya al estudio a ponerles voz?
Como siempre, completar el nuevo disco depende de Tom. Pero esperamos terminarlo este año.

¿Qué fue lo que hizo que te acarenciaras con la Argentina como para radicarte acá? Tiene que haber mucho más que ese “espíritu único de rocanrol que hay en país”, que solés mencionar en las entrevistas,  como para haber decidido instalarte…
Creo que la gente siempre subestima las buenas cosas que hay en el lugar donde vive. Ese “espíritu” del que hablo todo el tiempo es, tristemente, algo muy raro en el mundo de hoy. Los argentinos ven a los Estados Unidos como  “el” país del rock and roll. Pero, en realidad, piensan en un lugar que existió hace treinta años. No es así ahora. Estoy acá porque la música es algo que respira y vive, y ese es un lugar en el que quiero estar.

¿En serio pensás que en Nueva York o Londres no hay más pibes entusiasmados con la música, formando bandas? Esas ciudades siguen siendo las capitales de la música, y muchos argentinos te dirían que acá “no pasa nada”, que hace décadas que no salen “grandes artistas como los de antes”…
Quizás debés estar hablando con gente vieja, ja, ja, ja. Escuché un montón de música genial de acá de bandas jóvenes. Acabo de terminar la producción del nuevo álbum de Utopians y, sin ser exactamente nuevos, hicieron un disco excelente que puede pararse delante de música vieja. La gente siempre siente que la música de antes era la mejor, pero hubo y hay buenas y malas bandas en cada era, incluso en esta. Es que tendemos a recordar solo las grandes cosas.

Dijiste que Luis Alberto Spinetta debería ser tan famoso como Stevie Wonder o los Beatles…
Es muy difícil para cualquier persona de cualquier país igualar la combinación de lírica, destreza con la guitarra y canto que tenía el Flaco. Fue un tipo original y único en su clase.

¿No aprovechaste la reciente visita de los Stones para ir a verlos o retomar contacto con Mick Jagger? ¿Qué te gustaría hacer con él si tuvieran la oportunidad de volver a trabajar juntos?
No hay guitarrista en el mundo al que no le gustaría tocar con Mick. Yo tuve la suerte de ser una de las únicas seis personas que hicieron las cosas que hicimos y, por supuesto, me encantaría poder volver a hacerlo.

Hace poco, Is This It de The Strokes cumplió quince años. Todos dicen que son un álbum y una banda que le deben mucho a Television…
Me gusta ese disco y, sí: escucho por qué la gente los compara con Television. Pero la lista de bandas que tomaron “prestado” de Tom y Marquee Moon es muy, muy larga. Ya sabés el dicho: “Siempre robales a los mejores”, ja, ja, ja.

¿Te acordás qué hiciste con el primer dinero que ganaste como músico?
Tenía 12 años y gané 25 dólares. Creo que me compré un pedal Wah-wah y una caja de distorsión. ¡Es lo mismo que sigo haciendo hoy con la plata: no cambió nada! Ja, ja, ja.

Trabajaste con enormes estrellas, pero ¿cuál fue el trabajo más raro que hiciste, ya sea como sesionista o como productor? Si uno pasa por tu Wikipedia, aparece haber tocado con la banda tecno pop alemana Alphaville. Eso es muy extraño…
Lo del disco de Alphaville suele aparecer mucho en las entrevistas. Honestamente, no tengo memoria de haberlo hecho porque fue en un período de mi vida en el que estaba grabando con gente diferente todos los días. Mmhh… No recuerdo nada extraño. Una vez toqué con un cantante universitario en un bar de vino y quesos, y parece que fue algo tan ofensivo que el público nos terminó tirando todo el queso. Fue muy gracioso, pero algunos pedazos me dolieron mucho, eh.

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viernes, 5 de agosto de 2016

Revolver cumple 50: la historia de sus 14 canciones

Un 5 de agosto como hoy, pero de 1966, se editaba el gran álbum de los Beatles. Curiosidades, secretos, anécdotas y origen de cada uno de sus temas.


“Taxman”
¿La primera canción de protesta de los Beatles? Al menos sí fue el primer tema autobiográfico de George Harrison. Ya para 1966, el guitarrista veía cómo buena parte de sus primeros millones quedaban en manos del fisco británico, que retenía un 90 por ciento de las ganancias de personas de altos ingresos. El músico estalló y le pidió una ayudita a su amigo John para redondear una letra cáustica en la que se despacha contra el sistema y se mete con Harold Wilson, por entonces cabeza del partido Laborista y principal impulsor del impuestazo. Extrañamente, Paul le sumó un solo de guitarra, que algunos fanáticos todavía juran que se trata del mismo que el de “Tomorrow Never Knows”, pero montado al revés. Pero no: es original.

“Eleanor Rigby”
La heroína de los seres solitarios casi se llama “Daisy Hawkins”, pero terminó recibiendo el nombre de pila de la actriz Eleanor Bron, que interpretó a la sacerdotisa de Help!, y el apellido de la tienda Rigby & Evens, próxima al teatro donde trabajaba Jane Asher, novia de Paul McCartney, compositor principal del tema (aunque el resto de los Beatles siempre le hayan discutido una porción de autoría). El arreglo de cuerdas tan característico fue idea de George Martin, quien muchos años después dijo haberse inspirado en la banda sonora de la película Fahrenheit 451. En realidad, ese film no se había estrenado al momento de la grabación, y el productor se confundía con el clásico tema de Psicosis, compuesto por Bernard Hermann.

“I’m Only Sleeping”
La famosa periodista Maureen Cleave, aquella que le sacó a John Lennon la polémica frase de que los Beatles “son más populares que Jesús”, alguna vez describió al músico como “la persona más vaga de Inglaterra, capaz de dormir casi indefinidamente”. Paul era quien, con frecuencia, solía despertarlo de sus largas siestas para que fuera a grabar. El sueño era uno de los placeres de Lennon, un tema recurrente de sus letras y esta fue una de las más lúcidas al respecto: “Por favor, no me arruines el día. Estoy a millas de aquí. Después de todo, solo estoy durmiendo”. Toda una oda a la pachorra.

“Love You To”
Otro de los aportes de Harrison es la primera inclusión en un álbum de los Beatles de los sonidos de la India, fruto de la influencia de Ravi Shankar. La letra también está impregnada de sabiduría oriental, con alusiones a la materialidad y lo efímero de la vida. En la grabación, intervinieron varios músicos traídos por Shankar, entre ellos Anil Bhagwat, quien junto a Alan Civil es el primer músico fuera de la banda en ver su nombre publicado en una portada de los Beatles.

“Here, There and Everywhere”
Paul llegó una tarde a la casa de John en Kenwood para una sesión de trabajo y, mientras el guitarrista dormía (cuándo no), se sentó al borde de la piscina y compuso acaso el tema más sencillo, dulce y despojado de un disco que desbordaba en efectos y experimentación. Dicen que las armonías de Pet Sounds de los Beach Boys y la voz de Marianne Faithfull en “As Tears Go By” fueron las grandes inspiraciones del bajista para este delicado momento de Revolver.

“Yellow Submarine”
Paul estaba descansando en la casa de los Asher cuando pensó en una canción para Ringo Starr sobre un viejo marinero. La letra incluía varios submarinos de colores, pero luego solo sobrevivió el amarillo. John y el artista folk Donovan contribuyeron con algunas estrofas, y varios amigos se sumaron para grabar coros. Brian Jones, Marianne Faithfull, Pattie Boyd, Mal Evans y Brian Epstein, entre otros, armaron una verdadera fiesta, entre porros e instrumentos insólitos para generar diversos efectos: silbatos, campanas, cadenas y sirenas. Evans tomó un bombo y comenzó a recorrer el estudio, seguido por el resto en fila cual carnaval carioca. En este despelote fumón se registró la gran canción infantil universal.

“She Said She Said”
Nació de un viaje con LSD que John tomó durante una fiesta en una mansión que Hollywood que la banda alquiló durante su gira por los Estados Unidos en 1965. En la reunión, estaba el actor Peter Fonda, quien se acercó varias veces al músico para decirle “yo sé lo que es estar muerto”, mientras le mostraba una herida de bala que tenía en el pecho cerca del corazón (que se dio por accidente mientras limpiaba el arma de su padre). De esa conversación surgen las primeras líneas de una canción que, en principio, era acústica y llevaba el nombre de “He Said”, hasta que recibió su título y tratamiento sonoro definitivo en el estudio. Fue la última que se grabó para Revolver y una de las que más identifican el espíritu del disco.

“Good Day Sunshine”
La apertura del lado B del álbum es este tema que Paul compuso inspirado en “Daydream”, de los Lovin’ Spoonful, un éxito por aquellos años. Cuenta la leyenda que Patti Boyd, ya esposa de George, estando de vacaciones por la Costa Azul en 1966, recorría los clubes de la zona con su amiga la modelo Zouzou para repartir  a los DJ las primeras copias de esta canción.

“And Your Bird Can Sing”
Una escuchada a la versión incluida en Anthology 2 revela a un John en pleno ataque de risa en el estudio con Paul, lo cual supone una buena dosis de marihuana durante las sesiones y explicaría los enigmáticos título y letra. Incluso la línea “You say you've seen seven wonders” aludiría a un diálogo de aquella famosa noche en la que los Beatles compartieron fasito con Bob Dylan. Por otra parte, en inglés bird es también un término para referirse a una chica. Se ha especulado con que la señorita en cuestión podría ser Marianne Faithfull o Jane Asher.

“For No One”
Durante unas vacaciones en Suiza, Paul se refugió en el baño luego de una discusión con Asher y allí comenzó a dar forma a esta canción de ruptura que alguna vez llevó el título “Why Did It Die?”. En lo sonoro, destaca el uso de la trompa. En un principio, se contrató a Dennis Brain para tocarla, pero murió en un accidente de tránsito antes de la sesión, y así entró en escena Alan Civil, quien consiguió una verdadera proeza: tocar una nota exigida por la partitura, pero que sobrepasaba el registro posible del instrumento.

“Doctor Robert”
¿Quién es en realidad este matasano? Algunos dicen que se trata del galerista amigo de la banda, Robert Fraser. Otros que se trata del mismísimo Bob Dylan. Charles Roberts, médico parte de la troupe de Andy Warhol, y hasta John Riley, quien introdujo a los Beatles en el consumo de LSD, también son sospechosos. Pero Paul declaró años más tarde que la canción refiere a Robert Freeman, especialista en un cóctel de vitamina B12 y anfetaminas que prescribía a todos sus famosos pacientes de Nueva York. Sin embargo, John declaró que el tema “era sobre mí. Yo era quien guardaba las pastillas en las giras”. Lo más probable es que todos estuvieran muy dados vueltas como para recordar de quién estaban hablando en verdad.

“I Want To Tell You”
Tercera canción en el álbum de George, que estaba ganando confianza como un compositor profundo, con una ayudita del LSD. En su autobiografía, escribió que el tema “habla de la avalancha de pensamientos que son tan difíciles de escribir, de decir o transmitir”. Así todo, el guitarrista no sabía cómo titularla y, durante algún tiempo, llevó el sincero nombre de “I Don’t Know”, hasta que finalmente la bautizó como el primer verso.

“Got to Get You into My Life”
Esta es una canción de amor… a la marihuana. Así lo confirmó Paul, quien consideraba al Cannabis un buen remedio para el estrés. “Siempre lo asocié a la pipa de la paz de los indios”, dijo. La versión que se escucha en Anthology 2 revela que el tema nació muy diferente, con una introducción de órgano, más guitarra acústica y una letra ligeramente distinta, hasta que recibió los metales y el estilo “Motown” que la convirtieron una de las piezas más distintivas de Revolver.

“Tomorrow Never Knows”
Alguna vez, John contó que fue la primera canción que compuso bajo los efectos del ácido y siguiendo los consejos del famoso “apóstol” del LSD, Timothy Leary, en su libro The Psychedelic Experience: “Apagá tu mente, relajate y dejate llevar por la corriente”. Entre experimentación con cintas y loops nació, para muchos, la obra maestra del álbum, el sonido que anticiparía Sgt. Pepper y, probablemente, la canción que mostró el futuro del rock: aquí comenzó el arte del sampleo. “Lo que salía de los parlantes y llegaba a mis oídos era absolutamente nuevo. Percibí el comienzo de una nueva era musical”, dijo Klaus Voormann, quien diseñó la portada de Revolver después de escucharla. Fue el primer tema en grabarse, pero el último de la placa. Un final magistral.

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En "Con todo el país", por Nacional AM 870, hablamos del regreso del gran agente secreto.