martes, 30 de agosto de 2016

“Katatonia no es happy music”

Hablamos con Niklas Sandin, bajista de los metaleros suecos, antes de su show en Buenos Aires este 2 de septiembre.



Katatonia pertenece a esa generación de bandas del metal que, junto a Paradise Lost, Anathema, Opeth y My Dying Bride, entre otras, fueron dejando atrás los guturales sonidos del doom para abrazar melodías y complejidades progresivas sin perder un ápice de penumbra. La miseria, la melancolía y la pena siguen ahí, pero el ánimo fue cobrando una luz (negra) de esperanza.

«Katatonia busca elevar el lado oscuro de la vida y quizás conducir esas cosas que no son tan placenteras. Levantarte de esos momentos y períodos de tristeza que tiene todo el mundo —explica Niklas Sandin, bajista de la banda sueca a Generación B—. Algunos grupos escriben sobre salir de joda y tomar cerveza, otros sobre conocer el amor de tu vida y caminar sobre las nubes. Pero es muy probable que tengas que pasar por duros períodos para llegar al amor de tu vida, cuando todo se ve pálido y desalentador. Esto no es “happy music”, ja, ja».

Así, la discografía del cambiante quinteto siempre liderado por Jonas Renkse y Anders Nyström,  
se fue iluminando de matices que incluyen hasta un disco como Dethroned and Uncrowned (2013), que remezcla y desnuda las canciones de Dead End Kings (2012), hasta llegar a The Fall of Hearts, su último trabajo, lanzado hace apenas tres meses, que vendrán a presentar a Buenos Aires el próximo 2 de septiembre en Uniclub.

“Estamos personalizando el show para la audiencia de Latinoamérica, pero no queremos revelar nada. Claro que, después del primer recital, puede que quede revelado en YouTube, ja, ja. Va a ser una sorpresa: si no, es como contarte toda la película sin que la hayas visto”, prometió el músico.  

Hablemos primero de Dethroned and Uncrowned. ¿Cómo fue el proceso de volver a abordar y repensar las canciones de Dead End Kings?

La idea fue ir hacia el fondo de esas canciones, porque tenían mucha información y había todo un paisaje allí atrás. Y creíamos que los temas se podían sostener sin todos los elementos pesados que tenían encima. La idea fue reducirlas al máximo, mostrar sus fondos, volver a arreglar las guitarras y presentarlas como eran, en otro nivel.

Fue un lanzamiento financiado por los fans. ¿Cómo fue la experiencia de experimentar con el crowdfunding?

Fue muy bueno y funcionó mejor de lo que creíamos. Hubo una gran demanda, porque a la gente le gustó la idea desde el principio. Entre todos nos pusimos a pensar cómo hacerlo interesante. Y se nos ocurrió lo de ofrecer algo de memorabilia, cosas que fueran copadas y que resultaran atractivas. Así no solo estás brindando nuevas impresiones de la música, sino algo más.

¿Que The Fall of Hearts sea el décimo disco de Katatonia y que la banda esté cumpliendo 25 años de historia tiene algún significado especial para vos?

Bueno, yo hace solo cinco años que estoy en la banda, así que no puedo decir mucho, ja, ja, ja. Creo que hubiera sido muy raro que yo estuviera desde los comienzos. Ha sido un viaje muy interesante. Si escuchás el primer disco, creo que nadie hubiera imaginado que tendríamos el sonido de hoy 25 años después. Hubo un crecimiento y una maduración, un desarrollo natural en la música. 
   
¿Qué pasó en la vida de la banda en estos cuatro años que hubo entre el último trabajo y el anterior? Por lo pronto, hay dos integrantes  nuevos…

Sí, tenemos a Daniel Moilanen, que llegó hace un año y medio, y a Roger Öjersson, que también toca en Tiamat y debe ser bastante conocido en Sudamérica. Y estamos muy bien. Está claro que perder miembros forma parte de la progresión natural de las cosas, porque la vida cambia y así también las prioridades de cada uno.

¿Cómo es trabajar con Jonas y Anders? Quien quizás no conoce la banda a fondo puede interpretar que se tratan de dos tipos muy posesivos y controladores, que no dan espacio para la colaboración del resto.  ¿Es así?

Eso es realmente interesante porque hay mucha gente que piensa así, pero realmente tenemos ese nivel de libertad de aportar en el proceso de composición. Por supuesto que hay una base, un núcleo de las canciones que ya está hecho por Jonas y Anders. Pero, cuando se trata de completar los temas, ellos nos alientan a llevar nuestras ideas y sugerencias, porque confían en nosotros. Y muchas veces las descartan y otras veces piensan que son geniales. Hay un diálogo abierto al momento de grabar; si a alguien se le ocurrió algo que funciona mejor, se hace. No hay un molde que tengas que respetar. No son los compositores fascistas que algunas personas se imaginan, para nada.

¿Qué bandas estás escuchando actualmente? Y no nos vengas con las cosas cool: queremos conocer tus placeres culposos.

¿Mis placeres culposos? Ja, ja. Mmmh, no sé si existen… Estuve escuchando el último disco de John Bonamassa, Blues of Desperation, que está muy bueno. Y también bastante de Diana Krall, pero tampoco califica como placer culposo. También espero ansioso el nuevo disco de Opeth… Me parece que voy a tener que buscar cosas más berretas para escuchar, ja, ja.

Nos imaginábamos algo de ABBA o Ace of Base…

¡ABBA es genial! Y tengo varios vinilos de ellos en casa. Si alguna vez venís a Estocolmo te llevo al museo de ABBA en donde ¡podés cantar junto con sus hologramas!



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