viernes, 20 de noviembre de 2015

Entrevista a Natalia Lafourcade, después del amor

Antes de su visita a Buenos Aires, la gran ganadora de los Latin Grammy habló de su disco Hasta la raíz y confiesa: “Uno siempre tiene la capacidad de transformar las cosas malas en algo bonito”.



En la batea de “Álbumes postrupturas”, ahí entre 21, de Adele; Sea Change, de Beck; 13, de Blur; Rumours, de Fleetwood Mac; Blue, de Joni Mitchell; For Emma, Forever Ago, de Bon Iver y esa larga y hermosa discografía que nos han dado los corazones rotos, hay que sumar Hasta la raíz, de Natalia Lafourcade.

La cantante sublimó una dolorosa separación de la mejor manera: con un disco precioso, de agridulces canciones confesionales que combinan el indie pop universal con la tradición latinoamericana, en las que el folk urbano se abraza con el huapango y la chacarera para “dejar que el tiempo, a su momento, me cure toda de ti”, como canta en “Estoy lista”.

La artista presentará el álbum en nuestro país con un show el próximo miércoles 25 de noviembre, en el Teatro Vorterix, luego de colmar las 10.000 localidades del Auditorio Nacional de México y quedarse con cinco premios Grammy Latinos, entre ellos el de Mejor álbum de música alternativa. “Tuve un gran equipo de músicos y amigos que me ayudaron a hacer realidad este disco. Entonces, valoro mucho este reconocimiento porque toda esta gente está feliz, y yo también lo estoy —cuenta a Generación B—. Además, no solo ha tenido el agradecimiento de la industria musical, sino del público. Porque, cuando haces algo, no se sabe si va a funcionar. Y ver que la gente lo disfruta lo vuelve mágico y especial”.
Esta popularidad se da, paradójicamente, con tu álbum más íntimo. ¿Cómo manejás la cuestión de encontrarte tan expuesta sentimentalmente ante tanta gente?
Es chistoso, porque las canciones son personales, y cada vez que las canto vuelvo a la situación emocional que tenía cuando las escribí. Pero cuando las liberas y la gente las canta, ya dejan de ser tuyas. Entonces es muy bonito ver cómo otros se identifican con algo que es muy propio. Son experiencias e historias que, a fin de cuentas, todos compartimos.
En el momento en que escribías, ¿sentías que quizás estabas revelando demasiado y te planeaste un límite?
Tenía una necesidad dejarlas salir de esa manera. En realidad, lo que más quería en ese momento era componer buenas canciones. No es que no lo haya hecho antes, pero en esta ocasión debía hacer un esfuerzo extra. Entonces me dediqué mucho a la escritura, le puse muchas ganas y no pensaba si estaba siendo personal o no. Creo que, si lo hubiera hecho, no me habría abierto de esa manera. Al final, cuando escuché las canciones grabadas dije: ¡guauu, es el disco más íntimo que hice! Pero está bien, porque es honesto, transparente. No sé si el siguiente álbum sea tan personal. Siento que fue algo del momento.
Es curioso, porque cuando repasás las carreras de varios artistas, sus mejores trabajos son los que tratan o están relacionados con rupturas amorosas. ¿Por qué pasa esto?
No lo sé. Yo siento que la gente se conecta. Se me hace interesante ver cómo alguien se vincula de inmediato con algunas canciones y no con otras. Creo que, si el público la percibe honesta, la asume de otra forma y se identifica. Pero eso no siempre pasa. Yo he sacado canciones que, para mí, son increíbles, inspiradas… ¡y que no gustan! [se ríe]. Pero no creo que haya una fórmula.
No hay una fórmula, pero es usual que haya más y mejores canciones y álbumes sobre amores rotos o relaciones pasadas que, por ejemplo, sobre la llegada de hijos o la celebración del presente. Como que el dolor parece inspirar y llegar más…
En mi caso, me ha tocado estar inspirada en momentos tanto tristes como alegres. Hasta la raíz tiene mucha inspiración en el desamor, pero tiene canciones como “Palomas blancas”, que habla de México y de la conexión con las cosas simples de la vida, que salió después de una ruptura. Porque, cuando terminas con alguien que quieres y pasaste mucho tiempo con él, empiezas a conectar contigo de nuevo, a pasar tiempo en soledad, y te vas dando cuenta de muchas otras cosas. Está buenísimo poder transformar el dolor. Sí, pasé por un momento muy triste, pero uno siempre tiene la capacidad de transformar las cosas malas en algo bonito.
“Lo que construimos” fue compuesta en Buenos Aires. ¿Cómo surgió?
Esa historia es muy chistosa. Estaba por dar un concierto y, por esas fechas, grababa el disco Mujer Divina, pero me dio tendinitis y no podía tocar. Me dolía mucho el brazo, estaba en el hotel superdeprimida, todo mal, y me agarró un ataque pánico, una cosa horrible. Después de este caos emocional, me di un baño, salí de la regadera, me estaba maquillando para salir al show, y la canción se me ocurrió así, de la nada. Empecé a cantar la letra, la melodía, agarré mi teléfono y la grabé. Después me senté a tratar de terminarla, pero me parecía un tema común y no iba a incluirla en el disco. Fue Cachorro López el que me dijo: “Por favor, metámosla que es hermosa”. Así que la grabamos y ahí está. Él tiene muy buen ojo… ¡y oreja!
¿Cómo es trabajar con Cachorro y qué le aportó en particular a este álbum?
Es supertalentoso, amoroso, lindo, buena persona. Es cero pretensioso y eso me gusta, es lo que quería: alguien superligero, con el que se la pasa muy bien. Al ser un disco tan personal y, en cierto aspecto doloroso, era muy importante tener gente con muy buena vibra en el estudio.
¿Fue un consuelo también?
En algún momento, sí. Era muy duro entrar a grabar: cada vez que me tocaba cantar era un momento bonito, pero fuerte para todos, porque tenía que reconectarme con las emociones.
¿Viste que Cachorro ahora es parte de Meteoros, con Julieta Venegas, Ale Sergi y Didi Gutman? ¿Los escuchaste?
¡Sí, muy bueno!
Si tuvieras que formar tu supergrupo: ¿con quiénes te gustaría hacerlo?
Ay… mmmh. Con Meme (Emmanuel del Real) de Café Tacvba, Ximena Sariñana, Jorge Drexler,  Kevin Johansen y Juan Manuel Torreblanca, que es muy talentoso.
¿Ya estás pensando o componiendo lo que vendrá después de Hasta la raíz?
Lo que se viene es celebrar mis 15 años de carrera: quiero darle su lugar y su momento a festejar estos años de tanto camino y trabajo. Aunque todavía me falta mucho por recorrer: me siento como un adolescente en mi carrera. Aún no sé qué voy a hacer, estoy entre varias opciones.
¡Formá el supergrupo!
¡Es verdad! ¡Estaría genial!



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sábado, 14 de noviembre de 2015

Atentados en Francia: La historia del Bataclan, el teatro de la tragedia

Lugar clave de la noche parisina, tuvo impacto en la cultura rioplatense. Allí se reunieron Lou Reed, John Cale y Nico tras la separación de The Velvet Underground. Los discos que se grabaron en su escenario.



Mucho más que una mera sala de conciertos, el Teatro Bataclan es una pieza histórica de la cultura parisina de los últimos 150 años. Por allí pasaron desde óperas y revistas musicales hasta espectáculos de café concert, películas y conciertos de rock, como el de Eagles of Death Metal que fue escenario de uno de los atentados de ayer.

Con un diseño inspirado en las pagodas orientales, su nombre viene de Ba-ta-clan, una opereta de temática china de Jacques Offenbach, y fue inaugurado en 1865, en una ceremonia a la que asistió Napoléon III (último monarca en reinar Francia y, sí, sobrino de aquel Napoleón).

Entrado el siglo xx, tras sucesivos cambios de dueños, el lugar se consagró como centro del vodevil y los espectáculos de cabaret más “picarescos” de la ciudad, al punto que se formaron varias compañías para llevar sus presentaciones al extranjero. Una llegó al viejo Teatro Ópera de Buenos Aires, a principios de los años 20, con un show tan popular y subido de tono para la época que la expresión “bataclana” se integró al lunfardo para designar a las mujeres descocadas y de “vida alegre”.
Incluso, el famoso tango “Garufa”, de 1927, la tiene entre sus estrofas:              “Del barrio La Mondiola sos el más rana / y te llaman Garufa por lo bacán/ Tenés más pretensiones que bataclana / que hubiera hecho suceso con un gotán”. Y Niní Marshall protagonizó la película de Manuel Romero, Yo quiero ser bataclana, en 1941.

En 1933, el Bataclan sufrió un incendio que destruyó buena parte de su arquitectura original.  Luego de nuevas reformas y cambios de administración, funcionó como cine hasta finales de la década del 60, cuando nuevamente se instaló como plaza para conciertos y exhibiciones.

Dentro de la cultura rock, el Bataclan quedó inmortalizado un 29 de enero de 1972, cuando Lou Reed, John Cale y Nico se volvieron a reunir en vivo luego de la separación de The Velvet Underground. La grabación del concierto fue uno de los bootlegs más codiciados por los fans durante décadas, hasta su lanzamiento oficial en 2004, con el título Le Bataclan `72.
Algunos otros discos que se grabaron allí son Once in a Livetime, de Dream Theater; Au Bataclan, de Jane Birkin; Paris Le Trash, de los New York Dolls; y Live from the Bataclan, de Jeff Buckley, donde interpreta un medley con “Je N'en Connais Pas la Fin” y "Hymne à l'amour", de Édith Piaf. 
Incluso el argentino Jairo pasó por aquel escenario y registró Live Bataclan, editado en 1988.

Hoy es una sala de 1.500 localidades en la que también dejaron su huella Metallica, Oasis, The Police, Prince y The Cure, por solo mencionar algunos artistas. Deftones tenía agendados shows para hoy  y mañana, que ya fueron suspendidos. Y, si bien no hay información oficial aún, se presume que lo mismo sucederá con las presentaciones del blusero Gary Clark Jr. y los británicos Rudimental, programadas para este 18 y 19 de noviembre, respectivamente.

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jueves, 12 de noviembre de 2015

Claptone: desenmascaramos al último misterio del dance

Hablamos con la enigmática revelación mundial de las pistas. Baile y música para todos, sin caretas.



“Mi identidad no es ningún secreto: Me llamo Claptone, tengo algunos cientos de años (cuando envejecés, se te hace difícil recordar la edad exacta) y vivo en Berlín”. Así se presenta la última sensación del dance mundial: con algo de enigma, parte de sinceridad y mucha imaginación. Poco se sabe del intrigante productor y DJ de galera negra oculto tras una particular máscara dorada de origen veneciano que “me fue otorgada hace mucho tiempo, me cuesta decir cómo pasó o si lo imaginé. Solo estoy seguro de que existo, pero qué soy exactamente sigue siendo un misterio para mí hasta hoy”, dice.

Sus crípticas y divertidas respuestas son una cara más de este artista que tomó las pistas con un seductor y melancólico deep house que evoca la vida nocturna de Detroit y Chicago de los 80. “Amo el dance y el sonido esas ciudades. Pero mis influencias van mucho más allá. Mi educación empezó con el canto de las aves y el susurro del viento, y desperté a la música el día en que esta nació. Luego, vino el pop, Elvis, los Beatles, los Stones. Inhalé esas revoluciones sonoras y les di la bienvenida a los Doors, Queen, Kraftwerk, Devo, Depeche Mode, Nirvana, Public Enemy, The Wu-Tang Clan, The Strokes y, claro, abracé el dub reggae, el funk de los 80, el house de Chicago y el tecno de Detroit”, repasa.

El éxito de sus singles “Cream” y “Wrong”, más sus celebrados remixes para Gregory Porter, Pet Shop Boys, Klaxons y Metronomy, lo llevaron a recorrer diversos festivales, clubs y escenarios del mundo (en los próximos días, pasará por Chile y Brasil, “esperando obtener los poderes necesarios” para visitar la Argentina, dice). Y este año, finalmente, lanzó su esperado álbum debut, Charmer, con una larga lista de invitados, entre los que se cuenta a Jay-Jay Johanson, Peter, Bjorn and John, Young Galaxy y Clap Your Hands and Say Yeah.

“Cuando comencé a trabajar en el álbum, tenía la idea de colaborar con artistas que me gustaran mucho, con carisma, que fueran diferentes a lo que usualmente se escucha en la radio —revela—. También buscaba voces con personalidad, de las que no se oyen en todos los discos de house. Al mismo tiempo, no quería escribir un puñado de canciones radio-friendly y llamar a eso un álbum, ni producir una compilación de temas bolicheros. Necesitaba que fuera un disco clásico, una colección de trabajos que se relacionaran unos con otros y tuvieran un sentido en su orden, algo que pudieras escuchar todo de una”.

¿Cómo fueron surgiendo esas colaboraciones?

Le escribí a la gente que me inspiró durante estos últimos años y con la que quería estar involucrado. Incluso visité a muchos después de los conciertos. Artistas como Jimi Tenor, con “Take Me Baby”; Nathan Nicholson, con “Watermelon” de su banda The Boxer Rebellion; Jay-Jay con su primer disco, Whiskey; y Clap Your Hands and Say Yeah, con su maravilloso “Satan Said Dance”, me han abierto nuevas puertas en términos musicales. Entonces, requería de su ayuda para escribir un nuevo capítulo de Claptone. Para las letras, no les di ninguna pauta de cómo deberían ser porque confiaba en su calidad. Sabía que iban a encajar perfectamente en mi sonido. Lo que me devolvieron fue una revelación. Sentí al instante que sus palabras se acoplaban con mi música. Ellos añadieron la capa emocional, social y hasta política que se necesitaba. 

¿Con quiénes te gustaría trabajar pronto?
Con Dave Gahan, Adele y Sting, por empezar; pero hay muchos más.

Hiciste remezclas para varios artistas. ¿Cuáles son las claves de un buen remix?
Escucho la oferta, si me inspira o no. Si se da la conexión, ahí empieza la verdadera tarea. Es un proceso muy demandante en lo emocional. Porque querés conservar la personalidad y el alma del original, pero trasladarla al sonido dance de Claptone, y esa es mi misión.

¿Cuál es tu impresión del dance actual? He escuchado y leído a varios DJ y colegas tuyos coincidir en que la escena está sobresaturada…
Eso me da risa. Podemos estar muy felices de que casi todo aquel que viva en los países privilegiados puede crear música, incluso si hay muchas cosas que no nos gusten. Es un gran avance que cada vez más gente pueda comunicarse y expresarse a través de la música. Y eso es mucho más importante que andar diciendo que hay una “sobresaturación de artistas”, lo cual nos reduce a una especie de entidad económica. Claro que estamos todos metidos en un sistema capitalista, pero debemos intentar diferenciar nuestro trabajo del de un empresario.
Yo hago música como una forma de expresión, para comunicarme, encontrar mi lugar en este mundo y, por supuesto, ganarme la vida. No hay nada de malo en que alguien quiera hacer lo mismo. Incluso si seguís esa lógica económica, es absurdo tenerle miedo a la competencia. Un poquito de competencia siempre ayuda a mejorar, ¿o acaso queremos un monopolio de creadores de música? Bueno, yo no. Quiero estar inspirado por nuevas ideas siempre. Lo que no me gusta es el bombo publicitario. Las llamadas “tendencias” tienen un efecto de filtro sobre qué se edita, quién lo hace y cuánta gente produce cierto tipo de música. Habrá más y más producciones comerciales bajo cierto género inflado, lo cual llevará a que los líderes de opinión traten de encontrar una nueva y emocionante música. Al tiempo que el género cruza al pop, al final, la mayoría pierde interés, y el género muere.
El otro lado de esta historia es que hay algunos artistas con calidad y personalidad que se mantienen ante los desafíos del bombo, del género y, en general, de los tiempos. Los Beatles sobrevivieron al beat, Giorgio Moroder al disco, Nirvana al grunge, Fatboy Slim al big beat y la lista puede seguir y seguir. Sentite libre de agregar: Claptone sobrevive al deep house.

Hoy es más fácil crear música y publicarla sin depender de nadie, y es muy positivo. Pero eso ha generado que millones de personas estén haciendo lo mismo, lo cual dificulta darse a conocer, hay miles de propuestas parecidas y el sonido (en especial en la electrónica) parece haberse uniformizado…
A mí me llevó décadas desarrollar mi propio lenguaje musical, pero tenés que aprender a hablar y empezar por algún lado. Algunos productores aprenden rápido, a otros les lleva años y muchos nunca se gradúan. Es como en la escuela: si solo te copiás de tu compañero, eso te va a ayudar en cierto momento, pero no es sustancial. Yo no soy un maestro, pero siempre aliento a la gente a que haga música si es algo que realmente desea. Sin embargo, la meta debería ser disfrutar del proceso, y luego volverte rico y famoso. Porque si solo buscás eso, vas a descubrir que es un error muy común pensar que hacer música es la manera más fácil de conseguirlo.



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lunes, 9 de noviembre de 2015

Habla uno de los expertos mundiales en animación de aplicaciones

Craig Dehner fue parte del equipo de Apple que rediseñó iOS y creó muchos elementos de su identidad visual. Pasó por Buenos Aires para compartir su experiencia y explicar las ventajas del motion design en la creación de aplicaciones móviles.



Muy pocos saben quién es, pero millones de usuarios de iPhone y iPad en el mundo se la pasan manoseando su trabajo todos los días a cada minuto. Los pulgares que se deslizan para desbloquear la pantalla, las huellas que se posan sobre la app del clima o cada sílaba que hace vibrar a Siri en coloridas ondas están interactuando, sin saberlo, con las creaciones de Craig Dehner, uno de los hombres detrás del aspecto del sistema iOS.

Como parte del equipo de Human Interface de Apple, este norteamericano amante del montañismo, el camping y la vida al aire libre delineó muchos de los objetos que hacen a la identidad visual de la plataforma móvil. Fue parte del rediseño de iOS 7 a un esquema de íconos planos y más brillantes y contribuyó específicamente en la creación de la aplicación del clima, la apariencia del lockscreen, las notificaciones, el centro de control y el parallax effect (esa sensación tridimensional de los elementos en la pantalla). También le dio una nueva estética al asistente Siri y elaboró nuevas funcionalidades de iOS 9 con el abanico de posibilidades que brindó la adición de la tecnología 3D Touch, que detecta la presión de los dedos.

Cada uno de sus trabajos se caracteriza por el empleo de la animación digital: aplicar un elegante y divertido movimiento a íconos y comandos que, además de otorgar atractivo y personalidad al producto, informa al usuario, tiene un criterio intuitivo y un objetivo comunicativo.

Dehner pasó por Buenos Aires el lunes 2 de noviembre, invitado por la comunidad de diseñadores interactivos Shiftseven, para dictar una conferencia sobre motion design. Un buen momento para entrevistarlo sobre su experiencia en Apple y saber cómo la animación en la creación de interfaces puede mejorar la experiencia en productos digitales masivos y, por qué no, definir el éxito de una aplicación.

¿Qué es motion design y cómo se aplica al diseño de un sistema operativo móvil o una aplicación?
El motion design es lo que conecta todos los diferentes elementos y pantallas en tu aplicación. Es lo que reúne todo bajo un mismo marco y les comunica a los usuarios de dónde viene y hacia dónde va. Se trata de enlazar todos los elementos y las pantallas de tu app para contarle al usuario una historia sobre todo eso: dónde estuvieron, adónde van y qué quieren hacer. Es un cuento: hay personajes, una historia… Y creo que es una manera fácil de entender la animación más allá de transiciones de una pantalla a la otra. No es un adorno, es el hilo conductor que hilvana todas las historias.

¿Cómo pensás y comenzás a diseñar la interfaz de una aplicación?
Empiezo en forma analógica: en papel. Es lo mismo para la mayoría de los diseñadores visuales o de experiencia de usuario: no querés estar limitado por la herramienta, sino hacer bocetos de todas las ideas, estar libre de cualquier restricción y sacar estas ideas rápido. Ese sería el primer paso a la hora de diseñar una interfaz digital. Después, podés pasar a los programas, una vez que sabés qué querés lograr.
Creo que siempre hay que empezar por la función: qué le querés informar al usuario con el movimiento y cómo querés estructurar tu app. Y después empezar a agregar todos esos extras que hacen que la aplicación se sienta viva y que la gente siga volviendo a ella. Primero, hay que asegurarse de que la estructura esté sólida, para recién después pasar a la animación más divertida.

¿Y cómo se llega a la decisión de cambiar un ícono o elegir un tipo de fuente? Son cosas que parecen minúsculas, pero determinantes…
Si hay tiempo, empiezo animando todo lo que sea posible, cada transición, cada cosita. Después, retrocedés, mirás todo lo que hiciste y ves cuáles son las cosas más importantes y qué puede hacer esa animación para comunicar al usuario. Porque una animación puede verse genial, pero quizás está conectando dos íconos que no tienen relación. Es decir, se ve lindo, pero puede crear una conexión falsa entre dos elementos. Creo que se resume a tratar de que una animación linda no se interponga en el camino de lo que quiero informar.

Una de las cosas que llamaron más la atención en el diseño de iOS es haber aplanado los íconos y usado una paleta de colores más radiantes en la versión 7. ¿Cómo se llegó a esa decisión y por qué?
Bueno, en Apple todo se hace en grupo. No hay ninguna decisión que la tome una sola persona. Y nos pareció una buena idea complementar el diseño plano del teléfono con eso. No puedo profundizar en los detalles del proceso, pero fue una manera de yuxtaponer el diseño plano y las animaciones.

En iOS 9 se incorporó la función 3D Touch. ¿Cómo la trabajaron?
Tampoco tengo permitido dar muchos detalles. Pero se desarrolló primero por el lado del hardware, obviamente, y luego pudimos tomarlo y ver qué podíamos hacer dentro de la interfaz de usuario, explorando diferentes opciones.

¿Llegaste a conocer a Steve Jobs?
No tuve la oportunidad, desafortunadamente. Trabajé como pasante un par de años cuando él todavía estaba. Pero sí tuve un momento genial. Cuando era pasante, creé una galería de fotos en forma de origami. Originalmente, estaba pensada para otros dispositivos, pero a Jobs le gustó la idea y la implementó en el primer iPad. Así que, durante la presentación del equipo, yo estaba en clase, y él estaba en el escenario mostrándolo y dijo “esta es una aplicación de fotos que me gusta: Origami”. Y me explotó la cabeza. No tenía idea de que la iba a usar. Apple es muy secreto, no van a decirle a un pasante “uh, mirá: tenemos un iPad, con una tecnología genial, pero no se lo digas a nadie”. Es muy loco diseñar algo que pensás que va a ser para otro dispositivo y termina estando en algo totalmente nuevo.  Si bien no fue una interacción con él, fue un momento realmente genial con Jobs.

Tu trabajo está relacionado con la plataforma iOS, pero ¿qué pasa con Android?
Me concentro en iOS porque colaboro en Apple desde hace tiempo, pero ahora estoy empezando a trabajar en ambas plataformas. Es otro lenguaje de animación que tengo que aprender. Vengo haciendo algunos proyectos paralelos para Android, y es interesante meterse en una forma completamente distinta de animar, de pensar. Pero los fundamentos de la animación son los mismos para iOS, Android, la web o cualquier otro dispositivo con el que interactuar. 

¿Android es una plataforma más limitada que iOS en términos de motion design?
Todavía no tengo demasiada experiencia. Por lo que vi, hay un montón de dispositivos Android diferentes, y la potencia de esos equipos puede limitar ciertos tipos de animación. Así que creo que podría tener alguna restricción. Pero, como dije, no trabajé con esto lo suficiente como para saber cuáles son esas limitaciones.

¿Cuál es el futuro en el diseño de interfaces digitales? ¿Qué veremos próximamente?
Creo que todo va a tener más animación y movimiento. A medida que las interfaces se hacen más planas, vamos a necesitar la animación para inyectarles vida. 

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Discos: Vuelve The Beatles 1, pero recargado

Una nueva edición de su colección de temas que alcanzaron el primer puesto incluye, por primera vez, los videos de la banda.



Fanáticos de los Beatles, tenemos una excelente noticia: deberán seguir gastando el sueldo en su banda favorita. A 15 años de su lanzamiento original, se acaba de reeditar la exitosa recopilación 1, pero en una serie de nuevas versiones que, por primera vez de forma oficial, incluyen los videos de la banda.

La reedición ya está disponible en diversos formatos. El CD o DVD (y el combo de ambos) presenta los 27 singles que alcanzaron la primera posición en los Estados Unidos y el Reino Unido entre 1962 y 1970 y sus respectivos clips. Desde “Love Me Do” y “From Me To You” hasta “Let It Be” y “The Long and Winding Road”, cuentan con nuevas mezclas en estéreo y sonido 5.1, más un minucioso proceso de restauración digital de la imagen. La mayoría de estos films están desperdigados en internet en distintas calidades, pero es un placer encontrarlos ahora reunidos con una nitidez y un color sin igual. Apple Corps destinó un equipo de 18 técnicos y artistas que se encargó durante meses de recuperar y retocar las minipelículas, presentaciones en TV y otras clásicas filmaciones de la banda, precursoras del formato videoclip, en un proceso de limpieza y mejoramiento digital cuadro por cuadro.

Además, Paul McCartney y Ringo Starr sumaron comentarios y presentaciones para “Penny Lane”, “Hello, Goodbye”, “Hey Jude” y “Get Back”.

Pero la joya para los coleccionistas es la versión 1+,  que suma un segundo disco con otros 23 videos. Allí podemos encontrar tomas alternativas de “Day Tripper”, “We Can Work It Out” y “I Feel Fine”, donde se puede ver a los Beatles comiendo fish and chips durante una pausa de aquella agotadora jornada del 23 de noviembre de 1965 en los estudios Twickenham, cuando grabaron unos diez videos promocionales en pocas horas, y la cámara siguió rodando durante su almuerzo.

También hay dos versiones de “Rain”, el lado B de “Paperback Writer” (una en colores realizada en Chiswick House, el 20 de mayo de 1966, y otra en blanco y negro, con tomas hechas un día antes en Abbey Road) y otras dos de “Hello, Goodbye” (con diferentes montajes sobre material rodado el 10 de noviembre de 1967, en el Saville Theatre de Londres).
En 1+ también se incluyen clips más modernos, como los de los singles “Free as a Bird” (1995), “Real Love” (1996) y la mezcla de “Within You Without You / Tomorrow Never Knows”, creada para el espectáculo Love del Cirque du Soleil, en 2006. Del total de 50 videos de esta versión de lujo (acompañada por un libro de 124 páginas), 20 no fueron incluidos en el célebre The Beatles Anthology, y los restantes  apenas se han visto en fragmentos o editados.

Con más de 31 millones de copias, 1 fue el álbum más vendido de la década pasada. ¿Podrá repetir la hazaña en estos años de vinilo y streaming? Si se trata de los fab four, todo es posible.



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miércoles, 4 de noviembre de 2015

Editors: “El streaming es un mal necesario”

Justin Lockey, guitarrista de la banda británica, carga contra Spotify y habla sobre el nuevo disco y su amor por los aeropuertos.



Unos tres años atrás, después de tres discos en el podio del chart inglés, Editors estuvo a punto de separarse. La inspiración no fluía, el corazón no estaba en el estudio, la dirección musical no era clara, y todo derivó en una crisis que se llevó al guitarrista Chris Urbanowicz. Finalmente, salieron adelante en 2013 con The Weight of Your Love, el álbum de una banda que, por entonces, “pasó por una cirugía mayor y reemplazó algunos órganos, pero que finalmente está lista para funcionar otra vez”, en palabras del vocalista Tom Smith al Daily Star.

No era una mala analogía. Después de todo, en aquel disco, trasplantaron satisfactoriamente algo del indie norteamericano de Arcade Fire y R.E.M. a su luctuoso post-punk y también recibieron dos nuevos miembros: el tecladista Elliott Williams y el violero Justin Lockey. “Nos juntó Flood, productor amigo en común, y fue muy simple: ellos necesitaban un guitarrista y yo estaba disponible”, cuenta Lockey a Generación B, quien pinta un panorama actual del grupo muy diferente. “En este momento, estamos muy contentos y entusiasmados, ya con dos discos con esta nueva formación”.

Bueno, tampoco derrochan algarabía porque, claro: hablamos de Editors, cinco tipos melancólicos que han hecho épica con los recortes más miserables de Joy Division y Echo & the Bunnymen. Pero están muy conformes con su flamante In Dreams, quinto y nuevo trabajo que los devuelve a la pesadumbre británica que mejor los identifica. “Creo que es el resultado de haber grabado aislados en Escocia, en el medio de la nada. Es un poco más oscuro que el anterior, pero es un mejor indicador de quiénes somos como músicos y personas”.

Es su primer disco autoproducido, luego de estar al comando de estrellas de las consolas como Jim Abbiss (Arctic Monkeys, Adele), Jacknife Lee (R.E.M., Robbie Williams), Flood (Depeche Mode, U2) y Jacquire King (Tom Waits, Kings of Leon), y también en incluir duetos con una invitada: Rachel Goswell, de Slowdive. “Siempre hablamos sobre dónde queríamos ir vocalmente, y todos conocíamos a Rachel. Nos pareció que era una buena movida sumarla porque su voz funciona muy bien con la de Tom”.

Compartir micrófono con Smith puede ser algo intimidante. Según un artículo de Daily Mirror, es el artista con mayor rango vocal del Reino Unido: 4,75 octavas, con lo cual supera a Freddie Mercury, David Bowie y Robert Plant, entre otras legendarias gargantas. Lockey lo certifica: “Es verdaderamente notable. Nunca había trabajado con alguien así. El tipo hace solo una toma de cada tema, y eso es lo que va al disco. No tiene que pasar horas grabando una y otra vez. Es algo increíble de ver”.

Smith también es uno de los muchos artistas que ha elevado su voz contra los servicios de música por streaming, en especial Spotify, sobre el que dijo no entender ni saber dónde va a parar el dinero que recauda gracias a los músicos. “¿Alguien sabe dónde está esa plata? Yo no— secunda Lockey—. Creo que se trata de unos tipos que levantan millones de dólares robándoles a las bandas”.

¿Y entonces qué deberían hacer?
Me parece que son un mal necesario de este mundo actual, pero tenés que jugar el juego. A los artistas no les sirve más que para darse a conocer al público, pero también les quita la capacidad de hacer discos. Quiero decir: tiene aspectos positivos, pero también muchos negativos. Con el equilibrio justo, es brillante para todos. Pero no creo que se haya alcanzado la igualdad entre lo que ellos y lo que los músicos obtienen.

In Dreams ya dio tres singles y se viene el cuarto, “A Ocean of Night”, mientras la banda sigue un extenso tour por Europa y desea llegar en algún momento a nuestro país: “Estamos tratando. No sé cuándo,  pero espero que podamos ir. Cada persona con la que hablo me dice que tenemos que ir a Buenos Aires. Hay que hacer que todo funcione”, agrega.

Vas a poder sumar otro aeropuerto a tu colección. ¿Qué es esa manía de sacarles fotos y subirlas a tu Twitter?
Es  que, obviamente, paso mucho tiempo en aeropuertos con la banda, y te cruzás con personas a las que nunca vas a volver a ver en tu vida. Y hay algo básicamente humano en eso de estar en un lugar de transición, en el que siempre estás de paso. En cierto sentido, son los lugares más románticos del planeta, porque están llenos de gente que vuelve a su casa  o está tratando de ir a algún lugar. Están conectándose.



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lunes, 2 de noviembre de 2015

Se estrena el nuevo documental de Martin Scorsese

The 50 Year Argument recorre momentos históricos de la cultura a través de las páginas de la polémica e influyente revista The New York Review of Books.



Decía el escritor Samuel Johnson que “la literatura es una especie de luz intelectual que, como la del sol, nos permite ver lo que no nos gusta. Pero ¿quién desearía escapar de las cosas no placenteras condenándose a la oscuridad perpetua?”. Si es así, The New York Review of Books es un faro que iluminó cada rincón de la vida intelectual de los Estados Unidos, por sombrío que fuere, durante las últimas cinco décadas.

Filmado por Martin Scorsese y David Tedeschi, The 50 Year Argument (que se estrena este lunes 2 a las 22 por HBO) es un contundente y sentimental recorrido por los acontecimientos sociales, políticos y culturales más importantes de Norteamérica y el mundo desde la mitad del siglo xx hasta la actualidad, a través de la historia de uno de los medios más polémicos e influyentes de esos años.

The New York Review of Books se fundó en 1963 de la mano de los editores Robert Silvers y Barbara Epstein, quienes deseaban una publicación que revitalizara y devolviera la pasión y la inteligencia a la crítica literaria, a la que por entonces consideraban en decadencia y “lobotomizada”. “Cuando empezamos, no buscábamos ser parte de un establishment —dice Silvers en el film—. Todo lo contrario: queríamos examinar los mecanismos y la veracidad de los establishments, fueran políticos o culturales”.

Así nació una revista que fue mucho más allá del reporte y la valoración de libros, sino que ayudó a pensar la realidad mediante ensayos meticulosos, observadores, con argumentos provocadores y opiniones confrontativas. Por sus páginas pasaron las ideas (y peleas) de Gore Vidal, Norman Mailer, Susan Sontag (los tres se sacaron chispas dialécticas sobre feminismo), Truman Capote, Saul Bellow, Adrienne Rich y decenas de otros grandes exponentes intelectuales que reflexionaron sobre derechos civiles, guerras, justicia, música, deportes y conflictos sociales.

En sus páginas se pueden encontrar muchos de los artículos más agudos y elaborados sobre Vietnam, Irak, la caída del muro de Berlín, la Guerra de los Balcanes o el movimiento Occupy Wall Street. Apelando a las partes más ardientes de esos textos, más material de archivo y entrevistas con sus autores, el documental ofrece un revelador viaje a través de aquellos significativos años con un relato que no deja público afuera: es tanto ameno, accesible y educativo para el espectador neófito como cómplice y estimulante para las “ratas de biblioteca”.  

The 50 Year Argument es, también, una reflexión sobre un ejercicio del periodismo hoy en crisis: el de la completa independencia de los magnates editoriales, el que está presente en el lugar de los acontecimientos, aquel que siempre contrasta opiniones y hechos, el que produce textos donde cada palabra tiene un peso y una razón, y el que constante e inflexiblemente “escarba la superficie” de los sucesos.

En ese sentido, verlo a Silvers, con sus 84 años, encorvado sobre un escritorio entre pilas y pilas de libros mientras edita, revisa y discute minuciosamente cada párrafo de los artículos en papel, llamando por teléfono (¡y dejando mensaje!) a sus autores para pedir explicaciones o dar sugerencias, vale más que mil palabras. Es la imagen de alguien que defiende, desde los ideales y la sapiencia, un bastión cercado hoy por intereses políticos y económicos, y cuya práctica parece definida por la urgencia de los lectores, el testimonio por WhatsApp, los conceptos en 140 caracteres, el clickbait como estilo y el verbo en condicional como amparo profesional.

En una escena, Scorsese recorre los centenares de libros que se erigen en la redacción y su cámara se detiene sobre el que podría ser, también, el título de su propio y polémico ensayo: Social Media is Bullshit (de B.J. Mendelson). No es casualidad. Él sabe, como define el filósofo Avishai Margalit en este brillante documental, que “las revistas no cambian el mundo, pero sí dan forma a un clima de ideas”.



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