Justin Lockey,
guitarrista de la banda británica, carga contra Spotify y habla sobre el nuevo disco y su amor por los
aeropuertos.
Unos tres años atrás, después de tres discos en el podio del
chart inglés, Editors estuvo a punto de separarse. La inspiración no fluía, el
corazón no estaba en el estudio, la dirección musical no era clara, y todo derivó
en una crisis que se llevó al guitarrista Chris
Urbanowicz. Finalmente, salieron adelante en 2013 con The Weight of Your Love, el álbum de una banda que, por entonces,
“pasó por una cirugía mayor y reemplazó algunos órganos, pero que finalmente está
lista para funcionar otra vez”, en palabras del vocalista Tom Smith al Daily Star.
No era una mala analogía. Después de todo, en aquel disco, trasplantaron
satisfactoriamente algo del indie norteamericano de Arcade Fire y R.E.M. a
su luctuoso post-punk y también recibieron dos nuevos miembros: el tecladista Elliott
Williams y el violero Justin Lockey. “Nos juntó Flood, productor amigo en común, y fue
muy simple: ellos necesitaban un guitarrista y yo estaba disponible”, cuenta
Lockey a Generación B, quien pinta
un panorama actual del grupo muy diferente. “En este momento, estamos muy
contentos y entusiasmados, ya con dos discos con esta nueva formación”.
Bueno, tampoco derrochan algarabía porque, claro: hablamos
de Editors, cinco tipos melancólicos que han hecho épica con los recortes más
miserables de Joy Division y Echo & the Bunnymen. Pero están muy
conformes con su flamante In Dreams,
quinto y nuevo trabajo que los devuelve a la pesadumbre británica que mejor los
identifica. “Creo que es el resultado de haber grabado aislados en Escocia, en
el medio de la nada. Es un poco más oscuro que el anterior, pero es un mejor
indicador de quiénes somos como músicos y personas”.
Es su primer disco autoproducido, luego de estar al comando de
estrellas de las consolas como Jim Abbiss
(Arctic Monkeys, Adele), Jacknife Lee
(R.E.M., Robbie Williams), Flood (Depeche Mode, U2) y Jacquire King (Tom Waits, Kings of Leon), y también en incluir
duetos con una invitada: Rachel Goswell, de Slowdive. “Siempre hablamos sobre dónde queríamos ir
vocalmente, y todos conocíamos a Rachel. Nos pareció que era una buena movida
sumarla porque su voz funciona muy bien con la de Tom”.
Compartir micrófono con Smith puede ser algo intimidante.
Según un
artículo de Daily Mirror, es el
artista con mayor rango vocal del Reino Unido: 4,75 octavas, con lo cual supera
a Freddie Mercury, David Bowie y Robert Plant, entre otras legendarias gargantas. Lockey lo
certifica: “Es verdaderamente notable. Nunca había trabajado con alguien así.
El tipo hace solo una toma de cada tema, y eso es lo que va al disco. No tiene
que pasar horas grabando una y otra vez. Es algo increíble de ver”.
Smith también es uno de los muchos artistas que ha elevado
su voz contra los servicios de música por streaming,
en especial Spotify, sobre el que dijo no entender ni saber dónde va a parar el
dinero que recauda gracias a los músicos. “¿Alguien sabe dónde está esa plata? Yo
no— secunda Lockey—. Creo que se trata de unos tipos que levantan millones de
dólares robándoles a las bandas”.
¿Y entonces qué
deberían hacer?
Me parece que son un mal necesario de este mundo actual, pero
tenés que jugar el juego. A los artistas no les sirve más que para darse a
conocer al público, pero también les quita la capacidad de hacer discos. Quiero
decir: tiene aspectos positivos, pero también muchos negativos. Con el
equilibrio justo, es brillante para todos. Pero no creo que se haya alcanzado la
igualdad entre lo que ellos y lo que los músicos obtienen.
In Dreams ya dio
tres singles y se viene el cuarto, “A
Ocean of Night”, mientras la banda sigue un extenso tour por Europa y desea llegar en algún momento a nuestro país:
“Estamos tratando. No sé cuándo, pero
espero que podamos ir. Cada persona con la que hablo me dice que tenemos que ir
a Buenos Aires. Hay que hacer que todo funcione”, agrega.
Vas a poder sumar
otro aeropuerto a tu colección. ¿Qué es esa manía de sacarles fotos y subirlas
a tu Twitter?
Es que, obviamente,
paso mucho tiempo en aeropuertos con la banda, y te cruzás con personas a las
que nunca vas a volver a ver en tu vida. Y hay algo básicamente humano en eso
de estar en un lugar de transición, en el que siempre estás de paso. En cierto sentido,
son los lugares más románticos del planeta, porque están llenos de gente que
vuelve a su casa o está tratando de ir a
algún lugar. Están conectándose.
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