Antes de su visita a
Buenos Aires, la gran ganadora de los Latin Grammy habló de su disco Hasta la raíz y confiesa: “Uno
siempre tiene la capacidad de transformar las cosas malas en algo bonito”.
En la batea de “Álbumes postrupturas”, ahí entre 21, de Adele; Sea Change, de Beck; 13, de Blur; Rumours, de Fleetwood Mac; Blue, de Joni Mitchell; For Emma, Forever Ago, de Bon
Iver y esa larga y hermosa discografía que nos han dado los corazones
rotos, hay que sumar Hasta la raíz,
de Natalia Lafourcade.
La cantante sublimó una dolorosa separación de la mejor manera:
con un disco precioso, de agridulces canciones confesionales que combinan el
indie pop universal con la tradición latinoamericana, en las que el folk urbano
se abraza con el huapango y la chacarera para “dejar que el tiempo, a su
momento, me cure toda de ti”, como canta en “Estoy lista”.
La artista presentará el álbum en nuestro país con un show el próximo miércoles 25 de noviembre,
en el Teatro Vorterix, luego de colmar las 10.000 localidades del Auditorio
Nacional de México y quedarse con cinco premios Grammy Latinos, entre ellos el de
Mejor álbum de música alternativa. “Tuve un gran equipo de músicos y amigos que
me ayudaron a hacer realidad este disco. Entonces, valoro mucho este
reconocimiento porque toda esta gente está feliz, y yo también lo estoy —cuenta
a Generación B—. Además, no solo ha
tenido el agradecimiento de la industria musical, sino del público. Porque, cuando
haces algo, no se sabe si va a funcionar. Y ver que la gente lo disfruta lo
vuelve mágico y especial”.
Esta popularidad
se da, paradójicamente, con tu álbum más íntimo. ¿Cómo manejás la cuestión de encontrarte
tan expuesta sentimentalmente ante tanta gente?
Es chistoso, porque las canciones son personales, y
cada vez que las canto vuelvo a la situación emocional que tenía cuando las
escribí. Pero cuando las liberas y la gente las canta, ya dejan de ser tuyas.
Entonces es muy bonito ver cómo otros se identifican con algo que es muy propio.
Son experiencias e historias que, a fin de cuentas, todos compartimos.
En el momento en
que escribías, ¿sentías que quizás estabas revelando demasiado y te planeaste
un límite?
Tenía una necesidad dejarlas salir de esa manera. En
realidad, lo que más quería en ese momento era componer buenas canciones. No es
que no lo haya hecho antes, pero en esta ocasión debía hacer un esfuerzo extra.
Entonces me dediqué mucho a la escritura, le puse muchas ganas y no pensaba si
estaba siendo personal o no. Creo que, si lo hubiera hecho, no me habría abierto
de esa manera. Al final, cuando escuché las canciones grabadas dije: ¡guauu, es
el disco más íntimo que hice! Pero está bien, porque es honesto, transparente.
No sé si el siguiente álbum sea tan personal. Siento que fue algo del momento.
Es curioso,
porque cuando repasás las carreras de varios artistas, sus mejores trabajos son
los que tratan o están relacionados con rupturas amorosas. ¿Por qué pasa esto?
No lo sé. Yo siento que la gente se conecta. Se me hace
interesante ver cómo alguien se vincula de inmediato con algunas canciones y no
con otras. Creo que, si el público la percibe honesta, la asume de otra forma y
se identifica. Pero eso no siempre pasa. Yo he sacado canciones que, para mí,
son increíbles, inspiradas… ¡y que no gustan! [se ríe]. Pero no creo que haya una
fórmula.
No hay una
fórmula, pero es usual que haya más y mejores canciones y álbumes sobre amores
rotos o relaciones pasadas que, por ejemplo, sobre la llegada de hijos o la
celebración del presente. Como que el dolor parece inspirar y llegar más…
En mi caso, me ha tocado estar inspirada en momentos tanto
tristes como alegres. Hasta la raíz
tiene mucha inspiración en el desamor, pero tiene canciones como “Palomas
blancas”, que habla de México y de la conexión con las cosas simples de la
vida, que salió después de una ruptura. Porque, cuando terminas con alguien que
quieres y pasaste mucho tiempo con él, empiezas a conectar contigo de nuevo, a
pasar tiempo en soledad, y te vas dando cuenta de muchas otras cosas. Está
buenísimo poder transformar el dolor. Sí, pasé por un momento muy triste, pero
uno siempre tiene la capacidad de transformar las cosas malas en algo bonito.
“Lo que
construimos” fue compuesta en Buenos Aires. ¿Cómo surgió?
Esa historia es muy chistosa. Estaba por dar un
concierto y, por esas fechas, grababa el disco Mujer Divina, pero me dio tendinitis y no podía tocar. Me dolía
mucho el brazo, estaba en el hotel superdeprimida, todo mal, y me agarró un
ataque pánico, una cosa horrible. Después de este caos emocional, me di un
baño, salí de la regadera, me estaba maquillando para salir al show, y la canción se me ocurrió así, de
la nada. Empecé a cantar la letra, la melodía, agarré mi teléfono y la grabé.
Después me senté a tratar de terminarla, pero me parecía un tema común y no iba
a incluirla en el disco. Fue Cachorro
López el que me dijo: “Por favor, metámosla que es hermosa”. Así que la
grabamos y ahí está. Él tiene muy buen ojo… ¡y oreja!
¿Cómo es trabajar
con Cachorro y qué le aportó en particular a este álbum?
Es supertalentoso, amoroso, lindo, buena persona. Es
cero pretensioso y eso me gusta, es lo que quería: alguien superligero, con el
que se la pasa muy bien. Al ser un disco tan personal y, en cierto aspecto
doloroso, era muy importante tener gente con muy buena vibra en el estudio.
¿Fue un consuelo
también?
En algún momento, sí. Era muy duro entrar a grabar:
cada vez que me tocaba cantar era un momento bonito, pero fuerte para todos,
porque tenía que reconectarme con las emociones.
¿Viste que
Cachorro ahora es parte de Meteoros, con Julieta Venegas, Ale Sergi y Didi
Gutman? ¿Los escuchaste?
¡Sí, muy bueno!
Si tuvieras que
formar tu supergrupo: ¿con quiénes te gustaría hacerlo?
Ay… mmmh. Con Meme (Emmanuel del Real) de Café Tacvba,
Ximena Sariñana, Jorge Drexler, Kevin
Johansen y Juan Manuel Torreblanca, que es muy talentoso.
¿Ya estás
pensando o componiendo lo que vendrá después de Hasta la raíz?
Lo que se viene es celebrar mis 15 años de carrera: quiero
darle su lugar y su momento a festejar estos años de tanto camino y trabajo.
Aunque todavía me falta mucho por recorrer: me siento como un adolescente en mi
carrera. Aún no sé qué voy a hacer, estoy entre varias opciones.
¡Formá el supergrupo!
¡Es verdad! ¡Estaría genial!
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