Per Gessle habla del
futuro del dúo y del nuevo disco, que podría ser el último.
Es un tanto absurdo escribir una introducción en una nota
sobre Roxette, ¿no? Si estás leyendo
esto, casi seguro tenés más de 30 años, y no necesitan ninguna presentación
porque ya son parte de la banda de sonido de tu vida. Y si sos más joven, o no
los escuchaste, o nunca te gustaron, bueno: qué lástima, porque te estás
perdiendo de un capítulo muy lindo de la historia del pop.
Un capítulo muy exitoso, el de la historia del grupo que
volvió a poner a Suecia en el mapa musical después de ABBA. Y con páginas muy tristes, como las de septiembre de 2002,
cuando a Marie Fredriksson le
diagnosticaron un tumor cerebral y tuvo que emprender una batalla contra el
cáncer que la alejó del dúo hasta 2011, momento en que retornaron con el álbum Charm School.
Este año, el grupo se encontraba de gira en celebración de sus
tres décadas de carrera, cuando nuevos problemas de salud motivaron la cancelación
del tour y el retiro de la vocalista
de los escenarios. “Fueron unos treinta años increíbles, no siento más que
alegría y felicidad… Lamentablemente, mis días de giras se terminaron, y quiero
aprovechar esta oportunidad para agradecer a nuestros maravillosos fans, que
nos acompañaron en este largo y sinuoso viaje”, comunicó la cantante en abril.
Semanas atrás, se editó Good
Karma, un nuevo álbum que, posiblemente, sea el último de esta historia que
recorrimos en diálogo con su compañero, Per
Gessle.
Hay buena onda en Good Karma, un sentimiento positivo y
esperanzador. ¿De dónde viene?
¡Qué bueno escuchar eso! Quisimos hacer algo que no habíamos
hecho antes: una producción que no estuviera pensada para tocar en vivo. Poner
ideas y visiones nuevas, pero con el ADN de Roxette. Fue muy divertido, pero
tomo una eternidad: ¡18 meses!
El disco tiene varios
elementos de la electrónica y el hip hop de hoy… ¿Qué artistas actuales te
entusiasman y, quizás, te influenciaron en el último tiempo para componer?
No escucho a nadie en particular. Veo lo que hay en los rankings ocasionalmente, pero me aburro
enseguida: todo suena igual para mí. Parece que me estoy poniendo viejo, ¡ya
sueno como mis padres! Pero Lana del Rey
es interesante, y cierta electrónica, como la de Röyksopp, es genial. The
1975 tiene un gran estilo de producción ochentosa, pero no me gustan mucho
sus canciones.
¿Cómo recibiste la
noticia de la salud de Marie?
No me sorprendió que cancelara el tour. Tuvo dificultades con su pierna por mucho tiempo. El último
año, estuvo sentada en el escenario porque tenía miedo de caerse, lo que llegó
a pasar. Es muy triste, pero intento ver las cosas con perspectiva. Desde que
volvió, en 2009, hicimos 280 conciertos juntos, lo cual es increíble. Es un
placer trabajar con ella, con buenos y malos momentos, por supuesto; pero es
una guerrera, una sobreviviente.
Teniendo en cuenta su
situación, ¿está Roxette efectivamente retirado de los escenarios? ¿Puede haber
quizás alguna presentación aislada, o en la TV?
No, no lo creo. Realmente, depende de Marie. Si ella quiere,
ahí estaré. Pero no creo que eso suceda.
¿Hay chances de que
haya nuevos discos en el futuro o creés que Good
Karma será el último?
No lo sé. No cierro ninguna puerta, pero no creo que pase.
Quizás un par de canciones, pero no todo un álbum.
Dijiste hace unos
años “podría vivir sin Roxette, pero no sin la
música”. ¿Seguirías con tu carrera solista o con Gyllene Tider?
Sí, claro. Continuaré trabajando tanto en vivo como en el
estudio, en inglés y en sueco. ¡Vienen nuevos capítulos en el libro!
Cuando llegó el
suceso mundial de Roxette, allá por el 88 o 90, ya eras un tipo experimentado de 30
años. ¿Es mejor que la fama te agarre de grande?
La verdad que sí. Claro que es excelente tener experiencia y
haber cometido los “grandes errores” en casa, en pequeña escala, porque todos
nos mandamos macanas. Si lográs éxito mundial muy rápido como nosotros, tenés
que estar rodeado de gente brillante y estar preparado para los próximos pasos.
Y también ser capaz de tomar las decisiones correctas, incluidas las creativas,
como poder escribir mejores canciones y demás. Creo que fuimos afortunados en
ese sentido.
¿Qué y quién querías
ser cuando eras chico?
Quería ser arquitecto. Vengo de una familia muy “artística”,
quizás está en mis genes. Siempre me la pasé escribiendo, dibujando y tomando
desafíos creativos, toda mi vida.
No conozco ninguna banda
sueca que sea mala. ¿Por qué sale tanta buena música de allá? ¿Es el clima, la
comida?
¡Aaahhh, tenés mucha suerte! Yo conozco tantas, pero tantas bandas
suecas que son terribles. Ja, ja, ja. Suecia, Noruega y hasta el norte del
Reino Unido tienen una gran tradición de música folk basada en fuertes y
tristes melodías. Podés encontrar fácilmente eso en Roxette, en ABBA y hasta en Dire
Straits, por mencionar algunos. Quizás esa sea la razón por la que tantos
grandes compositores vienen de allá. Para mí, todo se resume a crear grandes
melodías.
Argentina parece un lugar muy presente en la vida de Roxette. Dieron
varios conciertos y nos han dedicado mucho espacio en
sus documentales. Ya en 1992, cuando llegaron por primera vez al país, eligieron
el Alvear Palace Hotel para grabar “Here Comes the Weekend”. Más acá en el tiempo, el homenaje a Gustavo Cerati en el último show…
Por
alguna razón, siempre nos sentimos como en casa en Argentina. Pasa lo mismo con
Brasil y otros países de Sudamérica. Siempre somos bienvenidos, con fans muy
amistosos, afectuosos, cálidos ¡y ruidosos! Nos sentimos ajenos a la industria
musical, por el hecho de no provenir de los Estados Unidos o el Reino Unido. No
nos comunicamos ni trabajamos en nuestra lengua nativa, y es algo especial y
bastante raro. Quizás ese condimento extra pega mejor en un país como la
Argentina, que habla español.
Todos en la banda tienen a América
Latina, y en especial a la Argentina, entre sus lugares favoritos para tocar. Siempre
son shows geniales, hay una onda
maravillosa, mucho sudor y toneladas de
amor. Solo puedo decirles gracias.
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