martes, 6 de mayo de 2008

Kraftwerk: 30 años de robots

The Man-Machine, uno de los discos fundacionales del tecno pop, cumple tres décadas.


No importa cuántos sintetizadores hayan usado: Kraftwerk siempre hizo música folklórica. Discos como Autobahn y Trans Europe Express son el relato sonoro del hombre y la vida urbana; la contemplación y, por qué no, celebración de la realidad cosmopolita del siglo XX.
Pero con The Man-Machine, el cuarteto alemán por primera vez aborda al desarrollo tecnológico no para retratarlo, sino para alimentar su fantasía futurista: la metrópolis como único paisaje, la estación espacial como horizonte laboral y el robot como ideal evolutivo. El carbono es obsoleto y Ralf Hütter, Florian Schneider, Karl Bartos y Wolfgang Flür se “actualizan”, dejando lugar a sus pares autómatas (que serían reemplazados, años más tarde, por versiones digitales en un nuevo upgrade).
The Man-Machine registra el pico del ideal de superación humana que caracteriza a toda la obra de Kraftwerk y es una de las piedras base del movimiento synth-pop que se desarrolló durante los 80, que inspiró a artistas de ese género como Gary Numan, Human League o Depeche Mode, e incluso a otros muchos más lejanos, como U2, Rammstein y Coldplay.
La noción de progreso y perfección se puede sentir en cada elemento del álbum: en la música, continua y precisa, como mecanismo de reloj; en las letras, minimalistas y funcionales; y en la portada, pulcra y geométrica, inspirada en la obra del pintor constructivista El Lissitsky (quizás en su etapa más suprematista).
La canción “The Model”, con su cinismo y vanidad, revela los únicos gestos humanos del disco, otorgando un pequeña manifestación de otra de las cosas que la música contemporánea le debe a este disco: la creación del espíritu electrónico.
Domo arigato, Misters Roboto.

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