miércoles, 14 de mayo de 2008

Industria discográfica: pequeñas imágenes del gran cambio

Cuando se habla de profundos cambios estructurales (“revoluciones”, si se quiere), se suele centrar en aquellos acontecimientos más significativos. En el marco de la transformación que está atravesando la industria discográfica, esto podría traducirse a los hechos más notorios, como las acciones legales de los sellos contra los usuarios que comparten música o las iniciativas de Radiohead, NIN y Coldplay en cuanto a las nuevas técnicas de comercialización de sus discos.
Pero todo proceso de este tipo está conformado por miles de pequeñas acciones (experimentales, novedosas, polémicas, a veces ridículas) que son las que hacen tendencias, definen el horizonte y conforman la big picture.
Por si todavía queda alguna duda sobre la crisis de la industria discográfica, aquí hay algunas de esas pequeñas señales que, sin ser tan brillantes, siguen iluminando el gran cambio.

Un remix por 1 libra. Hacer “concursos de remixes” es hoy una práctica habitual de las bandas, pero la tendencia está cobrando nueva forma en lo que se ha denominado el fenómeno del crowdsourcing: entregarle a una masa o multitud (crowd) voluntaria la realización de una tarea a cambio de alguna paga o recompensa. En pocas palabras: algo como el outsourcing o una “tercerización”, pero sin un contrato puntual con único proveedor.
Recientemente, Radiohead lanzó una iniciativa de este tipo entre sus fans para elegir y comprar la mejor idea para un videoclip. Pero el que está llevando la idea un pasito más allá es Tricky, una de las principales figuras del trip-hop, quien decidió pagarle una (1) libra a todos los que hagan una remezcla de su nuevo single “Council Estate”.
La movida podrá ser algo amarreta (hablamos de poco más de 6 pesos por varias horas de trabajo y sin perspectivas de tener regalías luego, ya que hay que ceder todos los derechos del remix), pero no deja de ser otra de las muchas estrategias que están empleando miles de artistas que usan las nuevas tecnologías como vías de creación y promoción. Los interesados pueden bajar las pistas de audio necesarias y subir sus creaciones acá.

Músicos 2.0. Si algo está permitiendo la tecnología e Internet es la lenta pero paulatina “socialización” de los medios de producción y de distribución (teléfono para Karl Marx). Y, sin dudas, uno de los principales beneficiados de esto son los músicos independientes.
Un ejemplo es Joseph Arthur, un cantante y compositor estadounidense descubierto por Peter Gabriel a medidos de los noventa (quien lo fichó para su sello Real World). Arthur se está valiendo de otra tendencia para la difusión de su música: el llamado tumblelog (o tlog), una suerte de micro-blogging basado en multimedia, con pequeños textos, imágenes y sonidos.
Visitar su tlog es una buena muestra de lo podría ser la escucha online de un CD: disfrutar de las canciones mientras se mira fotografías y se lee letras o comentarios.
Otro caso es el del cantautor folk Jeff Krantz, quien a fines del año pasado comenzó a ganar notoriedad como el primer músico salido de Second Life. Bajo el alias de Hep Shepherd, comenzó a dar “conciertos” dentro de esa comunidad online y, después de 150 actuaciones, ahora tiene una base de varios miles de fans y su propio equipo de promoción y agentes.
Por supuesto, acciones “alternativas” como estas no son patrimonio exclusivo de los músicos indies. Duran Duran también actuó en Second Life; Kilye Minogue y 50 Cents, entre otros, lanzaron sus propias redes sociales; Mötley Crüe se transformó en la primera banda en presentar un single a través de un videojuego y Babasónicos acaba de obtener un disco de oro por las ventas de su nuevo álbum… pero en celular.

Pequeños y unidos. Según este artículo, el 80% de los lanzamientos y el 27% de las ventas de música en el mundo provienen de sellos independientes. El tema es que ese “peso” no se siente al momento de sentarse a hablar con los grandes distribuidores o cadenas de retail (sean “de ladrillo” u online): individualmente, los pequeños sellos no tienen poder de negociación. Por eso, muchos indie labels crearon el año pasado Merlin, una suerte de alianza que funciona como autoridad global de licenciamiento de derechos. La idea es que la unión hace la fuerza y la noticia hoy es que esta entidad ya tiene a 12.000 sellos asociados en todo el mundo, incluyendo a algunos importantes de la escena independiente como Beggars Group, Rough Trade y Nettwerk.
Este es otro claro ejemplo de lo que está ocasionando la tecnología en la industria musical: cualquiera puede producir y distribuir su música, los sellos proliferan, los canales de ventas se multiplican, pero también se atomiza la oferta y se “disgrega” el poder (de difusión, de venta, de negociación, etc.). Es por esto que entidades y empresas “mediadoras” están cobrando cada vez más notoriedad por su función de “agrupadores”, ya sea en la forma de representantes de derechos (como Merlin) o de “distribuidores” de música en diversos canales digitales (como SNOCAP o TuneCore).

Grandes y perdidos. No es por hacer leña del árbol caído, pero algunas de las últimas acciones de los grandes sellos no solo no ayuda a cambiar su imagen de demonios ante la opinión pública, sino que certifican cuán perdidos están en el mundo digital.
Por estos días, EMI está realizando acciones legales contra MP3Tunes, un sitio que permite a sus usuarios registrados almacenar en forma online sus CD, algo así como un locker digital privado para tus discos con la ventaja de poder escucharlos donde y cuando quieras. A pesar de que MP3Tunes no permite el intercambio de archivos entre sus usuarios (como sí lo hacen otros sites de storage virtual), EMI considera que su servicio es ilegal, lo cual resultaría increíble: el comprador de un CD no tendría derecho a hacer una copia ni siquiera para su uso personal.
El otro disparate es que, según esto que leí, aparentemente Universal Music piensa que tirar las copias promocionales que un sello envía, por ejemplo, a periodistas viola las leyes de copyright. Créase o no, polémicas como esta salen de una causa que la discográfica le inició a un individuo en Estados Unidos que se dedicaba a comprar CD de difusión en tiendas de usados para luego revenderlos en eBay. Lo cual nos lleva a otra discusión: ¿Yo no puedo vender un disco que compré o me regalaron?
El fin de semana hice limpieza en casa y, entre otras cosas, tiré el promo del último disco de Hillary Duff. ¿Estoy en problemas?

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