Este mes, Valle de
Muñecas, Guauchos, Ministerio de Energía y Bandalos Chinos cuentan qué piensan
sobre el presente y el futuro de nuestra música.
Seguimos convocando a los más destacados artistas emergentes
del rock nacional en el año en que celebra sus cinco décadas. Queremos saber qué
opinan, qué sienten y qué ideas tienen de sí mismos y de la escena actual
aquellos que componen el futuro inmediato nuestra música.
Pasaron cuatro entregas de este especial que se repite cada mes,
donde ya reunimos a Marilina Bertoldi, Roma, Sambara,
Bestia Bebé,
Surfistas del Sistema,
Indios, Rayos Láser, Foxley, Reyes del Falsete, Utopians, Ibiza Pareo, Maleza, Científicos del Palo, Barco
y Tamesis.
En esta oportunidad, convocamos a Juan Ramírez (Guauchos),
Manza (Valle de Muñecas), Jean-Jacques Peyronel (Ministerio de Energía)
y Tomás Verduga (Bandalos Chinos).
Transcurridos 50 años
de rock nacional, ¿qué opinión tienen sobre el estado actual de la escena
local?
Ramírez: A cinco
décadas del nacimiento del rock nacional podemos recién empezar a entender que
de nacional no tiene nada. Pues la gran deuda cultural del rock argento es aún
creer que el rock porteño es nacional, y no conocer las expresiones que viven
en el interior de la Argentina y que están cargadas de estéticas sonoras
regionales. Después de haber recorrido casi todo el país con nuestra banda y de
haber ganado un Premio Gardel al mejor álbum de folclore con un disco de rock,
nos damos cuenta de que la oportunidad está en hackear el pensamiento
“porteñocentrista”. Al rock argentino y a los actores que lo conforman
(músicos, managers, periodistas) todavía nos faltan ejercicios profundos de
autoconocimiento.
Manza: Hay muchas
variables. Por un lado está la parte artística, y en ese aspecto me gustan
muchos discos grabados en los últimos años. Los que se registraron en estudios
más pequeños, o a veces en condiciones técnicas más precarias, van encontrando
la manera de compensar con búsqueda estética esas “deficiencias” técnicas. Y como
yo creo que la búsqueda estética (en lo respecta a la producción) es algo que
siempre le ha faltado al rock argentino, me gusta esa situación.
El rock independiente, el que se mueve por fuera de las
grandes compañías y por lo tanto no tiene tanto acceso a los medios masivos de
comunicación, sigue siendo incapaz de generar un circuito de medios
alternativos que tenga un alcance importante. No me refiero a las bandas, sino
a todo lo demás: radios, fanzines, blogs, sellos. Hay un montón de esas cosas
sucediendo, muchas buenísimas, pero nunca llegan a formar un público que haga
que todo sea autosustentable. Toda la gente que se dedica a eso lo hace por
pasión y necesita un trabajo aparte. Igual que la mayoría de las bandas.
Los lugares para tocar siguen teniendo los mismos problemas
(de infraestructura técnica y de habilitación, entre otras cosas) que tuvieron
desde que yo tengo memoria, y ya cansa esa situación. El Estado (el de la
ciudad o el de la nación, ahora o antes) no hace nada por mejorarla. Está bien
si el Estado abre un espacio, pero no se trata solo de eso. Es muchísimo más
importante facilitar las condiciones para que alguien pueda abrir un espacio
para que se desarrolle la actividad, que se pueda tocar al volumen necesario sin
tener conflictos con los vecinos, que no haya un sistema corrupto de
inspecciones, etcétera. Pero claro, eso no tiene rédito político.
Peyronel: Por un lado,
la Argentina sigue teniendo una producción musical apabullante. No creo que
pase en ningún otro lado del mundo. Después, siempre hay dificultades de
producción, sobre todo económicas. A los grupos les cuesta mucho poder grabar
bien y con comodidad debido a los gastos que eso representa. También es difícil
tener acceso a instrumentos, hardware y software necesarios para producir
acorde a las necesidades creativas de cada uno. Creo que lo mejor a destacar es
que siempre hay renovación de conceptos. El día en que no haya eso, estaremos
en receso. La idea es que estos nuevos conceptos artísticos emerjan y no sean
tapados, o que la gente se interese en buscarlos. No hay que casarse con nada y
no hay que temerle a la locura aplicable.
Verduga: Estamos en un buen momento de la escena.
Están apareciendo artistas muy buenos, con muchas ganas. En los últimos años,
hubo una transformación en la manera de pensar de la gente y creo que, más allá
de lo nacional, hay un movimiento global, claramente ayudado por la tecnología.
Particularmente en el país, nosotros pertenecemos a la generación post
catástrofe de Cromañón. Esa tragedia fue importante, porque era un lugar
representativo de muchos locales que trabajaban de una manera para permitir que
las bandas toquen, sobre todo en Buenos Aires. Y el desastre que pasó fue un
momento de crisis. Me abstengo de opiniones de índole política y social porque
no sé si es el lugar para hacerlo. Solo digo que, a nivel de gestión cultural,
fue una ruptura: yo no viví esa época tocando, pero me doy cuenta de cómo
afectó a los gestores de música, y al público de bandas. Ahora todos nos
cuidamos más entre todos.
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Pero, a la vez, la
oferta de “venues” que estén buenos, que se labure bien, que estén preparados
para sostener tales eventos, es muy acotada. Por suerte, eso generó una
contracultura, en la que muchas bandas nos unimos para hacer festivales,
fiestas y fechas autogestionadas, directo del artista hasta el receptor y con
la posibilidad de controlar el bienestar de todo.
Es el momento de la
autogestión. Son pocas las ayudas que reciben las bandas, ya no existe el sueño
del “contrato discográfico”. Casi todas las bandas se producen
independientemente, y aunque hay algunos productores que le dan bola a las
bandas under, todos tenemos que trabajar y movernos mucho y bien para lograr
cosas. Pero eso te da fuerzas. También hay algunos medios que se copan, como es
el caso de la Radio BitBox (que pasa a casi todas las bandas que estamos ahí
dando vueltas) o Vorterix, que hizo las sesiones en su estudio y eso es un gran
apoyo a nivel difusión.
Se le está empezando
a dar bola a nuestra generación en festivales como el Lollapalooza o el Music Wins,
donde las bandas que somos un poco más alternativas tenemos oportunidad de
mostrarnos frente a un público más grande. Pero el mainstream sigue estando lejos, así que hay que aprovechar los
nichos y sentirse contentos de que mucha gente esté saliendo a buscar música
nueva. Que no sea lo mismo que venimos escuchando en los medios principales desde
hace décadas.
Ramírez: Sí, sin
duda creo que somos parte de un recambio generacional. No sé si por lo
ideológico y artístico, sino por el hecho de compartir la ruta. Creo que los
Guauchos tenemos la extrañísima posibilidad de ser una banda emergente dentro
de un grupo de artistas que no emerge mucho. Hay realmente ejemplos grosos que
no forman parte de ese grupo selecto. También creo que no hay muchas bandas
argentinas que estén en una verdadera búsqueda de romper con los estereotipos y
todavía hay miedo a despegar del cliché y las formas del rock anglo. Sin
embargo, considero que hay esperanza y nos sentimos pares de artistas como Sig Ragga, Huevo, Sur
Oculto, Los Arcanos del Desierto,
Benito Malacalza,
Nde Ramírez y Germán
Kalber. Hace un tiempo fuimos parte de un hermoso proyecto llamado ReFa (Rock Federal Emergente Argentino)
en donde fue esperanzador compartir experiencias con algunas de estas bandazas.
Manza: Para mí, es una pregunta difícil de contestar. Somos representativos de
nuestras intenciones artísticas, no somos la cabeza de ningún movimiento ni
llevamos ninguna bandera. Somos ajenos a los momentos políticos y económicos del
país, porque nuestra subsistencia no depende exclusivamente de la banda. Nos
sentimos un poco pioneros en incorporar ciertas influencias en nuestra manera
de hacer música, pero no somos los únicos. Siempre hemos sido un poco parias
respecto de las diferentes escenas, y eso es porque nuestra música excede las
etiquetas. Casi no hay bandas de nuestra generación con las que nos
identifiquemos artísticamente. Norma, Rosario Blefari, Mi pequeña muerte y Fantasmagoria son gente de
la cual nos sentimos pares.
Peyronel: Nos
sentimos muy conformes con el lugar que ocupamos en la escena. Creemos que
nuestra música es bienvenida y suma un nuevo color a lo que hay. Todo está
atado al momento en que se genera. En ese sentido, tenemos muchas bandas pares
y amigas, pero que no necesariamente compartimos los mismos registros, recursos
o estética. Las bandas que más nos interesan de la escena local son Travesti, Victoria Mil y OK Pirámides. Aunque de
esas, solo la última está tocando hoy.
Verduga: Hay
una bocha de bandas con las que desde hace años nos conocemos. Sin duda, hay un
grupo, porque hay mucho respeto y cariño hacia lo que hace el otro. Te das
cuenta porque hay un montón de colaboraciones. Por ejemplo, Juan Ingaramo vino a cantar
un tema con nosotros. También hicimos uno con Silvestre y La Naranja
(con quién compartimos dos integrantes, los hermanos Colombo). Vas a ver una
fecha o tocás y está lleno de músicos de otras bandas, porque nos bancamos
entre todos. Nosotros nos vemos mucho con Silvestre, Ingaramo, Despertar Antoles, Jean Jaurez, El
Zar, Aloe, Nidos, Surfistas del Sistema, Francisca y Los Exploradores, Telescopios y De La Rivera.
Con ellos se armaron muchas fechas y se organizaron festivales muy grosos, como
el Aruma y el Cria, que la rompieron. Y también con otras con las que no nos
cruzamos tanto, pero admiramos mucho, como Un Planeta y Militantes del Clímax.
Hay bandas muy buenas, es un momento prolífero.
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¿Qué artistas creen
que pueden tener un lugar destacado en la escena nacional en los próximos años
y por qué?
Ramírez: Haciendo
un ejercicio de fe y no de realismo, me gustaría que sobresalgan Toch (Córdoba), Cristhian Ozorio (Corrientes), Experimento
Negro (Santa Fe), Pol Nada
(Entre Ríos), Las Liebres (Corrientes)
y Silencio Blues Trío.
Manza: Puedo
nombrar grupos que me gustan, pero no puedo imaginar qué lugar van a tener en
el futuro. Hay gente con mucho talento, pero el talento no es lo único que
importa. Hay que encontrar los compañeros de banda adecuados y tener ganas de
perseverar, entre otras cosas. El medio es hostil o al menos no suele dar
estímulos. Mucha gente se hincha las pelotas y queda en el camino, o se lima. O
se resienten las relaciones internas porque cada uno tiene distintas
expectativas. O pasan los años y las vidas personales de los integrantes adquieren
más peso respecto de las aspiraciones colectivas. A los 20, no te importa nada
y vas para adelante. A los 40, seguir haciendo discos y giras es un mérito
importante. Aparte, en el rock no se trata sólo de tener talento, si no
preferiría escuchar a Wagner o Beethoven antes que Sonic Youth o Sex Pistols.
Hay un montón de bandas que me gustan, y a todas
les deseo que el futuro los trate bien. El
Mató a un policía motorizado, Atrás
Hay Truenos, Norma, Fantasmagoria, Pels, Temporada de Tormentas,
Viva Elástico, Rosario Blefari, Mi Pequeña Muerte,
La Perla Irregular, Compañero Asma, Nave Hogar, Valentín y los
Volcanes, Hojas Secas, Bestia Bebé, y la lista sigue y se
amplía todos los días. Seguro me olvido de muchos.
Peyronel: Como siempre ocurre,
acá los grupos destacados del futuro serán los que prevalezcan más tiempo o los
que tengan muchos amigos o pertenezcan a un barrio que los identifique como su
banda y así se transformen en fieles. Queremos creer que, en el futuro, se
logre un esparcimiento en el público rock. Que se fragmente y vaya a ver los
grupos que de verdad les interesen por su calidad musical y no por un
sentimiento de pertenencia. Sería muy lindo que los buenos grupos emergentes se
mantengan y sigan evolucionando en su música y sus canciones sean cada vez
mejores, y no que se resignen a seguir un modelo que les funcione o les quede
cómodo. Siempre hay que evolucionar en la música y seguir creciendo.
Verduga: Si bien veo muchas bandas que me parecen
buenísimas, creo que todavía falta que aparezca alguien… no sé: trascendente. Justamente,
pasaron cincuenta años desde esa generación dorada de artistas como Charly,
Spinetta, Cerati y los Redondos. Ellos hicieron una transformación en la
música. Ansío que aparezca alguien de ese nivel; un pibe que entienda la
canción y la transforme y deje una marca en la sociedad y el momento que
estamos viviendo. Creo que nuestra generación está ayudando a que eso pase. Me
parece que las bandas que van a tener mucha proyección en los próximos años son
El Plan de la Mariposa,
Lo’ Pibitos y Sig Ragga.
Tienen el nivel musical que se requiere y el poder de hablarle a la gente a
través de la poesía, de contar un poco cómo vive y piensa nuestra generación, así que estoy muy atento a los pasos que dan. Y todo
nuestro grupo va a seguir trabajando para ganarse un lugar en la gente y
creciendo en la música.
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