Los precursores del
grunge sacaron disco y el inefable Buzz Osborne, como siempre, habló poco y repartió
mucho.
Hay que poner a Melvins
entre los ilustres desconocidos más grandes del rock: el trío que pocos recuerdan,
pero que terminó articulando punk, grunge y metal para moldear el sonido con
los que otras bandas hicieron mucha historia (y plata). Basta mencionar que de
su exbajista, Matt Lukin, surgió Mudhoney; que su baterista Dale Crover tocó con unos primerísimos Nirvana y que el vocalista Buzz Osborne fue amigo de la infancia
de Kurt Cobain. Es más: fue él quien
presentó a Dave Grohl con Kris Novoselic y el blondo y
guitarrista. Y ni hablemos de cuánto le
deben grupos como Mastodon, Tool y Boris.
Desde hace más de 30 años que fama y reconocimiento popular
los esquiva, y ellos ni se calientan en buscarlos. Tras una larguísima
discografía e innumerables cambios de formación (entre ellos, una decena de
bajistas), acaban de editar Basses Loaded:
12 canciones de rock tosco y fumón (incluida una valvular versión de “I Want to
Tell You”, de los Beatles) que grabaron con ¡seis! bajistas diferentes, todo un
chiste a la difícil historia de la banda con los amantes de las cuatro cuerdas.
“Sí, seis tipos involucrados… fue muy difícil, pero estuvo bien. Todos tienen
sus momentos. Y de vez en cuando tuve que poner orden; aunque no hubo violencia
física ni corrió sangre en el estudio”, revela Osborne a Generación B, con esa mezcla de acidez, parca simpatía y honestidad
brutal que lo han convertido en el tipo con la lengua más áspera (y el peinado
más electrizante) del ambiente.
¿Qué pasó que recién se concretó ahora la colaboración
con Kris Novoselic? Se siente que es algo que debería haberse dado hace muchos
años…
No sé… Tampoco fue que él vino a golpearme la puerta y a
rogarme para tocar. Eso debe haber tenido algo que ver. Fue accidental: Él
estaba acá, se suponía que se iba a hacer algo con Dave Grohl, pero no vino,
así que lo hicimos nosotros.
Estuviste muy vinculado a Nirvana, desde el principio y
en el final. Y sabemos
lo que pensás de Montage of Heck,
el reciente documental sobre Kurt Cobain. ¿Cómo deberíamos recordarlo?
Era un tipo talentoso con muchos problemas. Una historia
triste con un final triste.
¿Nada más?
Eso es todo: es una
historia trágica.
¿Qué sentís cuando se los menciona como “los padrinos del
grunge”? ¿Es algo que te enorgullece o a esta altura ya te rompe las pelotas?
No me importa en lo más mínimo. Eso fue hace mucho tiempo.
En más de 30 años de historia, viste pasar muchas cosas en la música:
estilo, modas, cambios en el negocio. ¿Qué opinás del estado actual de la
escena musical?
Creo que es lo mismo de siempre: hay buenas y malas bandas.
Así es como funcionó siempre. No creo que haya una “era de oro de la música” o
algo así. No tiene ninguna diferencia; al menos, yo no siento que haya alguna.
¿Te importan tendencias como el streaming,
las empresas como Spotify, o la reaparición del vinilo?
No sé si alguna de esas cosas va a marcar una diferencia…
Veremos.
¿Alguna chance de venir pronto a Buenos Aires otra vez?
Recuerdo que dimos un muy buen show ahí hace unos años, conocimos gente muy agradable y la pasamos
muy bien. No estoy seguro si vamos a volver, pero no me opongo a eso. [risas]
Salieron de gira con Kiss, White Zombie, NIN, Primus, Tool, Napalm Death y muchos artistas más. ¿Cuál fue el mejor y el peor tour y por qué?
Bueno, los Napalm
Death son cool. No me gustaron
algunas personas del crew de Tool, pero ellos son buenos. Los de Kiss son muy macanudos. El de White Zombie fue el peor tour en mi
vida, por lejos. Igual, fue hace mucho tiempo, como veinte años atrás. Y no
tanto por los demás en la banda, sino por Rob
Zombie: tenía todos los aires de estrella de rock que puedas imaginar. Eso
y la falta de respeto. Un reverendo pelotudo. Es la única manera de
describirlo.
Son un tipo con mucha historia y una boca filosa y
divertida. ¿Pensante en escribir un libro de memorias o algo similar?
Sí, es una
posibilidad… Nunca se sabe. Muy probablemente lo haga.
¿Y cómo se titularía?
No te lo voy a decir, porque no quiero que alguien me lo
robe.
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