Un recorrido por lo
mejor de la filmografía del director mexicano, ante el estreno de su nuevo film: La cumbre escarlata.
El espinazo del diablo (2001)
“¿Qué es un fantasma? Un
evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor
quizás, un sentimiento suspendido en el tiempo…”, dice protagonista del film
que, después de Cronos (1993),
reencuentra al director con Federico Luppi en la escalofriante historia de un
niño atormentado por un espíritu durante la Guerra Civil Española. “Intenté
usar el orfanato como el clásico edificio poseído del romance gótico y la
historia del fantasma para probar lo mismo que quise probar en El laberinto del fauno: que los únicos
monstruos reales son los humanos y que de lo único que debés tener miedo es de
la gente” explicó, años más tarde, sobre el film que comenzaría a desarrollar
su realismo mágico.
Hellboy (2004)
Una de las mejores adaptaciones de un cómic al cine y,
posiblemente, uno de los castings más
acertados de la historia: ¿acaso Ron Perlman no nació para interpretar al
demonio con puño de piedra? La creación de Mike Mignola fue un parque de
diversiones para que Del Toro (un fan del personaje) jugara con sus obsesiones:
ocultismo, totalitarismo, mitología, conspiraciones y mucha fantasía nerd.
El laberinto del fauno (2006)
Del Toro se inspiró en una experiencia sobrenatural de su
infancia, su encuentro “real” con un fauno, para la historia de una niña que
escapa de la opresión del franquismo a un mundo de fantasía. El director
considera este cuento de hadas antifascista como “la hermana” de El espinazo del diablo. “Tenía que hacer
un film que, estructuralmente, fuera su eco y que pudieras verlas una tras otra.
El laberinto… es como su lado
femenino —le contó al diario The Guardian—.
Quise hacerla porque el fascismo es, definitivamente, una cosa de hombres y un
juego de niños, por lo que quise oponerle a eso el universo de una nena de once
años”.
Titanes del Pacífico
(2013)
Verdadero tributo
hollywoodense a dos especialidades del arte visual japonés: el mecha anime (los dibujitos con robots
gigantes) y el cine de kaiju (de monstruos
gigantes, como Godzilla). Una superproducción 3D con la hipérbole
de acción mecánica de Transformers y el futurismo de Blade
Runner que nos recuerda que, cuando éramos chicos, todos quisimos ser
piloto de Mazinger.
La cumbre escarlata (2015)
Edith Cushing, aspirante a escritora e hija de una
acaudalado industrial (Mia Wasikowska), se enamora de Thomas Sharpe, un
misterioso baronet (Tom Hiddleston). Juntos
se irán a vivir a una mansión de pesadilla, en Inglaterra, acechada por horribles
espíritus. Pero es a los vivos a quienes hay que temer. Dicen que siempre se
vuelve al primer amor y así es como el director regresa al terror gótico en un drama
que homenajea a los sangrientos clásicos de Hammer (hasta el apellido de la
protagonista parece un guiño a Peter Cushing, actor fetiche del estudio). Del
Toro condensa aquí todo el imaginario de su filmografía (niños traumados,
insectos, casas embrujadas, máquinas barrocas) con resultados sobrecogedores más
allá de algunas reiteraciones estéticas (los espectros son muy similares a lo ya
visto en El espinazo… y, en especial,
en Mamá, obra del argentino Andrés
Muschietti, que el mexicano produjo en 2013). Pero, después de todo, ¿qué es un
fantasma, sino “un evento terrible condenado a
repetirse una y otra vez”?
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