Cómo
un hombre de más de 45 años se transformó en la gran revelación musical luego de
atravesar bullying, alcoholismo, drogas,
sífilis y HIV.
Lo que sigue bien podría ser una película. Una feel good movie, más bien. Esas cintas
agridulces en las que el protagonista pasa por todas las miserias hasta la
superación personal y el triunfo. Las que nos hacen salir del cine con la actitud
de «¡la puta que vale la pena estar vivo!». Por ejemplo, la historia de un
músico que, luego de una vida de rechazos, alcoholismo, cocaína, amores tóxicos,
desenfreno sexual, sífilis y HIV, se convierte, con más de 45 años y contra
cualquier estrategia o pronóstico del marketing
musical, en una de las grandes revelaciones y termina peleándole un título de mejor
artista a Justin Timberlake y Bruno Mars.
Este film empieza con una escena en la actualidad de John Grant limpio, sobrio y exitoso,
hablando con Generación B de su nuevo
disco, Grey Tickles, Black Pressure.
«La primera parte, “grey tickles”, es la traducción literal al inglés de la
expresión en islandés para “crisis de la mediana edad”. Y “black pressure” es
la traducción del turco para “pesadilla”. Pensé que era una forma divertida de
hablar sobre sentirse incómodo en el mundo», explica el cantante que, ahora,
solo es adicto a los idiomas. Habla, además, ruso, alemán, islandés, algo de
sueco, bastante de francés y tiene «un español muy fluido, aunque no como para
hacer la entrevista», dice, claro, en castellano.
Su tercer álbum es otra irresistible colección de
baladas dramáticas confesionales y synth-pop
gélido de los 80 cargada de humor negro y observaciones autodenigrantes. De la garganta
de este crooner acomplejado se pueden
escuchar cosas como «soy el hijo de puta más grande que vayas a conocer» o «quería
cambiar el mundo, pero ni siquiera podía cambiarme los calzoncillos» y hasta bromas
sobre ser HIV positivo («No puedo creer que me haya perdido Nueva York en los
70, podría haber hecho punta en el mundo de la enfermedad…»), sin olvidar que hay
otras personas que están peor («Hay chicos que tienen cáncer, así que las
apuestas no van más, porque no puedo competir con eso»).
Según él, este trabajo «trata sobre entrar en la
madurez, permitirte ser y aceptar el mundo como es. Porque, ahora, me siento
más cómodo conmigo mismo». Y, si hacemos un flashback
en la edición, veremos que eso es el resultado de haber pasado décadas como un
paria.
Grant nació en Michigan y, alrededor de los 12 años, se
mudó con su familia a Denver, Colorado. Sus padres, miembros de una iglesia
bautista, descubrieron su homosexualidad y lo obligaban a ir a ver un psicólogo,
buscando cambiarlo, corregirlo o vaya a saber qué. Así, tuvo que soportar
abusos verbales, físicos y emocionales tanto de los miembros de la congregación
como de sus homofóbicos compañeros de escuela.
Durante años, vivió con la angustia de que «tenía algo mal»
y de no poder ser él mismo. A los 20, se fue a estudiar a Berlín, donde comenzó
a sufrir trastornos de ansiedad y a depender de la bebida y las drogas. Allí estuvo unos seis
años hasta que, en 1994, volvió a los Estados Unidos para convertirse en el
vocalista de The Czars, un sexteto de slowcore y folk-rock. Duraron una década y
produjeron cinco álbumes privilegiados por la crítica e ignorados por el
público masivo (qué raro, ¿no?), hasta que las adicciones y la conducta
autodestructiva del cantante terminó disolviéndolos en 2004.
Grant pasó los siguientes seis años tratando de poner
su vida en orden. «Era necesario dejar las drogas, y me mudé a Nueva York para
empezar de nuevo, para tomar algo de perspectiva —recuerda—. Trabajé usando mis
conocimientos de ruso en traducciones, y como mozo en un restaurante. Seguía escribiendo,
pero no mucho. Casi había abandonado la música».
¿Cuándo
sentiste que habías tocado fondo?
Había
ido a un hospital para tratar de que me dieran algún medicamento que me hiciera
dejar el alcohol. Ahí, te hacían exámenes gratuitos para ver si tenías alguna
enfermedad de transmisión sexual, y salió que tenía sífilis. Estaba muy mal,
había terminado un par de veces en la guardia porque tomaba demasiada cocaína…
Pensé que iba a matar a alguien o me iba a matar yo. Realmente, me vi muriendo.
Así que decidí dejarlo ese día.
Hacia 2010, una banda de amigos llamada Midlake, basada en Texas, lo convenció
de que intentara volver a componer, «así que me mudé allá e hice mi último
esfuerzo», recuerda. Así surgió Queen of
Denmark, su debut solista, un descarnado y revelador relato sobre su
infancia, relaciones enfermizas, culpas, aceptación y redención. La crítica lo
amó. Mojo lo calificó como clásico
instantáneo y lo galardonó disco del año. Y Sinéad O'Connor hizo un cover
del tema homónimo en su álbum How About I
Be Me (And You Be You)?. «Pude ponerme en contacto con ella
para agradecérselo y nos hicimos amigos. Así fue cómo terminó colaborando en mi
siguiente disco».
La vida de Grant parecía equilibrarse hasta que,
durante una estadía en Suecia, recibió la noticia por parte de un antiguo amante
de que había contraído HIV. Lo mantuvo en silencio durante más de un año, sin
revelárselo ni a amigos ni a familiares, hasta que, en la edición 2012 del Festival
Meltdown de Londres, lo hizo público desde el escenario a todos los presentes.
¿Por
qué lo revelaste así?
Fue una decisión muy difícil, pero es algo sobre lo que
se tiene que hablar. No tiene que ser un tabú, un secreto, una cosa horrible.
Esa es la razón por la cual decidí hacerlo en ese momento. Estaba por cantar
una canción que escribimos con Andy Butler,
de Hercules and Love Affair, que trata
sobre el deseo de haber podido tomar otras decisiones cuando era más joven. Ya
tenía unos 40 cuando contraje HIV, y deseo haber podido evitar ese
comportamiento autodestructivo. Entonces, ¿por qué sentir vergüenza de hablar
de algo sobre lo que iba a cantar? Así que me pareció muy natural. No quería ser
sensacionalista. Simplemente, quería ser consciente de mi motivación. Y estoy
contento de haberlo dicho.
¿Cómo
es, en tu experiencia, vivir con HIV?
Las
drogas tienen un efecto raro en mí. A veces, me siento muy, muy cansado, y creo
que eso lo causa la medicación. Y, a veces, estoy como mareado y veo patrones
extraños cuando me levanto a la mañana. Pero, la mayoría del tiempo, me siento
bastante bien. El virus es indetectable en mi sistema, así que vamos bien.
Hoy, Grant encontró su hogar en Reikiavik, Islandia. «Fui
para dar un concierto y me gustó el paisaje. Como no tenía nada que me atara,
decidí mudarme. Conocí buena gente y a mi actual novio. Creo que encontré
espacio, lugar para respirar aquí». Allí se juntó con Biggi Veira, de los
electrónicos Gus Gus, con quien
produjo su segundo disco, Pale Green
Ghosts. Fue el trabajo que cimentó su sonido actual, el de un Harry Nilson o Dennis Wilson reencarnado en el cuerpo de un pescador nórdico
fanático de Gary Numan. Y con el que
consiguió un gran reconocimiento internacional. La obra se metió en todos los
listados de la prensa especializada de mejores discos de 2013 y le valió una
nominación como Mejor Artista Internacional en los BRIT Awards, junto a Justin
Timberlake, Drake, Eminem y Bruno Mars.
«Nunca
me lo hubiera imaginado. Simplemente, disfruté el momento, fui a la entrega y
la pasé bárbaro —recuerda—. Conocí a Boy
George esa noche, que fue lo más cool.
Pero, lamentablemente, no vi sexo bajo las mesas ni nada parecido».
Después de todo lo viviste, ¿qué te
pasó por la cabeza cuando estabas ahí?
[En
español] Me di cuenta de que todo es posible en este mundo.
Y
ese sería un excelente título para esta película.
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