jueves, 27 de agosto de 2020

Magia

Cuando se menciona la famosa “magia de la radio", se suele pensar en el oyente. Después de todo, él es el “encantado”, el que “viaja”, se imagina rostros, gestos, lugares y situaciones, se emociona, enoja, ríe y logra una compañía, tener a alguien más a su lado: el que siente la magia de ser abrazado por voces.

Pero los que hacemos radio no por ser de alguna forma artífices de ese hechizo o conocer su trastienda somos inmunes a sus trucos. Para nosotros, hay magia en transportar voz y opinión a miles de personas. La magia de hacer personajes de nuestras personas. La magia de encontrar al entrevistado más codiciado, de obtener la declaración indicada. La magia de la cortina exacta para sostener las columnas, de una apertura contundente o del remate justo antes del top. La magia de trabajar en equipo con el único fin de alcanzar, de poder “tocar”, a completos desconocidos a la distancia.

En lo personal, la “magia de la radio” es el poder de transformar a las personas. En los diez años que llevo haciendo radio profesionalmente (apenas una “tandita” en estos 100 recién cumplidos de radiofonía argentina) me convertí en alguien más simpático, amable y empático, dejé de sentirme un solitario, escuchó más y mejor y aprendí el enorme valor de los otros. Sonrío más. Sané.

Para mí, la famosa “magia de la radio” no se resume en el recuerdo de un programa que me haya marcado la vida: es haberme cambiado la vida. A tal punto lo hizo que fue en un estudio de Radio Nacional donde conocí a Lucrecia y me enamoré. Y juntos recalamos en un estudio de Radio Con Vos para crear, con un enorme esfuerzo, el programa que queríamos hacer: VINíLOCO.

Ella amaba VINíLOCO, no solo porque era “nuestra criatura”. Lo quería, además, porque amaba ver y escuchar al hombre que soy cada vez que se enciende la luz roja y se abre el micrófono.

Desde marzo de este año lo conduzco con el dolor de su ausencia y, al mismo tiempo, con la alegre convicción de que, cada jueves a las 22 horas, ella vuelve a escuchar a este tipo transformado por el aire, y que las ondas del tiempo y el espacio nos reunirán en vivo. Vivos.

Gracias por la magia, radio, y feliz primer siglo (apenas una tandita en el universo).





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