Hablamos con los
íconos del punk después de su show en
el Lollapalooza, y estuvieron tan filosos y divertidos como en el escenario.
Quizás por haber sido una fecha con tantos bellos jóvenes
atractivos y propuestas “millennial” fue que Bad Religion quedó relegado de la atención de los medios como el nonno en un cumple de quince. “OK, abuelo:
usted siéntese acá, coma y recuerde aquellos años antisistema tranquilo
mientras nosotros bailamos hasta que se acabe el mundo”, parecen decirle.
Nadie le dio pelota a la banda más experimentada de la
grilla del Lollapalooza 2016, con 36 años de pergaminos punk, que ayer pateó
ojetes y sopapeó la memoria “fuck all” de pequeños y grandes que se arrimaron a
poguear en el escenario Alternative. Pero, a segundos de cerrar su ametrallado
set, Generación B habló con su
histórico líder y figura, el vocalista Greg Graffin, y con una de las caras
nuevas, Mike Dimkich, el guitarrista que reemplazó a Greg Hetson (y que algunos
dicen que es el doble de Stuka. Nosotros, que estuvimos cerquita, lo aseveramos).
¿Cómo sintieron el
show?
Graffin: Fue un
gran momento.
Dimkich: Estuvo
buenísimo. Argentina tiene un público grandioso. Es muy gracioso, porque en
“Fuck Armagedon”, la gente coreaba el riff
de guitarra tan alto que no nos escuchábamos y no podíamos seguir.
Eso es una marca
registrada del público argentino...
Dimkich:
Totalmente. ¡Y lo hacen tan fuerte que no podés tocar! Es bárbaro.
¿Se preparan de
alguna manera en especial para tocar en un festival como este?
Graffin: Meditamos
bastante [risas].
Dimkich: Naah… Hacía
frío. Así que si dicen que estuve tocando mal, es porque tenía los dedos
helados. [risas]
Del line up, Bad Religion es la banda más
antigua…
Dimkich: Antigua en
términos de años de carrera, ¡porque acá no hay gente vieja [risas]! Mirá: Todo
se resume en lo groso de ver pibes de 17 con la remera de Bad Religion que se saben
tanto los primeros como los últimos temas. Eso es lo que permite que sigamos
viniendo acá aún con más de tres décadas de trabajo detrás.
¿Ya conocieron a los
muchachos de Ghost? Nos imaginábamos un backstage
con misa anticlerical oficiada por las dos bandas...
Graffin: Ja, ja,
ja... Sí, ¡deberíamos salir de gira juntos!
Bad Religion siempre
fue una banda políticamente comprometida, se lo vio a Brian Baker recién
apoyando al precandidato demócrata Bernie Sanders. ¿Ustedes cómo ven la
posibilidad de que Donald Trump sea presidente de los Estados Unidos?
Graffin: ¿Cómo se
dice “travesti” en español?
Travesti…
Graffin: Bueno,
es un travesti. [risas]
Dimkich: Está
claro que no votaría por él, pero debo reconocer que me asusta menos que Ted
Cruz, que es un loco de derecha que realmente cree en todo lo que dice. Trump
es un oportunista y, si llega a ser electo (cosa que no creo que pase, porque
Hillary Clinton lo va a destruir, pero supongamos), pronto se va a dar cuenta
que necesitará comportarse como un ser humano normal. Y no creo que esté tan comprometido
como sí lo está Cruz con toda esa mierda de la ultraderecha cristiana, conservadora
y en contra de los derechos de las mujeres y los gays. Sí: Trump es un bufón y el resto del mundo puede tener miedo,
pero estará más al centro que Cruz, que mete un miedo del carajo.
Lo bueno es que va a ser una elección superinteresante. Ni
bien vuelva a casa cuando termine el tour,
voy a abrir una cerveza y a poner CNN, porque es entretenimiento: es como ver
esos talk show de la tarde, donde
todos se gritan y enloquecen [risas].
¿Cuáles son los próximos
planes de la banda?
Dimkich: Vamos a
tocar a Europa y, luego, haremos algunos recitales en los Estados Unidos. Y
hacia final de año nos metemos a grabar el nuevo disco.
Y, por supuesto, van a volver a la Argentina a
presentarlo: ¿Es una promesa?
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