La banda de Mick
Hucknall repasó 30 años de hits en un
concierto bellissimo.
Cualquier malpensado podría sospechar que fuimos vilmente
engañados. Que el colorado, ya de vuelta de todo, puso un CD con sus greatest hits y nos timó con el lip-sync de su vida. Y es que cuesta
creer que, con 55 años encima, Mick Hucknall tenga la voz intacta, impoluta
tras tres décadas de escenarios, alcohol, drogas, sexo e hipotiroidismo, y reproduzca
cada nota de los 18 de hits que repasó anoche con la fidelidad del compact
disc. Pero sí: lo que se escuchó hace horas en el Luna Park fue real, vivo,
caliente, rojo pasión y fiel a un sonido que, aún hoy, nadie se anima (o
quiere) replicar.
Este regreso de Simply Red, cinco años después de la
“separación”, encuentra al vocalista asentado como hombre de familia y en paz
con su legado. “He dejado de preocuparme por la crítica; ya no me molesta más y
me siento más cómodo con lo que hago de lo que me he sentido siempre”, dijo. Y
el último disco, Big Love, es apenas
una excusa para darle título a una gira de retorno cargada de clásicos que se
hacen aún más grandes ante la destacada ausencia de nuevos exponentes del blue-eyed soul en la música británica.
Así, éxitos propios (“Holding Back the Years”, “The Right
Thing” y “Something Got Me Started”), como apropiados (“It’s Only Love”, “Money's
Too Tight (to Mention)” y “Ain't That a Lot of Love”, exclusivo del setlist local) se hacen muy presentes,
más que pasados de nostalgia, sin necesidad de arreglos modernos: todos apegados
a su historia, con una banda justísima y un Hucknall dicharachero, empecinado
en hablar con el público en italiano (que domina gracias a sus viñedos en
Sicilia), que metió cada sonido en su lugar.
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