Existe la historia y existe la leyenda, y en el medio está José Alberto «Tanguito» Iglesias, el pionero del rock nacional en el que se basa Tango feroz.
La película de Marcelo Piñeyro fue un suceso que atrajo a más de 1,7
millones de espectadores y representó el despegue para su carrera y la
de muchos actores. Pero también desató una fuerte polémica con los
artistas que conocieron al músico y fueron los verdaderos protagonistas
de aquel underground cultural de fines de los 60, quienes afirman que el
film distorsiona la vida y el entorno del personaje.
Tango feroz se estrenó en junio de 1993, pero su idea se remonta a
finales de los 80, cuando Piñeyro comenzó a trabajar en lo que sería su
opera prima a partir de dos artículos sobre el músico publicados en las
revistas Pelo y El Expreso Imaginario.
«La historia de Tanguito la escuché mil veces a lo largo de los años,
siempre distinta, pero con algo en común. Cuando me puse a investigar,
en algún punto me sentía como el periodista de El ciudadano, al que le
dicen que averigüe qué es “Rosebud” porque, si no, no tiene el perfil de
Kane. Cada persona con la que me entrevistaba me contaba un tipo
distinto y era difícil unir los relatos —rememora Piñeyro —. Lo primero
que hice fue acercarme a la gente que lo conoció por el mundo de la
música. Ahí, en un punto, tuve la sensación de que no había película.
Pero seguí buscando con personas que lo conocían de otros ámbitos y me
empezó a aparecer más claro por dónde podía aparecer el film. Tenía la
convicción de que no quería hacer un relato periodístico o decir “esta
es la verdad de lo ocurrido”. Al contrario: quería dar mi interpretación
de su leyenda».
Litto Nebbia, coautor con Tanguito de la célebre
canción «La balsa» y parte de aquella cofradía artística que dio origen
al rock argentino, fue una de las primeras personas contactadas por el
director para sumarse al film y tiene otra lectura. «Agregaron ese
subtítulo de “leyenda” temiendo que les hiciera alguna demanda. Al mismo
nivel que hoy se mueve la TV, desde un inicio buscaron romantizar al
personaje central, exaltándolo como un héroe maldito. La necrofilia
vende mucho en el rock. Vende muchísimo más que si te contara cuánto he
laburado en mi vida», afirma.
Según reveló el músico, la película original era muy diferente. «El
guión que tengo se titula La balsa y, entre otros personajes, está el
grupo Los Gatos y también “Litto”. Como toda la
historia contada era apócrifa, le pedí al director que los excluyera,
así como también cualquier canción que me perteneciera, explicándole que
me reservaba para alguna vez contar mi propia historia. Piñeyro me
comentó que ya tenía otorgado un crédito importante y hasta fecha de
inicio de rodaje. Frente a mi negativa, insistió diciéndome “de qué
dinero estamos hablando”. Le contesté que no estábamos hablando de
ningún dinero y que no quería participar en un libro que cuenta mal la
historia de la que he sido protagonista. Entonces me ofreció que
cambiara a mi antojo lo que quisiera, cosa que tampoco acepté. Yo no soy
censura de nadie y cada quien se debe hacer responsable de lo que
dice», revela.
«Que yo recuerde, el film siempre se llamó Tango feroz», respondió
Piñeyro, quien manifestó que él no maneja los asuntos monetarios, pero
que «es muy posible que alguien de la producción le haya dicho a Nebbia
que, si era una cuestión de dinero, que dijera cuál era la cifra para
ver si podíamos arrimarnos o no. Pero él dejó en claro que no era un
tema de plata». Hoy, el realizador considera que aquello «fue toda una
serie de malentendidos por cosas que hay en el medio y que tienen que
ver con algo que tiene mucha repercusión». Y opinó: «Nebbia es un gran
artista. No creo que la película sea contra él, ni quise hacer de
ninguna manera algo en su contra».
Sin embargo, Pipo Lernoud sostiene que el guión final
de Tango feroz sería una revancha del director contra aquel grupo de
amigos fundacional del rock local por no haber autorizado el uso de
algunas canciones emblemáticas de la época. El músico y poeta recuerda:
«Un día vino Piñeyro con Juan Carlos Muñiz, el guionista que tenía al
principio, para decirnos que querían hacer una película sobre la vida de
Tanguito y sus amigos. Nos dio un guión y le dijimos que no nos gustaba
porque mostraba a Tanguito como un reventado, un tipo que luchaba
contra el mundo. Era muy amarillista y lo convertía en un personaje
escandaloso. Ese no era Tanguito. Mandamos una carta documento diciendo
que no permitíamos que se usaran nuestras personas y canciones para la
filmación. Entonces Piñeyro se rayó. Llamó a Aída Bortnik [autora del
guión final del film] y le dijo que hiciera una historia en la que
Tanguito es un héroe y todos sus amigos lo traicionan, lo abandonan y lo
dejan solo para que se vuelva loco y se interne. Porque le habíamos
negado las canciones».
La carta a la que se refiere fue dirigida a SADAIC (Sociedad Argentina
de Autores y Compositores de Música) con fecha del 5 de agosto de 1988 y
está firmada por Javier Martínez, Mauricio «Moris» Birabent
y el mismo Lernoud, quien sostiene que esa es la razón del enojo del
director y lo que determinó la ausencia en la cinta de temas como «Ayer
Nomás», «El hombre restante» y «La princesa dorada» (Martínez y Lernoud,
respectivamente, comparten con Tanguito la autoría de las últimas
dos).
Piñeyro negó su interés en esas composiciones y dijo que «el único tema
que queríamos y por el que no tuvimos autorización fue “La balsa”».
Nebbia reveló que el director «envió a la madre de Tanguito a hablar
conmigo para convencerme. La señora me decía que, si yo no aceptaba que
sonara “La Balsa” en el film, no iban a pagarle unos pesos que le daban
por uso de la “leyenda” de su hijo». Finalmente, el director solo logró
incluir dos temas de Iglesias en la cinta: «Amor de primavera» y
«Natural». Lernoud dijo que fue porque «consiguió negociar con la mamá,
le tiró unos mangos lastimosamente y así obtuvo un par de canciones».
El creador de Plata quemada también manifestó desconocer el documento
al que alude Lernoud y que le «extraña mucho que Moris haya hecho una
carta en contra, porque no solo nos cedió los derechos de “El oso”, sino
que dio un montón de notas hablando muy bien de la película». En
efecto, el hijo del músico, Antonio Birabent, encarna a
su padre e interpreta esa canción en una de las escenas más recordadas
del film. Lernoud replicó que Moris cedió el tema «pensando en la
carrera del hijo, y me parece bien que lo haya hecho».
Birabent no se refirió a la decisión de su padre, pero sí intentó
zanjar el debate que divide al realizador de Tango feroz y los músicos.
«Sinceramente, me parece una discusión sin sentido. El film cuenta una
ficción inspirada en un personaje real. Punto. Si la hubieran visto
cuatro gatos nadie hablaría de ninguna polémica. Por otro lado, mi viejo
estuvo de acuerdo con la película, la apoyó y a la distancia la valora
muchísimo», opinó.
Ayer nomás
Al igual que Birabent, el cineasta considera que «las polémicas
surgieron porque la película tuvo éxito» y le parecen «más humo
periodístico que verdad». Más de dos décadas después, continúa
defendiendo su abordaje del mito de Tanguito contra las críticas. «Lo
que tenía claro desde un principio es que no me iba a someter al
“Instituto Sanmartiniano del Rock”, ¿viste? Era mi mirada. Me hubiera
encantado que entendieran que la película no era contra nadie y que, por
el contrario, era un homenaje a todos. Pero no por eso tampoco iba a
hacer el film que hubieran querido otros. Hice la película que yo
quería. A partir de ahí, los que acompañaban eran bienvenidos al tren. Y
los que no, bueno, me despido en la estación».
Lernoud, por el contrario, opina que Tango feroz «distorsiona una
historia muy importante de la cultura argentina» y «muestra a los
personajes que rodeaban a Tanguito como unos hijos de puta». «Compará la
película con el verdadero grupo de amigos de Tanguito: Nebbia, Moris,
Martínez, Pajarito Zaguri, Miguel Abuelo. ¿Alguno de
ellos se vendió a las corporaciones? Por favor, atengámonos a los
hechos», se queja el compositor, para el cual el film «está basado en
una mentira muy grande: la de convertir a Tanguito en una especie de
tipo violento, confrontativo y militante».
En este sentido, el fundador de El Expreso Imaginario cree que la cinta
presenta una versión romántica y liviana de los conflictos sociales y
políticos de aquellos años, en particular de las ideas de aquellas
personas que, entre el sótano de La Cueva y las mesas de La Perla,
escribieron las primeras estrofas de rock argentino. «Nosotros nos
oponíamos a la lucha armada. Creíamos en abandonar, en disolver, en
distribuir el poder. Hay dos visiones de esa “lucha por un mundo mejor” a
la que aluden: la de John Lennon, que habla de disolver los países, no
hacer la guerra, no tener posesiones, fronteras ni religiones; y la del
Che Guevara, que habla de tomar el poder e imponer una visión del mundo
por la fuerza. Nosotros teníamos una visión en contra de eso. Fijate que
el Che muere en la misma época en que se creó “La balsa”, en el 67, así
que esa cuestión estaba que ardía en ese momento. Esta película
confunde todo con ese “buenismo”, mezclando cualquier cosa “por el bien
de la humanidad” y “la lucha por un mundo mejor”. Es un tema muy
complicado de hablar en este momento. Después de la masacre que hicieron
los milicos es muy difícil discutir hoy la lucha armada. Se puede
malinterpretar cualquier cosa que digas, pero nosotros estábamos en
contra. Ni matando ni muriendo se puede llegar a un mundo mejor»,
argumenta Lernoud.
Jorge Furia, amigo de Tanguito con el que compartió muchas vivencias y
«uno de los últimos en verlo con vida, cuando estuvo detenido en la
cárcel de Devoto», cree que Tango feroz no es representativo del
espíritu y los ideales de aquella generación. «Está sobreactuada»,
sentencia, pero apunta al retrato del músico: «Tanguito era un
adelantado de esa época, se hacia llamar Ramsés VII cuando nosotros ni
sabíamos de qué o quién nos hablaba. Un día suyo nunca era igual al
anterior. Solo tenía coherencia con sus afectos y la música; con lo
demás no era posible. Era tan imparable que, cuando llegaba a su casa en
Caseros, su madre le daba un té sedante que lo dormía como tres días en
contra de su voluntad. Menciono esto para que se entienda que el
personaje de la película no tiene este espíritu».
Presente
Ficción o realidad, lo cierto es que Tango feroz llegará nuevamente a
los cines locales casi por casualidad y luego de que la cinta estuviera a
punto de desaparecer definitivamente.
«Cuando se cumplió el vigésimo aniversario, empezaron a llamarme de
muestras y festivales para pedirme una copia para hacer funciones
homenaje. Me puse a buscar un negativo y ahí me enteré del estado de
catástrofe del material. Me quería morir, porque lo único que quedaba
eran esas versiones que circulaban por televisión o Internet, que son
copias analógicas con una imagen pobrísima, que le hacían muy poca
justicia al film», explica Piñeyro, quien de suerte encontró un negativo
en la Filmoteca Española y lo envío a un laboratorio en París, donde
hicieron un proceso de remasterización cuadro por cuadro que llevó nueve
meses. «Quedó perfecta y fue como redescubrir la película. Lo encaré
como un trabajo que podría haber hecho una cinemateca, de conservación.
Después vino la idea del reestreno, no pensaba originalmente en eso. Yo,
simplemente, no quise que se pierda la que es mi primera película y la
de muchos, a la que quiero mucho y me cambió la vida».
Tango feroz, además del debut de Piñeyro en la pantalla grande,
significó el despegue para la carrera de muchos jóvenes actores, entre
ellos Fernán Mirás, Cecilia Dopazo, Fernando D’Elía, Leonardo Sbaraglia y Antonio Birabent,
que rememora aquellos días en el set: «Cuando hacíamos las escenas
musicales, lográbamos una intensidad tan real que parecía un concierto.
Recuerdo la energía que había en el escenario de La Cueva, o cuando
tocábamos en el club de barrio Glorias Argentinas. ¡Ponían la música al
mango y repetíamos la canción veinte veces! Terminábamos empapados en
sudor».
Para el autor de «A mí la lluvia», la película «significó una
vinculación muy fuerte con la ciudad y con la profesión de actor». Y su
reestreno le genera «un viaje en el tiempo. Es como volver a tener
veintidós años».
Furia, pese a sus diferencias con el film, valora su regreso. «Por lo
menos, se le sigue dando importancia a la música de los 70 y la
mantienen vigente con estos sucesos», opina.
Los detractores seguirán achacándole poca fidelidad en el retrato de
una persona y su entorno, pero Tango feroz ayudó a revelar a un nuevo
público un período de la cultura argentina, hasta entonces ignorado por
el cine industrial. Su reposición en HD es una nueva oportunidad no solo
para reencontrarse con algunas escenas ya icónicas del cine nacional,
sino para ver a la leyenda con mayor definición, pero dejando que sea la
verdadera historia la que cobre nitidez.
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