Hablamos con Harry McVeigh, cantante
del trío inglés sobre su nuevo álbum, el dinero, la política, los aviones y,
claro, la Argentina.
Después de unos primeros
discos que los emparentaron con la nueva ola de post-punk de bandas como Editors e Interpol, White Lies fue
iluminando su sonido y ahora, en su cuarto álbum, titulado Friends, hasta se animan a querer hacernos bailar.
“Hicimos unos conciertos el año pasado para amigos en
los que nos dimos cuenta lo bueno que sería que la gente pudiera bailar y,
realmente, no teníamos canciones para eso. Por eso, nos pusimos a escribir
algunos temas que tuvieran un buen groove —revela el vocalista Harry McVeigh a Generación B—. Fue muy
divertido, porque fue algo muy diferente a lo que estábamos acostumbrados a
hacer. Así que, definitivamente, es un disco más arriba que el anterior,
incluso con canciones te diría casi tontas, hasta cursis”.
La amistad es un tema principal del disco y, hoy, Facebook
y las redes sociales han redefinido mucho ese concepto. ¿Qué es un amigo para
vos?
No tengo cuentas de Twitter,
Facebook ni Instagram. Si tengo mail, ja, ja. La verdad que no soy de conocer
gente online y esas cosas. Para mí, un amigo es alguien con quien podés tener
una charla profunda, sobre tus problemas y tragedias; alguien que te enseña
sobre vos mismo. Y, lo más importante, alguien que amás, que querés ver feliz y
que sea exitoso.
Este disco sigue la línea de Big TV. ¿Encontraron el sonido de White Lies?
No estoy seguro si tenemos un
sonido. Hay mucha variedad de influencias y sentimientos en nuestras canciones,
especialmente en las de este álbum. Creo que una de las cosas que nos
identifican es mi voz, que es algo especial, muy reconocible. Me parece que
eso, y las letras, son los elementos claves de White Lies.
Temas como “Take
It Out of Me”, “Morning in LA” y “Hold Back Your Love” tienen mucho gancho. ¿Qué tiene que haber
para vos en una buena canción pop?
Es eso: las cosas que se
quedan en tu cabeza. Y no necesariamente tiene que ser una melodía, pueden ser
palabras o el ritmo. Pero tiene que tener ese momento memorable que hace que te
quedes pegado y no puedas salir. Y es muy, muy difícil componer esos momentos.
¿Qué hiciste con las primeras libras que ganaste como
músico?
¡Uh, eso me lo acuerdo
vívidamente! Las gasté en la disquería HMV de Oxford Street, en Londres. Era la
primera vez en mi vida que no tenía que preocuparme por ver qué álbum me
compraba y cuánto podía gastar. ¡Creo que me compré más de 20 discos! Cosas de Soulwax,
Band of Horses… ¡Por fin podía tener todo sin sentirme culpable por lo
que gastaba!
¿Y ahora qué hacés que
sos un rockstar millonario?
Nooo, ja, ja. Estamos muy lejos de ser millonarios. Tenemos
un buen pasar, no millones de dólares ni nada por el estilo. Estamos bien,
felices, y sigo gastando mucho en discos. Me mudé a San Francisco, Estados
Unidos, con mi mujer y allí está la disquería Amoeba Music, que es muy famosa, a
la que voy una vez por semana. Escucho música en Spotify, pero las cosas que me
gustan las compro en vinilo. Me encantan. Podés apreciar el arte de tapa y amo
toda la ceremonia de ponerlos en la bandeja y eso.
En una vieja entrevista dijiste que tenías ganas de
convertirte en piloto de aviones y comprarte tu propio jet. ¿En qué quedó eso?
¡Todavía no lo hice, ja, ja!
En realidad, no es que quisiera comprar mi jet. Más bien, quería ser piloto de
aerolínea. Si piloteé un simulador de un 747 y fue increíble. Da mucho miedo,
porque es muy realista y tenía miedo de estrellarlo, pero estuvo bárbaro.
¿Qué opinión te merece el Brexit? ¿Cómo te afecta como
persona y, en especial, como músico?
Será un gran cambio para
Gran Bretaña y marcará una gran diferencia para mucha gente. Yo me siento muy
mal, creo que es la decisión equivocada, pero es lo que la gente eligió y tenemos
que respetar eso. Lo más triste y deprimente es que no sabemos realmente lo que
va a pasar, y esa incertidumbre es terrible. Espero que las bandas no tengan
problemas en seguir tocando en Europa, porque la música británica no es solo
parte de la cultura de este país, sino de todo el mundo. Pero, pase lo que
pase, todo sigue girando y tanto Inglaterra como el mundo continuarán. No tiene
mucho sentido enojarse con esto.
Estuvieron en Buenos Aires allá por 2011. ¿Alguna
anécdota, recuerdo o curiosidad de aquella visita?
Sí, me acuerdo, en especial
porque visitamos el cementerio de la Recoleta. Fue nuestra primera vez en
Sudamérica y tuvimos una gran experiencia.
¿Y cuándo vuelven?
No conozco la respuesta a esa pregunta, ja,
ja. Pero estoy seguro de que vamos a estar allá el año que viene. Lo estamos
hablando con nuestro manager; te aseguro que queremos volver a Sudamérica y que
Buenos Aires va a ser parte de ese viaje.
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