viernes, 15 de abril de 2016

Aftermath cumple 50 años

Cómo se hizo el disco que cambió la carrera de los Rolling Stones.



Los Stones son lo que son hoy gracias a Aftermath, el disco en el cual dejaron de copiar a sus héroes del blues para comenzar a mirarse a sí mismos y delinear un sonido que, medio siglo después, los sigue definiendo.

Es en este cuarto trabajo (sexto para el mercado estadounidense) donde la banda da su gran salto artístico, al ser el primero compuesto en su totalidad por Mick Jagger y Keith Richards. El incentivo del productor Andrew Loog Oldham, quien encerraba a la dupla en la cocina del departamento que solían compartir en Londres hasta que saliera con un tema propio, les había dado el impulso. Y el enorme éxito de «(I Can’t Get No) Satisfaction» (1965), ese hit inmortal que Richards soñó un noche y encontró a la mañana siguiente registrado en su grabadora, les dio la confianza para abandonar el cancionero de sus ídolos de juventud y empezar a escribir su propia historia.

Aftermath es el producto final de ese rush creativo que el grupo tuvo durante diversas estancias en los estudios RCA de California, una «etapa mágica», según el propio Richards, en la que junto a Jagger comenzó a dar forma al dúo autoral más tarde conocido como los Glimmer Twins. «Una época en la que todo (componer, grabar, actuar) pasó a otro nivel, y también el momento en que Brian empezó a sacar los pies del plato», dijo en su autobiografía Vida.

La banda llegó por aquellos días a Los Ángeles luego de un tour por Australia y antes de iniciar una serie de conciertos por los Estados Unidos. A diferencia de otras oportunidades, en las que el quinteto solo buscaba capturar en sus discos la energía y el vértigo de sus presentaciones en vivo, ahora tenían tiempo; podían pensar, ahondar en sentimientos y experiencias, expresarlas y experimentar con sonidos. En años en los que los Beatles marcaban tendencia en mostrar todas las sofisticaciones que podían salir al exprimir el estudio, por primera vez los Stones encontraban el valor de la producción. Una tarea en la que fue vital la colaboración de Jack Nitzsche, mano derecha y protegido de Phil Spector, en ambos lados de la consola.

«Estábamos aprendiendo a hacer que el álbum fuera el centro de atención, que fuera ese y no el single el formato de la música —contó Richards sobre aquellas sesiones—. Hacer un LP solía ser cuestión de reunir dos o tres sencillos de éxito y sus correspondientes lados B y, luego, meter algo más de relleno. Los singles siempre eran de dos minutos y veintinueve segundos porque, si no, no te ponían en la radio. Nosotros lo cambiamos: todas y cada una de las canciones del disco eran potencialmente un single, no había relleno y, si lo había, era un experimento. Aprovechábamos que con un álbum teníamos más tiempo para lo que podría describirse como una declaración de principios sobre algo. Si los discos no hubieran existido, probablemente los Beatles y nosotros no habríamos durado más de dos años y medio».

Así, los incipientes Glimmer Twins se despacharon con 14 temas que profundizaban esa imagen que Oldham les pergeñó de «chicos malos» con un lírica sobre groupies, hoteles, frustraciones, drogas, depresión y sudoroso machismo. «Muchas de las canciones de aquellos tiempos tenían unas letras que podrían calificarse de “antichicas”, y los títulos también: “Stupid Girl”, “Under My Thumb”, “Out of Time”, “That Girl Belongs to Yesterday”», contó Richards años más tarde. «Tal vez las estábamos provocando un poco, quizás algunas de esas canciones les abrieron un poco el corazón y los ojos al hecho de que “¡eh, somos mujeres, somos fuertes!”. Lo cierto es que los Beatles y (especialmente) los Stones tal vez las ayudaron a librarse de la actitud “no soy más que una damita”».

La sociedad que comenzó a consolidar con Jagger fue algo que terminó de resquebrajar la relación con Brian Jones, cada vez más alejado y menos involucrado con la banda. «En cierta manera, supongo que Brian estaba resentido de que Mick y Keith compusieran. Físicamente, y en los demás aspectos también, Brian no era lo suficientemente fuerte para tomar el control. Era un músico muy astuto, pero no insistía con algo lo suficiente como para probar ser un gran músico. Tocaba algo por tres semanas, y luego nunca más», declaró Charlie Watts.

«Seguramente lo que sacó de quicio a Brian fue que Mick y yo empezáramos a escribir canciones: primero, perdió el estatus y luego el interés. Venir al estudio a aprenderse un tema que habíamos escrito Mick y yo lo deprimía; para Brian era una herida abierta», confesó Richards.

Desplazado y cada vez más sumido en las adicciones, Jones dejó de lado la guitarra por una atracción hacia el arpa, el dulcimer, las marimbas y el sitar, que tocó en sus pocas participaciones durante la grabación. «Cuando estaba, si estaba de verdad, era increíblemente versátil, podía agarrar cualquier instrumento que hubiera por allí tirado y sacarle algo bueno: el sitar en “Paint It Black”, la marimba en Under My Thumb”... Pero luego no volvías a ver en cinco días al muy cabrón y seguíamos teniendo que grabar un disco, y había sesiones confirmadas y... ¿dónde está Brian? No había forma de encontrarlo, y cuando por fin dábamos con él se hallaba en un estado lamentable», reveló Richards. Así todo, esas exóticas intervenciones resultaron determinantes en el sonido y el carácter de un álbum libre, abierto a la investigación e improvisación, en el que se animaron a romper con la tiranía de los rock and roll de 150 segundos e incluir, por ejemplo, una jam de más de 11 minutos, con «Goin’ Home».

Aftermath se lanzó en Gran Bretaña el 15 de abril de 1966 (y el 20 de junio en Estados Unidos, en una versión con tres canciones menos y con el single número uno «Paint it Black», no incluido en la edición inglesa). «Cuando fue publicado, resultó imposible no darse cuenta de las similitudes con Rubber Soul. Los Beatles acaban de sacar su obra más “madura”, atrevida, literariamente sofisticada hasta la fecha, y ahora los nuevos Stones competían por ganarse el favor de la crítica de un modo similar», opina John McMillian, en su libro Los Beatles vs. Los Rollling Stones.

Si fue así, el quinteto lo consiguió. Aftermath no solo fue un suceso en ventas a ambos lados del Atlántico, sino que fue considerado un triunfo por la prensa especializada. Y llegó en tiempos de inspirada competencia artística, en el que los principales exponentes del rock se influenciaban mutuamente y parecían desafiarse a superarse. Tan solo un mes más tarde, los Beach Boys salían con Pet Sounds y Bob Dylan despachaba su Blonde on Blonde, hasta que en agosto, los Beatles volverían a subir la vara con Revolver. Para los Stones, fue solo la prueba (para sí mismos y para todos) de que esto era apenas el comienzo.



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