Los íconos del darkwave regresan a Buenos
Aires después de 13 años y, antes, hablamos con su histórico líder, Ronny
Moorings.
Hace mucho tiempo,
un disquero ya desaparecido de la Avenida Cabildo me dijo que Signos, de Soda Stereo (1986), “es básicamente
un afano de Clan of Xymox” (1985), el
brillante álbum debut de estos acongojados holandeses. No recuerdo en qué
contexto (ni en qué estado y con qué certezas) tiró semejante definición para
explicar al Cerati más dark, pero uno
bien podría preguntarse si es él o sus exclientes sugestionados los que,
todavía hoy, andan acusando en Internet paralelismos entre “De música ligera”
(1990) y “Michelle”, del disco Medusa (1986).
Andá a saber si,
efectivamente, aquella banda fue la que le paró los pelos al vocalista por
entonces o si le dejó algún eco para componer el hit de Canción Animal
después. Lo seguro es que Clan of Xymox fue uno de los artistas que, junto a
Cocteau Twins, Dead Can Dance y The Cure, pintó de negro al pop universal y
salpicó de tonos oscuros al rock nacional de los años 80 (con Fricción, Duna, El
Corte, Euroshima y, claro, aquel Soda a la cabeza).
Siempre bajo el intransigente
comando de Ronny Moorings, la banda reunió la energía post-punk con el pop
etéreo, las atmósferas electrónicas y el imaginario gótico para constituirse, luego
de tres décadas (y después de múltiples integrantes y algunos frustrados
coqueteos con el pop masivo y el dance), como referente del sonido darkwave, acá, allá o donde sea. “Solo
sigo mi corazón y hago lo que creo que es interesante en mi vida. Todo lo demás
lo encuentro agobiante y sofocante —cuenta el vocalista a Generación B, sobre
la larga historia de la banda—. Me gusta pensar que seguí el camino correcto
para llegar a donde estoy ahora, y estoy agradecido de que todavía puedo seguir
haciendo lo que quiero”.
A 13 años de su
paso por Buenos Aires, donde tocaron en un atestado Teatro Arlequines, el grupo
volverá a visitarnos este martes 5 de abril, en Uniclub, para presentar su último
álbum y, también, agitar la memoria gótica de esta ciudad de la furia.
Volviendo a escuchar discos y revisando
material para esta charla me sorprendí al encontrar que colaboraste con el
productor Tony Visconti…
Sí, trabajamos en Twist of Shadows, en el 88. Quería
incluir cuerdas en varias canciones y le pregunté si quería colaborar con el
Arditti Quartet. Quedé muy contento con el resultado y, obvio, fue una emoción
extra estar con él, que trabajó con David Bowie.
Imagino que te pegó fuerte la muerte de Bowie, a quien has versionado…
Sí, hicimos “Heroes”, “Wild is the Wind”… Claro que me puse muy triste con la noticia. Fue un shock saber que grabó Blackstar
con cáncer. Su trabajo, naturalmente, me influenció. Cuando era adolescente,
amaba sus discos y su imagen. Se merece mi eterno respeto. Una vez lo conocí
cuando vino a uno de nuestros conciertos en el Palace de Los Ángeles, en 1989. Me
dijo que le gustaba mucho la banda. ¡Eso sí que fue una experiencia!
Hablemos del último disco: Matters of Mind, Body and Soul. ¿Cómo surgió y qué buscabas en
especial con este trabajo?
Quería hacer un disco
de romanticismo oscuro que, como unidad, te permitiera experimentar un viaje
desde el enamoramiento hasta la pérdida de alguien. Pensé que lanzarlo el día
de San Valentín era una fecha ideal. Con cada disco, un período queda atrás.
Cuando escribo, lo hago en un lapso de entre dos y tres años, y es un tiempo en
el que vivís muchas cosas y mucho también sucede a tu alrededor, lo cual es una
gran fuente de inspiración. Un músico siempre tiene que crear algo nuevo, por
lo que, si te permitís un tiempo para vos, la música aparece y ve la luz del
día. El disco es como un sueño, te lleva en su propio viaje oscuro y romántico.
Entregar tu mente, tu cuerpo y tu alma a alguien es someterte a su voluntad.
Cuando, conscientemente, pensás en alguien, le entregás tu mente. Cuando dejás
de lado tus necesidades físicas, le das tu cuerpo. Y cuando permitís que su
visión espiritual sea la tuya, le das tu alma. Te rendiste a ser moldeado a su
voluntad.
La oscuridad y la
tensión son, para mí, también muy importantes; a mis ojos, es más romántico que
las obvias canciones luminosas con la que la mayoría asocia al romanticismo.
Tengo un abordaje del romanticismo más cercano al de Edgar Allan Poe, que
implica no solo pasión amorosa, sino también una ambición dramática y profundamente
emocional. El romanticismo dark suele
ser vinculado a la idea de la oscuridad en el alma humana, el concepto del
pecado original o cierta clase de visión tenebrosa de la sociedad en general.
Desde Creatures
(1999) que la banda mantiene un estilo sonoro y una estética muy claros, más
allá de ligeras variaciones de disco a disco. ¿No hay un riesgo de apegarse a
una fórmula, de reducir la experimentación y de alcanzar nuevas audiencias?
Todavía creo que
cambio lo suficiente para aquel que está familiarizado con nuestra música.
Quizás, el que viene de afuera puede estar en desacuerdo, porque solo ve o
escucha el estilo. Así que, sí: continúo el camino que marqué, pero con
pequeñas diferencias como vos decís.
¿Qué te pareció la inclusión de tus canciones en las películas The Girl With the Dragon Tatoo y The Guest?
Escogieron
canciones y pidieron el permiso por adelantado. Y estoy más que encantado de
que haya pasado. Es un sueño hecho realidad cuando tu música es usada en una
película, en especial en una tan taquillera.
Tu última visita a nuestro país fue en 2003
y se dio en un momento muy particular del país: se salía de una grave crisis y
casi no venían artistas extranjeros. ¿Recordás algo de aquella oportunidad y tenías
idea de ese contexto?
En ese momento, no
nos dimos cuenta de la depresión de la que el país estaba saliendo; las
personas parecían hacer su vida y el clima estaba bueno. Recuerdo que el concierto
estuvo genial, lleno de gente que estaba muy contenta, como nosotros, por lo
que tengo un recuerdo muy positivo. Espero que este show sea como aquel, excepto por el calor: creo que aquella vez
casi me desmayo.
¿De qué viene tu fama de ser un tipo “jodido”?
¿Es por ser perfeccionista o dominante en lo que hacés?
La gente tilda de
“difícil” a toda persona que sabe lo que quiere. En lo personal, creo que soy
un tipo fácil de llevar, pero no soy un “jugador de equipo” cuando se trata de
componer: Necesito estar por mi cuenta en ese sentido. Y no puedo cambiar ese
sentimiento y esa forma de trabajar.
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