martes, 23 de febrero de 2016

Vinyl: los buenos muchachos del rock

La nueva serie de HBO es un retrato salvaje de la industria, donde la música es la verdadera protagonista. CUIDADO: spoilers al mango.



Vinyl, la nueva serie de HBO creada por Mick Jagger y Martin Scorsese, comenzó con un error histórico: los New York Dolls no derrumbaron el Mercer Arts Center, tal como se muestra. No fue una noche de estruendosas guitarras de Johnny Thunders y toneladas de maquillaje de David Johansen la que tumbó aquel célebre antro del underground de la Gran Manzana, que se vino abajo solito una tarde de agosto de 1973 por el peso de su propia decadencia. Pero hay que entender algo, puristas del rock: todo buen relato (o, mejor dicho, todo buen relato de Scorsese) tiene algo de verdad, mucho de fantasía y una exageración del tamaño del Madison Square Garden.

Como suele hacer, “Marty” amolda a piacere el rigor histórico para dar forma ahora a un retrato orgiástico, desaforado y frenético de la industria musical de los primeros años 70, en una Nueva York acelerada en cocaína, brotada por grafitis y con los primeros síntomas de punk, glam, hip hop y disco a flor de piel. Así, citas verídicas, guiños de complicidad y caracterizaciones de personalidades reales, como Robert Plant, Peter Grant, Lou Reed, Andy Warhol, más varios cameos famosos que ya iremos viendo aparecer, se mezclan con brillantes personajes de la ficción como Richie Finestra (un bestial Bobby Cannavale), eje de todo este relato salvaje.

Finestra nunca existió, aunque algunos juran que se parece a Walter Yetnikoff (presidente de CBS Records por aquellos tiempos), mientras que otros lo equiparan con Marty Thau (famoso empresario y productor que fuera representante de los Dolls). Es como El Lobo de Wall Street, pero del musicbiz: un tipo con “oído de oro, lengua de plata y bolas de acero” que amasó fortuna e hizo de su sello, el también ¿ficticio? American Century Records, un pequeño imperio bajo prácticas matonas: cagó a artistas, fraguó contratos, transó con mafiosos y se esnifó todo rastro de moralidad que pudiera conservar de sus épocas de bartender.

Tiene como socios a dos malandras: un jefe de ventas (J.C. MacKenzie) capaz de fondear en la bahía las copias de los vinilos que las disquerías no venden para evitar pagarles reembolsos, y un responsable de promoción (Ray Romano) que actúa como “director de sobornos”, dedicado a repartir guita y coca a musicalizadores corruptos para garantizar la difusión de sus artistas. “¿O acaso creías que las canciones suenan en la radio porque son buenas?”, remata en off. Ahora, su empresa se está desangrando en deudas y el capo, junto a sus buenos muchachos, no tiene miramientos en dibujar el balance y un contrato con Led Zeppelin para tratar de vendérsela a los desprevenidos alemanes de PolyGram.

Finestra desea salvar la compañía y hasta quiere otra vida, ser un hombre nuevo y no este Frankenstein de pantalones acampanados en el que se convirtió. Pero no puede escapar del reventado y demencial hábitat del que forma parte, que despierta sus peores demonios y en el que todos, todos, desde los músicos y DJ hasta los representantes de A&R, pasando por la secretaria, son adictos. Nadie se re(s)cata y, encima, un muerto viene a complicarle la resurrección. Hasta que una epifanía se le viene, literalmente, a la cabeza.

“Es más sobre Scorsese que sobre el negocio de la música que conozco y conocí. Es Goodfellas con música”, define Dan Beck, exdirectivo de Epic Records y uno de los tantos empresarios que no están felices con cómo el director los dejó pintados, en una nota de Billboard de Estados Unidos. Jerry Greenberg, nombrado presidente de Atlantic en 1974, lo secunda: “Como alguien que estuvo ahí en aquellos días, esto fue hecho obviamente para la televisión. No recuerdo ninguna disquera que fuera así”.

¿Cuánto es realidad y cuánto es invento? ¡Todo es entretenimiento! Y la verdadera protagonista es la música. El soundtrack de Vinyl (que Warner acaba felizmente de editar en nuestro país) es la amalgama para este mashup de desmesura. Originales históricos de Ottis Reading, Edgar Winter y Jimmy Castor se mezclan con covers clásicos de Dee Dee Warwick (“Suspicious Minds”) y Foghat (“I Just Want to Make Love to You”), pero también con nuevas reinterpretaciones y composiciones exclusivas. David Johansen regrabó algunos de sus temas de los Dolls, mientras que el vocalista de Vintage Trouble, Ty Taylor, retropropulsa el divertido “Cha Cha Twist”. Y Mick Jagger hace pareja con su hijo James (que actúa en la serie como líder de los proto-punks Nasty Bits) para firmar “Rotten Apple”.

La música tiene un rol tan estelar en Vinyl que, los viernes de cada semana, en Estados Unidos se editará un EP digital con nuevos tracks, a modo de anticipo de los capítulos que se emiten el domingo. El último incluye a Julian Casablancas con su versión de “Run Run Run”, de The Velvet Underground. Y a mediados de abril, para el final de los diez episodios que componen esta primera temporada, se lanzará un segundo volumen de la banda sonora.

¿Habra second season? Obvio, eso ya está arreglado. Martin Scorsese compró a todos desde la primera escena y ahora nosotros, también, no podemos escapar de esta adicción. Bienvenidos a la máquina.

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