martes, 17 de marzo de 2015

La larga historia del plagio en la música

Qué pasó antes (y qué podría pasar después) del escándalo por "Blurred Lines".

«Los buenos artistas crean, los grandes roban». De acuerdo con la famosa frase de Pablo Picasso, para la Justicia de Estados Unidos, Robin Thicke Pharrell Williams son genios con una pena de 7,3 millones de dólares. Un jurado de Los Ángeles determinó la semana pasada que su hit «Blurred Lines», de 2013, es una copia de la canción de Marvin Gaye «Got To Give It Up», de 1977, después de un año de lucha en la Corte, en el último y más mediático episodio de la larga historia del plagiarismo en la industria musical.

Los tribunales norteamericanos cuentan más de 170 años de conflictos por infracciones al derecho de autor en el ámbito de la música. Según la Music Copyright Infringement Resource, el primer caso encontrado data de 1844: «Millett vs. Snowden», por la republicación sin permiso en una revista de la partitura completa de la canción «The Cot Beneath the Hill». ¿El fallo? William Snowden tuvo que pagar entonces 625 dólares.
Ya entrado el siglo XX, y luego de la revolución del rock, los casos se multiplicaron, e implicaron a muchos artistas famosos como The Beach Boys, The Beatles y Led Zeppelin, quienes tuvieron que afrontar decenas de demandas.

La famosa «Surfin’ U.S.A.», el hit de los chicos de la playa de 1963, estuvo acreditada en un principio a Brian Wilson, quien escribió la letra, pero sobre la música del tema de 1958 «Sweet Little Sixteen», de Chuck Berry. Luego de años de presiones, todos los derechos pasaron a Berry. Y en el álbum 20/20, de 1969, figura «Never Learn Not to Love» con la autoría de Dennis Wilson, si bien se trata de un «homenaje» a  «Cease to Exist» de Charles Manson, que nunca inició acción legal pese a no recibir crédito alguno.

En 1967, los Beatles incluyeron un arreglo de Glenn Miller de «In the Mood» en una parte de «All You Need is Love», por lo cual el sello EMI debió pagar royalties eternos. Dos años después, John Lennon también le pidió prestado a Chuck Berry unas líneas de «You Can’t Catch Me» (1959) para su «Come Together» (1969), acción que lo metió en un conflicto con el propietario de los derechos, Morris Levy, y su sello Big Seven Music. En compensación, el músico accedió a grabar tres covers del catálogo de la compañía para su álbum solista"Walls and Bridges", acuerdo que no cumplió (lo hizo recién en 1975, para "Rock and Roll") y debió pagar casi 6.800 dólares.

Y luego de seis años en los tribunales, George Harrison perdió una demanda por el obsceno robo  a «He's So Fine», de The Chiffons (1963), en su primer número uno, «My Sweet Lord» (1970).





Led Zeppelin tiene un verdadero prontuario. «Dazed and Confuzed» está inspirada en el tema homónimo deJake Holmes, si bien recién obtuvo el crédito en 2012. «The Lemon Song» tomó de «Killing Floor», de Howlin Wolf; mientras que «Bring It On Home» y «Whole Lotta Love» tienen partes de canciones compuestas por Willie Dixon. Todos fueron reclamos que se arreglaron extrajudicialmente.

La banda también pagó regalías a Ritchie Valens, por tomar de su «Ooh! My Head» (que, a su vez, era un birlo a «Ooh! My Soul» de Little Richards) para escribir «Boogie with Stu» (1975), y a Anne Bredon, verdadera autora de «Babe I'm Gonna Leave You». Pero todavía tiene que afrontar su caso más espectacular. En mayo de 2014, los herederos del guitarrista del grupo Spirit, Randy California, presentaron una demanda porque la introducción de «Starway to Heaven» (1972) suena calcada del instrumental «Taurus» (1968). El dato que ahuyenta la simple coincidencia: a fines de los 60, Led Zeppelin fue soporte de Spirit. Bloomberg y Forbes hacen un interesante análisis de este caso que podría involucrar más de 500 millones de dólares en royalties



Entre otros pleitos resonantes de los años 70 y 80, Johnny Cash tuvo que abonar 75.000 dólares en 1971 porque su éxito «Folsom Prison Blues» (1955) es un plagio de «Crescent City Blues» (1953), de Gordon Jerkins

Rod Stewart perdió una demanda por haber robado la melodía de su éxito «Da Ya Think I'm Sexy?» (1978) a la canción del brasilero Jorge Ben Jor «Taj Mahal» (1972).  Y, en 1983, Bee Gees afrontó una acusación del compositor Ronald Selle, quien aseguró que «How Deep Is Your Love» (1977) es copia de un demo que compuso en 1975 titulado «Let It End». El jurado le dio la derecha, pero el juez revirtió el veredicto a favor de los hermanos Gibb.

Dos grandes clásicos ochentosos estuvieron en disputa cuando Huey Lewis acusó a Ray Parker Jr. por tomar la melodía de «I Want a New Drug» para el famoso tema del film «Ghostbusters», un litigio que duró una década y se resolvió fuera del estrado. 

Copiar y pegar(la)

El desarrollo del sampler permitió un mundo de posibilidades a los artistas para tomar «muestras» de otros temas y reutilizarlos en nuevas composiciones (ver Las canciones más sampleadas de la historia), en especial en el género del hip hop. Pero también trajo nuevas querellas por el uso no autorizado de extractos sonoros. Por ejemplo, el hit tecno de 1987 «Pump of the Volume», de MARRS, tuvo que afrontar varias demandas por el empleo de unos ¡30! sampleos (entre ellas, la del nefasto trío de productores Stock, Aitken & Waterman).

Otros famosos conflictos en el uso «indebido» del sampling en aquella época fueron el de MC Hammer y su«U Can't Touch This» (1990), que robó el riff de «Super Freak» (1981) de Rick James; y el de Vanilla Ice vs.Queen y David Bowie, por el empleo de la línea de bajo de «Under Pressure» (1981) para construir el éxito de 1990 «Ice Ice Baby». 

Quizás el caso más controvertido en este sentido fue el de «Bitter Sweet Symphony». El éxito de The Vervede 1997 usa, con licencia, una porción de un cover del tema de los Rolling Stones «The Last Time», a cargo de la Andrew Oldham Orchestra, de 1965. Aun sin ser un sampleo de la canción original, el quinteto británico fue demandado por Allen Klein, quien posee los derechos de todo el material de los Stones anterior a 1970. Como resultado, el 100% de las regalías fueron para Klein, mientras que Mick Jagger y Keith Richards quedaron como compositores, a pesar de la autoría del vocalista Richard Ashcroft, quien después del veredicto dijo, con ironía: «Es la mejor canción que Jagger y Richards escribieron en 20 años». 



Otros éxitos de los 90 tuvieron que vérselas con abogados. Radiohead debió compartir la autoría de «Creep» (1992) por ser un espejo de «The Air That I Breathe», de The Hollies. Noel Gallagher tuvo que hacer lo mismo porque su «Whatever» (1994) se parece demasiado a «How Sweet To Be An Idiot», de Neil Innes. Además,Oasis tuvo que pagar medio millón de dólares tras probarse que «Shakermaker» toma parte de la melodía de«I'd Like to Teach the World to Sing (In Perfect Harmony)», de The New Seekers (1971). Mientras que «Step Out» (1996), el lado B del exitoso single «Don't Look Back in Anger», también lleva el crédito de Stevie Wonder por su semejanza con «Uptight (Everything's Alright)», de 1966.

El polémico hit «Justify my Love», de Madonna, recibió dos demandas. Primero, por haber dejado de lado a la poeta mexicana Ingrid Chávez como autora de la letra y, luego, por haber utilizado sin autorización la base del tema «Security of the First World», de Public Enemy (que, nobleza obliga, a su vez era un hurto al drum loop de «Funky Drummer», de James Brown).

Una de las demandas más curiosas durante los años 90 fue la acusación de «autoplagio» a John Fogertyque le hizo la discográfica Fantasy (propietaria de los derechos de Creedence Clearwater Revival) cuando el músico se lanzó como solista a través de Warner Bros. Para el sello, el vocalista copió su propia canción«Run Through the Jungle» (1970) para «The Old Man Down the Road» (1984). El mismísimo Fogerty estuvo en el estrado tocando su guitarra para demostrar que las composiciones eran diferentes. Por el bien de la cordura, el jurado decidió en su favor.

En los últimos años, uno de los litigios más destacados fue el de Coldplay y el parecido de «Viva la Vida» (2008) no con uno, sino con tres temas: «Foreigner Suit», de Cat Stevens«Song I Didn’t Write», de Creaky Boards; y «If I Could Fly», de Joe Satriani, quien decidió demandar a Chris Martin y compañía, si bien el caso fue desestimado un año más tarde.

En agosto del año pasado, un juez de Estados Unidos encontró que el single «Loca», de Shakira, (2010) es un plagio de la canción «Loca con su Tiguere», del dominicano Ramón Arias Vásquez.

Pero el gran «dedos de oro7 de la última década es, sin dudas, Will.I.Am, que estuvo involucrado en al menos una decena de asaltos a mano armada, ya sea como solista, productor o al frente de The Black Eyed Peas. Aquí hay un repaso de su historial delictivo, entre los que se encuentran grandes atracos como este:

Quizás, «Blurred Lines» ponga otro clavo más en el féretro de la originalidad, pero algunos señalan que el fallo en su contra deja un peligroso precedente. El argumento está en que el éxito de Thicke no samplea ni copia la melodía o la letra de la canción de Gaye, sino que imita algunos de sus elementos: la voz en falsetto, el estilo del bajo y la percusión, los sonidos de «fiesta» como background. Todos son componentes que la hacen sonar parecida a «Got To Give It Up», pero que no están expresados en la partitura, que es lo que está protegido por el derecho de autor. Es así que la decisión del jurado abre la puerta a que el estilo, la «vibra» u «onda» de un tema, y no estrictamente su composición, sea sujeto de copyright

«Cuando decimos que una canción “suena como” cierta era es porque los artistas de esa época estaban haciendo muchas cosas iguales (o, sí, copiándose mutuamente). Si el copyright se extendiera y fuera más allá de cosas como la melodía para cubrir las otras partes que conforman el “feeling” de una canción, no hay forma de que una era, una ciudad o un movimiento puedan tener cierto sonido. Sin eso, nos vamos a perder el próximo disco, el próximo Motown, el próximo conjunto de canciones de protesta», dice Parker Higgins, activista y director de Electronic Frontier Foundation, en su recomendable artículo de Ratter.

Más allá del revés millonario, los autores de «Blurred Lines» dicen dormir tranquilos sabiendo que no copiaron nada. Quizás Pharrell Williams esté aún más aliviado, al enterarse de que la familia de Gaye no va demandarlo otra vez, ahora por el notable parecido de su megahit «Happy» con «'Ain't That Peculiar». Podrá seguir feliz, escuchando cómo los límites de la inspiración en la música son cada vez más borrosos.


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