El guitarrista de The Strokes está harto de la banda y grabó un disco solo.
No se sabe qué será de la vida The Strokes, pero hay algo seguro:
Albert Hammond Jr. está harto. Harto de la indefinición de sus compañeros que,
muy entretenidos con sus proyectos, ponen a la banda entre interrogantes. Pero,
sobre todo, podrido de que le pregunten por el futuro del quinteto. “También es
incierto para mí. No tengo respuestas y no me estoy guardando nada: solo que no
sé qué decir al respecto. No estoy acá para hablar mal de los demás y no me
parece necesario discutir con la prensa estos temas. Somos una banda de rock,
las bandas tienen sus dramas, te guste o no. A mí ya me importa un carajo”, espeta,
serruchado entre dientes.
Si uno intenta profundizar en las razones de esta crisis, se
corre el riesgo de que el guitarrista diga “no quiero seguir hablando, chau” y
te corte (lo que, efectivamente, ocurrió). Para otro momento quedaron las
preguntas sobre su conexión argentina: su madre es la exmodelo Claudia
Fernández, Miss 7 Días en los años 70, y el músico pasó algún tiempo aquí durante
su infancia.
Pero, más allá de las calenturas y frustraciones, la
cuestión de fondo es que Albert tiene muchas ganas de hacer música. Y, como sus
amigos están en otra, puso todas las energías en Momentary Masters, su nuevo y tercer disco solista que, por el
momento, pone los problemas de The Strokes al costado.
El músico tuvo preocupaciones más importantes en los últimos
años, como una adicción que lo llevó a gastar unos 2.000 dólares por día en
cocaína, heroína y ketamina, de la que le costó recuperarse. “Siempre hay
formas diferentes de lo que se llama tocar fondo —revela—. Creo que uno solo trata de recordar qué es la
vida y, con el tiempo, te das cuenta de que eso no lo es”.
Rehabilitado y sobrio, lanzó en
un excelente EP (AHJ, de 2013), que
lo puso en la senda productiva hacia este nuevo álbum que suena enérgico y
positivo. “La estoy pasando bien. Y esa onda proviene del entusiasmo genuino
por armar el disco, por hacer los arreglos de las canciones por primera vez en
el estudio, y no como en los demos. Además, en los últimos años estuve buscando
hacer música con cierta sensación. No tanto enfocado en el sonido, sino en el
sentimiento. Y eso encuentro en el álbum”, dice.
En Momentary Masters
(título que surge de una reflexión existencialista escrita por Carl Sagan en su
libro Un punto azul pálido, de 1994)
se destacan los cortes “Born Slippy”, “Losing Touch” y una versión de “Don't Think Twice, It's All Right”, de Bob
Dylan. “Un amigo mío convocó a varios músicos para hacer a
beneficio un tributo a Dylan en Dublín, donde ya habían hecho algo así sobre los
Stones, Bowie y Tom Petty. Ensayé ese tema y, cuando terminé, me entusiasmé.
Decidí ponerla en el medio del disco, como para dividirlo, y creo que hace que las
últimas cuatro canciones del álbum suenen mejor”, cuenta.
¿Podrá ese ánimo contagiar la vuelta al estudio de una de
las primeras grandes bandas del siglo xxi?
“Es un lindo elogio cuando la gente dice algo como eso —responde—. Pero no creo
que sea así, ni me haría bien pensarlo. Es algo que viví y que estoy
disfrutando, pero yo siempre estoy concentrado en lo que sea que esté haciendo
en el momento”.
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