Se cumplen 40 años de
la última aparición en vivo del ex Beatle. La historia de una apuesta que valió
una reconciliación.
Hace cuatro décadas, John Lennon subió al escenario del Madison
Square Garden para saldar una deuda. Pero cuando bajó, encontró el camino a
casa. La noche en que se lo vería por última vez en vivo fue, también, la noche
en que comenzaría a dejar atrás el fin de semana más largo y descontrolado de
su vida. Porque, en gran parte, aquel 28 de noviembre de 1974 empezó, en
realidad, en septiembre de 1973.
Lennon y Yoko Ono estaban en crisis, se habían separado y el
guitarrista se fue a Los Ángeles acompañado por May Pang, la asistente del
matrimonio devenida en amante autorizada por Yoko, para comenzar lo que más
tarde denominó su «lost weekend»: un período de 18 meses de drogas, violencia
y, también, mucha música.
Allí se reunió con Phil Spector para comenzar el proyecto «Oldies
But Mouldies», un disco de covers de los
50 y 60 que ayudaría al músico a resolver una demanda de plagio por la canción «Come
Together». Pero las sesiones fueron un caos combustionado por el alcohol, los
excesos y un desquiciado y paranoico Spector, que conducía las grabaciones
borracho, vestido con bata de médico y armado con un revólver que una vez llegó
a disparar al techo. El productor luego secuestró los tapes y los devolvió meses después a cambió de 90.000 dólares.
Parte de ese material, en su mayoría regrabado por Lennon, se convertiría en el
álbum Rock 'n' Roll, que sería editado
recién en febrero de 1975.
En California, el ex Beatle estaba «viviendo su deriva»,
según el escritor David Foenkinos en Lennon,
la original biografía novelada que lo imagina
en sesiones de diván. Yoko le había «devuelto su libertad», algo que también
significaba el «poder de abandonarlo a su soledad». Sería una independencia
atada a un sentimiento que el músico llenó con sexo, drogas y algunas amistades
tóxicas.
Sus principales compañeros de juerga por Los Ángeles eran Keith
Moon y, en especial, Harry Nilsson (a quien acabaría produciendo el disco Pussy Cats). Juntos protagonizaron
varios escándalos públicos, un raid de anécdotas etílicas que incluyen desde la
expulsión del club The Troubador hasta Moon y Nilsson orinando la consola del A&M
Studio (aunque durante años acusaron a Spector como el culpable de arruinarla por
derramarle whisky).
Ringo Starr y Mick Jagger eran sus otros grandes camaradas de
copas. Por ese tiempo, Lennon colaboró en los discos Ringo y Goodnight Vienna
del baterista, y produjo la canción «Too Many Cooks» al vocalista de los Stones,
mientras se bebían toda la costa Oeste.
Pero el momento cumbre de aquel «fin de semana perdido»
ocurrió a finales de marzo de 1974, cuando Paul y Linda McCartney se aparecieron
en el estudio donde Lennon trabajaba para el álbum de Nilsson. Armaron un confuso
jam de media hora alimentado por alcohol
y cocaína, de la que participaron colaboradores y músicos como Stevie Wonder. «¿Querés
un saque, Steve?», le preguntó Lennon al tecladista, mientras circulaba el
polvo blanco, frase que inspiró el título de A Toot and a Snore in '74, el bootleg
que registró aquel encuentro: la primera y única vez que la célebre dupla tocó
junta desde la separación de los Beatles.
Lennon terminó el disco de Nilsson a medidos de 1974 en
Nueva York, donde se instaló con Pang en un pequeño departamento de la 52nd
Street que sería escenario frecuentes visitas ilustres, como David Bowie,
Jagger y, nuevamente, el matrimonio McCartney. John y Paul recomponían su
relación o, al menos, «caminaban sobre las cenizas sin quemarse», parafraseando
a Foenkinos.
Allí compuso varias de las canciones de Walls and Brigdes, que comenzó a grabar de inmediato en los
estudios Record Plant. Se fue alejando de bebida, adoptó un par de gatos y, con
la iniciativa de Pang meses antes, retomó la relación con su hijo, Julian. Con
solo 11 años, se lo puede escuchar tocar la batería en «Ya-Ya», la canción que
cierra aquel disco.
Elton John pasó por las sesiones de Walls and Bridges y sumó coros y teclas en «Surprise, Surprise
(Sweet Bird of Paradox)» y «Whatever Gets You Thru the Night», una canción que
surgió a partir de una frase del Reverendo Ike que Lennon escuchó en sus
frecuentes noches de zapping ante la TV. En el estudio, John le apostó que el tema
llegaría al tope del ranking y que, de
cumplirse, Lennon debería aparecer como invitado en uno de sus conciertos.
Fue el primer single
del álbum y, el 16 de noviembre, se convirtió en el único número uno que logró
en Estados Unidos como solista en su vida. El ex Beatle estaba en deuda y la
saldó en el espectáculo que Elton John dio el Día de Acción de Gracias en el Madison
Square Garden.
Habían ensayado durantes tres días, pero Lennon estaba muy
nervioso porque hacía tiempo que no se presentaba en vivo. Algunos dicen que
hasta vomitó antes de sorprender a 20.000 personas que enloquecieron cuando apareció
en escena, vestido de negro, con su Fender Telecaster al hombro. Con John en el
piano, interpretaron «Whatever Gets You thru the Night», «Lucy in the Sky With
Diamonds» y, para el final, anunció «una canción de un viejo y alejado novio
mío llamado Paul», «I Saw Her Standing There».
«Elton quería que tocara “Imagine”, pero yo no quería ser
como Dean Martin haciendo mis clásicos. Quería divertirme y tocar un poco de
rock and roll y no hacer más de tres temas porque era el show de Elton, en definitiva —comentó tiempo después en una
entrevista— Él sugirió “I Saw Her Standing There” y me pareció genial, porque
nunca había cantado la original. Paul la cantaba y yo hacía la armonía. Cuando
me bajé del escenario, les dije a los periodistas que esperaban “Fue divertido,
pero no me gustaría vivir de eso”. No estoy en contra de las presentaciones en
vivo, pero no tengo una banda ni un show
armado. No estoy muy entusiasmado con eso en este momento, pero tal vez cambie
de idea».
Sería su último concierto, más allá de apariciones
posteriores en televisión. Muchos interpretarían un doble mensaje en aquel histórico
cierre, una reconciliación con su pasado, tanto para con McCartney pero, en
especial, con Yoko Ono, que estuvo entre la audiencia esa noche y se encontró
con Lennon en el backstage. Las
versiones difieren sobre si sabía o no que ella estaba allí. El músico lo negó,
pero fue quien consiguió los tickets
para su mujer, y ella le envió orquídeas a él y a John, que ambos lucieron en
escena.
Lo cierto es que, después de esa noche, el regreso al Dakota
estaba a solo unos pasos, que Lennon dio en febrero de 1975. Tiempo después, a
la espera de un nuevo hijo, dijo: «Nuestra separación fue un fracaso».
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