viernes, 8 de agosto de 2014

Industria musical: Por qué la nostalgia rockea



Cada vez hay más discos clásicos que superan las ventas de las últimas y promocionadas novedades. El catálogo cobra relevancia en la economía de los sellos y el pasado resurge remasterizado y en caja deluxe. Cuando el pasado es un gran negocio.





La semana pasada, el “álbum negro” de Metallica vendió 2.070 copias y superó las 73.000 en lo que va de 2014 en Estados Unidos. Que un disco de hace 23 años tenga una mejor performance que muchas de las novedades de artistas soportados por la maquinaria promocional puede sonar como el bombo de Lars Ulrich en la cabeza de muchos. Por ejemplo, de Robin Thicke. La sensación de 2013, gracias al exitoso Blurred Lines, lanzó este año su sucesor, Paula, que apenas llegó a las 24.000 unidades en los primeros siete días en su país y tan solo 530 ejemplares en Gran Bretaña. Sí, 530: “Sad but True”.

No es ninguna novedad que los ingresos de la industria vienen cayendo desde hace buen tiempo. Y si bien en Argentina las ventas en formatos físicos tuvieron un repunte del 2,6% (según CAPIF) en 2013, en el mundo las ganancias globales tuvieron un retroceso del 3,9% en el mismo período.

Así todo, hay algo que está evitando que la baja sea mayor: la relevancia comercial de álbumes clásicos o de “catálogo”. Según un informe de Billboard sobre datos de Nielsen SoundScan, en los últimos cinco años la venta de novedades en Estados Unidos bajó un 38,1%, aunque la caída fue del 22,4% para los títulos antiguos, con lo cual el “archivo musical” está cobrando más y más importancia en la economía de los sellos (y, claro, en la elección del público). Es más, en 2012, por primera vez en veinte años se vendieron más discos “viejos” que lanzamientos: 76,6 millones contra 73,9, respectivamente.

Lamentablemente, en nuestro país no hay datos concretos. Los tres sellos multinacionales consultados no revelaron cifras y los reportes de mercado que efectúa CAPIF no discriminan entre “novedades” y “catálogo”. Sin embargo, entre los cien discos más vendidos en la Argentina durante 2013 se ve el poder de los viejos. Por ejemplo, el célebre Legend, de Bob Marley & The Wailers, con sus tres décadas a cuesta, vendió más que las flamantes obras de Coldplay, Arctic Monkeys y Rihanna. Lo mismo sucedió con el recopilatorio Greatest Hits I, de Queen, el seminal Nevermind, de Nirvana, y el siempre impecable “álbum blanco” de The Beatles.

Hay varios elementos que explican este “retrofenómeno”. El primero es el precio: en mercados como el norteamericano y el europeo, los títulos más antiguos pueden llegar a costar menos de la mitad que una novedad. Las malas circunstancias también influyen. El año pasado, tras la muerte de Lou Reed, la venta de su discografía aumentó más de un 600% y la reproducción de sus canciones en Spotify se disparó 3.000% el día después de su fallecimiento. Y Michael Jackson volvió a la cima a los charts con más de seis millones de ventas, entre discos físicos y downloads, tras su caminata lunar hacia el más allá en 2009.

Una versión menos lúgubre del mismo suceso: apenas horas después de que David Bowie sorprendiera al mundo en 2013 con el anuncio de un nuevo álbum tras una década de silencio, el grandes éxitos The Best of Bowie se fue directo al puesto 5 de iTunes.

El revival del vinilo suma. Aún lejísimos de los volúmenes que hoy representan los compactos, el download y el streaming en la industria, la venta de LP se disparó de un millón de ejemplares en 2007 a 6,1 el año pasado. ¿Y qué títulos se ubican entre las diez pastas más exitosas de 2014 hasta el momento? Otra vez el inmortal Legend, de Bob Marley & The Wailers, en el sexto lugar, y Abbey Road, de The Beatles, en el séptimo.

Pero la clave parece estar en la astucia del marketing para aprovechar coyunturas y lanzar ediciones limitadas, conmemorativas o lujosos box-sets que tocan el corazón (y el bolsillo) de fanáticos y nostálgicos. Así tenemos las exquisitas cajas de Pink Floyd, las versiones expandidas de Pearl, de Janis Joplin, y The Velvet Underground & Nico, o la colección Original Album Series que recupera de los arcones del olvido las obras de artistas tan disímiles como Randy Newman, Ratt, Margie Joseph, Montrose y Ride, entre otros. Hasta el famoso Sin documentos, de Los Rodríguez, tendrá pronto su coqueta versión por el vigésimo aniversario.

“Antes creíamos conocer o tener la discografía integral de nuestro grupo preferido. Sin embargo, las técnicas de digitalización y remasterización pusieron en nuestras manos material invaluable de grupos que serán clásicos en el futuro. Es necesario cuidar y compartir esos hallazgos. También es una buena forma de redescubrir la música desde otros lugares enriquecedores. Por lo general, estas versiones cuentan con booklets y textos firmados por periodistas de prestigio, que nos ayudan a valorar o entender creaciones o procedimientos que, en su momento, no fueron observados con la pasión con que se hace ahora. La cultura se renueva y también los públicos”, explica Nicolás Pichersky, label manager de Classic & Jazz de Universal Music Argentina. El sello acaba de editar en nuestro país las versiones estadounidenses de la discografía de los Beatles, el deluxe de Waterloo, de Abba, más los aniversarios de Superunknown, de Soundgarden, y Goodbye Yellow Brick Road, de Elton John. 

Otros ejemplos son los recientes lanzamientos conmemorativos de Rumours, de Fleetwood Mac, las versiones en CD/DVD de Your Arsenal y Vauxhall and I, de Morrissey, más la discografía remasterizada de Led Zeppelin, en variedad de formatos y con mucho material inédito, todo por el lado de Warner Music. “Siempre los buenos álbumes, los que alcanzan la categoría de clásicos, se venden. Además, lamentablemente, en esta década el arte en general parece dar señales de agotamiento, por lo que la mirada vuelve una y otra vez sobre el pasado”, opina Juan Cibeira, responsable del departamento de Promoción del sello y experiodista de la mítica revista Pelo, quien completa: “Ya no hay artistas referentes absolutos (como lo fueron Pink Floyd, Genesis, Beatles, Stones, U2 o Queen) que impongan una corriente. Entonces se apela a la seguridad que brinda la nostalgia. Pero, como también las generaciones crecen y se renuevan, hay que refrescar el producto con otro envase, remezclas, extras y demás. Si artistas contemporáneos abrevan en el pasado para presentarlo como novedad, es obvio que mucha gente buscará el original”.




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