miércoles, 23 de septiembre de 2009

Sector 9: prohibida para humanos

Se estrena un original, satírico y crudo film sobre el racismo y el apartheid desde una óptica sci-fi. Imperdible.



El mejor sci-fi es aquel que logra proyectar, desde la más fantástica de las ficciones, lo peor de nuestra realidad. Aquel que consigue perturbar nuestra conciencia. Bueno, Sector 9 despierta el pensamiento, agita el corazón y, por momentos, revuelve el estómago. Nada mal para el debut de un ignoto director, con un elenco de desconocidos y un presupuesto de sólo 30 millones de dólares que logró reventar la taquilla en Estados Unidos y va camino a convertirse en esos raros blockbusters de culto.

Los autores de esto son el joven y novato director sudafricano Neill Blomkamp y el experimentado productor Peter Jackson (The Lord Of The Rings), quienes, tras fallar el proyecto de hacer una película basada en el juego Halo, decidieron darle nueva vida a Alive in Joburg, un corto estilo documental que Blomkamp filmó en 2005 y explora las problemáticas de un hipotético apartheid extraterrestre en su país (lo podés ver acá).

Así nació Sector 9, ambientada 20 años después de la llegada de una nave que queda varada por accidente sobre Johannesburgo. Los visitantes (criaturas cruza entre molusco y grillo a los que despectivamente se los llaman "prawns") viven como refugiados en condiciones deplorables dentro un distrito de la ciudad bajo la administración de la MNU (patada para la ONU), un contratista militar al que lo único que le importa de los extraterrestres es descubrir cómo hacer funcionar sus poderosas armas de biotecnología, que solo responden al ADN alienígena.

Tras dos décadas de tensiones y difícil coexistencia entre razas, la MNU decide trasladar a los 1,8 millones de prawns al Sector 10, que es un campo de concentración aun más aislado de la población y de la ciudad. Liderar la mudanza recae en Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), un peón burócrata y respetuoso de la ley que, durante uno de los procedimientos de desalojo, se contagia con una extraña sustancia alienígena y empieza a sufrir una mutación. El resto es lo de esperar: Wikus se transforma en el hombre más buscado porque su cuerpo es la llave para destrabar el armamento extraterrestre (capaz de hacer reventar a un hombre cual bombita de agua, en uno de los más espectaculares y repugnantes efectos que la CGI nos ha dado).

Como si eso fuera poco, también es presa de una banda de gángsters nigerianos que comen carne alienígena porque creen que ofrece superpoderes, y consideran a Wikus un plato exótico ambulante.

El éxito de la película no es precisamente este guión de videojuego, sino cómo está resuelto técnicamente para transformarlo, primero, en un entretenida, inteligente y brutal alegoría al racismo y, luego, en un variopinto retrato de todas las miserias de nuestra especie: decadencia moral, avaricia empresarial, egoísmo personal, paranoia mediática, avasallamiento cultural (los aliens tienen un nombre humano, tal como nuestros indígenas recibieron uno "cristiano") y tribalismo (lo que hacen los gángsters nigerianos no es muy diferente a lo que realmente sucede entre las pandillas guerrilleras de Liberia y otras zonas de conflicto africanas).

Blomkamp lo consigue apelando a su joven pero rico background, como los recuerdos de su niñez en una Johannesburgo todavía gobernada por el apartheid, sus conocimientos como estudiante de FX, su experiencia en cortometrajes y su fanatismo por la ciencia ficción. Esta es la genética de cierto cinéma vérité que ofrece Sector 9: un logrado collage entre la veracidad del documental, el clip televisivo y las cámaras de seguridad, más la crudeza de film bélico y la violenta hiperkinesia de los FPS games, sin olvidar los guiños hacia clásicos del sci-fi (Alien, la The Fly de David Cronenberg y varias de esas historias sobre realidades alternativas de series como The Outer Limits).

Lo bueno es que director mantiene cada uno de esos recursos al servicio del mensaje, algo que ya no sucede en las actuales producciones hollywoodenses, enmudecidas por la tiranía del impacto gráfico. Sin embargo, la historia tiene varios puntos flojos, en especial el por qué una raza inteligente, avanzada y hasta físicamente superior acepta vivir bajo nuestro yugo y no usa su temible arsenal para defenderse. Es algo que, seguramente, se responderá en la secuela que el film deja preparada de manera muy burda.

Aún así, Sector 9 nos recuerda esa sensación que solo la vieja ciencia ficción sabía entregar y que ya parecía olvidada: la de salir del cine preocupados por ser parte de la raza humana.

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