El creador de Nip / Tuck exacerba los clichés de un género tan efectivo como inagotable.
¿Se puede hacer una versión menos pelotuda de High School Musical? Perdón, no quería empezar así, es que los musicales me alteran un poco. A ver, reformulemos. ¿Podemos hacer un éxito "disneyzando" The Breakfast Club? La respuesta a ambas preguntas es Glee, la nueva serie que Fox preestrenará en nuestro país este domingo a las 22.El nuevo programa de Ryan Murphy, creador de Nip / Tuck, va camino a la fama (diez millones de espectadores vieron el primer capítulo en Estados Unidos, en mayo) con una historia ya contada (y cantada) mil veces: la de un grupo de losers de la secundaria que buscan brillar gracias a su talento sobre el escenario.
Como es de esperar en un programa así, Glee tiene un elenco de clichés, empezando por la parejita estelar de la nena caprichosa con perfil de American Idol y el muchacho popular que deja de lado los prejuicios de sus compañeros de fútbol americano para escuchar la voz de su corazón, rodeada por una troupe que es un canto a la diversidad Benetton: la negra gordita onda Gloria Gaynor, una oriental j-pop, un gay fashionista y un lisiado que resulta ser el nuevo Eddie Van Halen.
Todos cantarán y bailarán bajo la batuta de un joven y bien intencionado profesor de lengua que buscar redimir su frustración sobre las tablas llevando a estos chicos a triunfar contra todo: otras escuelas, las burlas de sus compañeros, sus propios miedos y complejos, un director escolar al que solo le importa el presupuesto (típico) y una profesora de gimnasia marimacho y cruel (más típico).
Ahora bien: ¿es esto una porquería? No, y ahí está la habilidad de Murphy, que pone todos estos lugares comunes y fórmulas probadas a danzar en armonía al ritmo de hits (desde Journey a Katy Perry), los viste con las neurosis que no entraron en el consultorio de Troy - McNamara y consigue un show muy efectivo. No solo porque capitaliza el gen Disney que la nueva generación tenía dormido y que Camp Rock, Hannah Montana y otros productos despertaron (y explotan), sino porque recupera el encanto de las historias más clásicas y cursis, sin importar la edad o el gusto por las comedias musicales.
En cierta medida, Glee habla de aceptación, así que hagámonos cargo nosotros también. En el fondo, todos queremos ver a Cenicienta convertida en princesa y a la bella y la bestia juntos para siempre, tanto como vas a querer ver ganar a esta manga de perdedores.
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