martes, 24 de mayo de 2016

50 años de rock nacional: habla la nueva guardia (parte II)

Indios, Utopians, Foxley, Rayos Láser y Los Reyes del Falsete cuentan qué piensan sobre el presente y el futuro de nuestra música.


A lo largo de 2016, en el que el rock nacional cumple sus 50 años de historia, Generación B reunirá a los más destacados artistas emergentes para conocer, de primera voz, qué sienten, qué opinan y cómo se ven a sí mismos y a sus pares quienes, potencialmente, son el futuro inmediato del rock argentino.

El mes pasado, hablamos con Marilina Bertoldi, Sergio Munich (Roma), Federico Schujman (Sambara), Tom Quintans (Bestia Bebé) y Ramiro Vázquez (Surfistas del Sistema).
En esta segunda entrega, convocamos a Joaquín Vitola (Indios), César Seppey (Rayos Láser), Piru Sáez (Foxley), Nicolás Corley (Reyes del Falsete) y Barbi (Utopians).

Transcurridos 50 años de rock nacional, ¿qué opinión tienen sobre el estado actual de la escena local?

Vitola: La veo muy rica de música, de todos los estilos. Muchas bandas nuevas, a lo largo y ancho del país, buscando buenos sonidos y canciones. Siempre te sorprende en algún bar o disco algún grupo, ya sean en arreglos, estética o temas.

Sáez: Creo que está muy bien la escena. Hay muchas bandas y están laburando muy profesionalmente, como trabajar con secuencias y grabarse. Lo malo es que hay muchos grupos que tocan para “pegarla” y se olvidan de lo lindo que es disfrutar de los ensayos, grabaciones, shows... También es feo contra todo lo que tiene que luchar el músico por amar lo que hace. Siempre decimos que vale más la fe que un kilo de oro, y muchos se aprovechan de eso. Lo lindo y lo único que queda son las historias, es toda esa gente que vas conociendo y que ama lo que hace desde el rol que sea: músico, periodista, iluminador, sonidista o asistente, porque todos somos parte de esta nueva generación de rock nacional. 

Seppey: Nos encontramos haciendo esta entrevista gracias a que, hace 50 años, un grupo de personas tuvieron la iniciativa de cantar música en su idioma y de hacer lo que amaban, fusionando las músicas “de moda”, lo que venía de afuera, con las más “tradicionales”, creando un estilo propio y generando una revolución cultural. En la actualidad, los géneros musicales y estilos estéticos son tantos que no tiene sentido buscarles etiquetas para clasificarlos, pero el rock siempre es inclusivo: se refiere a lo que es auténtico y busca romper moldes para expresarse y renovarse constantemente. El gran caudal de información al que estamos expuestos en la actualidad, junto con la posibilidad de acercarse y abordar con facilidad prácticamente cualquier estilo, hace que se dificulte encontrar una forma propia de expresarse. El desafío, en este momento histórico, es crear algo que sea sincero y auténtico, y poder desarrollarlo.

Corley: La verdad es que, como todo, hay muchísima música dando vueltas, tanto horrible como hermosa. La mayoría de las bandas más populares de la Argentina de hoy no me gustan para nada. Pero hay muchas otras, quizás un poco menos convocantes, que hacen cosas increíbles, como Perdedores Pop, Placer, Sus Hijas, 107 Faunos, Atrás hay truenos, Hojas Secas y muchísimas otras. Solamente hay que saber dónde buscar. Fue así en el comienzo y sigue siendo igual.

Barbi: A mí la escena de acá me gusta mucho, sobre todo ahora. Hace diez años, tal vez estaba un poco más áspera, y ahora siento que está en un lugar que va a dejar huellas grandes a los próximos que vengan. El rock argentino arrancó con mucha clase, desde muy arriba. Las bandas que empezaron todo esto dejaron un legado medio insuperable: eran todos músicos prácticamente genios. Yo no sé si va a volver a haber una banda donde haya un Charly, un Lebón, un Aznar, o todas las que tuvo Spinetta. Pero hoy, un montón de años después, veo 1.500 personas en el show de una banda como Sig Ragga, y eso me parece que solo pasa en Argentina. Son grupos a los que un tipo de la industria no le pone una ficha antes de saber que lleva toda a esa masa, y la gente los elige, porque en Argentina hay público que escucha buena música, sin importar si la canción dura tres minutos o si suena en la radio.

Si me preguntás qué cambiaría, sería exactamente eso de la industria. Las discográficas hoy no entienden absolutamente nada, siguen buscando algo chicloso y pegadizo que suene en la radio y no se dan cuenta de que el público argentino está y siempre estuvo preparado para mucho más y que siempre eligió mucho más. A veces, grupos que suenan increíble tienen que estar diez o veinte años tocando para cien personas para dejar una marca y perdurar. Y para poder hacer eso a veces necesitan el apoyo de una discográfica que no está dispuesta, porque quiere hacer plata rápido. Eso puede llegar a lastimar mucho a la industria en la Argentina. Porque ya no es como antes, que la industria era un kiosco gigante. Hoy es muy pobre en este país y a los músicos les cuesta mucho salir para adelante. A menos que haya filántropos o personas dispuestas a apoyar, muchos buenos artistas se van a desintegrar por tener que darles de comer a sus hijos y no poder continuar durante diez, veinte años, perdiendo plata todos los fines de semana, o grabando discos imposibles de pagar.

¿Se sienten parte de una generación de artistas, de un conjunto de músicos representativo de un momento del país?

Seppey: Totalmente; de hecho, gran parte del camino logrado se debe a que, desde el primer disco de Rayos Láser, formamos parte de una alianza cordobesa que denominamos Discos del Bosque. Allí unimos fuerzas un conjunto de bandas con las que fuimos aprendiendo muchísimo en el camino. En este momento, forman parte de esa familia De la Rivera, Hipnótica, Juan Ingaramo, Candelaria Zamar, La Isla Común. Luego, cuando empezamos a viajar más a Buenos Aires, conocimos muchos músicos con los que nos sentimos pares. Artistas que, como nosotros, están en el comienzo de su carrera. Tenemos la suerte de conocer a personas que ya tienen un gran camino recorrido, como Tweety González o Leo García, cuya generosidad hace que te sientas como un igual. Ahí radica también la grandeza de un músico y una persona que reconoce a su par en cualquiera que esté de alguna manera en la misma búsqueda, y lo inspira y ayuda a seguir su camino con más fuerza.

Sáez: Por los tiempos en que se gestó y por el paso a paso del grupo, lógicamente nos sentimos contemporáneos y parte de esta “nueva generación”. Titulamos así nuestro disco por una serie de factores, no solo musicales, que abarcan el momento en que nacen bandas como la nuestra. Se ve y se respira una nueva movida, aunque también cuesta muchísimo ganarse el lugar, ya que nada ni nadie te asegura nada y hay una onda de "¿y estos qué se hacen?", que, por suerte, al contrario de aplacarnos, nos potencia y nos da más fuerza. Nosotros creemos en el poder de la canción, en la energía de un momento que podemos dar, ya sea en un show o un minuto de música haciendo un acústico en una radio, por ejemplo. Hoy hay exceso de información y creemos en que todo parte de sentir lo que hacés y de pasarlo lo mejor posible. Ahora, si te dan bola o no, ya es otra cosa y es impredecible lo que puede pasar.

Corley: Nosotros siempre nos sentimos un poco al margen de cualquier movida en el sentido “artístico”. Claramente, sí somos parte de pandillas de amigos, de músicos con los que compartimos gustos y formas de hacer las cosas. Pero no sé si parte de una “escena” o de un grupo de músicos que van para el mismo lado. La gracia del arte también está en expresar esa porción absolutamente única y privada de cada uno. Admiramos y respetamos a muchísimos músicos, y lo sentimos recíproco, pero no porque hagamos algo parecido, sino porque vemos en ellos una búsqueda igual de íntegra, profunda y desprejuiciada.

Barbi: Yo me siento par con una generación, no con un estilo. Musicalmente, creo que somos un bicho raro, una banda que tiene un estilo de un rock muy clásico y, a la vez, no sé si hay muchas de acá que tengan que ver con nosotros. Sí las hubo y las hay, pero son grupos más legendarios. Sí vemos artistas como Massacre, Los Peligrosos Gorriones o Sumo, en los 80, que nos encantan y nos gustaría aspirar musicalmente a ser como ellos.

Lo que está pasando ahora es que hay muchos estilos sucediendo y está bueno; son muy pocas las bandas que se parecen entre sí. Y me siento afín a las personas que vienen conmigo tocando en los mismos escenarios y remándola el mismo tiempo que yo. Me siento afín con los Eruca Sativa, con Banda de Turistas, con grupos que, por ahí, no tienen que ver musicalmente con nosotros, pero que los veo hace diez años, nos cruzamos en los camarines, en todos lados, y sabés que son tu generación; que dentro de veinte años, si es recordada, ellos formaron parte de toda una década de estar tocando en todos lados.

¿Qué artistas creen que pueden tener un lugar destacado en la escena nacional en los próximos años y por qué?

Seppey:   Lo conseguirán aquellos que encuentren su sonido y sean auténticos, que puedan reinventarse a través de los años y tener continuidad. Es muy importante trabajar con gente con la que uno se sienta bien e identificado, mantener unido al grupo humano y saber desarrollarse artísticamente y en los aspectos que no están directamente ligados a la música. Es lo que hace que una banda pueda insertarse en una escena.

Vitola: El otro día vimos en el ciclo Ciudad Capital, en La Viola Bar, dos bandas en vivo que nos impactaron mucho y que entre sí no tenían mucho que ver. Una es MilRayos, del lado del pop, y República del Paraguay, bastante más rockera. Aunque es imposible hacer futurología cierta, nos gustaron mucho en música y actitud.

Corley: Él Mato a un Policía Motorizado ya está teniendo ese lugar destacado y muy merecidamente. Hay bandas como La Otra Cara de la Nada, que son unos pibes de menos de 20 años, que tienen una potencia demoledora: les veo muchísimo futuro. Algunos de los grupos que hoy son “el under” se convirtieron en el mainstream del futuro... Ya veremos qué pasa y si ellos cambian el mainstream o si este los cambia a ellos.

Sáez: Si bien una gran mayoría sigue bancando al rock barrial, también se nota que la mano viene de una canción. Quizás las bandas que más títulos sumen al inconsciente colectivo a lo largo de los años sea la que prevalezca. Para que eso pase, los productores deberían apostar y arriesgarse más por lo nuevo, y no ir a lo seguro. Habría que revisar el pasado, cuando se quería renovar la cultura todo el tiempo. Porque, al fin y al cabo de eso se trata: de la cultura de nuestro país.

Barbi: Me parece que es imposible pensar en qué grupo va a crecer más o va a ser recordado por la gente. Sí puedo ver con claridad que Eruca Sativa y Él Mato a un Policía Motorizado, que son dos bandas que no tienen nada que ver entre sí, y que los públicos tal vez no se vieron jamás en la vida, están haciendo un camino que, de repente, cada vez tiene el techo más lejos, y eso te da intriga: ver hasta dónde llegan. A mí me pasa con Eruca acá en Argentina. Fui al Luna Park el año pasado y, realmente, fue emotivo, porque creo que uno de sus primeros shows en Buenos Aires fue con nosotros. Es ver cómo un grupo puede crecer tanto, solo tocando y ensayando mucho, y sin tener un tema rotando todo el tiempo en la radio. Le da una esperanza a toda una escena musical.

Él Mato… es otro ejemplo claro, pero un poco a la inversa: a ellos les va muy bien acá, pero es impresionante lo que están haciendo en el exterior, en España y el resto de Latinoamérica. Se desconoce un montón lo lejos que están llegando afuera. Y son bandas que, te repito, una discográfica les hubiese cerrado la puerta en la cara. Ninguno hubiese creído en ellos. Y ahí tenés. La gente elige y me parece que está cada vez más alejada de lo que la radio o la discográfica cree que la gente quiere escuchar.

Te puedo nombrar decenas de grupos que tienen un tema rotando constantemente en la radio, en el supermercado, en la televisión, y que no venden 200 tickets. Y te puedo nombrar otra decena que no tienen ni un tema en la radio y te meten 1.500 personas por show, o mucho más. Eso creo que es algo muy del rock argentino, que, en algún momento, la industria tiene que aprender a escuchar.

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