Una selección para conocer
cuán viejos estamos.
Foo Fighters – Foo Fighters
Una de las más exitosas bandas del rock norteamericano de las últimas dos décadas empezó con este disco que, en verdad, es un trabajo solista de Dave Grohl; una colección canciones que el baterista de Nirvana grabó por su cuenta, tocando todos los instrumentos, a modo de catarsis para superar la muerte de Kurt Cobain. Así todo, no faltaron quienes calificaron en aquel momento al músico de oportunista e insensible, por poner un revolver en la portada del disco tan solo un año después de que su compañero se pegara un tiro. Más allá de las polémicas, este sería el primer ejercicio para un artista que hizo suyos los arrebatos de agresividad sonora de su antigua banda y supo combinarlos con la efectividad y el buen humor del pop para conseguir una fórmula arrolladora.
Garbage – Garbage
El cuartero de Wisconsin desarrolló una personal mezcla de
guitarras filosas con ritmos electrónicos y melodías pegadizas que los llevaría
a un estrellato instantáneo, pero que encuentra su mejor forma en este rotundo primer
acto de puro rock digital con letras furiosas, eróticas y apesadumbradas. “Vine
para cerrarte la boca, vine para arrastrarte / Vine para destrozar tu pequeño
mundo y romper tu alma en pedazos”, advierte Shirley Manson en “Vow”. Y
nosotros, 20 años después, seguimos enamorados de sus maltratos.
The
Chemical Brothers – Exit Planet Dust
Tom Rowlands y Ed Simons fueron los principales exponentes
de ese brebaje compuesto de dance, ritmos breakbeat, impronta hip-hop, sampleos
soul y química lisérgica etiquetado entonces como “big beat”, que tuvo a Groove
Armada, The Crystal Method y The Prodigy como otros exponentes. Un debut letal,
responsable de varias fracturas y lesiones musculares en las pistas de los 90.
PJ Harvey – To
Bring You My Love
Dos décadas atrás, PJ Harvey dejaba de funcionar como un trío
y la cantante se recluía en su nueva casa campestre para componer el que sería
(en los papeles) su verdadero primer álbum como solista y su salto al mainstream. La coproducción de Flood y
John Parish (con los que establecería una larga relación artística) le sumó
texturas densas y sensuales a la potencia y el enojo de sus trabajos anteriores,
y le otorgó elegancia y teatralidad a la atormentada pluma de la vocalista.
Supergrass – I
Should Coco
Gaz, Mick y Danny quedaron en nuestra memoria como esos frescos
y divertidos jovencitos de la pegadiza “Alright”, un éxito tan grande que, lamentablemente,
opacó el trabajo posterior de una banda con el talento suficiente para mezclar la
energía de The Buzzcocks y The Stooges con el encantador sentido melódico de The
Beatles o The Monkees y, entre todo, obtener su propio sonido. Los chicos de
Oxford se separaron en 2010, pero siempre tendremos este debut para recordarnos
el lado más poptimista del britpop.
Björk – Post
Desde la portada de este segundo trabajo, se veía que las
cosas se iban a poner cada vez más raras en la carrera de la artista islandesa.
De aquel sencillo retrato de Debut, en
crudo blanco y negro, con una Björk suplicante e inocente, a esta composición colorida
entre una pose desafiante y sensual. La artista se mudó a Inglaterra y llevó su
arte a nuevos rincones como el industrial (“Army of Me”), el swing (“It's Oh So
Quiet”), la balada cinematográfica (“Isobel”) y la IDM más ensoñadora
(“Hyperballad”). Años más tarde, declaró: “Post
fue una búsqueda, Homogenic (el álbum
sucesor) fue lo que encontré”.
The
Smashing Pumpkins – Mellon Collie and the
Infinite Sadness
Hubo una época en la que Billy Corgan tenía pelo, estaba
enojado y se animó a poner en riesgo el éxito conseguido con Siamese Dream (1993) con un ambicioso disco
doble de ¡28 canciones! complejas, rabiosas, tiernas y desafiantes. “Intoxicado
de locura, estoy enamorado de mi tristeza”, cantaba en “Zero”, al frente de una
banda que luego se desarmaría y jamás podría volver a transmitir semejante mezcla
de emociones.
Pulp – Different
Class
En un país por entonces dividido entre Blur y Oasis, Pulp
emergió como una tercera posición: Un grupo de jóvenes experimentados (tenían ya
17 años de trayectoria), de espíritu arty
sin llegar a presumidos, con un sofisticado líder de lengua observadora, capaz
de reunir frustraciones sexuales y conciencia social en pequeños himnos
bailables. “Por favor, entiendan. No queremos problemas. Solo queremos tener el derecho a ser diferentes. Eso
es todo”, se puede leer en la contratapa. Y vaya si marcaron la diferencia.
Oasis – What’s The Story Morning Glory?
Como la imagen de su portada, tomada en la ya célebre
Berwick Street del soho londinense, Morning
Glory es la fotografía de toda una época de la clase urbana de Inglaterra. Cada
vez que a alguien se le ocurra poner en duda cuál fue la banda británica más
grande de los 90, el segundo trabajo de los liderados por los hermanos Gallagher
ofrece doce respuestas inapelables.
Radiohead – The Bends
Luego del éxito masivo arrollador de la balada “Creep”, la
banda comandada por Thom Yorke se limpió cualquier mancha de ser unos “Nirvana
ingleses” con esta contundente muestra de que el rock de estadio también puede
ser intelectual y enrevesado, que la épica y el drama tienen tanto cerebro como
corazón. El quinteto luego articularía hacia sonidos más abstractos y
desafiantes en trabajos como OK Computer
(1997) y Kid A (2000), que los
consolidaron como los grandes artistas de la primera década del siglo XXI. Pero
The Bends siempre será el disco que sus
fans van por la vida silbando de la primera a la última canción.
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