Clásicos como Rambo, Tootsie y E.T. llegaron a las tres décadas. A continuación, una decena de razones para pensar si 1982 no fue el último gran año del cine.
E.T., el extraterreste
Iba a ser una película de terror (incluso el famoso dedo luminoso estaba pensado como un arma). Pero Steven Spielberg la convirtió en la primera fábula sci-fi para toda la familia y el film terminó por definir una década. El 9 de octubre se lanza en Blu-ray la edición del 30 aniversario, en HD y sonido 7.1, donde el director corrige la macana que se mandó diez años atrás, cuando profanó el original al modificar escenas digitalmente (como reemplazar los animatronics o “borrar” las armas de los policías).
Tootsie
Hacia fin de 1970, Dustin Hoffman se constituía como uno de los grandes actores “serios” de su generación. Rompió taquilla junto a Robert Redford en Todos los hombres del presidente (sobre la investigación periodística que llevó al caso Watergate), nos hizo transpirar como nunca en la incansable La maratón de la muerte (junto a la leyenda Laurence Olivier) y conmovió a la Academia lo suficiente como para darle un Oscar por Kramer vs. Kramer. Sin embargo, su nombre siempre quedará asociado a la travesti más exitosa de la historia del cine. Tootsie tiene todo lo que una comedia dramática debe tener: risas del absurdo, lágrimas de ternura y agudeza en el comentario social (que, treinta años después, lamentablemente, sigue vigente).
Blade Runner
Con Alien, Ridley Scott llevó el terror al espacio. Con Blade Runner, trajo la ciencia ficción al policial negro. El director tomó la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, e hizo su ensayo sobre el futuro: el de un mundo contaminado, superpoblado, sintético y decadente, en el que la idea de ser humano parece tan confusa como la distinción entre hombre y androide. El resultado es, quizás, el primer art-film de la historia del sci-fi.
Rocky III
Muchos prefieren la primera o la cuarta entrega (sí, la de Iván Drago), pero este es el film que definió el perfil, tono e imaginario de la saga del “semental italiano”. Por varias razones: Es la obra con la que Sylvester Stallone se recibe de director, con un resultado mucho más elaborado y efectivo a sus anteriores trabajos. Tiene personajes icónicos como James “Clubber” Lang (con Mr. T pre-Mario Baracus). Encuentra un equilibrio justo entre el drama novelesco y la diversión pochoclera (desde la muerte de Mickey hasta la pelea con Hulk “Thunderlips” Hogan). Y, sobre todo, porque nos dio “Eye Of The Tiger”, la canción oficial del boxeo.
Gandhi
Ben Kingsley. Punto.
Porky’s
Las desventuras de un grupete de estudiantes por perder la virginidad en los años 50 terminó como la cinta base de todas las películas sobre adolescentes calenturientos de las últimas tres décadas. Pero, sobre todo, es uno de los primeros documentos de la pulsión de Kim Cattrall por los jovencitos (mucho antes de Sex & The City).
TRON
La película que habló de hackers, virus y realidad virtual mientras el mundo aprendía a usar el DOS. Esta historia sobre un programador abducido a un universo de software es una joya técnica, pionera en el uso de animación digital, pero que también emplea procesos artesanales como el rotoscopiado y coloreado manual de escenas. Así, la obra que, en su momento, parecía un bug en la memoria de Disney terminó como la versión 1.0 de Matrix (1999) y otras aventuras hi-tech.
Rambo
Más allá de algunos diálogos que hoy resuenan en nuestra memoria como chistes gracias al maldito doblaje (“¡quiero conducir mi Chevy, y yo no podía encontrar sus malditas piernas!”), esta no solo es una gran interpretación de Sylvester Stallone, sino una de las primeras, pocas y más interesantes películas sobre la posguerra de Vietman. Después, “el sistema” se encargaría de convertir este personaje frágil y desplazado en una nefasta franquicia de acción. Así, John Rambo fue una doble víctima: del gobierno y de Hollywood.
La cosa
Una base científica en la Antártida se transforma en una verdadera prisión de miedo y paranoia cuando sus ocupantes comienzan a ser asimilados por un parásito extraterrestre capaz imitar cualquier organismo. Esta adaptación de un cuento de los años 30 (y un film de 1951) consolidó a John Carpenter como uno de los nuevos maestros del horror, luego de éxitos como Halloween (1978) y La niebla (1980).
Reto al destino
Terminemos este hermoso año cinematográfico como realmente se merece: con Richard Gere vestido de heladero paralizando una fábrica al robarse a Debra Winger en brazos al son de “Up Where We Belong”. Si querés llorar, llorá (pero cuidado con el teclado).
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