The Strokes, Beady Eye, Interpol, Goldfrapp y Groove Armada, entre otras bandas, tocaron en San Pablo, Brasil, en un festival que el año que viene podría llegar a la Argentina y otras ciudades de Latinoamérica.
Foto de Marcos Issa - Argosfoto
Un día después de sus presentaciones en Buenos Aires, The Strokes, Beady Eye, Goldfrapp, Broken Social Scene, Toro y Moi y White Lies viajaron a San Pablo para sumarse a Interpol, Groove Armada, Bombay Bicycle Club, Gang Gang Dance y un puñado de bandas locales en el Planeta Terra, festival que desde hace cinco años viene posicionándose como una de las principales atracciones musicales de la capital económica de Brasil. En total, fueron 15 shows repartidos en dos escenarios, unas 12 horas de espectáculos en un predio de 82.000 m2, a 700.000 watts de luz y 600.000 de potencia de sonido. Un evento tamaño brasilero, y duplicado por la escala paulista.
La principal característica del Planeta Terra es que se desarrolla en un parque de diversiones que incluye desde una tradicional calesita hasta la montaña rusa Boomerang, que te pone cabeza abajo a 90 Km por hora, o el Skycoaster, un arnés que te hace volar en círculos a 60 metros de altura simulando una caída en parapente. Así, la oferta lúdica que, de por sí, la música propone para los oídos se extiende a todo el cuerpo: desafiar vértigo, gravedad y ritmo cardíaco a bordo del Turbo Drop, un ascensor que se desploma desde más de 50 metros, o que un pulpo mecánico te centrifugue el miedo, mientras Liam Gallagher te anima con un "come on" puede resultar una experiencia sensorial doblemente entretenida.
Campo y VIP para todos
La política brasilera es conciliadora, por eso en Planeta Terra no hay división del campo en sectores VIP y populares. Los invitados y celebrities hicieron su acto de presencia en un espacio que ya es very important en dimensiones: una construcción desmontable de dos pisos y más de 50 metros de largo superior a cualquier palco de estadio de fútbol argentino, con comida, bebida y varios lujos internos (entre ellos, la exposición de un auto en la segunda planta).
La política brasilera es conciliadora, por eso en Planeta Terra no hay división del campo en sectores VIP y populares. Los invitados y celebrities hicieron su acto de presencia en un espacio que ya es very important en dimensiones: una construcción desmontable de dos pisos y más de 50 metros de largo superior a cualquier palco de estadio de fútbol argentino, con comida, bebida y varios lujos internos (entre ellos, la exposición de un auto en la segunda planta).
Al frente del escenario, como corresponde, los fans, la gente que le pone el pecho a la vallas y hace que actos "pequeños", como White Lies y Broken Social Scene se hagan gigantes y compren a todo el público (incluido el del VIP).
La organización fue correcta también en esos detalles importantes: buenos accesos, clara señalización, baños químicos en cantidad, seguridad presente (pero invisible) y una distribución de escenarios lo necesariamente cercanos para trasladarse entre ellos de forma rápida y lo suficientemente separados para que no haya superposición acústica (con un sonido parejo para todas las bandas). Los que no pudieron pagar las entradas (que llegaban hasta los 300 reales, unos 730 pesos), podían seguir el evento en directo y en HD desde www.planetaterra.com.br.
Las revelaciones
Fueron los últimos en sumarse al line up y resultaron ser una de las sorpresas: el quinteto neoyorkino Gang Gang Dance tiñó el indie stage con su avant-garde mezcla de electrónica, bases tribales y sampleos de world music, aunados por la exótica cantante y percusionista Lizzi Bougatsos, artista que parece devanearse en un conflicto étnico entre Yoko Ono y Kate Bush.
Fueron los últimos en sumarse al line up y resultaron ser una de las sorpresas: el quinteto neoyorkino Gang Gang Dance tiñó el indie stage con su avant-garde mezcla de electrónica, bases tribales y sampleos de world music, aunados por la exótica cantante y percusionista Lizzi Bougatsos, artista que parece devanearse en un conflicto étnico entre Yoko Ono y Kate Bush.
Otro "descubrimiento" fue Bombay Bicycle Club. La NME puede haber exagerado (cuándo no) al calificarlos como "la banda más caliente en surgir del norte de Londres en el último tiempo", pero sin dudas hay que seguir a este cuarteto y su energético mix de new wave, revires shoegaze y ternura folk.
Interpol y The Strokes: frío y calor
Los dos climas de Nueva York es un solo escenario. Para quienes no conocen la parquedad "etiqueta negra" de los liderados por Paul Banks, su show pudo haber resultado monótono y duro como un bloque de hielo (intensificado por un juego de luces donde predominó un gélido azul), pero la mayoría del ardiente público paulista lo recibió como un refrescante zambullón a la parte más oscura de la gran manzana y celebró, en especial, canciones de sus primeros discos, como "Obstacle 1", "Slow Hand", "C'Mere" y "Hands Away".
Los dos climas de Nueva York es un solo escenario. Para quienes no conocen la parquedad "etiqueta negra" de los liderados por Paul Banks, su show pudo haber resultado monótono y duro como un bloque de hielo (intensificado por un juego de luces donde predominó un gélido azul), pero la mayoría del ardiente público paulista lo recibió como un refrescante zambullón a la parte más oscura de la gran manzana y celebró, en especial, canciones de sus primeros discos, como "Obstacle 1", "Slow Hand", "C'Mere" y "Hands Away".
El calor y el sudor lo puso The Strokes que demostró por qué sigue siendo el caldo donde hierve lo mejor de la música norteamericana. La banda pidió apagar el gigantesco frente de LED del main stage para que la atención de la audiencia se concentrara solo en lo que sucedía sobre el escenario. Y desde allí, los encabezados por un Julian Casablancas de gorrita renovaron su romance con Brasil, un vínculo que nace desde las raíces del baterista Fabrizio Moretti, oriundo de Río de Janeiro. Cualquier rivalidad citadina que haya pasado por la cabeza de alguno quedó de lado desde el primer acorde de "New York City Cops" y murió en el demoledor final con "Take It Or Leave It". El mejor resumen de la presentación la dijo el mismo Casablancas en un portugués de comprensión universal: "Fantástico".
Lo que vendrá
Según directivos de Terra, 2012 sería el año en que su evento se extendería hacia otras ciudades de Latinoamérica, entre ellas Buenos Aires. En el caso de nuestro país, el cómo, dónde y cuándo cobran especial relevancia. Con su perfil orientado al target de clase media y alta "indie-mainstream", la posible edición local de Planeta Terra tendrá como desafío diferenciarse y saber hacerse de un lugar que el Personal Fest, para bien o mal, parece tener consolidado en público y concentrado en agenda de artistas.
Según directivos de Terra, 2012 sería el año en que su evento se extendería hacia otras ciudades de Latinoamérica, entre ellas Buenos Aires. En el caso de nuestro país, el cómo, dónde y cuándo cobran especial relevancia. Con su perfil orientado al target de clase media y alta "indie-mainstream", la posible edición local de Planeta Terra tendrá como desafío diferenciarse y saber hacerse de un lugar que el Personal Fest, para bien o mal, parece tener consolidado en público y concentrado en agenda de artistas.
Por otra parte, la Capital no ofrece un parque de diversiones habilitado o acorde a los estándares del festival original, si es que quiere mantener su espíritu. Veremos qué depara el futuro y, ojalá, tengamos una versión nacional pero fiel a la tradición brasilera: orden, progreso y jogo(s) bonito(s).
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