Para los fans del espacio, la acción y el misterio, el final de Battlestar Galactica dejó un agujero negro que la ausencia de Fringe (vuelve el 17 de septiembre) no ayuda a olvidar. Pero en las últimas semanas se estrenaron en Estados Unidos dos series que, con entretenimiento, logran hacer olvidar la nostalgia.
La primera es Warehouse 13, que presenta las aventuras de Myka Bering (Joanne Kelly, de Vanished) y Peter Lattimer (Eddie McClintock, de Bones y Crumbs), agentes del Servicio Secreto que son reclutados por la misteriosa Mrs. Frederick (C. C. H. Pounder, de The Shield y Bagdad Cafe) para trabajar en un galpón ultrasecreto que almacena objetos históricos sobrenaturales. Su misión, guiados por el jefe geek "Artie" Nielsen (Saul Rubinek), es recuperar aquellos que andan sueltos por el mundo e investigar nuevos casos.
Con la química de The X Files, el humor de Eureka y cierta estética steampunk à la Torchwood, la pareja se enfrenta a la dura tarea de recolectar toda clase de poderosos artefactos "poseídos" (la silla del hipnoterapeuta James Braid, la brújula de Rheticus o el broche de pelo de Lucrezia Borgia) usando, también, un arsenal de particulares gadgets (como una pistola eléctrica de Nikola Tesla, el videocelular de Philo Farnsworth o un "espectómetro", que permite ver las imágenes de las personas que hayan estado en una habitación en las últimas cinco horas). ¿El resultado? Historia y weird science se mezclan para lograr un muy divertido show.
La segunda es Defying Gravity, creada por el experimentado James Parriot, tipo que tiene en su currículum trabajos en El hombre nuclear, La mujer biónica, Viajeros, Dark Skies y, más en la actualidad, Grey's Anatomy y Ugly Betty.
Situado en el 2052, el programa relata la historia de los ocho tripulantes de la misión espacial Antares en su viaje de seis años por distintos puntos del sistema solar. Por el momento, uno podría describirla como una cruza entre Grey's Anatomy con una versión sexy de 2001: A Space Odyssey, ya que reúne el drama sentimental y los enredos amorosos con el imaginario visual del célebre film de Stanley Kubrick.
Pero hay algo que engancha mucho de la serie y es su "componente Lost". Por un lado, un ritmo narrativo con flashbacks para explicar el pasado de los protagonistas. Por el otro, la presencia de un gran "enigma" para atrapar al espectador: saber quién (o qué) es "Beta", alguien (o algo) que mueve los hilos y el destino de la misión provocando confusos y misteriosos hechos (enfermedades repentinas en los astronautas, sueños extraños, accidentes inexplicables y más).
Amigos de lo fantástico, ahí las tienen: dos buenas opciones para no sentirnos tan solos en el universo (televisivo).
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