Ya pasó una década del
regreso de Morrissey, del gran American
Idiot de Green Day y de los debuts de Franz Ferdinand, The Killers, Keane y
Arcade Fire. ¿Querés deprimirte? ¡Tomá!
The Cure - The Cure
Después de amagar durante varios años con el final, Robert
Smith y compañía reaparecían con un trabajo que, más que una despedida, representaba
un nuevo comienzo. La producción de Ross Robinson (Korn, Limp Bizkit) los hacía
sonar potentes, frescos y, a la vez, fieles a sí mismos; y lograba que una
nueva generación redescubriera la banda sin decepcionar a los fans ortodoxos
que siempre extrañan a Pornography (1982) y Disintegration
(1989). Después, los hombres de negro no pudieron consolidar su “resurrección” con
4:13 Dream (2008), pero todavía son
capaces de subirse al escenario y volarte la cabeza durante tres horas.
Morrissey – You Are The Quarry
¿Querían un renacimiento artístico? ¿Qué dicen de un divo
inglés recluido en Hollywood, alejado del éxito, olvidado por los fans, con sus
primeras canas y jopo menguante, que un día se calza su mejor traje y sale a reconquistar
su carrera ametrallando balas de orgullo, pena, amor y perdón? Nadie se salva: ni
Estados Unidos, ni Bush, ni Inglaterra, ni la industria discográfica, ni Jesús.
Oh, pobre y gran Moz: presa, víctima y victimario.
Franz Ferdinand - Franz Ferdinand
La sorpresa de 2004 fue el impecable debut de estos cuatro
chicos listos de Glasgow y su rock prêt à porter: postura
dandy, letras ambiguas y riffs de velcro para adherirse a las caderas de las
chicas. Bajo el hitazo “Take Me Out”, el cuarteto liderado por Alex Kapranos parecía
ser el equilibrio justo entre el “arty” de unos Talking Heads con levante y una
versión “pocket” de Pulp. Ya volaron diez años y los escoceses no pasan de
moda.
Green Day – American Idiot
Cuenta la leyenda que un ladrón se llevó el master de Cigarettes and Valentines, el disco
que originalmente iba a suceder a Warning
(2000), y el trío, lejos de desilusionarse y regrabar todo, descartó el
material por completo y empezó de cero. Por entonces, nadie daba mucho por los punks
que alguna vez sorprendieron con Dookie
(que, ¡ey!, cumple 20 años), y ellos se despacharon con una ambiciosa y compradora
ópera rock sobre jóvenes antihéroes en la Norteamérica de los sueños rotos de
George W. Bush.
Podremos discutir mucho sobre Green Day, mucho. Pero American Idiot fue y será una granada en
la cabeza y el corazón de toda una generación. Y todavía hoy, cada primero de octubre,
todos nos acordamos de despertar a Billie Joe Armstrong.
The Killers – Hot Fuss
Cuando “Somebody Told Me” y “Jenny Was a Friend of Mine” comenzaron
a invadir las radios muchos nos preguntamos si eso que alguna vez se estrelló
en el desierto de Nevada no fue el primer disco de Duran Duran. ¿De qué otra
forma se explica que cuatro tipos de Las Vegas sean los más british de la new
new wave?
En realidad, lejos de ser una imitación yanqui de sonidos de
las islas, Hot Fuss fue apenas el
primer ejercicio de una banda que usaría el neón de los 80 para iluminar la
tradición de la gran canción americana. Desde entonces, Brandon Flowers y
compañía, reuniendo el músculo de Bruce Springsteen, la épica de U2 y el humor romanticón
de The Cars, recaudaron más que mil casinos.
Scissors Sisters - Scissors Sisters
El debut más hot hace diez años fue el de estos neoyorkinos
cachondos por recuperar el lado más lascivo del disco. Cabareteros, graciosos, camp
y reyes del falsete, podrían haber escandalizado por su imagen o la sexualidad de
su nombre y sus canciones. Pero calentaron a medio mundo con su irrespetuosa
versión de “Comfortably Numb”, de Pink Floyd. Los éxitos seguirían, aunque con
los años fueron perdiendo libido.
N.E.R.D – Fly
or Die
Entre 1999 y 2003 parecía que no había forma de triunfar en
el negocio musical sin la ayuda de Pharrell Williams y Chad Hugo, más conocidos
como The Neptunes, el dúo dinámico productor de los hits que, por aquellos
años, cosecharon Britney Spears, ´N Sync, Justin Timberlake, Usher, Beyoncé y varias
estrellas más. Junto con Shay Haley, debutaron en 2001 como el trío con más
funk y más rock del hip hop. Pero en su segundo trabajo, los muchachos aprenden
a tocar los instrumentos (no muy bien, por cierto) y salen del cascarón (o le
rompen los huevos a Estados Unidos: interpreten esa portada como quieran).
Por momentos, Fly or
Die suena a los Red Hot Chilli Peppers intentando experimentar con el jazz,
Journey queriendo hacer rap y Burt Bacharach siendo asimilado por los borgs de Star Trek. De pronto, la frontera final
del hip hop se corrió hacia donde el hombre nunca había llegado antes.
Keane – Hopes and Fears
El primer álbum del (por entonces) trío de Battle fue la
cajita musical de 2004: doce preciosas canciones de sufrido optimismo para
caramelizar penas y sueños. Cada tecla del piano de Tim Rice-Oxley conforma una
escalera emocional para llevarte del llanto de almohada al coro de estadios. Y
la voz a corazón abierto de Tom Chaplin te asegura que, cada vez que la vida te
dé un golpe, Hopes and Fears será la
banda de sonido de tu resiliencia.
The Libertines – The Libertines
Una amistad sellada por talento, piel y tinta ahora quebrada:
Pete Doherty entre ido y avergonzado; Carl Barât que parece consolarlo, pero no
puede sostenerle la
mirada. Pocas veces una portada dice tanto de un disco como la
de este segundo y último trabajo, surgido entre tensiones, celos, peleas y adicciones
que se manifestaron en furiosas y tiernas canciones de amor y desilusión.
A su manera (escandalosa, obvio), The Libertines fue, en 2004, lo que significaron Strangeways, Here We Come de The Smiths
en 1987 y Dog Man Star de Suede en
1994: el álbum de divorcio de una de las duplas compositoras más interesantes
del rock británico.
Arcade Fire - Funeral
Concebido durante un crudo invierno en un hotel de Montreal
y enmarcado por varios fallecimientos de familiares de la banda, Funeral es una lúgubre celebración. Un
ensamble del barroquismo sonoro que aportan acordeones, violines y xilófonos
con un lirismo tan escalofriante (“Mis ojos están tapados por las manos de mis
hijos nonatos, pero mi corazón sigue viendo a través de mis párpados”, se
escucha en “Neighborhood #4”), como poético y existencialista (“Somos solo un
millón de pequeños dioses que provocan tormentas que convierten todo lo bueno
en óxido”, cantan en “Wake Up”). La muerte fue solo el comienzo para la banda
más sorprendente de los últimos diez años.
Leer en Rolling Stone >>
No hay comentarios:
Publicar un comentario