Un 4 de junio como hoy, pero de 1964, un tal Jimmie Nicol reemplazaba a Ringo Starr en la primera gira mundial de The Beatles.
Todos recordamos a los Beatles como John, Paul, George y Ringo. A lo sumo, podemos hacer referencia a Pete Best, el baterista original de la banda antes de que se hiciera famosa. Pero, alguna vez en la historia y en plena beatlemanía, los fabulosos cuatro fueron John, Paul, George y "Jimmie".
En los primeros días de junio de 1964, los Beatles se aprestaban a realizar su primera gira internacional. Pero Ringo Starr se enfermó de angina, tuvo que ser hospitalizado y todo el tour se puso en peligro.
El productor George Martin y el manager Brian Epstein decidieron convocar a un reemplazante, idea que fue aceptada por Lennon y McCartney, aunque que no gustó nada a Harrison, quien protestó: "Si Ringo no va, yo tampoco: buscate dos reemplazos". Tomó una larga charla convencerlo y así es como entra en la historia de la banda Jimmie Nicol, un tímido sesionista de 24 años que Martin aparentemente conocía por haber reversionado temas de los Beatles para algún que otro álbum de compilados, por lo que ya se sabía parte del repertorio.
Era el 3 de junio de 1964 y, en poco más de 24 horas, a Nicol lo contrataron, le hicieron ensayar algunos temas en los estudios Abbey Road, le cortaron el pelo con flequillo y lo mandaron de gira por el mundo. Al otro día, estaba tras la batería en Copenhague, Dinamarca, en la primera fecha del tour. Cuenta la leyenda que hasta usaba la ropa de Ringo, aunque le quedaban cortos los pantalones. Y que McCartney, entre bromista y cizañero, le envió un telegrama a Ringo que decía: "Mejorate pronto, mirá que Jimmie te está usando los trajes".
"Los chicos eran muy amables, pero me sentía como un intruso -reveló Nicol años más tarde-. Me aceptaron, pero no podés simplemente entrar en un grupo como ese. Tienen su propio ambiente, su propio sentido del humor. Es una pequeña camarilla y los de afuera no pueden irrumpir así como si nada".
Nicol fue un Beatle durante diez días, en los cuales dio ocho conciertos en Dinamarca, Holanda, Hong Kong y Australia. Pero no fue una oscura presencia al fondo del escenario, para nada: dio entrevistas, apareció en la TV, participó de producciones fotográficas y vivió todos los placeres de ser parte de la banda más importante del mundo.
"El día anterior a convertirme en un Beatle, ninguna mina me dirigía ni siquiera la mirada. Al otro día, cuando ya tenía el traje puesto y andaba en la limusina con John y Paul, se morían por tocarme. Raro y escalofriante a la vez. Es difícil describir la sensación, pero puedo decirte que se te puede subir a la cabeza. Entiendo por qué tanta gente famosa se suicida. Todo eso tiene muy poco de cordura", afirmó en una entrevista de 1987.
El 14 de junio de 1964, un Ringo ya recuperado llegó a Australia para ocupar de vuelta su lugar en la batería. Ese día, se terminó el sueño de Nicol. Epstein lo acompañó al aeropuerto de Melbourne, le dio un cheque y un reloj de oro con la inscripción: "De Los Beatles y Brian Epstein para Jimmie, con aprecio y gratitud".
Dicen que Nicol ni llegó a despedirse del resto, porque estaban durmiendo y no quiso molestarlos. "Creo que pensaron que yo era muy bueno. John me dijo una vez que era mejor que Ringo, pero que había perdido el tren. En el avión de regreso a Londres, me sentía como un niño bastardo al que lo mandaba de vuelta una familia que no lo quería. Cuando tuviste lo mejor, no podés aceptar otra cosa", confesó.
De vuelta en Europa, intentó seguir con su carrera musical. Primero, volvió con su banda, Jimmy Nicol & The Shubdubs (con la que, meses más tarde, llegó a compartir escenario con sus ex compañeros). Más tarde, se sumó por casi dos años a los suecos The Spotnicks. Pero no tuvo fortuna y, tan solo nueve meses después de ser un Beatle, estaba en bancarrota.
A finales de la década de 1960, abandonó el pop, se mudó a México y, lentamente, fue desapareciendo casi por completo de la vida pública.
En 2005, el diario británico Daily Mail lo encontró viviendo en Londres, casi recluido en su casa, sin querer dar notas y ni sacar provecho de esa parte de su vida, que es una de las páginas más desconocidas, curiosas y agridulces en la historia de la banda de Liverpool: la del hombre que, por diez días, pudo decir "yo soy un Beatle".
Por Maximiliano Poter
The Beatles con Jimmie Nicol - "She Loves You"
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