Desde el rol de Brienne
de Tarth, la guerrera de casi dos metros y aspecto masculino, desafía mandatos
de belleza y conquista el mundo de la moda. La actriz británica cuenta los retos y
las curiosidades de ser parte de un fenómeno pop épico en la TV.
“Nunca imaginé que iba a compartir cartel con un oso, ni hablar
de que iba interpretar a alguien que tuviera que pelear con uno”. La lucha mano
a garra con peligrosos animales salvajes es uno de los tantos requisitos que
Gwendoline Christie ha resuelto con altura en la piel de Brienne de Tarth, esa enorme
columna de sacrificio, lealtad, hierro y valor que se erige entre las ambiciones,
lujurias y venganzas de Game of Thrones.
La serie de HBO acaba de estrenar su cuarta temporada con un
récord de 6,6 millones de espectadores en Estados Unidos, la mayor audiencia
desde el final de The Sopranos. Y esta
británica de 1,91 metros
observa bien desde arriba un fenómeno popular que, por la impresionante demanda,
el pasado domingo llegó a hacer caer el sistema de streaming de la cadena.
“Creo que a la gente le gusta tanto el show porque cubre
todos los aspectos de las experiencias humanas, incluso los más oscuros y
extremos. Y lo hace dentro de uno de los más hermosos mundos, que parece tener
sus raíces en un período medieval no identificado, que es extremadamente
realista, pero que tiene un glorioso costado sobrenatural con magia y dragones”,
dice, en un intento de explicar cómo este thriller político vestido de fantasía
épica con tragedia clásica y softporno es hoy la segunda serie más vista en la
historia de HBO (detrás, otra vez, de aquel célebre drama mafioso).
Gran parte del éxito de Game
of Thrones radica en sus ricos y complejos personajes, y desde su aparición
en el segundo año, la gigante y masculina “doncella de Tarth” se transformó en
uno de los favoritos del público. “George R. R. Martin creó una figura brillante,
a la que la gente le toma aprecio enseguida. Lo genial de Brienne es que está tan dedicada a hacer el bien: realmente,
quiere lo mejor posible para todos. Y esta temporada veremos a esta mujer en
situaciones y lugares que no sabe cómo atravesar naturalmente”, opina.
Pero al igual que Tyrion Lannister, el sagaz y fiestero
“mediohombre” de la realeza encarnado por Peter Dinklage, la Brienne de
Christie tiene el mérito de desafiar desde la TV los mandatos de género tradicionales
sobre la belleza. Así
como Dinklage pudo hacer de sus 135 centímetros una marca de estilo y actitud
en producciones para Rolling Stone, Esquire y GQ, la noble guerrera de piernas
inconmensurables y espalda de Atlas seduce al mundo de la moda y pelea por la
igualdad de derechos con las armas de un caballero. Elle, Stylist, Fendi y
Christian Louboutin son algunos de los que perdieron la cabeza por esta “glamazona”
que, también, flechó a un fashionista: el diseñador Giles Deacon, su actual
novio.
Christie quería ser gimnasta, pero una lesión en la columna
la condujo a la actuación, en el Drama Centre de Londres. “Tuve la suerte de
estudiar teatro en una universidad que tiene un método clásico y se enfoca en
hacernos actores, no empresas. Así, entramos al mundo del entretenimiento, que
es muy, muy arduo, con un sentido bien definido de lo que significa ser
artista. Por eso, me fue muy difícil encontrar trabajo”, recuerda.
Entre sus primeros roles está el film de Terry Gilliam El imaginario mundo del Doctor Parnassus
y el videoclip de lacanción “Damaris” del inglés Patrick Wolf. Hasta que, en 2011, la convocaron para el papel de su
vida, del cual no sabía absolutamente nada. “Un amigo me dijo que había leído
en Internet que yo estaba involucrada en una serie de HBO —cuenta—. Me fijé y
vi que hablaban de unos libros de los cuales no había escuchado antes y que
estaban analizando elegirme. Así que miré de qué iba el personaje. Y, por
suerte, me llamaron para participar de esta serie maravillosa”.
Para convertirse en Brienne, la actriz tuvo que cortarse el
pelo en look varonil, ganar más de seis kilos y tomar clases de equitación y
combate con espadas. Pero ¿qué hay de aprender a enfrentar un oso?
“Fue una de las cosas más difíciles y divertidas —dice—. Había
que aplaudirlo cada vez que salía de su tráiler y terminaba una escena, y
teníamos que tener música country todo el tiempo en el set. Además, lo
premiábamos con una golosina especial con crema. Sin dudas, ese oso era un profesional”.
Brienne vs. el oso
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