De Latinoamérica para el mundo, la versión cool de House.
No me gusta comentar una serie tras solo ver el primer capítulo. Es como ir al médico y que te diagnostique con solo mostrarle la lengua. Y, en este caso, estamos hablando de un programa que trata con esquizofrénicos, paranoicos y toda una guardia de desquiciados. No es cuestión de recetar un ibuprofeno y chau picho, no: veamos cómo evoluciona así no damos una prescripción errada porque, vamos: ¿alguien podía pronosticar la genialidad y longevidad de Seinfeld o 30 Rock tras sus espantosos pilotos?
El problema es que en estos tiempos uno fagocita industria cultural tan rápido como la vomita, y así no va: tenemos que ser pacientes, como en Mental.
Lo bueno de la creación que Fox pondrá en pantalla hoy, a las 22, es que estaremos viendo una nueva serie en simultáneo con varios países y a tan solo cinco días de su estreno en Estados Unidos, lo cual esperemos se transforme en un frecuente y sano comportamiento de las cadenas de TV locales (aunque, de todas formas, no me convence eso de "estreno mundial" en la publicidad, pero bueh).
La otra gran novedad es que este es el primer show del canal para el mercado norteamericano y el resto del mundo producido en Latinoamérica: Mental parece ambientada en Los Angeles, pero en realidad está filmada en los estudios de Fox Telecolombia, en Bogotá (donde también se hizo Tiempo Final). Una medida que abarató los costos en un 50 por ciento y favoreció a muchos trabajadores de esta parte del globo.
Pese a estas buenas noticias, Mental no luce bien. Su primera impresión nos deja entrever una severa crisis de identidad en esta serie que se parece a muchas, pero que podría resumirse como una versión cool de House. Sí, acá también tenemos a un médico brillante, capaz de pensar y actuar "out of the box" para resolver casos clínicos complejos, pero en lugar de ser un jovatón rengo, huraño y adicto, Jack Gallagher (Chris Vance, ex Prison Break) es un inglés fachero, intrépido, amante del ciclismo y de los métodos poco ortodoxos. Si es necesario ponerse en pelotas para calmar a un paciente o allanarle ilegalmente el domicilio en busca de pistas para curarlo, lo hace. No importa si eso lo mete preso, pone en riesgo su flamante cargo en el hospital o fomenta la enemistad de sus estructurados colegas.
Visto así, Mental parece un caso serio, pero no hay de qué preocuparse: la serie no es grave, y eso desilusiona un poco. Por ahora, no hay síntomas de grandes conflictos, salvo la previsible relación amor-odio entre Gallagher y su jefa, Nora Skoff (Annabella Sciorra, ex The Sopranos). Aunque, aparentemente, tiene una hermana con problemas y en el futuro asoman peleas con un psiquiatra cómplice de las empresas farmacéuticas interesadas en experimentar drogas con los internados.
Mental tiene a su favor que llega en una grilla televisiva algo vacía, justo tras el final de temporada de todas las principales series y sin próximos estrenos de importancia en el horizonte. Para algunos, el programa podrá ser la receta para matar la espera por el regreso de los grandes títulos. Para otros, será como tratar la ansiedad con Armonil. Veamos cómo funciona. Y, si no, bueno: yo no soy médico, pero recomiendan que, de vez en cuando, apagar la tele puede ser un buen remedio.
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