El viernes pasado, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner “inauguró” las nuevas oficinas locales de Google, ubicadas en uno de los docks de Puerto Madero. Pero casi nadie aclaró que la empresa opera desde hace tiempo en el país y que esas oficinas ya habían sido inauguradas (o, al menos, formalmente presentadas a la prensa) hace casi un mes. Con lo cual, el acto tuvo más de político que de noticia.
Los “problemas de agenda” que motivaron su ausencia en la verdadera apertura parecen haber venido como anillo a dedo. Tras 90 días de un conflicto con “el campo” que no hizo más que desnudar (una vez más) lo atravesado y signado que está el país, en pleno siglo XXI, por la economía agraria, ¿qué mejor que mostrar a la presidenta en el marco del “arribo” de una de las compañías de tecnología más grandes de mundo?
Más allá de los atractivos de costo-beneficios que ofrece Argentina en el rubro IT (principalmente, personal muy capacitado a bajo precio), aparentemente el “arribo” de Google a Buenos Aires (desde donde comanda todas las operaciones de América Latina) tuvo que vencer cierta negatividad y escepticismo del ámbito local, algo que Gonzalo Alonso, director de la firma, calificó como “efecto tango” durante el acto, en alusión a ciertas características pesimistas de la mentalidad argentina.
Cual sahumerio para ahuyentar la mala onda, la presidenta afirmó, en contraposición a esa idea, que “con esta radicación de Google, los argentinos optamos por el efecto rock and roll. Empresas, optimismo y para adelante”.
La frase es tan simpática como desafortunada por coyuntura y por connotaciones. El rock es, entre muchas otras cosas, además de optimismo y “buena vibra”, frivolidad y descontrol, dos ítems discutidos de la gestión K. Pero estas palabras más bien parecen acto reflejo de las actuales (pre)ocupaciones del Gobierno: tapar bajo un falso positivismo ya no solo cualquier “crítica”, sino cualquier análisis u observación de la realidad, porque son consideradas como ataques.
Así, se combate la inflación positivizando al INDEC, o se intenta crear un observatorio de medios para la gente no vea Todo Negativo. Pero no es cuestión de pintar de rosa para cubrir lo negro, ni de cambiar tango por rock. El género no importa cuando la canción es siempre la misma.
Los “problemas de agenda” que motivaron su ausencia en la verdadera apertura parecen haber venido como anillo a dedo. Tras 90 días de un conflicto con “el campo” que no hizo más que desnudar (una vez más) lo atravesado y signado que está el país, en pleno siglo XXI, por la economía agraria, ¿qué mejor que mostrar a la presidenta en el marco del “arribo” de una de las compañías de tecnología más grandes de mundo?
Más allá de los atractivos de costo-beneficios que ofrece Argentina en el rubro IT (principalmente, personal muy capacitado a bajo precio), aparentemente el “arribo” de Google a Buenos Aires (desde donde comanda todas las operaciones de América Latina) tuvo que vencer cierta negatividad y escepticismo del ámbito local, algo que Gonzalo Alonso, director de la firma, calificó como “efecto tango” durante el acto, en alusión a ciertas características pesimistas de la mentalidad argentina.
Cual sahumerio para ahuyentar la mala onda, la presidenta afirmó, en contraposición a esa idea, que “con esta radicación de Google, los argentinos optamos por el efecto rock and roll. Empresas, optimismo y para adelante”.
La frase es tan simpática como desafortunada por coyuntura y por connotaciones. El rock es, entre muchas otras cosas, además de optimismo y “buena vibra”, frivolidad y descontrol, dos ítems discutidos de la gestión K. Pero estas palabras más bien parecen acto reflejo de las actuales (pre)ocupaciones del Gobierno: tapar bajo un falso positivismo ya no solo cualquier “crítica”, sino cualquier análisis u observación de la realidad, porque son consideradas como ataques.
Así, se combate la inflación positivizando al INDEC, o se intenta crear un observatorio de medios para la gente no vea Todo Negativo. Pero no es cuestión de pintar de rosa para cubrir lo negro, ni de cambiar tango por rock. El género no importa cuando la canción es siempre la misma.
Leer en Rolling Stone
2 comentarios:
¡Fantástica la portada!... Lo más impactante los botox o la silicona de Cris en esos cacho labios que deben ser la perdición de Néstor.
Silvia
Me encantó la entrada Maxi! Me hice mas una idea del estado del pais leyendo este post, q navegando por la web de Clarin durante un mes. Un abrazo grande, hermano!
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