viernes, 29 de abril de 2016

Marillion: “Componer es lo más cercano a la magia en este mundo”

Antes de su show en Buenos Aires, Steve Rothery habla sobre pasado, presente y futuro de la banda más incomprendida del rock.


Si hay una banda que arrastra pesos de más es Marillion. Mencionarlos (en especial dentro del siempre taaan desprejuiciado circuito del periodismo de rock) equivale a un girar de ojitos hacia arriba y escuchar «Kayleigh» en un resoplido cargado de sorna que invoca no solo a un «one hit wonder» de los años 80 (para peor, ¡década sacrílega!), sino a un grupo tildado de ser un Genesis de segunda. Es cierto que algunas extravagancias e infortunios de Fish y compañía alimentaron pésimas comparaciones y no ayudaron a borrar esa imagen; pero, vamos: vaya reputación que cambiar.

Y así quedaron cementados en la memoria, tanto que incluso amantes del llamado «rock progresivo» tardamos en descubrir la voz de Steve Hogarth, capaz de quebrarse en el momento justo para partirte el corazón; en escuchar discos como Anoraknophobia, Marbles o el bellísimo Sounds That Can't Be Made (que cualquier fan de Muse, Talk Talk y Pink Floyd deberían tener) y en (re)conocer a una banda que innovó siempre, al punto que practicaba el online crowdfunding mucho antes de que Radiohead aprendiera el significado de esa palabra.

«Creo que, por el éxito de “Kayleigh”, hubo durante un tiempo un preconcepto sobre lo que el grupo representaba. Tuvimos situaciones bizarras con gente que hasta pensaba que éramos ¡una banda de metal escocesa! También pasa porque intentamos explorar nuevas influencias y direcciones en cada álbum, lo cual hace difícil categorizarnos», explica el histórico guitarrista Steve Rothery a Generación B.

Hoy, el grupo parece lejos de preocuparse por estas cuestiones. Una fuerte y leal base de seguidores acompañan y sustentan la rica producción de Marillion, que en septiembre lanzará su nuevo y décimo octavo trabajo, F.E.A.R. (por F*** Everyone And Run). «Es un disco líricamente bastante sombrío y algunos temas tratan sobre la codicia y la hipocresía que hay en el mundo. Musicalmente, es más diverso, con tres canciones muy largas y dos cortitas», adelanta Rothery. Pero antes los británicos pasarán una vez más por Buenos Aires, donde se presentarán el próximo 3 de mayo en el Teatro Gran Rex.

Unos 15 años atrás, Hogarth dijo que haber conservado el nombre Marillion cuando él se unió fue un error. ¿Lo ves así?   

Yo nunca pensé eso. Había estado en la banda más que ningún otro integrante y era el principal compositor en su momento, por lo que no vi razón para cambiar el nombre. De todas formas, fue una apuesta, pero creo que tomamos la decisión correcta.


¿Qué significa hacer «rock progresivo» hoy?

Puede representar diferentes cosas para distintas personas. Creo que significa tener la libertad creativa de explorar ideas que no caben en el formato de canción convencional. Por ejemplo, nuestro nuevo disco es muy cinematográfico en algunas partes.

En el teaser sobre el nuevo álbum que filmaron al estilo  de vieja película de Frankenstein se menciona «la esencia de Marillion». ¿Cuál es esa esencia?

Hay algo mágico que pasa cuando los cinco creamos juntos. Las ideas vienen de pequeños comienzos y, con el tiempo, se convierten en esa clase de música que nos define. En lo personal, pienso que componer es lo más cercano a la magia que hay en este mundo.


Son referentes en autogestión, distribución vía internet y crowdfunding. ¿Qué beneficios y qué problemas les ha traído trabajar así en comparación con tener un contrato convencional con un gran sello discográfico?

No hay un lado negativo si tenés una base sólida de fans y una trayectoria probada.
Estamos en la mejor situación financiera de nuestra historia, incluso que cuando teníamos discos de oro y platino. La industria musical tradicional se está muriendo y solo caben tres sellos grandes que, incluso, están peleando por encontrar una manera de ser rentables. No hay mejor momento para que un artista tome este camino. Y las redes sociales son clave para promocionar tu música.


Siendo un grupo tan dedicado a cuidar la calidad del sonido y sus producciones, ¿cómo graban pensado que sus canciones van a ser escuchadas tanto por alguien arriba de un subte en un Mp3, como por fanáticos obsesivos del audio en vinilo? ¿Se toman en cuenta esas cuestiones al momento de trabajar en el estudio?

Uno crea música para hacerla en la mejor calidad posible. En definitiva, todo se trata de la fortaleza de las ideas: la gente siempre va a preferir escuchar algo grandioso mal grabado que una mala idea en alta fidelidad, je.

Tenés una amplia relación con la Argentina…

Amo Buenos Aires. Tengo muchos amigos allá, incluida la gente con la que inicié mi sello, Ravenscar Music, Mariano Miguens y Gabe Treiyer. Lanzamos mi disco solista, The Ghosts of Pripyat, y se están por editar Anoraknophobia y Marbles, de Marillion, a lo largo de Sudamérica. Además, toco ocasionalmente con Bad Dreams [grupo argentino tributo a Genesis].

¿Cómo será el show? ¿Van a estrenar alguna de las nuevas canciones?

Decidimos no tocar nada del próximo material hasta entrado este año, y elegimos un set que mezcla temas clásicos. Va a ser muy especial. El público en Buenos Aires es fantástico y estoy seguro de que va a ser uno de los puntos altos de nuestra gira.





jueves, 28 de abril de 2016

miércoles, 27 de abril de 2016

El regreso del álbum como obra

En tiempos en que la canción domina la industria, lanzamientos de Beyoncé, Kanye West, Rihanna y David Bowie revalorizan el concepto de disco.



Todavía no llegamos a mayo y ya podemos calificar este año como uno de los más despiadados de la historia reciente, en el que perdimos a íconos como David Bowie, Maurice White, George Martin y Prince (sin olvidar a Lemmy, que partió casi en el albor de 2016).  Pero que las lágrimas por la desaparición de estos innovadores irremplazables no cubran un fenómeno reconfortante: la revitalización que se está viendo estos días del álbum como vehículo artístico.

Desde la irrupción de iTunes y la reconfiguración del mercado hacia la comercialización de canciones “sueltas”, se viene debatiendo la “muerte del disco” como obra, como encarnación expresiva. “Ya nadie escucha álbumes, lo importante son los singles” parecía ser una máxima instalada en la industria y, claro, los números grabaron esa idea en bronce. Con la aparición, a mediados de 2003, de la tienda virtual de Apple (y la expansión del formato digital por sobre el físico), la venta global de álbumes se desplomó año tras año. Entre 2000 y 2014, en los Estados Unidos las cifras pasaron de más de 13.000 millones de dólares a unos 1.850 millones, una caída cercana al 86 por ciento, según la RIAA.  

Solo en Gran Bretaña, en 2003 se vendieron casi 31 millones de singles, contra unos 157 millones de álbumes, en ambos casos con el CD como soporte dominante. Diez años más tarde, los simples superaban los 188 millones de unidades, contra menos de 100 millones de discos, ya con el formato digital como principal medio.

ITunes y el resto de las “disquerías” online que fueron surgiendo dieron vuelta el negocio y desarmaron al disco económica y conceptualmente: la audiencia ahora podía comprar solo los temas que le gustara, disgregando el álbum y atomizándolo en obras (y elecciones) de 0,99 dólares.
Este modelo se mantiene hoy y, muy probablemente, también lo haga en el futuro (después de todo, ¿por qué debería cambiar? ¿Qué tiene de malo?). Sin embargo, las últimas producciones de artistas como David Bowie, Suede, Kanye West, Rihanna y Beyoncé, entre muchos otros, parecen volver a poner el foco en la importancia del álbum como forma y unidad de expresión artística (proceso en el que el revival de las ediciones en vinilo juega también su parte). 

El último acto de David Bowie fue un disco: no un show, ni un libro, ni un single, ni un escándalo mediático. Un testamento de su talento entre sus últimos deseos, obsesiones, miedos y definiciones (¿Cuánto peso histórico tiene ahora ese final con “I Can't Give Everything Away”?).

Ese mismo enero negro, Suede (otros ingleses y, en gran medida, herederos el ex Duque Blanco) editaron Night Toughts, un logrado trabajo que coquetea con una ópera rock audiovisual sobre pérdidas, excesos, penas y sueños rotos y que hasta viene acompañada de su propia película. ¿Qué sentido tiene si solo cargamos en nuestro MP3 el corte “Outsiders”?



Mientras tanto, en los Estados Unidos, Rihanna ponía fin a tres años de expectativas con su demorado ANTI: toda una declaración de que podía ser una artesana de álbumes más que una abastecedora de top tens tan seguros como impersonales. La portada, a cargo del pintor y escultor Roy Nachum, con esa pequeña Robyn Fenty enceguecida por su coronación como Rihanna y un mensaje en braille sobre miedos y liberación, envasa su acto de madurez (con todos los aciertos y errores que implica crecer musicalmente).



El lanzamiento en febrero de The Life of Pablo del inefable Kanye West será, por lejos, uno de los acontecimientos del año: una explosión de ego contenida en una obra en constante metamorfosis (el músico modificó el tracklist varias veces desde su aparición) y rodeada de sus características contradicciones, delirios, conventillos 2.0 y grandilocuencia (“Este no es álbum del año, es el álbum de la vida”, definió el rapero en su siempre desbordante cuenta de Twitter). The Life of Pablo (que tuvo hasta cuatro nombres diferentes) tuvo su premiere en el Madison Square Garden durante un show de moda de West, y poco más tarde estuvo disponible en exclusiva en el servicio musical Tidal. El disco logró 250 millones de streams en los primeros diez días y, se estima, duplicó la base de suscriptores de la plataforma online liderada por Jay-Z. Se convirtió el primer álbum en llegar al número uno en los Estados Unidos por ventas que llegaron en un 70 por ciento por sistemas de streaming, ya que el disco no fue (y, según West, nunca será) editado en CD.

Lo de Kanye reconceptualiza el álbum: lo libera de ataduras físicas, lo deja “abierto” a la “actualización” constante y hasta lo (retro)alimenta con su ecosistema personal (caprichos, peleítas mediáticas, fashion business, acuerdos comerciales y kardashianismos varios).
En el ámbito local, Los Fabulosos Cadillacs acaban de anunciar que su regreso luego de siete años será con un álbum conceptual, La salvación de Solo y Juan (Primer Acto), que llegará el próximo 27 de mayo. Y la primera muestra no fue, como es usual, un corte adelanto, sino cuatro temas presentados al unísono: una acción que pone al single como herramienta contextualizadora de una obra, que convierte “canciones” en verdaderas “pistas” para armar un relato.

Por otro lado, Babasónicos se apresta a lanzar Impuesto de fe, con nuevas versiones de su amplio cancionero. El disco forma parte de un proyecto más abarcativo titulado Desde adentro, un concepto multiplataforma y celebratorio de sus 25 años de carrera que incluye, además de ediciones en DVD, Blu-ray y vinilo, un especial para televisión que será emitido por HBO



La última (y alta) nota la dio el fin de semana pasado Beyoncé, que reveló su Lemonade y volvió a sorprender al mundo con un disco que salió sin previo aviso. Tal como ya lo hizo en 2013 con Beyoncé, la cantante se despachó con un “álbum visual”, en el que cada track tiene su respectivo video. En esta oportunidad, relata la crisis de un matrimonio (en realidad, el suyo con Jay-Z) a partir de una infidelidad. Es un trabajo monumental, sonoramente meticuloso, revelador y líricamente íntimo, y tiene una lista de créditos, colaboraciones y sampleos tan larga como inusitada, que incluye a Jack White, Diplo, Kendrick Lamar, The Weeknd, James Blake, Ezra Koening (Vampire Weekend), Joshua Tillman (Father John Misty), Burt Bacharach y ¡Led Zeppelin

Sí, 2016 puede ser el año más desalmado de la memoria reciente. Pero estos y otros lanzamientos, como el de Iggy Pop o incluso el de PJ Harvey, dan cuenta de que este también puede ser el año en el que los álbumes volvieron a ser relevantes. Qué vende más o qué menos poco importa. Las canciones podrán ser la moneda de esta industria. Pero es bueno no olvidar que el disco es cultura.

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jueves, 21 de abril de 2016

viernes, 15 de abril de 2016

Aftermath cumple 50 años

Cómo se hizo el disco que cambió la carrera de los Rolling Stones.



Los Stones son lo que son hoy gracias a Aftermath, el disco en el cual dejaron de copiar a sus héroes del blues para comenzar a mirarse a sí mismos y delinear un sonido que, medio siglo después, los sigue definiendo.

Es en este cuarto trabajo (sexto para el mercado estadounidense) donde la banda da su gran salto artístico, al ser el primero compuesto en su totalidad por Mick Jagger y Keith Richards. El incentivo del productor Andrew Loog Oldham, quien encerraba a la dupla en la cocina del departamento que solían compartir en Londres hasta que saliera con un tema propio, les había dado el impulso. Y el enorme éxito de «(I Can’t Get No) Satisfaction» (1965), ese hit inmortal que Richards soñó un noche y encontró a la mañana siguiente registrado en su grabadora, les dio la confianza para abandonar el cancionero de sus ídolos de juventud y empezar a escribir su propia historia.

Aftermath es el producto final de ese rush creativo que el grupo tuvo durante diversas estancias en los estudios RCA de California, una «etapa mágica», según el propio Richards, en la que junto a Jagger comenzó a dar forma al dúo autoral más tarde conocido como los Glimmer Twins. «Una época en la que todo (componer, grabar, actuar) pasó a otro nivel, y también el momento en que Brian empezó a sacar los pies del plato», dijo en su autobiografía Vida.

La banda llegó por aquellos días a Los Ángeles luego de un tour por Australia y antes de iniciar una serie de conciertos por los Estados Unidos. A diferencia de otras oportunidades, en las que el quinteto solo buscaba capturar en sus discos la energía y el vértigo de sus presentaciones en vivo, ahora tenían tiempo; podían pensar, ahondar en sentimientos y experiencias, expresarlas y experimentar con sonidos. En años en los que los Beatles marcaban tendencia en mostrar todas las sofisticaciones que podían salir al exprimir el estudio, por primera vez los Stones encontraban el valor de la producción. Una tarea en la que fue vital la colaboración de Jack Nitzsche, mano derecha y protegido de Phil Spector, en ambos lados de la consola.

«Estábamos aprendiendo a hacer que el álbum fuera el centro de atención, que fuera ese y no el single el formato de la música —contó Richards sobre aquellas sesiones—. Hacer un LP solía ser cuestión de reunir dos o tres sencillos de éxito y sus correspondientes lados B y, luego, meter algo más de relleno. Los singles siempre eran de dos minutos y veintinueve segundos porque, si no, no te ponían en la radio. Nosotros lo cambiamos: todas y cada una de las canciones del disco eran potencialmente un single, no había relleno y, si lo había, era un experimento. Aprovechábamos que con un álbum teníamos más tiempo para lo que podría describirse como una declaración de principios sobre algo. Si los discos no hubieran existido, probablemente los Beatles y nosotros no habríamos durado más de dos años y medio».

Así, los incipientes Glimmer Twins se despacharon con 14 temas que profundizaban esa imagen que Oldham les pergeñó de «chicos malos» con un lírica sobre groupies, hoteles, frustraciones, drogas, depresión y sudoroso machismo. «Muchas de las canciones de aquellos tiempos tenían unas letras que podrían calificarse de “antichicas”, y los títulos también: “Stupid Girl”, “Under My Thumb”, “Out of Time”, “That Girl Belongs to Yesterday”», contó Richards años más tarde. «Tal vez las estábamos provocando un poco, quizás algunas de esas canciones les abrieron un poco el corazón y los ojos al hecho de que “¡eh, somos mujeres, somos fuertes!”. Lo cierto es que los Beatles y (especialmente) los Stones tal vez las ayudaron a librarse de la actitud “no soy más que una damita”».

La sociedad que comenzó a consolidar con Jagger fue algo que terminó de resquebrajar la relación con Brian Jones, cada vez más alejado y menos involucrado con la banda. «En cierta manera, supongo que Brian estaba resentido de que Mick y Keith compusieran. Físicamente, y en los demás aspectos también, Brian no era lo suficientemente fuerte para tomar el control. Era un músico muy astuto, pero no insistía con algo lo suficiente como para probar ser un gran músico. Tocaba algo por tres semanas, y luego nunca más», declaró Charlie Watts.

«Seguramente lo que sacó de quicio a Brian fue que Mick y yo empezáramos a escribir canciones: primero, perdió el estatus y luego el interés. Venir al estudio a aprenderse un tema que habíamos escrito Mick y yo lo deprimía; para Brian era una herida abierta», confesó Richards.

Desplazado y cada vez más sumido en las adicciones, Jones dejó de lado la guitarra por una atracción hacia el arpa, el dulcimer, las marimbas y el sitar, que tocó en sus pocas participaciones durante la grabación. «Cuando estaba, si estaba de verdad, era increíblemente versátil, podía agarrar cualquier instrumento que hubiera por allí tirado y sacarle algo bueno: el sitar en “Paint It Black”, la marimba en Under My Thumb”... Pero luego no volvías a ver en cinco días al muy cabrón y seguíamos teniendo que grabar un disco, y había sesiones confirmadas y... ¿dónde está Brian? No había forma de encontrarlo, y cuando por fin dábamos con él se hallaba en un estado lamentable», reveló Richards. Así todo, esas exóticas intervenciones resultaron determinantes en el sonido y el carácter de un álbum libre, abierto a la investigación e improvisación, en el que se animaron a romper con la tiranía de los rock and roll de 150 segundos e incluir, por ejemplo, una jam de más de 11 minutos, con «Goin’ Home».

Aftermath se lanzó en Gran Bretaña el 15 de abril de 1966 (y el 20 de junio en Estados Unidos, en una versión con tres canciones menos y con el single número uno «Paint it Black», no incluido en la edición inglesa). «Cuando fue publicado, resultó imposible no darse cuenta de las similitudes con Rubber Soul. Los Beatles acaban de sacar su obra más “madura”, atrevida, literariamente sofisticada hasta la fecha, y ahora los nuevos Stones competían por ganarse el favor de la crítica de un modo similar», opina John McMillian, en su libro Los Beatles vs. Los Rollling Stones.

Si fue así, el quinteto lo consiguió. Aftermath no solo fue un suceso en ventas a ambos lados del Atlántico, sino que fue considerado un triunfo por la prensa especializada. Y llegó en tiempos de inspirada competencia artística, en el que los principales exponentes del rock se influenciaban mutuamente y parecían desafiarse a superarse. Tan solo un mes más tarde, los Beach Boys salían con Pet Sounds y Bob Dylan despachaba su Blonde on Blonde, hasta que en agosto, los Beatles volverían a subir la vara con Revolver. Para los Stones, fue solo la prueba (para sí mismos y para todos) de que esto era apenas el comienzo.



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jueves, 14 de abril de 2016

lunes, 11 de abril de 2016

50 años de rock nacional: habla la nueva guardia (parte I)

Generación B reunió a destacados artistas emergentes para saber qué piensan sobre el presente y el futuro de nuestra música.




Este 2016 marcará, en julio, el 50.o aniversario de la aparición de Los Gatos Salvajes, el homónimo y único disco de la célebre banda de Rosario considerado el primer álbum de la historia del rock argentino; el trabajo fundacional (más allá de la presencia de una canción en inglés) de un movimiento cultural que, luego, se desarrollaría en el país y se extendería con vital influencia hacia otras regiones.
Generación B
reunirá y dialogará con los más destacados artistas emergentes para conocer, de primera voz, qué sienten, qué opinan y cómo se ven a sí mismos y a sus pares quienes, potencialmente, son el futuro inmediato del rock argentino.
En esta primera entrega, responden Marilina Bertoldi, Sergio Munich (Roma), Federico Schujman (Sambara), Tom Quintans (Bestia Bebé) y Ramiro Vázquez (Surfistas del Sistema).
Transcurridos 50 años de rock nacional, ¿cuál es tu opinión sobre el estado actual de la escena local?

Bertoldi: Argentina es un país que ha dado a luz a muchos artistas increíbles y variados. Siempre vamos a perder cosas, pero eso pasa porque las hemos ganado también y eso ya es suficiente. Sostener la calidad de artistas en el tiempo es algo muy difícil, sobre todo si no hay un mercado de la música que no tenga el aspecto artístico dentro de sus prioridades. Querer vender es un elemento lógico y para nada malo; el problema es que se ha vuelto la única búsqueda. Lo popular puede ir de la mano de la calidad artística, del vuelo, de la vanguardia. Aparentemente, nos olvidamos de que eso es posible e incluso ha sido posible en nuestro país con muchísimos artistas.
Actualmente, no tenemos artistas con propuestas completas en el mainstream. Definitivamente no, y menos de rock. Esta no es una mirada pesimista, me niego a ser pesimista respecto a la actualidad o el futuro. Son ciclos. Además de esto, actualmente en todo el mundo hay que tener en cuenta que el rock no es un género convocador ni innovador. El público está muy interesado en escuchar cosas nuevas, y los géneros que están aportando eso no son artistas de “rock”. Es más, hoy en día, los géneros se mezclaron tanto que ya es ridículo tildar a algo de rock, pop o electrónica. Por suerte, todo se mezcló y están importando otras cosas a nivel de masas. Me gustaría pensar que eso va a pasar acá y que vamos a empezar a dejar de mirar si algo es o no es rock y a permitirnos disfrutar de la música por su calidad y no por su etiqueta.
Argentina tendrá un gran futuro musical si, desde el mercado, se da lugar a los artistas que quieren y que ya están haciendo esa jugada, esa apuesta, desde lo llamado “under”. Que más que “under” ya es una escena muy interesante de músicos hambrientos de lo nuevo, y no de personas que están copiando fórmulas para rotar en la radio dejando lo artístico completamente de lado.

Schujman: Para mí, estamos en un momento de transición. En la escena actual somos, por un lado, muchos los que estamos buscando innovar, utilizar las influencias de las grandes bandas para crear algo nuevo, original y arriesgado artísticamente. Y también hay muchos buscando repetir fórmulas, adaptarse al mercado y tratar de “ser parte” de esa forma.
Son maneras distintas de pensar el arte, y esa diferencia caracteriza el momento actual de las bandas emergentes mucho más que los géneros musicales que, por suerte, se han ido esfumando en fusiones muy atractivas.
A mi modo de ver las cosas, son diferencias que se perciben en las puestas en vivo, el sonido y la propuesta en conjunto de las distintas bandas. Sería muy interesante que los grupos más arriesgados podamos darnos a conocer para que aparezca un nuevo rock nacional que, desde hace décadas, no tiene una renovación fuerte.

Munich: Creo que estamos en una buena etapa, ya que hoy conviven bandas de distinto tipo de rock en la escena nacional y que el público actual tiene la cabeza más abierta y puede convivir en recitales donde esto se fusiona.

Quintans: La época actual del rock argentino es mi favorita. Por suerte, puedo ser contemporáneo a muchos a grupos de los cuales soy fanático. Ojalá se sigan dando las condiciones para que estas bandas sigan existiendo.

Vázquez: Los Surfistas creemos que el rock argentino es uno de los más ricos de la historia. En todas las épocas hubo bandas legendarias. Es difícil hacer un resumen de 50 años de algo tan rico y variado, pero podemos contar una historia que nos pasó en México. Estábamos enumerando grupos argentinos frente a un conjunto de mexicanos y en varias ocasiones nos preguntaban “¿es argentina esa banda?”, y después de nombrar unos diez artistas concluyeron ellos la charla diciendo: “las mejores bandas de rock son argentinas”. Sí sentimos que, en los últimos años, faltaron grandes bandas de los géneros que a nosotros más nos gustan. Florecieron grupos con una identidad muy argentina, sobre todo desde fines de los noventa hasta hoy. Pero faltó música exportable, al menos masivamente. Aunque, desde hace un par de años, vemos que la escena se fue llenando de propuestas superinteresantes y sentimos que, finalmente, van a salir grandes grupos de todo este caldo de cultivo que se viene cocinando. Somos un país que fue el referente del rock en español y tenemos que volver a serlo. Sin dudas, vamos camino a eso.

¿Se sienten parte de una generación de artistas, de un conjunto de músicos representativo de un momento del país? ¿Con quiénes se sienten “pares” en ese sentido?


Vázquez: No lo sentimos en absoluto, pero estamos absolutamente seguros de que lo somos. Es un hecho, pertenecemos a una generación. Pero la historia se analiza y se comprende mirando hacia atrás, y nosotros estamos en la cresta de la ola. No hay tiempo de analizar, solo hay demasiadas ganas de vivir esta historia como lo que somos, protagonistas. Lo que no quita que respetamos a cada una de las bandas que está protagonizando su historia y que varias nos parecen muy buenas. Y que hay amigos también dentro del ambiente musical.

Schujman: Nos sentimos hermanados con un montón de bandas que hemos ido conociendo en el camino y en los escenarios. Grupos que, más allá del estilo de música que toquen, transmiten en sus shows la pasión y la dedicación por sus canciones. Y lo hacen bien, buscando un sonido característico y preocupándose por ser cada vez mejores. Así trabajamos con Sambara y vemos muchas bandas todas las semanas en ese camino. Por nombrar algunas (y esto siempre es injusto porque no se puede mencionar a todas), se me vienen a la cabeza Todo Aparenta Normal, Aloe, Despertar Antoles, Huevo y Jean Jaurez, entre tantas otras.

Munich: Podría ser, quizá de una pequeña escena porque, si es por bandas del momento, tendríamos que nombrar grupos del indie tal vez. Pero con bandas como Deny o Melian somos casi pares.

Quintans: Nos sentimos pares con todas las bandas del sello Laptra y con muchos grupos con los que armamos fechas y compartimos métodos de trabajo, más allá de la música.

Bertoldi: Totalmente, soy parte de una movida. No creo que seamos representativos del país aún, pero queremos serlo a nuestra manera, rompiendo con lo que hay. No por el simple hecho de romper, sino porque no queremos subestimar la inteligencia del público dándoles lo que quieren y nada más. En cada artista de esta escena, te guste o no, hay una conciencia del público y, a la vez, hay una apuesta a algo distinto, a algo más. Ese plus es necesario para todos, es un cuestionamiento a lo establecido, y eso se traduce inmediatamente en crecimiento.

¿Qué bandas nacionales creen que pueden tener un lugar destacado en la escena en los próximos años y por qué?

Munich: No te sabría decir sinceramente, ya que creemos que ese lugar le sentaría muy bien a Roma, ja, ja, ja.

Quintans: No sé bien qué sería un lugar destacado… Para mí, lo importante es que hagan buenas canciones. Tengo mucha confianza en Las Ligas Menores.

Vázquez: Nos gusta Barco porque tiene algo comercial, pero a la vez es consistente. Ale tiene una gran voz, referencial a la de Cerati. Y las canciones son muy buenas. Hay que ver cómo evolucionan. Bandalos Chinos también nos gusta por motivos similares, pero con una voz más spinettosa.
Indios es otra. Quizás le gusta a una parte de nosotros que no es la parte que más nos gusta de nosotros mismos, ja, ja, ja.  Pero algo funciona. Definitivamente, preferimos la parte depre de ellos, ja, ja. Creemos que pueden llegar a ser unos nuevos Babasónicos. Y Lisandro Aristimuño ya está consagrado, pero creemos que es un buen referente de lo que es hacer algo popular sin traicionar lo artístico.

Bertoldi: No quisiera condicionar el futuro a mi gusto, no soy quién para establecer qué está bien o mal. Al contrario, quisiera que el futuro sea variado y nuevo, distinto. Si en cinco años sigue sonando únicamente lo mismo que viene sonando (ya hace muuuchos años), entonces vamos a haber perdido como país. Ese es el medidor: no si se escucha más rock o más artistas de tu gusto o mi gusto. Si en la radio sigue habiendo artistas que hacen lo mismo que se hizo y se viene haciendo desde hace años, ese es el indicador más claro de derrota cultural.
Actualmente, dentro del plano nacional, quienes llenan estadios por lo general son artistas que hacen lo mismo que ya hicieron otros. Y el fin de semana siguiente a ese show, ese mismo estadio lo llena un artista exactamente igual. Es el peor panorama. Porque si ese estadio lo llena alguien “mediocre”, pero en la misma medida artistas más “elevados” lo llenan también, entonces estamos hablando de variedad, de opciones. Y eso es lo más importante, insisto. Pero, hoy no hay opciones en el mainstream: no las hay. No hay competencia ni siquiera entre las bandas que suenan iguales entre sí, no se estimulan a ser mejores, sino a mantener lo logrado haciendo lo mismo. Es un ciclo vicioso. El sello no invierte en artistas distintos, y los artistas clones que firman no se estimulan desde el lugar prestigioso en el que están para ser distintos. Cuando estos artistas no funcionan, hay una cola larguísima de bandas iguales a ellos con la misma motivación inexistente de mutar o jugársela, dispuestos a firmar con los sellos que no invierten en artistas distintos. El huevo o la gallina.
Disculpen si soy repetitiva, pero así es la actualidad, no así el futuro.

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Reeditan tres clásicos de Luis Alberto Spinetta

Sony Music reeditó tres clásicos inconseguibles de la discografía del Flaco: Solo el amor puede sostener, Alma de diamante y Kamikaze. Los comentamos en "Con todo el país", por Radio Nacional AM 870.






viernes, 8 de abril de 2016

Psst, britpopero: esta es tu nueva banda favorita

Conocé a DMA’s, el grupo que comparan con Oasis y que Noel Gallagher ya odia.




“No, no tuve aún el desagrado de haberlos escuchado… Mañana, cuando me despierte con una resaca extrema, quizás agarre mi computadora y vea si puedo encontrar algo de estos malditos DMA’s”, dijo Noel Gallagher cuando la prensa lo consultó por esta nueva sensación del rock australiano.

El ex-Oasis incluso prometió que los iba a “abuchear desde el costado del escenario” en el Gobernor’s Ball Music Festival de Nueva York, donde compartieron cartel en junio del año pasado. Pero, finalmente, no pasó nada. “No, nunca nos vio. No creo que recuerde o sepa quiénes somos —respondió más tarde el cantante de DMA’s, Tommy O’Dell—. Nuestro baterista se metió en su green room durante el concierto para robarle unos tragos, pero estaba dando una entrevista. Todavía no sé por qué lo hizo, ya que había canilla libre en el bar de los artistas”.

No se sabe si fue por bronca, envidia o simplemente broma; lo cierto es que las palabras de Noel solo sumaron más atención sobre este trío de Sídney (que completan los guitarristas Johnny Took y Matt Mason), al que muchísimos comparan con Oasis. Incluso NME los puso a competir con Pretty Vicious por el trono de sucesores (con un claro favoritismo hacia estos ingleses). Y a O’Dell no le molesta para nada: “Veo dónde la gente traza las comparaciones; para mí, ni es un insulto ni me disgusta”, afirma a Generación B.
 
Es que los muchachos tienen con qué bancársela: calle, actitud y algunas canciones que parecen pungueadas del mismísimo bolsillo de Noel. “Feels Like 37” y la aniquiladora balada “Delete”, incluidas en su homónimo primer EP lanzado en 2015, suenan con ecos de todo Definitely Maybe y les dieron un contrato discográfico aún sin haber pisado un escenario.

Después de copar todas las FM de Oceanía y dar varios conciertos en el mundo, ahora llega su esperado álbum debut, Hills End, un trabajo que, sin dudas, será uno de los discos para listar entre lo mejor al finalizar este 2016 y con el extienden sus brazos a todo el rock anglo.  “Mason pone su influencia de las bandas norteamericanas, como Sonic Youth, Dinosaur Jr., Johnny entrega el folk de Dylan y Springsteen, y yo le agrego la cosa británica: de ahí viene nuestro sonido”, explica el vocalista, que dijo que “elegimos las mejores canciones que teníamos en este momento” y que desea que la gente “pueda relacionarse con los temas. Al ser nuestro debut, es difícil saber cuán bien nos irá o cuánta gente lo escuchará. Supongo que por eso vamos a girar mucho este año”.

O’Dell espera que el tour los traiga a la Argentina este año pero, antes, tendrán una importante parada: tocarán en Festival Coachella justo en la misma fecha en la que se dará la esperada reunión de Guns N’ Roses. ¿Será un día especial también para DMA’s? “No creo —responde el músico—. Es decir: estoy ansioso por el recital y los Guns son una gran banda, pero no tengo un aprecio especial por ellos”.



DMA'S – “Delete”




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sábado, 2 de abril de 2016

Entrevista a Daniel Frescó, autor de la novela "Enfermo De Fútbol"

¿Qué pasa si un hincha larga todo, pero todo en la vida y solo se dedica a quedarse en su casa a ver todos los partidos posibles? En esa fantasía futbolera se mete la primera novela del periodista Daniel Frescó, a quien entrevistamos en "Con todo el país", por Radio Nacional AM 870.



Clan of Xymox en la Ciudad de la furia

Los íconos del darkwave regresan a Buenos Aires después de 13 años y, antes, hablamos con su histórico líder, Ronny Moorings.



Hace mucho tiempo, un disquero ya desaparecido de la Avenida Cabildo me dijo que Signos, de Soda Stereo (1986), “es básicamente un afano de Clan of Xymox” (1985), el brillante álbum debut de estos acongojados holandeses. No recuerdo en qué contexto (ni en qué estado y con qué certezas) tiró semejante definición para explicar al Cerati más dark, pero uno bien podría preguntarse si es él o sus exclientes sugestionados los que, todavía hoy, andan acusando en Internet paralelismos entre “De música ligera” (1990) y “Michelle”, del disco Medusa (1986).


Andá a saber si, efectivamente, aquella banda fue la que le paró los pelos al vocalista por entonces o si le dejó algún eco para componer el hit de Canción Animal después. Lo seguro es que Clan of Xymox fue uno de los artistas que, junto a Cocteau Twins, Dead Can Dance y The Cure, pintó de negro al pop universal y salpicó de tonos oscuros al rock nacional de los años 80 (con Fricción, Duna, El Corte, Euroshima y, claro, aquel Soda a la cabeza).

Siempre bajo el intransigente comando de Ronny Moorings, la banda reunió la energía post-punk con el pop etéreo, las atmósferas electrónicas y el imaginario gótico para constituirse, luego de tres décadas (y después de múltiples integrantes y algunos frustrados coqueteos con el pop masivo y el dance), como referente del sonido darkwave, acá, allá o donde sea. “Solo sigo mi corazón y hago lo que creo que es interesante en mi vida. Todo lo demás lo encuentro agobiante y sofocante —cuenta el vocalista a Generación B, sobre la larga historia de la banda—. Me gusta pensar que seguí el camino correcto para llegar a donde estoy ahora, y estoy agradecido de que todavía puedo seguir haciendo lo que quiero”.

A 13 años de su paso por Buenos Aires, donde tocaron en un atestado Teatro Arlequines, el grupo volverá a visitarnos este martes 5 de abril, en Uniclub, para presentar su último álbum y, también, agitar la memoria gótica de esta ciudad de la furia.

Volviendo a escuchar discos y revisando material para esta charla me sorprendí al encontrar que colaboraste con el productor Tony Visconti…

Sí, trabajamos en Twist of Shadows, en el 88. Quería incluir cuerdas en varias canciones y le pregunté si quería colaborar con el Arditti Quartet. Quedé muy contento con el resultado y, obvio, fue una emoción extra estar con él, que trabajó con David Bowie.

Imagino que te pegó fuerte la muerte de Bowie, a quien has versionado…

Sí, hicimos “Heroes”, “Wild is the Wind”… Claro que me puse muy triste con la noticia. Fue un shock saber que grabó Blackstar con cáncer. Su trabajo, naturalmente, me influenció. Cuando era adolescente, amaba sus discos y su imagen. Se merece mi eterno respeto. Una vez lo conocí cuando vino a uno de nuestros conciertos en el Palace de Los Ángeles, en 1989. Me dijo que le gustaba mucho la banda. ¡Eso sí que fue una experiencia!

Hablemos del último disco: Matters of Mind, Body and Soul¿Cómo surgió y qué buscabas en especial con este trabajo?

Quería hacer un disco de romanticismo oscuro que, como unidad, te permitiera experimentar un viaje desde el enamoramiento hasta la pérdida de alguien. Pensé que lanzarlo el día de San Valentín era una fecha ideal. Con cada disco, un período queda atrás. Cuando escribo, lo hago en un lapso de entre dos y tres años, y es un tiempo en el que vivís muchas cosas y mucho también sucede a tu alrededor, lo cual es una gran fuente de inspiración. Un músico siempre tiene que crear algo nuevo, por lo que, si te permitís un tiempo para vos, la música aparece y ve la luz del día. El disco es como un sueño, te lleva en su propio viaje oscuro y romántico. Entregar tu mente, tu cuerpo y tu alma a alguien es someterte a su voluntad. Cuando, conscientemente, pensás en alguien, le entregás tu mente. Cuando dejás de lado tus necesidades físicas, le das tu cuerpo. Y cuando permitís que su visión espiritual sea la tuya, le das tu alma. Te rendiste a ser moldeado a su voluntad.

La oscuridad y la tensión son, para mí, también muy importantes; a mis ojos, es más romántico que las obvias canciones luminosas con la que la mayoría asocia al romanticismo. Tengo un abordaje del romanticismo más cercano al de Edgar Allan Poe, que implica no solo pasión amorosa, sino también una ambición dramática y profundamente emocional. El romanticismo dark suele ser vinculado a la idea de la oscuridad en el alma humana, el concepto del pecado original o cierta clase de visión tenebrosa de la sociedad en general.

Desde Creatures (1999) que la banda mantiene un estilo sonoro y una estética muy claros, más allá de ligeras variaciones de disco a disco. ¿No hay un riesgo de apegarse a una fórmula, de reducir la experimentación y de alcanzar nuevas audiencias?

Todavía creo que cambio lo suficiente para aquel que está familiarizado con nuestra música. Quizás, el que viene de afuera puede estar en desacuerdo, porque solo ve o escucha el estilo. Así que, sí: continúo el camino que marqué, pero con pequeñas diferencias como vos decís.

¿Qué te pareció la inclusión de tus canciones en las películas The Girl With the Dragon Tatoo y The Guest?

Escogieron canciones y pidieron el permiso por adelantado. Y estoy más que encantado de que haya pasado. Es un sueño hecho realidad cuando tu música es usada en una película, en especial en una tan taquillera.

Tu última visita a nuestro país fue en 2003 y se dio en un momento muy particular del país: se salía de una grave crisis y casi no venían artistas extranjeros. ¿Recordás algo de aquella oportunidad y tenías idea de ese contexto?

En ese momento, no nos dimos cuenta de la depresión de la que el país estaba saliendo; las personas parecían hacer su vida y el clima estaba bueno. Recuerdo que el concierto estuvo genial, lleno de gente que estaba muy contenta, como nosotros, por lo que tengo un recuerdo muy positivo. Espero que este show sea como aquel, excepto por el calor: creo que aquella vez casi me desmayo.

¿De qué viene tu fama de ser un tipo “jodido”? ¿Es por ser perfeccionista o dominante en lo que hacés?

La gente tilda de “difícil” a toda persona que sabe lo que quiere. En lo personal, creo que soy un tipo fácil de llevar, pero no soy un “jugador de equipo” cuando se trata de componer: Necesito estar por mi cuenta en ese sentido. Y no puedo cambiar ese sentimiento y esa forma de trabajar.




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