martes, 30 de junio de 2015

Streaming: Guvera, el nuevo en el barrio

Entrevista con Carlos Rojas, director general para Latinoamérica del servicio de música online que acaba de llegar al país.
Según el último informe de la IFPI, los ingresos mundiales por música digital aumentaron un 6,9% en 2014, al alcanzar los 6.850 millones de dólares y, por primera vez, las ventas en ese formato equipararon a las físicas: 46% de la torta para ambas. El principal impulsor del crecimiento fueron los servicios de streaming, tanto los que son por suscripción como los apoyados por publicidad. Su suma constituye el 32% de todos los ingresos digitales globales, un alza del 7% respecto a 2013. Este sector se está equiparando rápidamente con el download (que cayó un 8% global), al punto tal que, en 37 países (entre ellos mercados como Corea del Sur, Suecia y México), los ingresos del streaming ya superaron a los de las descargas y son la principal fuente de ganancias en el segmento digital.
En los últimos cuatro años, Latinoamérica fue la región con mayor aumento de ventas de música y, hoy, representa el 4% de la facturación mundial. Es más: el año pasado, los ingresos digitales de la región escalaron un 32,1%, cuando el promedio global fue de 6,9%. Más allá de los vaivenes y las incertidumbres económicas, América Latina parece terreno fértil para el streaming. Solo en la Argentina, tres de cada cuatro usuarios de internet consume música online, si bien la plataforma más usada para hacerlo es el portal de videos YouTube (89%) y solo un 22% emplea servicios de streaming, según datos de un estudio local elaborado por la consultora Carrier y Asociados.

Así todo, el recién llegado a este verde vecindario es Guvera, firma de origen australiano que ha tenido un rápido crecimiento en el último año y que, hace dos meses, comenzó a operar en la Argentina, además de Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela.

Carlos Rojas, su director general para Latinoamérica, dialogó con Rolling Stone para explicar la estrategia de una empresa que, con un catálogo de 20 millones de canciones, viene a plantar cara en un mercado donde están instalados competidores internacionales, como Spotify, Deezer y el reciente arribo Google Play Music, además de los servicios similares que prestan las operadoras móviles, como Claro Música, Personal Música y Telefónica con Napster.  
La plataforma nació en 2008, pero recién ahora llega a nuestra región. ¿Por qué?
Guvera ha estado involucrada en las diferentes olas que ha tenido la digitalización de la industria de la música. Nació con un modelo distinto, orientado al download y parecido a iTunes, si se quiere, pero luego identificó que los modelos emergentes iban al streaming y, entre 2010 y 2012, se reinventó hacia esa dirección en Australia. En 2013, hizo una primera expansión internacional hacia Indonesia y el sudeste asiático y, en 2014, pasamos a estar en más de 25 países. ¿Por qué llegamos recién, por qué tan tarde? La idea es arribar con todo a estos mercados, cambiar un poco el esquema de lo que teníamos hasta ahora en cuanto a streaming de música. Hacer las cosas de una manera totalmente distinta y enlazar a todos los que forman parte de la industria.
En abril, alcanzaron los 10 millones de usuarios: ¿cuántos tienen un abono pago?
El 95 por ciento de nuestros usuarios es gratuito y eso está muy alineado a lo que nos trazamos como meta, que es tener una base muy grande de clientes gratuitos. A diferencia del resto de la industria, nosotros buscamos un escenario free basado en la publicidad. El modelo de suscripción no es nuestra prioridad número uno, pero está y, en el caso de Argentina, es de 33 pesos por mes. Lo que hace es permitirte acceder a Guvera Platinum, que te elimina la publicidad.
¿Y por qué siguen esta estrategia, a diferencia de otros servicios que buscan incrementar su base de suscriptores?
Guvera, desde que nació y más allá de los modelos de negocios que ha tenido, siempre buscó conectar a las marcas con los usuarios usando ese vehículo tan genial que es la música. Y para ello necesitamos partners, anunciantes que quieran ser parte de esta experiencia. Guvera hoy está posicionada como una plataforma de entretenimiento, no solo en la parte digital, sino en la creación experiencias que salgan más allá. Tenemos un brazo offline, que se encarga de hacer producciones audiovisuales con contenido exclusivo y activaciones. Y las marcas tienen todo eso a su disposición, pueden amplificar el mensaje de la parte digital con algo tangible al generar experiencias con artistas, conciertos y festivales. Nosotros nos convertimos, más que en una plataforma de streaming, en un partner que les ofrece una experiencia musical en 360 grados.
Hace dos meses que están en América Latina. ¿Cuántos usuarios se han sumado al servicio en este tiempo, específicamente, en Argentina?
No podemos revelar cantidades de usuarios por región y hoy solo hablamos a nivel global, pero hemos tenido un crecimiento muy acelerado. En octubre del año pasado, teníamos 1,5 millones de usuarios y ahora llegamos a los diez. Y estamos a punto de iniciar una serie de actividades que esperamos que masifiquen aún más el servicio: puntualmente conciertos, festivales, aparición en televisión no solo a nivel de pauta publicitaria, sino mediante partnerships con programas y artistas que nos ayuden a masificar el servicio.
¿Y el grueso de sus usuarios globales dónde está?
Australia y la India son los mercados más importantes, pero, en términos de región, Latinoamérica ya es el tercer jugador mundial. Allí, por tamaño, México es el primer mercado, y Argentina y Colombia le siguen de la mano. Esa es la tendencia y obedece mucho a la penetración de internet, la cantidad de población y demás factores.
¿Y cuántos de los usuarios de Guvera son móviles?
Hoy, a nivel mundial, el 97 por ciento del consumo es por plataformas móviles, tanto smartphones como tablets. Y es curioso que, en Argentina, a pesar de las limitaciones de la infraestructura telefónica, que no es la mejor, casi el 65 por ciento de los que consumen streaming lo hace desde la banda celular y no desde el Wi-Fi, que sería lo más esperable. 
¿Tienen algún análisis del gusto y el comportamiento del usuario argentino del servicio?
Argentina difiere un poco del consumo del resto de los países de Latinoamérica, porque tiene un gusto más anglo y bastante más asociado al rock y el pop, mientras que en la mayoría de los países de la región lideran géneros como el reggaetón y la bachata. La música electrónica también es más fuerte en el país. Sin embargo, en los últimos meses vimos que, a pesar de ser una porción muy pequeña de la torta, ha empezado a crecer todo lo que es música tropical, encabezada por la bachata. Así que parece estar empezando a mutar un poco.
¿Cuánto es el pago que reciben los artistas que están en Guvera?
Ese un tema de moda, pero la verdad es que no hay mucha ciencia detrás. Cada servicio de streaming tiene un acuerdo distinto y con detalles específicos, pero de manera general siempre hay un porcentaje que se entrega a los sellos bajo una lógica de estructuración de regalías acordada previamente. Guvera tiene uno de los mejores porcentajes de distribución, que es de alrededor del 70 por ciento, para que sea redistribuido por los labels. Cómo viene después esa ecuación en la que se termina decidiendo cuánto dinero va para cada uno de los actores, donde están incluidos los artistas, es un tema muy específico y va de la mano con cada discográfica.   
Pero deben tener un pago mínimo por reproducción…
Sí, como todos los servicios de streaming lo tienen…
¿Y en el caso de Guvera cuál es?
No revelamos esos datos porque son bastante confidenciales y distintos con cada discográfica, no son estándares. Cuando digo que Guvera tiene uno de los mejores porcentajes de entrega de regalías es porque hay otros servicios que dan el 65, 60 o menos, y esto repercute en cuánto de ese dinero va a los artistas. Es por eso que muchos reciben más o menos de cada servicio de streaming.
En el caso de Spotify, ellos también aducen un reparto de 70/30 y hasta tienen una ecuación, de público conocimiento, por la cual se puede determinar cuál es el pago mínimo por reproducción…
Sí, seguramente. Es bastante similar. Al final del día, los servicios de streaming son una plataforma de distribución de música y las reglas vienen puestas por los dueños de los derechos de la música, que son las casas discográficas, por lo que los servicios terminan siendo muy estándares, con diferentes sabores. Pero esa es la realidad.
¿Un artistas independiente, sin contrato discográfico, puede subir su música directamente a Guvera?
Sí, por supuesto. Cuando tienes estos contratos globales con los sellos, accedes al 95 por ciento de la música del planeta. Lo que queda es un porcentaje mínimo, pero importante, que tienes que trabajar de otra manera, que son las casas independientes y los artistas más pequeños. Lo que nosotros hacemos es trabajar con agregadores digitales, que se encargan de establecer contacto con pequeños artistas y los ayudan, cobrando un fee, a digitalizarse y sumarse a plataformas como la nuestra.   
¿Cómo ven el ingreso de Apple al mercado del streaming?
Bien. Para mí, no existe una batalla del streaming, tal cual se viene diciendo. Ni siquiera creo que haya una saturación en el tema porque, si vas a los números, ellos cuentan otra historia. Hoy en Argentina hay casi 20 millones de smartphones conectados a internet, pero los usuarios de streaming no llegan a la mitad. Todavía te quedan 10 millones de personas por enganchar y lo que hay con todos estos nuevos players, incluido Guvera, es una mayor oferta. Para nosotros, el principal competidor es la piratería: nuestro modelo de negocio está basado en el consumo de música legal, más allá de que tengamos un producto que ofrece el acceso de manera gratuita.
¿Cuál es el futuro del streaming entonces? Porque estamos llegando a un punto donde los servicios se están igualando en términos de catálogo y experiencia...
Lo que va a empezar a ocurrir es que el streaming se va a volver una especie de hub donde confluirán muchísimos productos, no solo de música o video. Se volverán plataformas de entretenimiento donde podrás consumir cualquier tipo de contenido de tu interés. Las empresas que están detrás del streaming van a empezar a generar una diferencia cuando entiendan que los consumidores son la clave y que hay que tener la habilidad de moldear la plataforma y sumar servicios. De hecho, Guvera lanzó hace poco una aplicación para hacer broadcasting, llamada Fradio, que te permite crear tu propia estación de radio e interactuar con tus seguidores en redes sociales. Hemos empezado a construir nuevas experiencias sobre el streaming que, pronto, van a empezar a ser parte de esta plataforma de entretenimiento que es Guvera.

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lunes, 29 de junio de 2015

Entrevista a Gengahr, el Pokémon del rock

Hablamos con la última novedad del rock británico.



Felix Bushe (voz y guitarra), Danny Ward (batería), John Victor (guitarras) y Hugh Schulte (bajo) comenzaron haciendo música bajo el nombre de RES, pero un potencial problema de derechos con un rapero homónimo de los Estados Unidos los llevó a rebautizarse como uno de los personajes del popular anime Pokémon (aunque con un ligero cambio de letras para, claro, evitar nuevos conflictos legales). “Lo elegimos porque Gengar da un poco de miedo, aunque no tanto al tratarse de un dibujito. Y nuestra música es divertida y juguetona de maneras extrañas, quizás de la misma forma infantil que Pokémon, así que es una asociación más que apropiada”, explica Bushe a Generación B.

Gengahr nació en el norte de Londres hace poco más de un año y medio, tiempo en el que la banda no paró de dar conciertos y ganarse la reputación de best new thing con su rock tintineante y apacible psicodelia, que parece la respuesta inglesa a grupos como Unknown Mortal Orchestra y Tame Impala. “Tenemos muchas influencias distintas, pero esos dos son artistas que hacen las cosas un poco diferentes, que tienen un abordaje interesante de la música y que estuvimos escuchando mientras hacíamos nuestro álbum”, cuenta el vocalista. 

Acaban de lanzar su debut, A Dream Outside, que, de acuerdo a Bushe, “se hizo en pequeñas pero intensas sesiones. No fue lo más convencional: la mayoría se toma dos meses para grabar el disco, pero en nuestro caso se fue estirando a lo largo del año. Estuvimos mucho de gira, así que básicamente saltamos de los ensayos al estudio. No pasamos mucho tiempo trabajándolo, fue bastante rápido y no perdió la sensación de disfrute. Recién unimos todo en diciembre, que fue cuando, por primera vez, estuvimos cinco o seis días corridos en el estudio haciendo lo mismo. El disco está lleno de entusiasmo y optimismo. Entramos a grabar con un elemento de ingenuidad que, probablemente, ahora se haya perdido en todo el proceso de grabación. Aprendimos mucho”.

El álbum no para de cosechar elogios entre la crítica. “Ahora que el disco está terminado te mentiría si te dijera que no estaba un poco preocupado por los comentarios, porque están hablando de tu trabajo, de tu arte —revela Bushe—. Es difícil no ofenderse cuando la gente te dice que no le gusta, así como no sentirse halagado cuando te dice que le agrada. Estamos muy contentos de escuchar tantos elogios de medios y personas tan prestigiosas”. 

La repercusión también viene potenciada por los logrados videoclips de los singles “She’s A Witch”, “Powder” y “Bathed in Light”. “Tratamos de que sean como cortos cinematográficos y no simplemente la grabación de una perfomance, porque esas son ideas aburridas que se han hecho miles de veces —cuenta el músico—. Estamos muy metidos detrás de los conceptos y la realización y haríamos más si pudiéramos. Los videos son muy importantes porque son un medio para invitar a la gente a ingresar a nuestro mundo”.

Los planes del Gengahr son seguir llevando su música “a tantas personas como nos sea posible. Hicimos más de cien shows en el último año y continuaremos este año, encabezando fechas en Inglaterra y Europa. Estaremos en varios festivales, iremos en unas semanas a Australia y, en noviembre, haremos algunos shows en Asia”, explica el cantante. ¿Algún plan para nuestra región y la Argentina? “Me encantaría —responde— Una de las mejores cosas de estar en una banda es viajar a lugares increíbles, y Sudamérica está al tope de nuestra lista de sitios para visitar. Si puedo hacer algo, me aseguraré de que podamos estar allá lo antes posible”.


lunes, 22 de junio de 2015

15 discos de 2015 que ya deberías tener

Pasó la mitad del año, y seleccionamos algunos de sus álbumes más destacados hasta el momento.




Björk - Vulnicura
A base de cuerdas y beats, la islandesa teje una obra que sirve de hiperlink a los mejores momentos de su discografía: la ternura boreal de Vespertine, el volcán vocal de Medúlla, el art-pop abstracto de Homogenic y el sentimiento posthumano de Biophilia. Todas las Björk sonando al unísono.


Muse – Drones
“¿Sos un dron humano? ¡Sí, señor!.. Tu culo ahora me pertenece”, grita Matthew Bellamy en “Psycho”, título más que descriptivo del ánimo psicopatoide de este Muse más pesado y perverso, obsesionado con la deshumanización, las guerras vía joystick, el control y la manipulación de masas. Como diría Philip K. Dick, “es extraño cómo la paranoia y la realidad pueden coincidir de vez en cuando”, en este caso, en un disco fenomenal.


Blur – The Magic Whip
Pasaron 16 años desde que Damon Albarn, Graham Coxon, Alex James y Dave Rowntree hicieron música juntos, y su octavo álbum, lejos de un tentador “regreso a las fuentes”, es el sonido de cuatro tipos confortablemente confundidos en la tarea de redescubrirse. Unas fechas canceladas en Japón y Oriente los llevaron a Hong Kong para unas primeras sesiones, y la extrañeza de neón de la ciudad parece haberle otorgado la atmósfera ideal al disco: íntimo, melancólico sin nostalgia y exploratorio hacia el futuro. Como si fuera necesario irse muy lejos para encontrarse, The Magic Whip parece (salvando las distancias geográficas) la versión Perdidos en Tokio de Blur.


Bob Dylan - Shadows In The Night
La leyenda del folk desnuda de arreglos diez clásicos románticos de los años 40 y 50 popularizados por Frank Sinatra, como “I'm a Fool to Want You” y “The Night We Called It a Day”, y los adapta a un formato de banda mínima y sin intención de tributos. “No me veo haciendo covers de estas canciones. Lo que mi banda y yo estamos haciendo es descubriéndolas, sacándolas de la tumba y llevándolas a la luz del día”, dijo el Sr. Zimmerman, y suena a la pura verdad.


Faith No More - Sol Invictus
La voz de Mike Patton luce elástica como siempre, el groove y el músculo de Bill Gould y Mike Bordin no perdieron tonicidad, y los muchachos de San Francisco derrochan vitalidad con weird-metal de épica progresiva y guitarras tarantinescas. 18 años después de Album of the Year, ¡’tas igual, Faith!


Jim O'Rourke - Simple Songs
Este ex-Sonic Youth, productor héroe del indie (Stereolab, Wilco, Beth Orton, Joanna Newsom y más), compositor para películas y abanderado del sonido “artesanal” antidigital tiene varios trabajos solistas, pero este es su primer disco de “simples canciones”: un viaje a algún pub imaginario de los 70 donde bien podrían juntarse David Bowie, Randy Newman y Cat Stevens a hacer chamber-pop y jazzy-rock.


Leftfield - Alternative Light Source
A dos décadas de haber creado uno de los álbumes fundamentales de la electrónica (Leftism) y tras 16 años de silencio, Neil Barnes and Paul Daley volvieron para recuperar lo que es suyo: un house oscuro y seductor, con la gravedad del dub y festividad narcótica del dance. Tras el decepcionante retorno de Giorgio Moroder, el dúo de Londres primerea en el género como el regreso del año.



Tobias Jesso Jr. - Goon
Una de las revelaciones del semestre la dieron las baladas a piano y alma desnuda de este tímido canadiense con el sentido melódico del primer Paul McCartney y la hipersensibilidad de Harry Nilsson. Certero ataque al corazón.



Kendrick Lamar - To Pimp a Butterfly

El “nuevo rey de la costa Oeste”, como alguna vez su padrino Dr. Dre lo coronó, se consolida como uno de los artistas más sólidos y originales de la música negra contemporánea, en un álbum brillante y provocador de historias confesionales, autoconscientes, cargadas de críticas sociales y políticas sobre un fluir ecléctico e indescifrable de neo-soul y deep-jazz.


The Sonics – This is The Sonics
Si la reunión de las riot grrrls Sleater-Kinney tras 12 años y su excelente No Cities to Love paró las crestas, la reaparición luego de casi ¡cinco décadas! de estas glorias detuvo los latidos.  The Sonics fueron los antepasados de Mudhoney, The Cramps, Nirvana, Eagles of Death Metal, The White Stripes y gran parte de todas las bandas punk, garage y grunge antes de que esos géneros existieran. Como todos los animales prehistóricos, eran toscos, crudos, feroces y, 50 años más tarde, no han evolucionado. Un álbum para escuchar cuando los dinosaurios dominaban la Tierra.


High on Fire - Luminiferous
Hace 15 años que la banda de Oakland liderada por Matt Pike (exviolero de los fundamentales Sleep) viene puliendo su sonido sludge-stoner con un desquiciado imaginario de misticismo fumón (escuchen De Vermis Mysteriis, un álbum conceptual sobre un Jesús viajero del tiempo). Pero su séptimo trabajo es una obra maestra cargada de esoterismo y conspiraciones alienígenas que flotan en un averno de riffs espesos y crepitantes como la lava. Si solo tenés presupuesto para un disco de metal en estos meses, esta es tu elección.


Natalia Lafourcade - Hasta la raíz
¿Quieren aumentar las ventas de música? Creen una batea de “Álbumes postrupturas” y vean cuánto dura la larga y hermosa discografía que nos han dado los corazones rotos. Ahí, primerito entre las novedades, hay que poner las agridulces canciones de esta mexicana que combina como ninguna el indie pop universal con la tradición latinoamericana, donde un blues urbano se puede cruzar con el huapango y la chacarera para dejar en claro que no hay musa más generosa que el dolor.


Sufjan Stevens - Carrie & Lowell

Otro ejemplo de una crisis personal sublimada en fino arte. En 2012, el músico de Detroit perdió a su madre (con trastorno bipolar y esquizofrenia) y eso lo llevó a un viaje interior para repasar su infancia y sus sentimientos. De ahí, surgieron angustiosos y frágiles temas acústicos, lejos de los arreglos sinfónicos del celebradísimo Illinois (2010) y la electrónica de The Age of Adz (2010), que podrían revivir a Nick Drake. Ubíquese en la batea “Música para la resiliencia”.


Noel Gallagher's High Flying Birds - Chasing Yesterday
Un álbum para responderse cada vez que surja la pregunta por la vuelta de Oasis: “¿Para qué?”.


Steven Wilson - Hand. Cannot. Erase.
El último genio del prog ya había mostrado su recurrente obsesión por la alienación y su mirada crítica hacia los nuevos medios sociales en Fear of a Blank Planet, al frente de Porcupine Tree. Pero, en su cuarto trabajo solista, lleva sus temores más allá con un álbum conceptual inspirado en la historia de Joyce Vincent, una joven que fue alejándose de todos sus vínculos y falleció en completa soledad en pleno Londres, donde su cuerpo fue descubierto recién dos años más tarde. Wilson escribe desde una perspectiva femenina sobre la vida “interconectada” de hoy, conjuga el poder de King Crimson y Rush con el trip-hop y el Manic Street Preachers más popero, suma a la ecuación a una ex-Pop Idol (Ninet Tayeb) y pone a una mezzo soprano como Katherine Jenkins a, sencillamente, hablar. Los que se quedan aislados son los que dicen que el rock “progresivo” está muerto.



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jueves, 18 de junio de 2015

Entrevista a The Strypes, la reserva del rock

Antes de su show en Buenos Aires, hablamos con Ross Farrelly, vocalista del precoz grupo irlandés.



La última promesa del rock irlandés es una banda que viajó a 1965 y a la que el futuro alcanzó;  cuatro adolescentes obsesionados con The Animals, Yardbirds, Dr. Feelgood, Small Faces y toda la escena del R&B británico de aquellos años, que hoy se siente como un presente perfecto. “Todos los artistas miran al pasado en busca de inspiración, y nosotros no somos diferentes: ¡Solo somos honestos al respecto!”, salta el vocalista Ross Farrelly cuando se habla de la facilidad que hoy (internet y YouTube mediante) tienen los artistas jóvenes en hurgar cualquier recoveco del pasado para redescubrir música y sonar “modernos”. Pero guarda con decir que The Strypes es “retro”. “Etiquetarnos así es injusto, es de un periodismo vago y tonto. Nosotros queremos canalizar el espíritu de las bandas que admiramos y tocar con la mayor energía y honestidad posible”.

Apenas pasados sus 15 años, los muchachos del pueblito de Cavan grabaron un EP con versiones de temas de viejas glorias del blues, como Bo Diddley, Slim Harpo y Eddie Holland, que se fue directo al número uno en iTunes, lo cual llamó la atención de varios en la industria. Elton John se volvió loco con ellos y los fichó para su compañía Rocket Music, y la banda comenzó a cosechar elogios de la prensa y fans VIP, entre ellos Noel Gallagher, Jeff Beck y Roger Daltrey,

En 2013, editaron su álbum debut, Snapshot, producido por el legendario Chris Thomas (The Beatles, Queen, Pink Floyd, Roxy Music y docenas de discos fundamentales de la historia del rock) y, en cuestión de meses, pasaron por escenarios que a miles de artistas les toma una vida llegar a conocer, como Glastonbury, Bowery Ballroom (de Nueva York), El Rey Theatre (Los Ángeles) y los shows de David Letterman, Conan O’Brien y Joss Holland.

La gira los traerá a Buenos Aires el próximo viernes 19, en The Roxy Live (Niceto Vega 5542). “No sabemos mucho sobre Argentina, excepto que el público parece ser muy apasionado. Estamos sorprendidos de que se hayan interesado en nosotros y esperamos ansiosos dar el concierto y comernos unos buenos churrascos”, dice Farrelly.

No es muy común que, siendo tan jóvenes, estén tan influenciados por artistas como Dr. Feellgood, The Byrds, The Animals. ¿Cómo llegaron a esa música y qué es lo que les cautiva de ese sonido en particular?
Los conocimos escuchando la colección de discos que tenían nuestros viejos. No fue una decisión consciente, sino que era la música que siempre estuvo a nuestro alrededor. Y cuando crecimos, empezamos a escuchar a los artistas que influenciaron a esas bandas, como Chuck Berry, Bo Diddley, Slim Harpo y más.

¿Eran un poco los bichos raros de la escuela por tener 16 años y escuchar Yarbirds? Me imagino que sus compañeras estaban enganchadas con One Direction y el teen pop
Ja, ja. No éramos unos  freaks, pero sí un poco diferentes. No nos dábamos mucha cuenta de lo que la gente pensaba porque, la verdad, estábamos muy metidos en la nuestra.

¿Cómo fue trabajar con un ícono como Chris Thomas?  ¿Qué hizo en el estudio y qué les pedía en especial?
Fue fantástico, es una leyenda y la gente con la que colaboró es increíble: desde los Sex Pistols hasta los Beatles, pasando por The Pretenders y Pink Floyd. Nos ayudó mucho con los arreglos de las canciones, pero no nos pedía algo específico, salvo que laburáramos mucho. El disco se hizo muy rápido, básicamente grabamos en vivo en el estudio con un mínimo de overdubs.

¿Por qué usás siempre lentes oscuros?
Comencé a usarlos porque era muy tímido cuando empezamos. Luego se convirtió en mi look y me gusta. Hay una larga tradición de gente en el rock que usa gafas oscuras sobre el escenario, así que no es nada del otro mundo.

Están por sacar un nuevo álbum, ¿qué nos podés adelantar?
Sí, se titula Little Victories y saldrá en julio. Esperamos que sea una progresión de Snapshot. Sigue teniendo mucha de nuestras viejas influencias, pero también refleja el hecho de que estuvimos escuchando otra música también. Es un disco más de estudio que el primero, pero fundamentalmente es el sonido de una banda tocando junta en una habitación.

Ya pasaron por tres escenarios consagratorios para muchas bandas: el de Jools Holland, el de David Letterman y Glastonbury.  ¿Qué experiencia y anécdotas concretas les dejó cada uno?
Holland es alguien a quien admiramos un montón, como músico y personalidad. Estuvo en una de nuestras bandas favoritas, Squeeze, por lo que tocar en su show fue muy movilizador. Lo de Letterman fue increíble porque lo hicimos en el teatro Ed Sullivan, donde estuvieron Elvis Presley, los Beatles y los Stones. Grabamos muy rápido  y recién después nos cayó la ficha de que habíamos estado en un lugar tan legendario. Glastonbury fue, probablemente, lo mejor, porque nos presentamos en el escenario John Peel ante un montón de gente, lo cual nos sorprendió mucho. Además, pudimos ver gente grosa en el festival, como Arctic Monkeys y Gary Clarke Jr.

¿Son conscientes de que, en un par de años, ya les pasó todo lo que a muchas bandas les toma décadas y a otras jamás se les da?
Sí y no. No nos detenemos mucho a pensar sobre eso porque estamos ocupados haciéndolo. Solo cuando nos entrevistan se nos viene esa idea a la cabeza y nos damos cuenta de que ¡somos muuuy afortunados!


The Strypes – “You Can't Judge A Book By The Cover”




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miércoles, 17 de junio de 2015

Cinco películas que se meten en tu cabeza

Se estrena Intensa-Mente y recordamos más films que juegan con el bocho.



Estados alterados (1980)
Peliculón de Ken Russell sobre un profesor de psicología (William Hurt, en su debut cinematográfico) que investiga cómo alcanzar otros estados de conciencia a través de la experimentación con ayahuasca y tanques de aislamiento sensorial. Los resultados son peligrosamente involutivos y no tan divertidos como las experiencias de Rolando Graña y Homero Simpson.



Pesadilla en lo profundo de la noche (1984)El director Wes Craven se inspiró en dos traumas de la infancia para crear a Freddy Krueger, el villano favorito de tus sueños y un verdadero carnicero freudiano. Una de las más grandes franquicias del terror cumplió, hace poquito, 30 años y acá contamosmuchas curiosidades



¿Quieres ser John Malkovich? (1999)
Un titiritero loser (John Cusack) encuentra un extraño pasadizo que lo transporta directamente a la mente del famoso actor John Malkovich y le permite vivir su vida durante un ratito. “¿Por qué carajo no puede ser Quieres ser Tom Cruise?”, se preguntó con lógica capitalista el capo de uno de los tantos estudios que rechazaron el poco sex-appeal de esta desquiciada fantasía de Spike Jonze y Charlie Kaufman. Es que, por ahí, meterse en la cabeza de un cienciólogo no da ni para programita de cable de medianoche. 



La celda (2000)
Jennifer López es una psicoterapeuta infantil que, mediante un aparato de realidad virtual, debe internarse en la perversa mente de un asesino serial (Vincent D'Onofrio) para rescatar a una mujer que tiene secuestrada. Una buena excusa para disfrutar de las exquisitas imágenes del director Tarsem Singh (autor de la también psicológica y muy recomendable The Fall), además de ver a JLo en trajecito ajustado, lo cual siempre te hace el bocho.



El origen (2010)
La obra maestra de Christopher Nolan es un misterioso y entretenido rompecabezas sobre un grupo de espías que se infiltra en los sueños de las personas para robar información (o plantar una idea). En tiempos de películas fast food, el film protagonizado por Leonardo Di Caprio es una apuesta al cine complejo y ambicioso: ese que exige completa atención a la pantalla y luego deja pensando al salir de la sala. Ese que incluye al espectador como otro elemento del espectáculo. Aquello que debería llamarse verdadero cine en 3D.


Bonus:

Intensa-Mente (2015)
Las emociones de una niña entran en desopilante conflicto luego de que su vida se trastoque al mudarse de su pequeño pueblito natal a la gran ciudad. Pocas veces el cine ha logrado meterse de manera tan original como cómica y didáctica en el universo de la sensibilidad interior para entender nuestros sentimientos y acciones y redescubrir, por ejemplo, el valor de la tristeza en un mundo donde estar alegre y contento todo el tiempo parece una obligación. En la era de inteligencia emocional, Pixar craneó un futuro clásico tan cerebral como emotivo.



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martes, 16 de junio de 2015

Entrevista a Extreme: “El rock ahora es un nicho”

Hablamos con la banda antes de su show en Buenos Aires.



A principios de los años 90, en una revista local de rock ya desaparecida, se definió a Extreme como “los nuevos Queen” (no, no vamos a decir quién dijo esto: todos en este oficio tenemos un Horangel muerto en el placard). El tiempo hizo que la cita sea hoy un chiste de Tangalanga, pero en su momento no era tan descabellado, al menos, trazar algunos paralelismos. Los muchachos de Boston tenían un mix de talentos y potenciales parecidos a los de la reina: un vocalista carismático y virtuoso (Gary Cherone) y un guitarrista hipertalentoso (Nuno Bettencourt) como binomio motor de una banda con explosión heavy, sensualidad funk, toques de conciencia social, sensibilidad dramática y, encima, facha suficiente para derretir bombachas. La irresistible balada “More Than Words” les abrió las gambas del mundo y, para alimentar aquel vaticinio, se coronaron en el escenario del concierto tributo a Freddie Mercury, en 1992. Pero (siempre hay un pero), el éxito los quemó y el grupo se disolvió en un interrogante que sigue presente: ¿qué les pasó?

“Mirando las cosas a la distancia, nos deberíamos haber tomado un año sabático porque los ciclos continuos de discos y gira nos agotaron –cuenta Bettencourt a Generación B–. Desearía poder darte un gran MTV Behind The Music pero, en realidad, nunca hubo una separación definitiva. Fue más bien un distanciamiento entre nosotros para trabajar en otras cosas. Yo empecé mi disco solista y a Gary lo llamaron de Van Halen. Pero Extreme siempre fue una familia, ¡incluso hasta nos caemos bien entre nosotros, ja, ja!”.

“Cuando me sumé a Van Halen, mi corazón todavía estaba con Extreme, pero eso no dilató la reunión –aclara Cherone–. La pasé bárbaro con Van Halen y me trataron muy bien”.

El grupo se volvió a juntar en 2004 y, desde entonces, tuvo sus idas y vueltas, con cambios de integrantes y hasta con un álbum hace siete años, titulado Saudades de Rock. Hoy, se encuentran celebrando el 25 aniversario de Pornograffitti, su disco emblemático (sí, el que incluye “More Than Words”) en una gira que los traerá a Buenos Aires el próximo 18 de junio, en el Teatro Vorterix.

¿Cómo describen este presente de la banda? La reunión ya quedó atrás y no están estrenando material nuevo. ¿Es un momento celebratorio, de cambio?
Bettencourt: No estoy seguro si podemos categorizarlo como una suerte de fase o transición. La banda hoy está entregando a los fans un show de dos horas que te lleva a través de Pornograffitti más una mezcla de otras canciones de nuestro catálogo. Extreme siempre se trató de nueva música y estamos componiendo, ¡así que van a tener que volver a vernos otra vez pronto!

¿Están trabajando en un nuevo disco? ¿Por qué se han demorado tanto?
B: Sí, estamos escribiendo. Es solo una cuestión de coordinar nuestras agendas y meternos en el estudio. Será pronto, je.

¿Qué tal fue reencontrarse Pornograffitti?
B: Queríamos homenajear nuestro disco más exitoso. Al comienzo, no sabíamos cómo le iba a ir en vivo, pero los fans lo están disfrutando y nosotros también. Hacemos las canciones en el orden exacto del álbum, por lo que al principio fue un poco raro sentarnos y tocar “More Than Words” tan temprano en el set, pero cuando ves el show te das cuenta de que realmente funciona. Hay temas que no tocamos hace un montón y algunos, como “When I First Kissed You”, nunca lo hicimos en vivo. La verdad que está siendo una experiencia genial.

¿Qué les pareció el homenaje a “More Than Words” que hicieron Jimmy Fallon y Jack Black?
B: ¡Hicieron un laburo genial, estuvo perfecto! Incluso fui al bowling con Jack la otra noche y jugamos en el mismo equipo para la fundación de Ronnie James Dio contra el cáncer. Nos matamos de risa con el video.


Esa fue la canción que los puso en el mapa musical, pero también la que provocó que muchos los identificaran como una banda de baladas para las chicas. ¿Qué sentimientos les vienen cuando la tocan hoy? 
B: Obviamente, queremos mucho la canción. Nos expuso a una audiencia muy amplia y todavía se la banca después de 25 años. El tema tuvo un muy buen año, ya que, además del clip de Jimmy y Jack, estuvo en The Voice y tuve el privilegio de interpretarla con Steven Tyler en el concierto por el Premio Nobel de la Paz en Oslo, en diciembre pasado.

Ya no se encuentran bandas de rock con el sonido de Extreme hoy, con esa mezcla tan particular de estilos y talentos. ¿Creen que todavía hay un espacio para ustedes o la escena musical cambió mucho?
B: Bueno, la escena cambió muchísimo para todos los géneros, en especial para el rock, que ahora es un nicho. Pero hoy hay muchas herramientas para llegar a la gente, como Facebook, YouTube y videojuegos como Guitar Hero, que presentaron Extreme a toda una nueva generación de fans.

¿Qué piensan de cómo se mueve la industria musical hoy? Vienen de una era en la que hacer discos era relevante y, ahora, con iTunes y Spotify, la lógica cambió…
B: Es un tema cultural y la tecnología ha jugado un rol esencial. La gente tiene muchas más opciones de entretenimiento. Para las nuevas bandas es muy difícil porque están compitiendo contra los más grandes catálogos que se han escrito, todos disponibles desde la palma de tu mano. Hoy, solo tenemos tiempo para la grandeza.

¿Qué onda salir de gira con Rihanna, Nuno? ¿Te resultó complicado, viniendo del hard-rock, adaptarte al mundo y el sonido del pop-dance?
B: Cuando me llamaron, me pregunté para qué me necesitarían si no hay guitarras en su música. Pero eso es justo por lo que ella me quería, porque deseaba que sus canciones sonaran más heavy en vivo. Y si ves el show, hay un montón de partes intrincadas por el lado de la viola.

¿Qué expectativas tienen de su visita al país?
B: ¡No te puedo explicar todo lo que significa! Siempre quisimos ir a Buenos Aires y espero que estén tan sorprendidos como nosotros. ¡Es como una primera cita a ciegas! Pero te prometo que no será la última.




jueves, 11 de junio de 2015

Christopher Lee: espíritu del metal

El fallecido ícono del cine tuvo una rica carrera en la música, en especial como símbolo del heavy. Repasamos lo mejor.



“Name Your Poison”
En la parodia a los superhéroes The Return of Captain Invincible (1983), Christopher Lee encarnó al villano Mr. Midnight, quien tienta al protagonista con su principal debilidad: el chupi. Para ello, le ofrece canilla libre al son de una graciosa canción.



“The Magic of the Wizard's Dream”
En 2005, Lee le puso gravedad dramática a este single de Rhapsody of Fire. Sería el comienzo de una larga amistad con la banda italiana de metal sinfónico, que se extendería por varios discos más.


“Dark Avenger”
En 2010, Manowar regrabó su álbum debut (Battle Hyms, de 1982) y convocó al actor para ser la voz narradora, en reemplazo de la original de Orson Welles (nadie más y nadie menos). Los homoeróticos metaleros nunca inspiraron más miedo.


"The Bloody Verdict of Verden"
Luego de años de colaboraciones, en 2010, el actor se animó editar su primer disco y así salió Charlemagne: By the Sword and the Cross, un álbum conceptual sobre la historia del emperador Carlomagno. La obra le valió el premio “Spirit of Metal”, otorgado por la revista Metal Hammer, que recibió de manos de Tommy Iommi, de Black Sabbath. Pero lo mejor de todo es esta LOCURA de videoclip.



“Jingle Hell”
El mejor regalo que te pudo traer Papá Noel en 2012: un EP del ex Drácula cantando covers de canciones navideñas (A Heavy Metal Christmas). Un año después, le siguió la segunda parte (A Heavy Metal Christmas Too) con “Jingle Hell”, single que trepó al top 20 de Billboard y convirtió al actor en el intérprete vivo, por entonces, más viejo en meterse en un chart.



“My Way”
En mayo del año pasado, el artista editó el que será su último trabajo: Metal Knight, un EP que incluye canciones inspiradas en Don Quijote (“The Impossible Dream”),  la ópera Carmen (“The Toreador March”) y una versión para desnucarse del clásico de Paul Anka (que hizo famoso Frank Sinatra).



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Daniel Melingo en el cine

Se estrenó Su realidad, un viaje alucinante por el mundo y la cabeza del linyera del tango.



Parte documental de una gira mágica y misteriosa, parte mockumental rockero, parte road movie química, parte film silente de los años 20. Tan inclasificable como el arte de su protagonista es Su realidad, la película que sigue el tour de Daniel Melingo por Europa de una forma tan histriónica como onírica y que ya puede verse en el MALBA y en el cine Gaumont.

Dirigida por Mariano Galperín (Chicos ricos, Dulce de leche), el relato trascurre entre las presentaciones del músico en París, Londres, Bruselas y otras ciudades del viejo continente, como telón de fondo de un backstage surrealista en el que el protagonista viaja entre recuerdos, estados alucinógenos y encuentros con amistades.

“Hace mucho que hacemos cosas con Daniel, desde las tapas de los discos de Los Twist, y siempre tuvimos la idea de crear algo más grande juntos. Como está yendo todos los años a tocar por Europa, empecé a escribir un guión que usara la gira como piso de situaciones ficcionadas”, cuenta Galperín, quien también interpreta a un pesado manager de Melingo. “Cuando estaba pensando la película, estaba muy entusiasmado con todo el mundo surrealista de los años 20 de Francia, con Breton, Buñuel, Man Ray, y eso se siente en el resultado final. Y la hicimos ultraguerrilla: arriba de aviones, trenes y en lugares donde no se puede filmar ni de casualidad”. 

Con toques de comedia picaresca lisérgica, la gira es el marco para que Melingo dé rienda suelta a un Tom Waits chaplinesco, estrella de curiosas, tiernas y desopilantes situaciones: desde un peligroso encuentro callejero con un linyera fumón hasta momentos de realismo mágico argentino en pleno primer mundo, como cuando entona a bordo de un tren germano “Canción para mi muerte” al son de la marcha peronista. “Le tuvimos que pedir autorización a Charly García. Se pusieron duros para darnos el permiso, pero logramos que Charly viera la escena y nos dijo que era un honor para él estar en la película”, revela Galperín.

El trip también incluye reuniones con amistades famosas, como zapadas con Andrés Calamaro y Jaime Torres, y una graciosa charla con el actor Iván Gonzalez, preocupado porque su mujer tiene que filmar una escena de sexo con un nigeriano de dos metros. “¿Sabés la pija que debe tener?”, consulta consternado a un Melingo que oficia de confidente callejero en París. “Me interesaba mucho que el mundo de los afectos reales estuviera muy presente en la película, para que después el cariño de la ficción tuviera una base cierta”, explica el director.

Con el cuerpo yirando en el viejo mundo, pero el corazón siempre en Buenos Aires, en una escena Melingo se baja en la estación “Argentine” del subte de París y emerge en plena calle Corrientes, para ir a comprar al kiosco dos triple Fantoche y dos Cachafaz. ¿Acaso hubo esponsoreo? “Sí: nos dieron dos conitos de dulce de leche”, responde Galperín. Chan-chan.



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miércoles, 10 de junio de 2015

Diez robots del cine

Por el estreno de Chappie, recordamos a grandes autómatas de la pantalla grande.



María (Metropolis, 1927)
En una ciudad dividida entre una elite que gobierna la superficie mientras los oprimidos obreros le dan sustento en las profundidades, una peligrosa simpatizante del proletariado será suplantada por el robot más temible y hermoso que ha dado el séptimo arte.


Gort  (El día que paralizaron la Tierra, 1951)
En plena época de paranoia anticomunista y escala armamentista, el director Robert Wise trae de un planeta distante un alienígena con un ultimátum pacifista a la humanidad. Y para cuidar que nadie se descontrole, ahí estaba este cíclope gigante metalizado listo para vaporizarlo. ¿Acaso fue Gort el primer robot patovica?


Robby (El planeta desconocido, 1956)
Era el sirviente del misterioso Dr. Morbious, pero les robó el protagonismo a todos en esta clásica fábula interestelar, inclusive a un Leslie Nielsen que estaba a años luz de La pistola desnuda. Nuestro eterno respeto a Frankie Darro, el actor que estaba metido dentro de Robby y no fue mencionado en los créditos.


C3PO y R2-D2 (La guerra de las galaxias: Episodio IV, 1977)
No podíamos elegir solo a uno porque sería como separar al Gordo y el Flaco de una galaxia muy, muy lejana. “Citripio y Arturito” aportaron comedia camp a la saga de George Lucas y se transformaron en los robots más famosos del universo. Parece increíble que no hayan tenido éxito cuando se cortaron solos con su propia serie animada, Droids, a mediados de los 80. Aunque claro: losmataron con esta presentación


T-800 (Terminator, 1984)
No sabemos por qué los científicos aún siguen investigando: Arnold Schwarzenegger ya descubrió hace 30 años cómo borrar los límites entre hombre y máquina. Este año, volverá con Terminator: Genesis.


Number 5 (Cortocircuito, 1986)
Fue pensado como un arma letal, pero le cayó un rayo y se convirtió en el robot más simpático de los 80 en esta recordada comedia que, también, nació con otra intención: iba a ser un thriller sobre un mecanoide asesino. Number 5 (¿cuántos lo vimos en la Argentina animando eventos y cumpleaños?) tuvo un padre genio: Syd Mead, el cráneo detrás del imaginario de filmes como Tron, Aliens y Blade Runner (donde, recordemos, también están los androides y famosos “replicantes” Roy y Pris).


Data (Viaje a las estrellas: Generaciones, 1994)
El miembro más poderoso de la tripulación a bordo del USS Enterprise también era el bit humorístico de la franquicia de TV y cine, a partir de sus intentos por comprender comportamientos, costumbres y sentimientos. Finalmente, su cerebro positrónico recibió su “chip emocional” y se transformó en alguien más humano que los humanos.


Bumblebee (Transformers, 2007)
¿A quién esperaban? ¿A Optimus Prime, a Megatrón? El verdadero capo de todos los Transformers es el auto con más onda del cosmos. De todas formas, guardémosle también un lugarcito especial en este listado robótico al director Michael Bay, flor de aparato digital.


WALL-E (WALL-E, 2008)
La última esperanza de un planeta que hicimos chatarra está en las pinzas de este tierno y melancólico compactador de basura. Obra maestra eco-friendly y religiosa de Pixar.


Chappie (Chappie, 2015)
Un androide policía destinado al desguace es reprogramado en un experimento y se convierte no solo en la primera inteligencia artificial, sino en el primer gangsta-robot. El nuevo genio del sci-fi, Neill Blomkamp, nos muestra que lo difícil no es crear vida, sino educarla correctamente, en otro de sus filmes cargados de comentarios sociales, dialéctica de videojuego y homenajes cinéfilos (ahora le tocó a RoboCop), pero con dosis de comedia infantil. No será tan contundente como Sector 9 y Elysium, pero el director se las ingenia, una vez más, para hacernos salir del cine preocupados por ser parte de la raza humana.




Diez hits que cumplen una década

¡El primer éxito de los Arctic Monkeys ya tiene diez años! A continuación, ese y otros ataques de vejez.




Arctic Monkeys - "I Bet You Look Good on the Dancefloor" 
¿Quién hubiera apostado que esos mocosos se iban a transformar en la enorme banda actual? La gran sorpresa de Sheffield fue uno de los primeros exponentes de una generación de bandas que emergieron directo del público al estrellato, casi sin industria intermediaria, desde MySpace hacia el número uno en Inglaterra. Años después, el vocalista Alex Turner opinó: “Odiaría que me conociesen solo por esa canción porque es una mierda”. Hoy puede quedarse muy tranquilo.


Babasónicos – “Yegua”
Para Anoche, la banda de Lanús perfeccionó la receta del éxito conseguido con Jessico e Infame y se zarpa con otra colección de canciones inmortales. Los hippies del futuro, surfistas del trash, dandies del conurbano, gronchóticos desfachatados y pisteros irresponsables ahora eran carismáticos y fáciles, siempre sin límites.


The Black Eyed Peas - “My Humps”
La prueba de que, aunque seas una de las peores bandas y compongas una de las peores canciones de la historia, un culo siempre vende.


Coldplay – “Fix You”
Chris Martin se hizo de un viejo órgano que su (por entonces) esposa Gwyneth Paltrow había recibido de su padre y ahí nacieron varias canciones del álbum X&Y, entre ellas esta oda a la reparación sentimental con un falsetto al que no hay estadio que pueda resistir.


Foo Fighters – “Best of You”
Con la necesidad de dar un giro tras una década en la ruta, Dave Grohl y compañía sorprendieron mostrando dos caras en In Your Honor: un disco de frágiles canciones acústicas y otro de contundente rock explosivo, en el que la banda encontraría su himno al aguante.


Franz Ferdinand – “Do You Want To”
Todavía no había pasado de moda su hitazo “Take me Out” y los coquetos escoceses renovaron su temporada de éxitos con otro de sus irresistibles funky-punkies prêt-à-porter. Diez años después, los seguimos bailando.


Gorillaz – “Feel Good Inc.”
Entre el hip hop, el funk, el techno-pop y la tristeza country, Damon Albarn y Jamie Hewlett agitaron los molinos de la fantasía para sus melancolías animadas de ayer y de hoy.  Que el viento los haga regresar pronto.


Madonna – “Hung Up”
“El tiempo se va tan lentamente”, nada menos cierto para la reina del pop, a la que solo le tomó dos años borrar el fiasco de American Life y reconquistar pistas y rankings con una ayudita de ABBA. ¿Acaso es este uno de los mejores sampleos de la historia? Ni lo pienses, ¡bailá!


Oasis – “The Importance of Being Idle”
Cuando la carrera de los hermanos Gallagher no encontraba su rumbo en el siglo xxi, apareció la genialidad de Noel para darles su último clásico antes del adiós. Se los extraña, pero “nada importa mientras haya una cama bajo las estrellas brillantes”.


Weezer – “Beverly Hills”
Habían pasado más de diez años desde el suceso de “Buddy Holly” y los nerdkids del indie norteamericano no la pegaban, hasta que Rivers Cuomo fue a la inauguración del nuevo Hollywood Bowl, se codeó con las estrellas y soñó con ser del jet-set en una canción que los llevó de vuelta al top 10 en los dos lados del Atlántico.