miércoles, 27 de agosto de 2014

Entrevista a Ghost: Satanismo para todos



Antes de su segunda visita a Buenos Aires, entrevista con el guitarrista de la última sensación del metal.


“Si querés ir a un lugar donde no te puedas reír, entonces, no deberías venir a vernos”, dice (con una fritura infernal detrás del teléfono) uno de los Nameless Ghouls, esos cinco demonios encapuchados que acompañan al Papa Emeritus II, voz y decrépito sumo pontífice de Ghost. La frase suena tanto a advertencia como a humorada, la mezcla exacta para una banda que puede celebrar la llegada del anticristo entre covers de ABBA y ¡Army of Lovers!

Pero Ghost es cosa seria. Con la potencia malévola del primer Black Sabbath, el shock rock de Alice Cooper y King Diamond, y cierto punch marketinero a lo Kiss, son la última sensación del heavy. Seis suecos desquiciados, fanáticos de las películas de terror, que tomaron la teatralidad y el mensaje anticristiano del black metal escandinavo y le dieron un envase pop para convertirse en el grupo capaz de llevar la palabra de Lucifer a las masas. Si no, escuchen “Body and Blood”, toda una eucaristía blasfema con encanto beatlero. 
 
Su debut, Opus Eponymous, los ubicó entre las sorpresas musicales de 2010 y se ganaron la bendición de varios dioses del metal, como James Hetfield, Phil Anselmo y Steve Harris. Llegaron giras por Europa y, luego, el contrato con un sello multinacional para el muy celebrado Infestissuman (2013), que los metió en el mercado norteamericano.

El disco los trajo a Buenos Aires en septiembre del año pasado, cuando abrieron para Slayer y Iron Maiden en el estadio de River Plate. Luego, editaron If You Have Ghosts, un EP de versiones de temas de Depeche Mode y Roky Erikson, entre otros, con la producción de Dave Grohl. “Es tan buen tipo como parece. Todos los rumores que hay sobre él son ciertos”, bromea sobre el líder de Foo Fighters nuestro macabro entrevistado sin rostro ni nombre, en una charla antes de que la banda se presente en el Teatro Vorterix, el próximo domingo 31.

¿Significa algo especial venir al país donde nació el actual Papa católico?
La verdad que no. Me gusta más la idea de ir por la carne y el vino argentino, ¡que nos encanta!
¿Cómo surge el “concepto” de Ghost, ese imaginario religioso y la idea de esconder sus identidades como sacerdotes del infierno?
Empezamos como muchas bandas, como otros proyectos. Básicamente, las canciones se escribieron solas y entendimos que pedían ser tocadas no por un grupo normal, sino en algo más teatral. Surgió a partir de ahí y la imagen se sintió muy natural, por los temas y sus letras. El anonimato es, simplemente, una extensión de eso.

Este año Nergal, de Behemoth, filtró una foto de quien sería en realidad el Papa Emeritus II. ¿Reservar la identidad se está transformando en un problema?
Cada año se está haciendo más difícil, obviamente, porque cada vez hay más gente a la que le gusta la banda. Pero, también, muchos dejaron de pensar que éramos solo una novedad y se fueron convirtiendo en fans acérrimos, con lo que son muy protectores de la forma en que elegimos conducirnos. Entiendo que se asumiera que esa foto era de un integrante. Pero no es un problema, incluso si fuera alguien de la banda. La mayoría de los que saben quiénes somos son, más o menos, fans del grupo.

Hay un alto componente de ironía en Ghost. Pero una banda “satánica” que hace covers de Abba y The Beatles puede ser tomada por una parte del público como un chiste. ¿Buscan no pasarse de graciosos y mantener cierta seriedad? ¿Les preocupa encontrar ese equilibrio artístico?
Sí, creo que tenemos un muy buen balance en ese sentido. Y hay ejemplos del pasado de grupos o artistas que decían cosas muy serias pero, para poder transmitirlas, estaban envueltas en un exterior divertido. Alguien que sea intenso desde el punto de vista, pero entretenido, es exactamente lo que Ghost quiere ser.

¿Cómo eligen los covers que hacen?
Es consciente seleccionar temas que no suenen obvios o parecidos a nosotros. No somos una banda de versiones, no tratamos de hacer covers para hacernos conocidos o lograr sacar un disco. Lo hacemos porque nos divierte.

Grabaron su segundo álbum en Nashville, Estados Unidos, una ciudad que es el centro de la industria musical, pero también bastante conservadora. ¿Cómo fue esa experiencia para una banda sueca que canta loas al diablo?
Nashville es un lugar muy interesante. Hay mucha música, más de la que hay en lugares como Nueva York, Los Ángeles o Londres. Es absolutamente demencial la cantidad de gente que está allá metida en la industria. Desafortunadamente, para nosotros, si bien nos gustan muchas cosas diferentes, si hay un género musical que no nos interesa es el country (sacando a Johnny Cash y muy pocas personas más). Y allá es todo country. Había algunos locales que tenían otras cosas, pero para los coleccionistas de discos, no hay nada.
Obviamente, algo que resaltaba era nuestra imagen. En Nashville, si ven caminando un grupo de tipos vestidos de cuero, lógicamente van a pensar que somos unos maricones. Pero no fue problema, estuvo muy divertido.

¿Ya están trabajando en un tercer álbum?
Sí, en efecto, en este momento estamos escribiendo. Cuando volvamos de esta gira por Sudamérica, nos vamos a poner a trabajar en eso hasta fin de año.

¿Tendremos un nuevo Papa para ese disco?
Sí, claro: Emeritus III.
¿Cuánta gente votó por Emeritus II para sumo pontífice en la elección online que hicieron el año pasado, durante el cónclave?   
Uh, no me acuerdo, pero fue una cantidad importante. Aunque me parece que el Papa de ustedes probablemente haya ganado (risas).

Para el final, un tema que nos preocupa mucho: ¿Todavía están a la venta los juguetes sexuales de Ghost?
No, se acabaron todos. Desaparecieron, para siempre. Pero quizás podamos encontrar alguno para vos (risas).

lunes, 25 de agosto de 2014

65 años de Gene Simmons: desenmascarado



Músico, empresario, actor, escritor, mujeriego y lengua larga. En el día de su cumpleaños, repasamos historias, curiosidades y (por supuesto) polémicas del monstruo de Kiss.




Pequeño demonio. Su verdadero nombre es Chaim Witz y nació en Haifa, Israel. A los ocho años, se mudó a Nueva York con su madre (de origen húngaro y sobreviviente de un campo de concentración nazi en la Segunda Guerra Mundial). De chico estudió el Talmud y la Torah, pero una «visión» cambió sus intereses. «A los doce años, mientras leía textos religiosos, vi por la ventana a una chica saltando la cuerda, con su pelo golpeándole la cola de vez en cuando, y dije: “Dios, mejor, quiero eso”», contó.

Lengua suelta. Sin dudas, su rasgo distintivo (después de su ego) es su enorme lengua, la que despertó dos grandes mitos: que se hizo un injerto de lengua de vaca y que se cortó el frenillo para alargarla. También, se dice que alguna vez la aseguró por un millón de dólares, y que fue objeto inspiracional para diseñar el trofeo de los Premios MTV Latinoamérica. Mejor que especular, es verla en acción:


Mujeriego. Se ufana de haber tenido sexo con más de 4.600 mujeres y hasta de poseer un libro que recopila sus fotos. Simmons estuvo involucrado con muchas famosas, entre ellas Donna Summer, Cher, Liza Minnelli (de quien fue manager hacia fines de los 80) y la ex playmate Shannon Tweed, madre de sus dos hijos, con quien se casó en 2011 luego de casi 30 años de concubinato. Alguna vez dijo sobre el matrimonio: «Me niego a pararme frente a un rabino, mis amigos y la mujer que amo y prometer que ella será la única con la que estaré hasta el día de mi muerte. Eso es mentira».   

Playboy. Hablando de conejitas, Simmons es uno de los diez hombres que han sido portada de Playboy (edición de Estados Unidos) en los 61 años de historia de la revista. El demonio es el protagonista de la tapa correspondiente a marzo de 1999, donde se lo puede ver acompañado de tres señoritas ligeras de ropa y maquilladas al estilo Kiss.

Solitario. Lanzó dos discos como solista que incluyen muchos inusuales invitados. El primero (Gene Simmons, de 1978) costó la friolera de 400.000 dólares y participaron Cher, Donna Summer, Joe Perry (Aerosmith) y Rick Nielsen (Cheap Trick), entre otras estrellas. El bajista contó que convocó a Paul McCartney para grabar, pero no se sumó por motivos de agenda. Así todo, no pudo con su fanatismo por los Beatles y contrató para los coros a parte del elenco de Beatlemania, una obra de Broadway popular por aquellos años.
Su segundo álbum, Asshole, llegó recién en 2004 e incluye varias rarezas, como temas en colaboración con Bob Dylan y Frank Zappa, además de un cover de “Firestarter”, hit de los electrónicos The Prodigy.

Productor. Hizo el primer demo de Van Halen. Según recuerda, los vio tocar en un club de Los Ángeles y, de inmediato, los fichó para su incipiente nueva productora y los llevó a los estudios Electric Lady, donde registraron 13 canciones. «También le compré plataformas y pantalones de cuero a David Lee Roth», dijo el bajista, quien hizo circular la grabación entre sus contactos discográficos, sin suerte. Pronto, Simmons siguió con sus compromisos en Kiss, mientras que Van Halen fichó con Warner e inició una exitosa carrera. Los artistas se volverían a cruzar en 1982. Por entonces, el guitarrista Eddie Van Halen, harto de las peleas con Roth, quiso abandonar su grupo y unirse a Kiss en reemplazo de Ace Frehley. Cuenta la leyenda que fue el mismo Simmons, café de por medio, quien le explicó por qué no era una buena idea: «Tenés que estar en una banda donde puedas dirigir la música. No vas a ser feliz en Kiss».

Actor. En los 80, comenzó a probar suerte en la actuación. Fue científico psicópata en el policial de ciencia ficción Runaway (1984), con Tom Selleck, y terrorista en Wanted: Dead or Alive (1986), con Rutger Hauer. También intervino en las series Division Miami y El caminante. A lo largo de los años, hizo decenas de cameos y participaciones en programas como American Idol, CSI, Extreme Makeover, Ugly Betty, Third Watch, Castle y más. Protagonizó los realities, Rock School, Gene Simmons Family Jewels y ahora acaba de estrenar 4th and Loud, programa que documenta su tarea como dueño (junto a su compañero de banda Paul Stanley) del equipo de fútbol americano Los Angeles Kiss.
Pero lo más bizarro de semejante currículum actoral fue y será su papel en el film Never Too Young to Die (1986), donde encarna a un villano hermafrodita cabaretero (?).


Escritor. Es autor de cuatro libros. El más llamativo es Ladies of the Night, una «perspectiva histórica y personal» sobre la prostitución. Pero los fans no deben dejar de leer Kiss and Make-Up, donde el bajista cuenta muchas intimidades de la banda sin ahorrarse menosprecios y toneladas de tierra sobre sus excompañeros Ace Frehley y Peter Criss. En octubre de este año, lanzará su quinta obra: un libro de autoayuda sobre economía y marketing personal titulado Me, Inc.

Político. No es demócrata ni republicano o (en sintonía con el estilo egocéntrico que lo caracteriza) lo es según le convenga. «Como la mayoría de los estadounidenses, no elijo un partido, sino a una persona. Voté por Bush, por Clinton y por Obama, aunque quisiera que me devuelvan ese voto», dijo el músico, quien consideró que el actual presidente «no está calificado» para ejercer ese puesto. «Los Estados Unidos son un negocio, y deberían estar a cargo de un empresario», afirmó en apoyo al candidato opositor, Mitt Romney, durante los comicios de 2012.

Magnate. Se calcula que tiene una fortuna de 300 millones de dólares, lo que lo transforma en el tercer bajista más rico del mundo, según la revista Forbes. Simmons ama el dinero y siempre fue el motor comercial que licenció la marca Kiss en más de tres mil productos, desde figuritas, muñecos y zapatillas hasta preservativos, videojuegos y ataúdes. Una habitación de su mansión en Beverly Hills está destinada exclusivamente como santuario de todo ese merchandising. «Siempre vi a la banda como el medio para un fin —afirmó—. La música es solo una parte, porque el plan maestro era crear una institución cultural que fuera tan icónica como Disney».
Para Simmons, «la raíz de todos los males no es el dinero, sino su falta». Para él, los pobres deberían ser más agradecidos con los ricos por sostener la economía. En una entrevista reciente dijo: «Si no existiese ese uno por ciento que paga el 80 por ciento de los impuestos y provee todos los empleos, Estados Unidos sería un caos y moriría. Tratá de ser bueno con la gente rica: no recuerdo al último pobre que me dio un trabajo».



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domingo, 24 de agosto de 2014

Cine: crítica de "Relatos Salvajes" por Nacional Rock 93.7



En Rock de la Casa, por Nacional Rock 93.7, hablamos del nuevo film del director Damián Szifrón. Por ideas, realización, formato, repercusión y calidad, pero más que nada por instinto y olfato del medioambiente en el que se crió, Relatos Salvajes es mucho más que una película: es un síntoma de época. Un film que hay que ver sí o sí.

Calificación: excelente.

domingo, 17 de agosto de 2014

Historia y curiosidades a 45 años de Woodstock - Audio en FM Nacional Rock 93.7



Con "Paolo el rockero" de invitado (?), en FM Nacional Rock 93.7, hablamos de un nuevo aniversario del padre de todos los festivales. Contamos cómo los tres días que definieron una generación con paz, amor y música fueron también un disparate organizativo que comenzó como un negocio. El evento símbolo de una era de ideales dio a luz un target de mercado.

jueves, 14 de agosto de 2014

45 años de Woodstock: el oro y el barro

Los tres días que definieron una generación con paz, amor y música fueron también un disparate organizativo que comenzó como un negocio. El evento símbolo de una era de ideales dio a luz un target de mercado.



Es el viernes 15 de agosto de 1969 y Richie Havens lleva casi tres horas sobre el escenario. No fue lo planeado y ni siquiera debería estar ahí, pero la banda Sweetwater está atascada en el tráfico de una procesión que va hacia Woodstock a hacer historia y hay que entretener a las masas que ya se están caldeando. El sonido va y viene, y así seguirá. Tiene la túnica empapada y continúa golpeteando su guitarra para pedirle las canciones que ya no tiene. Salen tres versiones de temas de The Beatles y termina improvisando uno basado en el tradicional "Motherless Child", que quedará inmortalizado como "Freedom".

Así empezaron los tres días de mitos, ideales, conciertos memorables, consagraciones artísticas y toda la paz, el amor, los excesos y el barro que hicieron del Woodstock Music & Art Fair el fin de semana largo más importante de una generación. Pero el padre de todos los festivales también fue, como esa apertura del violero de Brooklyn, una sufrida, intensa y larga improvisación, además de un desastre con suerte, hoy inconcebible, y un negocio frustrado.

El evento cumbre del hippismo nació gracias a un aviso publicado en el Wall Street Journal. Irónico, ¿no? "Jóvenes con capital ilimitado buscan oportunidades de inversión y propuestas de negocios interesantes y legítimas", anunciaron John Roberts y Joel Rosenman, chicos de familia millonaria insatisfechos con sus trabajos en "La City" de Nueva York. Entre las respuestas que recibieron, les llamó la atención la idea de Michael Lang y Artie Kornfeld, veinteañeros con incipiente experiencia en el musicbiz: montar un estudio de grabación en Woodstock, donde los músicos famosos de la zona pudieran trabajar tranquilos, retirados de la civilización.

Con el fin de organizar un festival de música que recaudara los fondos para la construcción del estudio, los cuatro jóvenes se asociaron en una empresa: Woodstock Ventures (otra ironía: Woodstock como "emprendimiento de riesgo"). Alquilaron un campo en el pueblo de Wallkill, pero los habitantes del lugar prohibieron el concierto por recelo ante una invasión de vagos pelilargos. Así es como Woodstock, a solo un mes de iniciarse, se vio obligado a mudarse unos kilómetros a la famosa "granja" de Max Yasgur en Bethel, sin servicios básicos y con un difícil acceso, a cambio de 75.000 dólares.

En apenas tres semanas, tuvieron que montar las instalaciones y el escenario, y conseguir el sonido, la seguridad y el resto de la infraestructura. Los organizadores siempre dijeron que esperaban unos 50.000 asistentes, pero lo cierto es que llevaban vendidos más de 150.000 tickets (a un precio de 18 dólares en la venta anticipada). Dos días antes del inicio del show, 50.000 personas ya estaban instaladas esperando en el lugar. Atrás les seguía una peregrinación de otros centenares de miles que abandonaron sus autos en una ruta atestada y continuaron kilómetros a pie. Llegaban de todas las puntas de Estados Unidos y saltaban el aún incompleto alambrado que cercaba un lugar que pretendía ser de ingreso pago. A las pocas horas de iniciado el festival, el miedo a los disturbios y el sentido común hicieron resignar las intenciones capitalistas: "Este es un concierto gratis desde ahora", anuncio el coordinador John Morris desde el escenario.

Los organizadores terminaron con una deuda de casi dos millones de dólares. El dinero se iba a cada minuto en traer alimentos y alquilar helicópteros para el arribo de los artistas (a lo que hay que sumarle las demandas legales que surgieron después del evento). Algunos ingresos llegaron con la repercusión del documental Woodstock (dirigido por Michael Wadleigh y editado por un Martin Scorsese en sus veintipicos, que ganó un Oscar en 1970), y con la banda de sonido (esa con la célebre portada de la parejita abrigada por el amor y el barro que, por cierto, parece que aún sigue abrazada). Sin embargo, alguna vez Robert y Rosenman dijeron que les tomó diez años recuperarse.

En Woodstock no hubo ganancias, no existió merchandising oficial, la comida escaseó y la higiene y seguridad estaban resignadas al cuidado en común y la "buena onda" de los lugareños. Dicen que una persona falleció tras explotarle el apéndice, otra fue arrollada por un tractor mientras dormía y una murió de sobredosis (entre unos 400 casos de bad trips con ácido). La lluvia transformó el lugar en un lodazal en pocas horas y de milagro no se electrocutó nadie. Así todo, Bob Weir, de Grateful Dead, todavía recuerda la patada que le pegó el micrófono y lo lanzó a un metro y medio.

En Woodstock sí hubo amor, sexo, drogas, solidaridad, deseos, ilusiones. Además de muchos de los grandes momentos de la historia de la música a cargo de uno de los mejores y más abarcativos line-ups que se pueda imaginar. Allí estuvieron el folk de Joan Báez, el popular country rock de Creedence Clearwater Revival, el blues psicodélico de Jefferson Airplane, el funk de Sly & The Family Stone y las ragas de Ravi Shankar. En esas tablas, se hicieron famosos Joe Cocker y Carlos Santana. Janis Joplin mostró su poder como solista, The Who se abrió camino en Norteamérica con la fuerza de Tommy y Jimi Hendrix (con 30.000 dólares en el bolsillo, el cachet más caro del evento) empuñó "The Star-Spangled Banner" y la convirtió en bandera del flower power. Fueron presentaciones icónicas que la desorganización relegó a horas de la madrugada, cuando gran parte de la audiencia estaba durmiendo o se había ido. Hendrix, en realidad, empezó su show a las 9 de la mañana del lunes 18 y ante "apenas" unas 30.000 personas.

Woodstock también tuvo ausencias famosas que podrían haber reescrito el pasado. The Jeff Beck Group (que incluía a Beck, Ronnie Wood, Rod Stewart y Aynsley Dunbar) estaba contratado, pero se disolvió días antes del festival. Iron Butterfly nunca pudo llegar porque quedó varado en el aeropuerto LaGuardia. Joni Mitchell se bajó porque prefirió presentarse en un show de TV. Y Frank Zappa, The Byrds, Free y The Doors fueron algunos de los muchos artistas que declinaron la invitación.

En agosto de 1969, Estados Unidos tenía más de 500.000 cascos en Vietnam, la misma cantidad de almas que colmó el campo de Woodstock en clave peace & love. Eran parte de una generación que renegaba de los valores, las tradiciones y los mandatos de sus padres, que pugnaba por otra realidad social y política, y que tenía al rock, con sus letras y su imagen de rebeldía, como elemento en común. "Woodstock llegó en un momento verdaderamente oscuro del país: una guerra impopular, un gobierno indiferente, los derechos humanos. Cosas que estaban empezando a virar hacia la violencia. Y ahí apareció Woodstock, un momento de esperanza", dijo Lang a Rolling Stone en 2009, en el 40 aniversario del concierto.

¿Pueden aquellos tres días interpretarse como la culminación de una era de ideales, experimentación y nueva conciencia? ¿O fueron también la muestra más grande del rock como flamante nicho comercial? ¿El primer manual de los "do's and don'ts" en el negocio de los megafestivales para que los Hullabaloozas de hoy sean una exitosa colocación de productos en el sector juvenil? ¿Acaso nació ahí, entre el lodo, la "épica del aguante" como concepto de marketing?

"Hasta ese fin de semana, esos chicos que fueron a Woodstock no sabían que eran muy diferentes a todos los demás y que ellos pensaban muy parecido. Fueron por la música, pero encontraron algo mucho más grande", dijo Pete Fornatale, autor del libro Back to the Garden: The Story of Woodstock en un reportaje a ABC. Su colega, Joel Makower, escritor de Woodstock: The Oral History, hizo sonar otro acorde de la misma canción: "En cierto sentido, llegamos a Woodstock como medio millón de individuos y nos fuimos siendo un mercado".

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domingo, 10 de agosto de 2014

Industria musical: Por qué la nostalgia rockea - FM Nacional Rock 93.7





En "Rock de la casa", por FM Nacional Rock 93.7, comentamos mi nota en Generación B sobre el fenómeno de más y más discos clásicos que superan las ventas de las últimas y promocionadas novedades. Cómo el catálogo cobra relevancia en la economía de los sellos y el negocio musical.


Llegó Louderband, nueva red social musical argentina



La plataforma online permite vincular a público, bandas, productores, managers, estudios y demás actores de la industria.  



Habrá que ir sumando otro perfil a nuestra vida online. Esta semana se presentó de manera oficial Louderband,  una nueva red social argentina específica de música, orientada a que bandas, productores, managers, estudios y demás actores de la industria (incluido el público) puedan vincularse, interactuar y promocionar sus actividades.    

El sitio, de uso gratuito, solo requiere de un registro (que puede hacerse con los usuarios de Facebook o Twitter) y la elección de un perfil predefinido para personas (músicos, ingeniero, agentes de prensa, fotógrafos, luthiers) y entidades (bandas, estudios, radios y locales). Según lo optado, se puede comenzar a subir y compartir biografías, audios, imágenes, videos, fechas de conciertos y demás datos.

“Sumarse es muy sencillo. Te creás un perfil como lo harías en LinkedIn o Facebook, pero cortando con lo empresarial de la primera y evitando esas cosas que pasan en la otra, como terminar promocionando tu banda al lado de fotos de tu abuela comiendo un asado”, explica Lucas Honigman, relaciones públicas del sitio y baterista de Las Manos de Filippi.

“Queremos que sea divertido, no tan profesional. LinkedIn sirve mucho, pero es aburrido. Nosotros hasta tenemos un botoncito para groupies —explica con picardía Javier Sverdloff, CEO y cofundador del emprendimiento—. Creo que lo más parecido es ReverbNation, pero tenemos muchas diferencias. Es más profesional y con un fin comercial claro: enseguida te quieren vender cosas. Yo quiero que sea libre y no estamos buscando hacer un gran negocio. Ya es mucho lo que los músicos ponen en este país como para que nosotros busquemos aprovecharnos. Creemos que hay empresas a las que les sirve lo que proponemos y preferimos que el negocio venga de ahí y no de los usuarios”.

La presentación se realizó junto con el lanzamiento del Concurso de Bandas Alcatel One Touch. Consiste en una aplicación web dentro de Louderband mediante la cual los artistas pueden subir sus canciones para que el público vote sus favoritas. Según el comunicado de prensa, “lo que diferencia este concurso de los demás, es que los temas se presentan de a pares y aleatoriamente. De esta forma, todos los artistas tienen la oportunidad de ser escuchados y los finalistas son producto de un verdadero juicio de valor sobre las canciones”.

Las tres bandas que resulten finalistas tocarán en vivo a finales de noviembre en La Trastienda. El ganador grabará un videoclip y un EP, producido, mezclado y masterizado por los integrantes del jurado: Adrián Canedo, Rafael Arcaute, Andrés Mayo, Matías Mera y Bebe Contepomi.




viernes, 8 de agosto de 2014

Industria musical: Por qué la nostalgia rockea



Cada vez hay más discos clásicos que superan las ventas de las últimas y promocionadas novedades. El catálogo cobra relevancia en la economía de los sellos y el pasado resurge remasterizado y en caja deluxe. Cuando el pasado es un gran negocio.





La semana pasada, el “álbum negro” de Metallica vendió 2.070 copias y superó las 73.000 en lo que va de 2014 en Estados Unidos. Que un disco de hace 23 años tenga una mejor performance que muchas de las novedades de artistas soportados por la maquinaria promocional puede sonar como el bombo de Lars Ulrich en la cabeza de muchos. Por ejemplo, de Robin Thicke. La sensación de 2013, gracias al exitoso Blurred Lines, lanzó este año su sucesor, Paula, que apenas llegó a las 24.000 unidades en los primeros siete días en su país y tan solo 530 ejemplares en Gran Bretaña. Sí, 530: “Sad but True”.

No es ninguna novedad que los ingresos de la industria vienen cayendo desde hace buen tiempo. Y si bien en Argentina las ventas en formatos físicos tuvieron un repunte del 2,6% (según CAPIF) en 2013, en el mundo las ganancias globales tuvieron un retroceso del 3,9% en el mismo período.

Así todo, hay algo que está evitando que la baja sea mayor: la relevancia comercial de álbumes clásicos o de “catálogo”. Según un informe de Billboard sobre datos de Nielsen SoundScan, en los últimos cinco años la venta de novedades en Estados Unidos bajó un 38,1%, aunque la caída fue del 22,4% para los títulos antiguos, con lo cual el “archivo musical” está cobrando más y más importancia en la economía de los sellos (y, claro, en la elección del público). Es más, en 2012, por primera vez en veinte años se vendieron más discos “viejos” que lanzamientos: 76,6 millones contra 73,9, respectivamente.

Lamentablemente, en nuestro país no hay datos concretos. Los tres sellos multinacionales consultados no revelaron cifras y los reportes de mercado que efectúa CAPIF no discriminan entre “novedades” y “catálogo”. Sin embargo, entre los cien discos más vendidos en la Argentina durante 2013 se ve el poder de los viejos. Por ejemplo, el célebre Legend, de Bob Marley & The Wailers, con sus tres décadas a cuesta, vendió más que las flamantes obras de Coldplay, Arctic Monkeys y Rihanna. Lo mismo sucedió con el recopilatorio Greatest Hits I, de Queen, el seminal Nevermind, de Nirvana, y el siempre impecable “álbum blanco” de The Beatles.

Hay varios elementos que explican este “retrofenómeno”. El primero es el precio: en mercados como el norteamericano y el europeo, los títulos más antiguos pueden llegar a costar menos de la mitad que una novedad. Las malas circunstancias también influyen. El año pasado, tras la muerte de Lou Reed, la venta de su discografía aumentó más de un 600% y la reproducción de sus canciones en Spotify se disparó 3.000% el día después de su fallecimiento. Y Michael Jackson volvió a la cima a los charts con más de seis millones de ventas, entre discos físicos y downloads, tras su caminata lunar hacia el más allá en 2009.

Una versión menos lúgubre del mismo suceso: apenas horas después de que David Bowie sorprendiera al mundo en 2013 con el anuncio de un nuevo álbum tras una década de silencio, el grandes éxitos The Best of Bowie se fue directo al puesto 5 de iTunes.

El revival del vinilo suma. Aún lejísimos de los volúmenes que hoy representan los compactos, el download y el streaming en la industria, la venta de LP se disparó de un millón de ejemplares en 2007 a 6,1 el año pasado. ¿Y qué títulos se ubican entre las diez pastas más exitosas de 2014 hasta el momento? Otra vez el inmortal Legend, de Bob Marley & The Wailers, en el sexto lugar, y Abbey Road, de The Beatles, en el séptimo.

Pero la clave parece estar en la astucia del marketing para aprovechar coyunturas y lanzar ediciones limitadas, conmemorativas o lujosos box-sets que tocan el corazón (y el bolsillo) de fanáticos y nostálgicos. Así tenemos las exquisitas cajas de Pink Floyd, las versiones expandidas de Pearl, de Janis Joplin, y The Velvet Underground & Nico, o la colección Original Album Series que recupera de los arcones del olvido las obras de artistas tan disímiles como Randy Newman, Ratt, Margie Joseph, Montrose y Ride, entre otros. Hasta el famoso Sin documentos, de Los Rodríguez, tendrá pronto su coqueta versión por el vigésimo aniversario.

“Antes creíamos conocer o tener la discografía integral de nuestro grupo preferido. Sin embargo, las técnicas de digitalización y remasterización pusieron en nuestras manos material invaluable de grupos que serán clásicos en el futuro. Es necesario cuidar y compartir esos hallazgos. También es una buena forma de redescubrir la música desde otros lugares enriquecedores. Por lo general, estas versiones cuentan con booklets y textos firmados por periodistas de prestigio, que nos ayudan a valorar o entender creaciones o procedimientos que, en su momento, no fueron observados con la pasión con que se hace ahora. La cultura se renueva y también los públicos”, explica Nicolás Pichersky, label manager de Classic & Jazz de Universal Music Argentina. El sello acaba de editar en nuestro país las versiones estadounidenses de la discografía de los Beatles, el deluxe de Waterloo, de Abba, más los aniversarios de Superunknown, de Soundgarden, y Goodbye Yellow Brick Road, de Elton John. 

Otros ejemplos son los recientes lanzamientos conmemorativos de Rumours, de Fleetwood Mac, las versiones en CD/DVD de Your Arsenal y Vauxhall and I, de Morrissey, más la discografía remasterizada de Led Zeppelin, en variedad de formatos y con mucho material inédito, todo por el lado de Warner Music. “Siempre los buenos álbumes, los que alcanzan la categoría de clásicos, se venden. Además, lamentablemente, en esta década el arte en general parece dar señales de agotamiento, por lo que la mirada vuelve una y otra vez sobre el pasado”, opina Juan Cibeira, responsable del departamento de Promoción del sello y experiodista de la mítica revista Pelo, quien completa: “Ya no hay artistas referentes absolutos (como lo fueron Pink Floyd, Genesis, Beatles, Stones, U2 o Queen) que impongan una corriente. Entonces se apela a la seguridad que brinda la nostalgia. Pero, como también las generaciones crecen y se renuevan, hay que refrescar el producto con otro envase, remezclas, extras y demás. Si artistas contemporáneos abrevan en el pasado para presentarlo como novedad, es obvio que mucha gente buscará el original”.




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domingo, 3 de agosto de 2014

Cine: crítica de "Guardianes de la galaxia" - FM Nacional Rock 93.7





En "Rock de la Casa", por Nacional Rock 93.7, hablamos de Guardianes, El quinto elemento, el tecnocamp (?) y la nostalgia pop.  Cuchá, pebete.